Re: La Santa Cena del Señor: Usamos vino o jugo de uvas ??
Sidra.
Tanto el "vino" como la "sidra" de este pasaje eran bebidas fermentadas. En tiempos pasados, Dios muchas veces pasó por alto la crasa ignorancia que motivaba prácticas que él no podía aprobar. Pero finalmente llega el tiempo cuando, en todas las cosas, Dios "manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan" (Hech. 17: 30). Luego de esto, aquellos que persisten en su práctica, a pesar del consejo y de la advertencia, ya no tienen "excusa por su pecado" (Juan 15: 22). Antes de ese momento, no habían tenido pecado y Dios no los había considerado responsables, aunque sus acciones estaban lejos de ser ideales. Su longanimidad se extiende a todos los que "no saben lo que hacen" (Luc. 23: 34). Así como Pablo, quien persiguió a la iglesia "por ignorancia, en incredulidad", pueden obtener misericordia (1 Tim. 1: 13).
En tiempos antiguos, Dios toleró que los israelitas tuviesen esclavos, pero protegió a los esclavos de injusticias (Exo. 21: 16, 20). Tampoco en la iglesia cristiana la esclavitud fue abolida inmediatamente, sino que se instruyó a los amos para que trataran bondadosamente a sus esclavos (Efe. 6: 9; Col. 4: 1).
Del mismo modo, Dios nunca ha aprobado la práctica del divorcio o de la poligamia. "Al principio no fue así" (Mat. 19: 8). Pero, por un tiempo, Dios toleró esto, y dio las instrucciones necesarias para salvaguardar los derechos de la mujer, para mitigar el sufrimiento resultante de estas prácticas y para proteger la relación matrimonial de abusos mayores (Exo. 21: 7-11; Deut. 21: 10-17). Por ejemplo, si bien es cierto que Dios no le prohibió a Abrahán que tomase a Agar por segunda esposa, tampoco lo protegió de los males que resultaron de tal acción.
Dios le dio a Moisés leyes que tenían el propósito, no de abolir directamente la poligamia, sino de desaprobarla (Lev. 18: 18; Deut. 17: 17), de restringir el divorcio (Deut. 22: 19, 29; 24: 1), y de elevar la norma de la vida matrimonial (Exo. 20: 14, 17; Lev. 20: 10; Deut. 22: 22). Cristo puso en claro que las disposiciones del AT en cuanto a la pluralidad de esposas y al divorcio no eran ideales, sino una solución temporaria, tolerada por Dios "por la dureza" del "corazón" de ellos (Mat. 19: 4-8). Cristo señaló que el ideal de Dios para el hogar cristiano (Mat. 19: 9) siempre ha sido la monogamia (Mat. 19: 4-6; 1 Tim. 3: 2; Tito 1: 6). El cristiano no tiene por qué dudar en cuanto a la voluntad de Dios respecto de estas cosas. No tiene, por lo tanto, ni siquiera la limitada excusa de la gente de los tiempos del AT.
Lo mismo puede decirse del "vino" y de la "sidra". No se prohibió estrictamente su uso, salvo para los que desempeñaban tareas religiosas, y quizá también para los que se ocupaban en la administración de la justicia (Lev. 10: 9; Prov. 31: 4, 5). Se señaló claramente los males que acarreaban el "vino" y la "sidra", y se aconsejó al pueblo a abstenerse de estas bebidas (Prov. 20: 1; 23: 29-33). Se pronunció una maldición sobre aquel que hace beber a su prójimo (Hab. 2: 15). Pero Pablo presenta el ideal declarando: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10: 31), y advierte que Dios destruirá a los que destruyen sus cuerpos (1 Cor. 3: 16, 17). Las bebidas embriagantes "destruyen el templo de Dios" y su consumo no puede ser considerado una manera de glorificarle (1 Cor. 6: 19, 20; 10: 31). Pablo abandonó el uso de todo lo que fuese dañino para su cuerpo (1 Cor. 9: 27). No puede admitirse hoy el argumento según el cual, puesto que una vez Dios lo toleró, no tiene nada intrínsecamente malo ingerir bebidas embriagantes. Como ya se hizo notar, también una vez permitió la práctica de la esclavitud y de la poligamia. La Biblia advierte que los "borrachos" no "heredarán el reino de Dios" (1 Cor. 6: 10).
buen aporte leal para los que quieren ser mas santos que Jesus el Santo de los santos
Deu 14:26 Con ese dinero comprarán allí lo que crean más conveniente:bueyes, ovejas, vino o cualquier bebida fermentada; en fin, lo queustedes quieran, y lo comerán allí, delante del Señor su Dios, yharán fiesta junto con su familia.
