Re: SE PUEDE PERDER LA SALVACION??
Bueno muchachos diculpen que me entremeta pero me gustaria ayudar a Raul a responder esta interesante pregunta.
Judas Iscariote, NUNCA perdio su salvacion por el simple hecho de que NUNCA fue salvo. Jesús mismo dijo: "¿No os he escogido yo a vosotros los doce y uno de vosotros es diablo?" (Juan 6).
Segun Juan 6:66 hubo muchos discipulos que seguian a Jesus pero no creyeron nunca, como nunca creyó Judas. Judas nunca recibió el Espíritu Santo. Nunca fue salvo. Nada se nos dice de los que volvieron atrás, pero sobre los que permanecieron, excepto Judas, sabemos que recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés.
Una cosa es ser discípulo, pastor o apóstol y otra es ser salvo.
Saludos
Nobleeagle><>
Saludos hermano!
Pues creo que esta intromisión puede que ayude, lamentablemente nos encontramos ante una
versión mejorada para la salvación, la cual según muchos no es por la sola fe, sino es la fe + las obras, ya que se pide, para llegar a ser salvo que se cumpla la ley.
Lo increíble es que se crea que uno que NO tiene el Espiritu Santo, pueda acaso cumplir algún mandamiento para ser salvo, pero si no estas salvo estas en condenación, no como erroneamente se ha expuesto, que estamos "en proceso de ser salvos", quién va a ser salvo, bueno, quien tenga fe y cumpla los mandamientos.
Tenemos entonces que se confunde el concepto de santidad o la justificación total con el proceso de santificación, con el hecho de ser transformados para ser como Cristo, perfectos. Pero sin la unción del Espiritu Santo, sin ése sello que recibimos al ser hechos hijos de Dios, no es posible andar en el camino de la santificación, en el cual debemos y podemos, de hecho querremos cumplir los mandamientos del Eterno.
La regeneración es el punto de partida donde iniciamos un proceso de transformación, en el cual se requiere de nosotros, una semejanza a Cristo, pero no como imitarlo, sino viviendolo cada día, todos los días, en obediencia al Padre más no en nuestras fuerzas, sino en todo tiempo siendo el Espiritu Santo el que provoque en nosoros el querer, como el hacer, por su buena voluntad. Si somos verdaderamente hijos de Dios, el obeceder y agradar a nuestro Padre, será la reacción natural de tal regeneración.
Esta regeneración es por pura gracia de Dios, pues en salvación somos rescatados de la ira de Dios solamente por su gracia. El trabajo sobrenatural del Espíritu Santo es el que nos trae a Cristo a través de liberarnos de nuestra esclavitud del pecado y resucitarnos de la muerte espiritual a la vida espiritual.
Negamos que la salvación es de alguna manera el resultado del trabajo humano. Métodos humanos, técnicas o estratégicas de por si mismas no pueden producir esta transformación. La Fe no es producida por nuestra naturaleza humana no regenerada. Viene de Dios.
La justificación es a través de la gracia solamente, por fe solamente debido a Cristo solamente. Este es el artículo por el cual la iglesia se mantiene en pie o cae.
No hay evangelio excepto el de la sustitución de Cristo por nuestro lugar de tal manera que Dios le imputó a Cristo nuestro pecado e imputó en nosotros la santidad de Cristo. Debido a que Cristo recibió el juicio que nosotros mereciamos, por ésto nosotros ahora caminamos en su gracia, como aquellos que han sido perdonados para siempre, aceptados y adoptados como hijos de Dios. No hay ninguna base para ser aceptados frente al Santísimo Dios, excepto el trabajo salvífico de Cristo. Nuestra aceptación por Dios no depende de nuestro patriotismo, devoción eclesiástica o decencia moral. Solamente depende del trabajo de Cristo. El evangelio declara lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. El evangelio no declara lo que nosotros podamos hacer para encontrar a Cristo.
Reafirmamos que la justificación es por gracia solamente, a través de fe solamente por Cristo solamente. En la justificación la santidad de Cristo es imputada a nosotros como la única posible satisfacción a la justicia perfecta de Dios.
Negamos que la justificación depende de cualquier mérito encontrado en nosotros, o depende de cualquier infusión de la santidad de Cristo en nosotros, o que una institución se llame iglesia, cuando esta niega o condena sola fide, sea reconocida como una iglesia legítima.
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No debe quedar ninguna duda, ésto que llamamos salvación, es el más grande e increible regalo que nos puede ser dado, no es algo que podamos alcanzar si Dios no nos busca, nos llama y nos regenera inicialmente y posteriormente, cada día hasta el día que seamos llamados a las mansiones celestes.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?
Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Romanos 8:1-4,14-17,28-34
Bendiciones,