Re: María, ¿Virgen?
Hermanos de Jesús, ¿Hijos de María?
Un hallazgo arqueológico ha puesto de actualidad la tan debatida cuestión de los hermanos de Jesús, asunto nada importante en si mismo si no fuese porque pone en el disparadero uno de los dogmas romanistas más protegidos, el de la virginidad perpetua de María, por la que es “Aeiparthenos”, y por extensión la infalibilidad papal que lo declaró, en este caso a Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus.
A pesar de que la probabilidad de que los restos correspondan al Jacobo bíblico son bastante remotos basándose exclusivamente en las inscripciones del sarcófago, porque los nombres de Jacobo, Jesús y José eran bastante comunes entre los judíos y la coincidencia dentro de la misma familia bastante frecuente, las evidencias bíblicas de la existencia de los hermanos de Jesús están suficientemente claras para cualquier no prejuiciado lector, sin necesidad de hallazgos sensacionales.
Con todo cabe resaltar que la negación interesada de su existencia fue bastante temprana, desde los siglos II y III, y corresponde a la proliferación de las corrientes hiperascéticas que irrumpieron con fuerza en el cristianismo de aquella época estableciendo con la etiqueta de “santidad” ciertas normas de vida rígida consistentes en la abstinencia de determinados alimentos junto con la mortificación de los instintos y pasiones, así como la negación de cualquier tipo de placer sensual e incluso estético. Bajo esta mentalidad que llegó a ser bastante enfermiza (Rom. 14:14), las relaciones sexuales eran consideradas como algo concupiscente y pecaminoso, y destacaban la virtud del célibe por encima de cualquier otra. En muchos lugares y círculos llegaron a imponer su criterio contra el pensamiento histórico del pueblo de Israel que siempre había considerado a la maternidad como la más alta dignidad para una mujer y la culminación de sus aspiraciones en la vida, porque así cumplía con el propósito divino de procrear y llenar la tierra (Gen. 9:7 y Jer. 29:5-7), mientras que ser estéril ó no procrear era toda una desgracia (Gen. 25:21; 29:31; Ex. 23:25-26; Deum. 7:14; Job. 24:21; 1Sam. 1:5-7; Sal. 113:9; Prov. 30:16; Is. 54:1; Heb. 11:11). Fruto de estas ideas peregrinas encontramos en la historia del cristianismo situaciones absurdas como la de Tertuliano, que al “hacerse cristiano” acuerda con su esposa no mantener más relaciones sexuales durante el resto de su vida, ó la del más radical Orígenes que llegó a castrarse en una interpretación literal extrema de Mateo 19:12, cuya sana interpretación está contextualizada con lo que escribió Pablo en 1 Cor. 7:25-35, sobre aquel deseo y necesidad para que algunos cristianos “voluntariamente” (“se hacen a si mismos”, no por que alguien lo decida por ellos, ni lo imponga) deciden no asumir cargas y responsabilidades familiares para disponer de más tiempo y disponibilidad en la extensión del evangelio.
Estos grupos provenientes del paganismo desplegaron una gran actividad en la promoción de este tipo de vida y una de las formulas más eficaces fue su actividad literaria entre la comunidad cristiana. Con la difusión de libros tales como el Evangelio Armenio de la Infancia, la Historia de José el Carpintero ó el pseudo evangelio de Mateo, consiguieron propagar una historia falsa de María que daba cobertura a tales ideas aunque contradijesen los relatos más antiguos y serios de los evangelios que hoy conocemos como canónicos.
Según esa pseudo historia, que presenta algunas diferencias entre los diversos relatos, podría resumirse que María, desde los tres años de edad en los que ya era una persona completamente madura, decide ser célibe (en el sentido de mantenerse virgen toda su vida), y entra a vivir en el templo para formar parte de una comunidad de vírgenes que están dedicadas a la oración día y noche. Cuando cumple doce años, para evitar que le sorprenda en el templo la menstruación y pueda contaminarlo, los sacerdotes deciden casarla con un hombre de bien, y por sorteo le correspondió que contrajese matrimonio con José, un anciano viudo de la tribu de Judá, que tenía más de 90 años, y que fruto de los 49 años de su matrimonio anterior tenía 4 hijos varones llamados Judá, Josetos, Simeón y Jacobo y dos hijas Lisia y Lidia.
Según alguno de los relatos incluso tenía nietos de más edad que la de la propia María. Pero este matrimonio no se presenta como normal pues José hasta su muerte debía ser realmente el preservador de la virginidad de María, no un marido a todos los efectos (por lo tanto no serían conforme al mandato divino “una sola carne” en toda la extensión del término).
