DEMOSTRACIÓN RACIONAL DE LA EXISTENCIA DE DIOS
La demostración de la existencia de Dios, no hace falta que esté en la ciencia, está al alcance de cualquier ser humano y la mayoría de ellos no son científicos. Dios es una necesidad de la razón, de ahí su existencia generalizada en todas las sociedades del mundo. Existen individuos concretos que son ateos, pero no existe en todo el planeta Tierra ni un sólo pueblo, raza, lengua, tribu o nación que no reconozca la existencia de la Divinidad, matizada por su entorno cultural. Ni una sola de las más de cinco mil etnias que existen en el mundo es atea.
Sin embargo, precisamente para los ateos, nos esforzaremos en desentrañar este Misterio por medio de la racionalidad.
1) Nada es sin una causa que lo determine, de lo que se sigue que todo lo que existe tiene una causa. No podemos, sin embargo, proceder así hasta el infinito, ya que de lo contrario nada tendría una causa y nada existiría de una determinada manera (cfr. Aristóteles).
2) La eternidad de la materia (cfr. Averroes, Giordano Bruno) no puede probarse. Esto se muestra del modo siguiente: si la propiedad esencial de la materia es su reproducción y multiplicidad, ¿qué características habría de tener una supuesta materia primordial y originaria? Debería ser increada e inmutable, en tanto que no tendría causa que la determinara, pero no se ha encontrado una propiedad tal en el mundo, que está en continuo devenir.
3) Pero aún alguien podría decir: ¿por qué no concebimos la materia y todo lo existente como un inmenso ciclo cerrado sobre sí mismo, sin comienzo ni fin, que en tanto que cambia siempre no cambia nunca? (cfr. Heráclito).
Nuestra respuesta sería: porque esto que se predica de un todo indiferenciado debería poder afirmarse de la menor partícula de materia. Pero una cosa tal sería contradictoria, ya que nos obligaría a decir que dicha partícula es determinada e indeterminada al mismo tiempo.
4) Todavía alguien podría intentar valerse de la física cuántica para mantener que las partículas son, efectivamente, determinadas e indeterminadas al mismo tiempo (cfr. Heisenberg). No obstante, esto, que puede alegarse de una partícula de modo gnoseológico, es decir, desde el conocimiento limitado del hombre, no puede sostenerse del todo ontológico, al que corresponde la sabiduría infinita del Creador. Pues si el todo fuera determinado e indeterminado al mismo tiempo, y no reconociéramos más que materialidad en ese todo, el conjunto de la materia tanto podría existir como no existir, con lo cual se destruye la hipótesis de los adversarios, que queda reducida al absurdo según su propia cadena de razonamientos. Ya que, de ser así, la materia no podría ser eterna, increada y necesaria como pretenden, sino que habría de ser forzosamente temporal, creada y contingente.
5) En consecuencia, deducimos que la causa primera de la existencia del mundo no es material, ni puede lógicamente serlo, sino que es forzosamente espiritual, esto es, Dios.
Algunos argumentarán que es una pérdida de tiempo intentar demostrar de una manera racional la existencia de Dios o Ser Supremo.
La razón es que en todas las materias cientificas su esencia es el estudio de la materia contenida en un universo que resulta que no es infinito porque tiene limites, si nos atenemos a la teoría del Big Bang.
Es decir, por definición Dios no está sujeto a las definiciones de las leyes contenidas en este universo en el que nos encontramos, por tanto no se puede demostrar Su existencia o no existencia. Incluso de una manera imaginaria y partiendo de la hipótesis o de la premisa de que existe y no está sujeto a esas leyes físicas.
Resumiendo, las estructuras lógicas, matemáticas, físicas y en general cualquier ciencia no puede demostrar Su existencia porque está limitada a este universo físico en el que nos movemos.
Por tanto resulta inútil. Es una cuestión de Fe y no de deduciones. Es más bien parte de la Filosofía, Teología, y porque no, de la Religión; de una experencia de fe humana (porque la fe es específicamente humana) tanto global como individual.
A pesar de todo, existen indicios sólidos para afirmar racionalmente la existencia cierta de un Creador.