Re: Los 10 Mandamientos son Eternos
No estáis bajo la ley.– Muchos se guardan cuidadosamente de citar ese pasaje para pretender que quedan absueltos de la obediencia a la ley de Dios. Por extraño que parezca, lo emplean como una negación selectiva de la observancia del cuarto mandamiento. Léele el cuarto mandamiento a alguien que rechace el sábado del Señor –el séptimo día–, y te dirá: ‘No estamos bajo la ley’. Sin embargo, el mismo que así te responde, citará el tercer mandamiento a alguien que tome el nombre de Jehová en vano, o el primero y el segundo a un idólatra pagano. Reconocerá asimismo el sexto, séptimo y octavo mandamientos. Parece, pues, que no creen realmente que esa declaración de que no estamos bajo la ley signifique que tenemos libertad para quebrantarla. Estudiemos el versículo en conjunto, y en sus diferentes partes.
¿Qué es pecado? – "Todo el que comete pecado, quebranta la Ley, pues el pecado es la transgresión de la Ley" (1 Juan 3:4). "Toda mala acción es pecado" (1 Juan 5:17). Está muy claro. Establezcámoslo bien en la mente. ¿Qué es justicia? – Lo opuesto al pecado, ya que "toda injusticia es pecado" (1 Juan 5:17). Pero "el pecado es la transgresión de la Ley", por lo tanto, justicia es guardar la ley. Así, cuando se nos exhorta a someter nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia, se nos exhorta a someternos a la obediencia a la ley.
El dominio del pecado.– El pecado no tiene dominio sobre aquellos que se someten a sí mismos como siervos de la justicia, u obediencia a la ley –ya que pecado es transgresión de la ley–. Ahora lee el versículo decimocuarto en su integridad: "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". Es decir, la transgresión de la ley no halla ningún lugar entre aquellos que no están bajo la ley. Por lo tanto, los que no están bajo la ley son precisamente los que obedecen la ley. Los que la quebrantan, están bajo ella. No puede resultar más claro.
Bajo la gracia.– "No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". Hemos visto que los que no están bajo la ley son los que la guardan. Por lo tanto, los que están bajo la ley son los que la quebrantan, estando por ello bajo la condenación de la ley. Pero "donde se agrandó el pecado, tanto más sobreabundó la gracia". La gracia libra del pecado.
Nos sentimos acongojados por las amenazas de la ley que hemos quebrantado y buscamos refugio, corriendo hacia Cristo, quien está "lleno de gracia y de verdad". Allí encontramos liberación del pecado. En Él encontramos, no solamente gracia para cubrir todo nuestro pecado, sino que encontramos la justicia de la ley –puesto que Él está lleno de verdad, y la ley es la verdad (Sal. 119:142)–. La gracia "reina" por la justicia (u obediencia a la ley) para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.
La paga del pecado.– los que rechazan la bondad de Dios están acumulando ira contra sí mismos. Ahora bien, la ira viene solamente sobre los hijos de desobediencia (Efe. 5:6). Los que pecan están decidiendo su propia paga. "La paga del pecado es muerte". El pecado lleva en sí mismo la muerte, "el pecado, siendo cumplido, engendra muerte". El pecado no puede tener un fin distinto de la muerte, ya que el pecado es la ausencia de justicia, y la justicia es la vida y carácter de Dios. Por lo tanto, la elección persistente y definitiva del pecado significa elegir la completa separación de la vida de Dios, y por ello de toda posible vida, ya que no hay otra, aparte de la que de Él proviene. Cristo, quien es sabiduría de Dios, dice "Todos los que me aborrecen, aman la muerte" (Prov. 8:36). Los que sufran finalmente la muerte serán solamente aquellos que hayan obrado para la muerte.
La dádiva de Dios.– Ahora bien, no obramos para la vida eterna. Ninguna obra que pudiéramos hacer significaría el más mínimo pago por ella. Es el don de Dios. Cierto, viene solamente por la justicia, pero la justicia es un don. "Por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas" (Efe. 2:8-10).
"¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te honran, que concedes a los que se refugian en ti, ante los hombres!" (Sal. 31:19). El que peca, recibe simplemente aquello que busca. Pero a quien se entrega como siervo de justicia, Dios le provee justicia, y le da con ella la vida eterna, todo como un don gratuito. "El camino de los prevaricadores es duro", pero el yugo de Cristo es fácil, y ligera su carga.
Mediten mis hermanos y desen cuenta que Los mandamientos Dios nos los dejó eternamente para que podamos mirar nuestros pecados y alcanzar Su gracia
Dios los bendiga