Los relatos no dejan hilo sin puntada, así para descalificar el relato de los “canónicos”, afirma que al desposarse María se encontró con que Jacobo, el hijo de José, era muy pequeño y ella se ocupó de criarlo, y esa es la razón por lo cual se la conoce como la madre de Jacobo. Desde los doce años vivió con José en su casa y a los catorce fue cuando el ángel le anunció el providencial nacimiento, etc. etc.
Pese a lo estúpidos y absurdos relatos que contienen tales libros, que contradicen totalmente los relatos de las escrituras canónicas inspiradas, suficientemente claras como veremos en cuanto al matrimonio de María y José, y su familia, tuvieron un gran éxito por el apoyo del movimiento monacal que se originó en aquellos tiempos y ha llegado hasta nuestros días con mayor ó menor énfasis.
Como una de las premisas en todas las actuaciones históricas del romanismo es que “el fin justifica los medios”, con el fin de mantener y promover ordenes monásticas célibes y un sacerdocio sometido al voto de castidad, asuntos ambos muy rentables económicamente para la organización vaticana, y a la vez propagar como centro del fervor popular a una María mítica asimilable a las diosas paganas, reina del cielo y madre de Dios, que enlaza tan bien ahora como en el paganismo con la sensiblería popular, realizó una gran defensa de esta cuestión y promovió una amplia gama de argumentos respuesta tan pueriles como falsos para contradecir el claro relato de las Sagradas Escrituras, en relación a la existencia de los hermanos de Jesús:
1.- El relato evangélico de la relación de José y María asume un matrimonio normal de la época: Dice así Mt.1:18 Y el nacimiento de Jesucristo fue así: Que estando María su madre desposada con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu Santo… Mt.1:24 y 25: Y tomó la esposa de él; y no conoció a ella “hasta” (eos) que dio a luz un hijo y llamó el nombre de él, Jesús. Creo que es bastante elocuente en el sentido de que José se unió a María en un matrimonio normal, no que se hiciera cargo de la adopción de una niña. No existe ninguna referencia a la edad de los contrayentes, ni a cualquier matrimonio anterior por parte de José.
2.- Jesús es mencionado como el hijo primogénito de María.- Lucas Lc. 2:7 afirma que “dio a luz al hijo de ella el primogénito (prototokon)”. Primogénito significa engendrado en primer lugar.
3.- Los vecinos de la familia los conocían como tales. Así lo afirman los cuatro evangelistas sin excepción: Mateo, Marcos, Lucas y Juan:
Mateo. Mt. 12:46-48: La madre y los hermanos (adelfoi) de él (outoi)… (v-47) la madre de ti y los hermanos (adelfoi) de ti (sou)… mas él, respondiendo… ¿Quién es la madre de mí, y quienes son los (adelfoi) de mi (mou)? Mt. 13:55: ¿No la madre de él es llamada María y los hermanos (adelfoi) de él (autou) Jacobo y José y Simón y Judas y las (ai) hermanas (adelfai) de él (autou) ¿acaso no todas (pasai) frente a nosotros están?
Marcos: Mr. 3:31-35 (v-31) “… la madre de él y los hermanos de él (adelfoi autoi)…” (v-32) “…la madre de ti, y los hermanos de ti (oi adelfoi sou) y las hermanas de ti (ai adelfai sou)…”.
Lucas: Lc. 8:19-21) usa exactamente las mismas palabras (adelfoi).
Juan: (Jn. 2:12) “… y la madre de él y los hermanos (adelfoi) y los discípulos de él…”. Jn. 7:3-10 (v-5) “Mas ni aún sus hermanos (adelfoi autoi) creían en él”).
4.- El mismo Jesús los reconoce como hermanos según el relato de Mateo, Marcos y Juan:
Mateo -Mt. 28

“… anunciad a los hermanos (adelfois) de mí (mou) que vayan…”;
Marcos - Mr. 3:34: “Mira la madre de mí y los hermanos de mí (adelfoi mou). Cualquiera que hace la voluntad de Dios este hermano de mí y hermana (adelfas mou kai adelfe) y madre es:
Juan -Jn. 20:17 “… vete a los hermanos de mí …” (tous adelfous mou).
5.- Pablo afirma que Jacobo era hermano de Jesús: Escribiendo en Gal. 1:19, dice: “… Jacobo el hermano del Señor (adelfon tou kuriou). Judas, el autor de la epístola del mismo nombre, dice que él es hermano de Jacobo (Jud. 1). Así ya tenemos a dos de los hermanos identificados por su papel en la iglesia apostólica.
6.- La profecía corrobora que tendría hermanos por parte de su madre: El salmo 69 es uno de los innegables salmos proféticos por excelencia, y como tal uno de los más citados en el Nuevo Testamento en relación con Jesús y con su ministerio, en el vers. 8 dice así: “He sido extrañado a mis hermanos y extraño a los hijos de mi madre”. (Ojo, en el énfasis “de mi madre”). Concretamente esta profecía está en relación con la afirmación de Juan 7:5: “porque ni los hermanos de él, creían en él”.