Sidra.
Tanto el "vino" como la "sidra" de este pasaje eran bebidas fermentadas. En tiempos pasados, Dios muchas veces pasó por alto la crasa ignorancia que motivaba prácticas que él no podía aprobar. Pero finalmente llega el tiempo cuando, en todas las cosas, Dios "manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan" (Hech. 17: 30). Luego de esto, aquellos que persisten en su práctica, a pesar del consejo y de la advertencia, ya no tienen "excusa por su pecado" (Juan 15: 22). Antes de ese momento, no habían tenido pecado y Dios no los había considerado responsables, aunque sus acciones estaban lejos de ser ideales. Su longanimidad se extiende a todos los que "no saben lo que hacen" (Luc. 23: 34). Así como Pablo, quien persiguió a la iglesia "por ignorancia, en incredulidad", pueden obtener misericordia (1 Tim. 1: 13).
En tiempos antiguos, Dios toleró que los israelitas tuviesen esclavos, pero protegió a los esclavos de injusticias (Exo. 21: 16, 20). Tampoco en la iglesia cristiana la esclavitud fue abolida inmediatamente, sino que se instruyó a los amos para que trataran bondadosamente a sus esclavos (Efe. 6: 9; Col. 4: 1).
Del mismo modo, Dios nunca ha aprobado la práctica del divorcio o de la poligamia. "Al principio no fue así" (Mat. 19: 8). Pero, por un tiempo, Dios toleró esto, y dio las instrucciones necesarias para salvaguardar los derechos de la mujer, para mitigar el sufrimiento resultante de estas prácticas y para proteger la relación matrimonial de abusos mayores (Exo. 21: 7-11; Deut. 21: 10-17). Por ejemplo, si bien es cierto que Dios no le prohibió a Abrahán que tomase a Agar por segunda esposa, tampoco lo protegió de los males que resultaron de tal acción.
Dios le dio a Moisés leyes que tenían el propósito, no de abolir directamente la poligamia, sino de desaprobarla (Lev. 18: 18; Deut. 17: 17), de restringir el divorcio (Deut. 22: 19, 29; 24: 1), y de elevar la norma de la vida matrimonial (Exo. 20: 14, 17; Lev. 20: 10; Deut. 22: 22). Cristo puso en claro que las disposiciones del AT en cuanto a la pluralidad de esposas y al divorcio no eran ideales, sino una solución temporaria, tolerada por Dios "por la dureza" del "corazón" de ellos (Mat. 19: 4-8). Cristo señaló que el ideal de Dios para el hogar cristiano (Mat. 19: 9) siempre ha sido la monogamia (Mat. 19: 4-6; 1 Tim. 3: 2; Tito 1: 6). El cristiano no tiene por qué dudar en cuanto a la voluntad de Dios respecto de estas cosas. No tiene, por lo tanto, ni siquiera la limitada excusa de la gente de los tiempos del AT.
Lo mismo puede decirse del "vino" y de la "sidra". No se prohibió estrictamente su uso, salvo para los que desempeñaban tareas religiosas, y quizá también para los que se ocupaban en la administración de la justicia (Lev. 10: 9; Prov. 31: 4, 5). Se señaló claramente los males que acarreaban el "vino" y la "sidra", y se aconsejó al pueblo a abstenerse de estas bebidas (Prov. 20: 1; 23: 29-33). Se pronunció una maldición sobre aquel que hace beber a su prójimo (Hab. 2: 15). Pero Pablo presenta el ideal declarando: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10: 31), y advierte que Dios destruirá a los que destruyen sus cuerpos (1 Cor. 3: 16, 17). Las bebidas embriagantes "destruyen el templo de Dios" y su consumo no puede ser considerado una manera de glorificarle (1 Cor. 6: 19, 20; 10: 31). Pablo abandonó el uso de todo lo que fuese dañino para su cuerpo (1 Cor. 9: 27). No puede admitirse hoy el argumento según el cual, puesto que una vez Dios lo toleró, no tiene nada intrínsecamente malo ingerir bebidas embriagantes. Como ya se hizo notar, también una vez permitió la práctica de la esclavitud y de la poligamia. La Biblia advierte que los "borrachos" no "heredarán el reino de Dios" (1 Cor. 6: 10).