Gracias, Antisistema, por la explicación. Muy buena y ha ampliado mi comprensión sobre el término.Hola Alissa.
Te lo voy a poner más sencillo: en realidad, la palabra traducida como "natural", en el griego significa "animal". Pero no con la connotación de naturaleza baja o bestial, sino de naturaleza sensitiva, es decir: un hombre que sólo se guia por sus sentidos, o únicamente por lo que puede percibir con sus 5 sentidos.
Eso en particular es lo que quiso referirse Pablo. El hombre que sólo se guía por sus 5 sentidos, no puede percibir las cosas del espíritu de Dios porque (como es lógico) trascienden a los sentidos humanos; se han pues, de discernir de manera Espiritual.
Volviendo al punto, Pablo no se refiere por "hombre natural" al hombre inteligente, racional o que conoce el método científico, sino al que como un animalito, se deja guiar por sus sentidos.
Los sentidos les ayudan a los animales a defender su territorio, huir del enemigo o atacarlo, buscar una pareja para copular, y buscar alimento.
Esta es la idea del hombre que se guía por los sentidos. De hecho, de ahí viene la palabra "sensualidad". El hombre sensual es el que privilegia sus sentidos, pero no tanto para hacer un análisis crítico de un tema, como lo puede hacer nuestra compañera @Karina Moreno , sino para procurar una actividad que le de placer predominantemente físico.
Mi punto, entonces, es que a menos que conozcamos la vida íntima de Karina, no podemos achacarle su escepticismo a que es una mujer "natural" y por lo tanto no puede comprender las cosas espirituales.
En diversos lugares de la Biblia la "necedad" (estupidez) se asocia a la impiedad y la "sabiduría" y "conocimiento" a la piedad.
Pues, por paradójico que parezca, el brujo tendría razón: "no se puede creer en la brujería sino se discierne de una manera espiritual". Esto es, comprendiendo las fuerzas espirituales (de maldad) que operan detrás de estas prácticas.
Saludos.
Cuando rechazas la brujería en cualquiera de sus formas, la rechazas usando la razón.
Karina, por ejemplo, no necesita creer en la inspiración divina de la Biblia para rechazar la brujería. Le basta la razón. Es ahí donde ejerce su espiritualidad: en ser honesta consigo misma. Primero analiza las premisas en las que se basan los brujos, sus métodos y sus consecuencias para la vida práctica. Luego toma una decisión acorde a tal análisis, incluso si sus sentidos le llegaran a sugerir en algún momento que la brujería existe.