Entiendo perfectamente el bien y el mal. Cuando tenía 8 años era inocente, pero obviamente todavía no tenía una conciencia o un uso de razón que me permitiera distuinguir acertadamente entre el bien y el mal. Incluso la misma Palabra te dice que el hombre crece, madura y deja de ser niño:
"Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño." (1 Corintios 13:11)
No necesito volver a ser niño porque ya te demostré con la misma Palabra que el hombre deja de ser niño y deja de pensar como niño.
Robespengler no lee textos largos. Quizá por eso sigue citando versículos de manera tan descuidada.
Si se esforzara por leer textos largos, por lo menos el del capítulo 13 de 1 Corintios*, sabría a qué se refería Pablo.
En el texto citado, Pablo habla de avanzar hacia la edad adulta en la comprensión y la práctica del amor. Mientras más maduros seamos en el amor más nos acercaremos a Dios hasta el día en que lo conoceremos personalmente.
La transformación de mi maestro de Química fue una transformación de amor a su familia, a sus estudiantes y a sus colegas profesores. Robespengler, a sus ocho años, podría haberse dado cuenta.
*Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. 2 Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. 3 Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.
4 Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, 5 ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; 6 es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. 7 Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.
8 El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos. 9 Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas, 10 que llegarán a su fin cuando venga lo que es perfecto.
11 Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero al hacerme hombre, dejé atrás lo que era propio de un niño. 12 Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí.
13 Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.