Existe una falsa creencia acerca del árbol de la vida que surge de una mala interpretación de los textos involucrados.
El árbol de la vida no funciona como el árbol del conocimiento de la ciencia del bien y del mal.
El árbol de la vida no es árbol de vida eterna sino de vida.
Tenés que comerlo siempre para tener vida siempre pero si dejás de comerlo ya no tenés mas vida.
Muchos creen que el árbol de vida es en verdad un árbol de vida eterna que basta comer de su frutos para tener vida para siempre.
Y esta confusión parece confirmarse al estudiar el funcionamiento del otro árbol del cual si basta una sola ingesta para obtener resultados eternos.
La Biblia no dice que sus frutos tuvieran propiedades especiales que pudieran dar vida.
En realidad, este árbol representaba la garantía de vida eterna que Dios les daría a los que él permitiera comer de sus frutos (Gé 2:9; 3:22).
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo.
Árbol del jardín de Edén que Dios usó como símbolo de su derecho a establecer las normas de lo que es bueno y lo que es malo para los seres humanos (Gé 2:9, 17).
Dios utilizó dos árboles en el jardín de Edén con propósitos simbólicos: el “árbol de la vida” y “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”.
El que el hombre no se adhiriera al decreto divino concerniente a este último fue lo que le llevó a la caída. (Gé 2:9, 16, 17; 3:1-24.)
Debido a que representaba el “conocimiento de lo bueno y lo malo” y Dios había indicado que estaba “fuera de los límites” de la pareja humana, ese árbol llegó a ser un símbolo del derecho de Dios de determinar o fijar para el hombre las normas en cuanto a lo que es “bueno” (lo que Dios aprueba) y lo que es “malo” (lo que Dios condena).
Por lo tanto, constituyó una prueba del respeto del hombre a la posición de su Creador y de su disposición a permanecer dentro de los límites de libertad decretados por Dios, límites que no le restringían indebidamente, sino que, por el contrario, le permitían el mayor disfrute de la vida.
De modo que la violación de esos límites y la entrada en el terreno de lo prohibido al comer del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, equivalía a una invasión del dominio de Dios o una insurrección contra su autoridad.
También se usaron los árboles para representar a personas, gobernantes y reinos, como en el caso de la profecía que compara la caída de Faraón y “su muchedumbre” con la acción de talar un cedro majestuoso (Eze 31), así como en el de la profecía de Daniel concerniente al árbol poderoso que representaba el dominio en “el reino de la humanidad”. (Da 4:10-26.)
Al hombre justo se le asemeja a un árbol plantado junto a corrientes de agua (Sl 1:3), cuyo follaje es frondoso y que sigue produciendo fruto incluso en tiempo de sequía. (Jer 17:8.
La promesa de que los días del pueblo restaurado de Dios serían como los de un árbol (Isa 65:22) cobra más sentido al saber que algunos árboles de Palestina viven siglos e incluso más de mil años.
En la visión de Ezequiel había una corriente que fluía desde el templo flanqueada por árboles frutales cuyas hojas eran curativas, y en el libro de Revelación se presenta una visión similar. (Eze 47:7, 12; Rev 22:2, 14.)
La expresión “árbol de vida” se usa con respecto a la sabiduría verdadera, al fruto del justo, a la realización de algo deseado, a la calma de la lengua y también se asocia con la corona de la vida. (Pr 3:18; 11:30; 13:12; 15:4; Rev 2:7, 10.)
Además, la Biblia relaciona los árboles con las condiciones fructíferas, pacíficas y gozosas que resultan de la gobernación real de Jehová y de la restauración de su pueblo. (1Cr 16:33; Sl 96:12; 148:9; Isa 55:12; Eze 34:27; 36:30.
Asimismo, Jesús habló de árboles en alguna de sus ilustraciones para subrayar la necesidad de ser fructíferos en verdadera justicia, igual que había hecho Juan el Bautista. (Mt 3:10; 7:15-20.)
Puesto que en aquel tiempo en Palestina los árboles frutales estaban gravados con un impuesto, un árbol infructífero (tan inservible como si estuviese muerto) se convertía en una carga indeseable para el propietario, y, por lo tanto, era cortado y destruido. (Lu 13:6-9.)
En Judas 12 se compara a las personas inmorales que se infiltraron en la congregación cristiana con árboles infructíferos en otoño que han muerto dos veces.
El que se diga que han “muerto dos veces” tal vez sea una manera enfática de expresar que están completamente muertos, aunque también podría significar que están muertos desde dos puntos de vista:
1) son estériles o infructíferos y
2) están muertos literalmente, sin ningún tipo de vitalidad.