Los argumentos romanistas para aceptar la versión de los apócrifos y descalificar los relatos de los evangelios son los siguientes:
a.- En el idioma hebreo llama en muchas ocasiones hermanos a los parientes, sin tener en cuenta el grado de parentesco, como en algunos casos del Antiguo Testamento. La falacia consiste en ocultar a sus lectores, mayoritariamente poco versados en las Escrituras, que el Nuevo Testamento fue escrito en griego y no en hebreo, por lo que nada tiene que ver una cosa con la otra; y que la población de Palestina en los tiempos de Jesús era bilingüe en su mayoría, pues el griego era el idioma comercial, diplomático, escolar e internacional, mientras que el arameo, que había sustituido prácticamente al hebreo, era el dialecto siríaco derivado de este y una lengua de ámbito restringido que ni siquiera la conocían muchos de los judíos y casi ninguno de los que vivían fuera de Palestina.
Todos los escritos relativos al Nuevo Testamento están escritos en lengua griega. Sus autores conocen perfectamente el idioma griego y distinguen entre los términos de hermano, primo y pariente. Por ejemplo: Pablo cuando quiere decir “pariente” usa la palabra griega que significa “pariente” (suggene), no hermano. (Ver Rom. 16:11, 16:7 y 16:21). Y cuando quiere decir “primo”, no dice pariente ni hermano, sino primo, con la palabra griega “anexios”, como en Col. 4:10 “el primo de Bernabé”. Juan el evangelista hace lo propio en Jn. 18:26. “… pariente que era (suggenes) del que cortó Pedro la oreja”.
También Lucas, que en su evangelio, 1:36, se refiere al grado de parentesco entre María y Elizabeth las llama “parientas” (suggenies), no hermanas. En 1:58 igualmente emplea la palabra parientes, sin equivocarse: “…los parientes de ella (oi suggeneis autes )”; y en 2:44 “… buscabánle entre los parientes (suggeneusin) y los conocidos”. Incluso es capaz de usar los diferentes términos en una misma frase sin confusión alguna, como en 14:12 “… ni a los hermanos tuyos (adelfous sou), ni a los parientes tuyos (tous suggeneis autes)”, lo cual repite en 21:16 “y hermanos y parientes… (kai adelfon kai suggenen).
Así pues el argumento de que se llama hermanos a los parientes en otro grado porque no tengan otra palabra disponible es absolutamente falso. Pero además, al que niega la evidencia le corresponde la carga de la prueba, por ello debieran presentar algún ejemplo del Nuevo Testamento donde a un pariente se le llame “hermano”. Aunque carece de valor acogerse al termino “hermanos” referido a los que son de la fe, porque está al margen de la estructura familiar humana y al parentesco de la carne.
b) Eran hijos de José, de un anterior matrimonio, ¿por qué razón sino habría de pedir Jesús desde la cruz a Juan que cuidase de su madre?.- Ya hemos mencionado las fuentes originarias de la pretensión de que eran hijos del anterior matrimonio de José y las razones. Veamos los argumentos para entender que no solo no eran mayores, sino que eran más jóvenes que él.
b.1.- Aparecen acompañados de su madre, cuando Jesús ya tiene más de 30 años (Jn. 2:12; Mt. 12:46; Mr. 3:31; Lc. 8:19; Hch. 1:14). Si ellos fuesen mayores, tendrían sus propias familias de las que cuidarse, y aunque alguno fuese con su madre, el plural determina que iban todos juntos, lo que es normal solo si fuesen lo bastante menores en edad para que su madre los mantuviese bajo su cuidado.
b.2.- La razón de que Jesús pidiese a Juan que cuidase a su madre abunda en que estos eran más jóvenes como para asumir esa responsabilidad. Otra razón era que sus hermanos no creían en él, pero tampoco a su madre quien seguramente les habría hablado de su providencial concepción y de las milagrosas circunstancias que rodearon su nacimiento. Parece que la fe surge cuando se les aparece una vez resucitado (1Cor. 15:7)
b.3.- Cuando José y María bajan a Belén para empadronarse, también tendrían que ir a empadronarse los presuntos hijos adultos de José, y luego huirían todos juntos a Egipto, pero el ángel únicamente le dice que tome al niño y a su madre (Mt. 2:13) ¿Dónde y con quién quedaron los presuntos hijos de José? ¿Cómo es que no creyeron en él si presenciaron su nacimiento, la adoración de los pastores, la de los magos, la estrella, etc.? Si hubiesen quedado en Belén, ¿no sufrirían la persecución de Herodes, por si alguno de aquellos fuese el Mesías? Cuando Jesús a los doce años baja al Templo, y lo buscan entre sus parientes, todavía no hay ninguna referencia a que tuviese hermanos, ni de padre, ni de ninguna otra clase.
b.4.- Los hermanos siempre aparecen como un grupo compacto, si fuesen mayores, hijos de José, tendrían más edad que Jesús, como es que no aparecen junto con sus familias, ni se atribuían dentro del grupo familiar a sobrinos? Sabemos que las muchachas por entonces se casaban bastante jóvenes, luego las de Jesús debieran estar ya casadas y normalmente con hijos.
