Apreciada Luquitas
Apreciada Luquitas
No vayas a pensar que tengo un espíritu de contradicción o que disfruto con llevarte la contraria, pero si no discernimos lo real de lo parecido ¿cómo aprenderíamos?
Así, el Foro es una escuela interactiva donde todos aprendemos unos de otros.
En lo que ambos tenemos que estar de acuerdo es en mantenernos dentro del asunto que tú has propuesto, y te recuerdo que el ser bueno no equivale a ser salvo, regenerado, justificado, santificado, perfecto, etc.
Aquí en el Foro hay personas no creyentes como nosotros (Martamaría y Karina Moreno, por ejemplo) que yo no dudaría en calificar como “buenas”.
El ser “bueno” es una condición más moral que espiritual, ya que un ateo o agnóstico puede ser un hijo, hermano, esposo, padre, vecino y ciudadano ejemplar, trabajador, íntegro y bondadoso, cuyo carácter y conducta avergonzaría a muchos llamados “creyentes”.
Yo he tenido que conocer y tratar “creyentes” malos y muy malos. No era evidente en ellos la obra de la gracia y el Espíritu de Dios, pues vivían en la carne y para el mundo.
Ahora, volviendo al caso de los verdaderos hijos de Dios ¡claro que no nos queda otra opción que la de ser buenos! No podemos ser distintos a nuestro Padre ya que desde nuestra regeneración llegamos a ser participantes de la naturaleza divina (2Pe 1:4). Tampoco podemos ser diferentes a nuestro Señor, Salvador y Maestro porque el Espíritu Santo trabaja en nosotros hasta ser conformados a su misma imagen (2Co 3:18).
De ningún modo quiere esto decir que seamos impecables; de ahí todas las exhortaciones bíblicas que tú recordabas a dejar de hacer lo malo.
Todos podemos descuidarnos, equivocarnos, pecar y fracasar.
Pero sabemos también que debemos arrepentirnos, confesar y buscar el perdón de Dios con la limpieza por la sangre de Jesucristo (1Jn 1:5-2:1).
El estado normal del cristiano es el de ser bueno; pero incidentalmente puede ser malo, de forma excepcional y esporádica mas nunca habitual.
Resumiendo: que incrédulos puedan ser buenos es sorprendente ¡pero que los hay los hay!
Los creyentes (no los meramente profesantes) necesariamente han de ser buenos, no sólo porque no querrían ser malos, sino porque tampoco podrían.
Que un creyente verdadero confiese ser malo, no es señal de franqueza y humildad, sino de alarma y peligro pues está expuesto a claudicar.
Cordiales saludos
Apreciada Luquitas
No estoy de acuerdo contigo, Ricardo...
¡Claro que nos queda opciòn!!...
No vayas a pensar que tengo un espíritu de contradicción o que disfruto con llevarte la contraria, pero si no discernimos lo real de lo parecido ¿cómo aprenderíamos?
Así, el Foro es una escuela interactiva donde todos aprendemos unos de otros.
En lo que ambos tenemos que estar de acuerdo es en mantenernos dentro del asunto que tú has propuesto, y te recuerdo que el ser bueno no equivale a ser salvo, regenerado, justificado, santificado, perfecto, etc.
Aquí en el Foro hay personas no creyentes como nosotros (Martamaría y Karina Moreno, por ejemplo) que yo no dudaría en calificar como “buenas”.
El ser “bueno” es una condición más moral que espiritual, ya que un ateo o agnóstico puede ser un hijo, hermano, esposo, padre, vecino y ciudadano ejemplar, trabajador, íntegro y bondadoso, cuyo carácter y conducta avergonzaría a muchos llamados “creyentes”.
Yo he tenido que conocer y tratar “creyentes” malos y muy malos. No era evidente en ellos la obra de la gracia y el Espíritu de Dios, pues vivían en la carne y para el mundo.
Ahora, volviendo al caso de los verdaderos hijos de Dios ¡claro que no nos queda otra opción que la de ser buenos! No podemos ser distintos a nuestro Padre ya que desde nuestra regeneración llegamos a ser participantes de la naturaleza divina (2Pe 1:4). Tampoco podemos ser diferentes a nuestro Señor, Salvador y Maestro porque el Espíritu Santo trabaja en nosotros hasta ser conformados a su misma imagen (2Co 3:18).
De ningún modo quiere esto decir que seamos impecables; de ahí todas las exhortaciones bíblicas que tú recordabas a dejar de hacer lo malo.
Todos podemos descuidarnos, equivocarnos, pecar y fracasar.
Pero sabemos también que debemos arrepentirnos, confesar y buscar el perdón de Dios con la limpieza por la sangre de Jesucristo (1Jn 1:5-2:1).
El estado normal del cristiano es el de ser bueno; pero incidentalmente puede ser malo, de forma excepcional y esporádica mas nunca habitual.
Resumiendo: que incrédulos puedan ser buenos es sorprendente ¡pero que los hay los hay!
Los creyentes (no los meramente profesantes) necesariamente han de ser buenos, no sólo porque no querrían ser malos, sino porque tampoco podrían.
Que un creyente verdadero confiese ser malo, no es señal de franqueza y humildad, sino de alarma y peligro pues está expuesto a claudicar.
Cordiales saludos