Cuando Pablo escribe sobre el año 57 la primera epístola a los corintios, aquí si menciona que los “hermanos del Señor” (adelfoi tou kuriou) están casados y tienen esposa, lo cual ya parece más normal que se hubiese producido al transcurrir 27 años desde la muerte de Jesús, así incluso siendo más jóvenes se habrían casado ya.
b.5.- Si solo fuesen hijos de José, no serían hermanos de Jesús, en absoluto, porque Jesús era hijo de María, pero no de José, y estos serían hijos de José, pero no de María. ¿Cómo osarían llamarse ellos mismos hermanos de Jesús, si no tenían ninguna cosanguineidad? ¿O cual de los escritores inspirados habría osado llamarles “hermanos de Jesús” sin añadir una coletilla que dijese, por ejemplo, “según la gente creía”, como en el caso en el que se menciona a José como padre en Lc. 3:23 en relación con 4:22. ¿Pablo les llamaría “hermanos del Señor” (adelfoi tou kuriou) como en 1Cor. 9:5 ó en Gal 1:19, en lugar de hijos de José?
c) Eran hijos de otra María.- Ya no me paro sobre esta sandez, pues ya ha sido abandonada por el romanismo, aunque durante mucho tiempo incluso aparecía en las notas de sus traducciones bíblicas.
d) La palabra “hasta” de Mateo 1:25, no significa “que después la hubiese conocido” y citan en su apoyo 2ª Sam. 6:23 que dice: “Y Mical, hija de Saúl, nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte”. En tono satírico dicen que si “entonces se debe suponer que los tuvo después”.
La diferencia es que sabemos que la muerte interrumpe la vida y la posibilidad de tener hijos, circunstancia que no concurre en el caso de María, que siguió viviendo después del parto de Jesús. La frase de que José “no la conoció hasta después de que diese a luz a su hijo”, tiene un contexto, y es que todos los autores le reconocen hijos.
e) Un “primogénito” no significa posteriores “genitos”.- Otra de las argucias de los romanistas consiste en afirmar que primogénito no establece que haya otros “genitos” posteriores, sino que siendo el primer hijo de María ya podría ser llamado primogénito aunque no tuviese hermanos.
El fallo de su argumento es que el relato no fue escrito cuando el hecho se produjo, y el escritor ignoraba si habría ó no hijos posteriores, porque los evangelios están escritos muchos años después de la muerte de Jesús, cuando los escritores ya sabían si María había tenido ó no más hijos, es decir si era primogénito ó unigénito. Al conocer la conclusión, no se necesita ni la intuición ni la precaución.
Lucas, que es el que le llama primogénito, lo hace muy bien, como vemos en otro lugar de su evangelio cuando al hijo de una mujer viuda le llama “el unigénito”, y no el “primogénito” (Lc. 7:12) “…habiendo muerto un unigénito hijo (monogenes uious) de la madre de él, y ella era viuda”. En su calificativo no solo apela a la posibilidad biológica de la mujer, sino a otros aspectos que van desde su condición como viuda ó incluso por la edad avanzada de la mujer, entendiendo que ya no podría tener más.
De la misma manera que Jesucristo es presentado como el “Unigénito” (monogenes) del Padre (Jn. 1:14), en su género y esencia, pero el primogénito de muchos hermanos (Rom. 8:29) adoptivos (Ef. 1:5), los hijos de Dios por medio de la fe (Jn. 1:12).
f) Ninguna respuesta ni mención al salmo profético.- Los romanistas que nunca pudieron con este texto del Salmo 69, decidieron simplemente ignorarlo de su referencia profética, como si no existiese, aunque hay referencias a varias partes del mismo por parte de Juan (15:25; 2:17; 7:5; 19:29) de Pablo en Rom. 11:9, 10; y de Mateo en 23:38. Y un gran contenido paralelo con pasajes de Isaías.
Ahora con los argumentos en pro y en contra, el lector decida su propia postura personal sobre el asunto en cuestión. Solo añadir que como se le dijo al rico que estaba en el Hades, si no creen a las Escrituras tampoco creerán aunque alguno volviese de entre los muertos y menos por el hallazgo de los restos de algún muerto. Si la ceguera es una forma de ignorancia, el fanatismo es una ignorancia consentida y deseada.
Pablo Blanco
Octubre 2002