Tal “respuesta” no responde a nada de lo planteado por Javier Andrés.
Esto no es ningún descubrimiento, ni para Javier Andrés ni para nadie. Sí, sabemos que Nehemías se lamentó ante el rey a raíz de incidentes
recientes (probablemente el cese de las obras públicas mencionadas en Esdras 4, aunque eso Ellen White lo niega, pues dice que el Artajerjes de Esdras 4 era ¡el “falso Esmerdis”!). Tales incidentes no implican que la denuncia de Hageo a sus contemporáneos, tres cuartos de siglo antes de los tiempos de Nehemías, fuese falsa. Años antes de que el templo se completase, los habitantes de la ciudad de Jerusalén vivían en casas lujosas. Un conjunto de casas, lujosas o no, forman una ciudad, aunque la ciudad no tenga murallas. Si no medió una destrucción de los edificios de Jerusalén entre los días de Hageo y los de Esdras, es metafísicamente imposible que nadie autorizase en los días de Esdras la reedificación de algo ya reedificado.
Nehemías, en efecto, reedificó las murallas de Jerusalén en 444 a.C. Cómo eso pueda ayudar a la falsa tesis de que hubo un decreto en el otoño de 457 a.C. que autorizase la reedifación de Jerusalén escapa a la comprensión de cualquier ser racional.
¿“Por esto”? ¿Por cuál “esto”? ¿Qué es esa “tal cosa”? ¿Qué dice el decreto de Esdras 7 sobre la reedificación de Jerusalén? Yo lo he leído muchas veces, y ninguna he encontrado ni una sola alusión a tal cosa. He encontrado un donativo para la realización de sacrificios que habían de ofrecerse en el altar (que ya existía). He encontrado una indicación de que, si sobraban riquezas, Esdras podría emplearlas como mejor le pareciese. He encontrado una exención de impuestos para el personal del templo. He encontrado una autorización para nombrar jueces judíos en Judea. Pero no, no hay nada sobre la construcción de ningún tipo de edificio en la ciudad de Jerusalén. No hay nada sobre obras públicas que pudiesen hacerse en Jerusalén. Y, dado que en Esdras 4 (que yo sí puedo citar, puesto que no creo que Ellen White tenga razón cuando pone tales acontecimientos en el reinado del “falso Esmerdis”) consta que, por las intrigas samaritanas, el propio Artajerjes ordenó que se detuviesen unas obras públicas, es obvio que él no las había autorizado (si lo hubiese hecho, la irrevocabilidad de las leyes persa le habría impedido echarse atrás, como le había pasado a “Darío el medo” y como es el caso también del Asuero de Ester). Solo con Nehemías otorga Artajerjes el primer permiso conocido para efectuar obras públicas en Jerusalén.
No, tal cosa no puede probarse. Se sabe que el viaje de Esdras a Jerusalén comenzó al comienzo de la primavera del séptimo año de Artajerjes, y que acabó a mitad del verano de ese mismo año, pero no puedo darse por cierto en absoluto que el decreto de Artajerjes se emitiese “en el séptimo año de su reinado”. Lo único cierto es que dicho decreto se emitió, y entró en vigor, ANTES DE LA PRIMAVERA DE 457 A.C.
Como muy tarde, ese decreto entró en vigor en el invierno de 458/457 a.C. del séptimo año de Artajerjes (según el cómputo judío), en otoño anterior (458 a.C., todavía séptimo año de Artajerjes según el cómputo judío) o antes, en el sexto año de Artajerjes según el cómputo judío.
El decreto al que alude este sofista no habla de ninguna “restauración total de Jerusalén”. No habla tan siquiera de una restauración “parcial” de Jerusalén.
¡Impresionante raciocinio! Ese versículo demuestra que el séptimo es uno de los meses del año, que en ese mes había fiestas, y que, los judíos de la época de Ciro, Zorobabel y Josué pusieron en marcha el culto divino en el séptimo mes. ¿Qué tiene eso que ver con los decretos de Artajerjes? ¿Puede el sofista decir que, dado que el séptimo mes era importante, él tiene derecho de datar en el séptimo mes lo que a él le dé la gana? ¿Nació Jesús en el séptimo mes? ¿Lo destetaron en el séptimo mes? ¿Le salieron los dientes en el séptimo mes? ¿Se le cayeron todos los dientes de leche el séptimo mes? ¿Aprendió a leer en el séptimo mes? ¿Es que no tiene fin el raciocinio idiota de los historicistas? ¿Se callarán en el séptimo mes?
Sí, “se desprende” igual que el huevo se desprende de la gallina cuando lo pone. El señor Gabriel47 acaba de poner un huevo, que se le ha desprendido de su masa encefálica, pues de la Biblia no “se desprende” semejante cosa. Para que se desprendiera, Esdras debería haberlo dicho.
Entendemos perfectamente que el punto de partida de las setenta hebdómadas es un decreto para la reedificación de Jerusalén. Dado que Artajerjes no autorizó semejante cosa (Esdras 7 no dice nada de eso), pero Dios sí lo decretó (Isaías 44:28-45:1), las setenta hebdómadas comienzan con la orden divina revelada a Isaías. Es sencillísimo. Y, sí, las cuentas salen perfectamente. Las primeras siete hebdómadas llevan a la aparición de un príncipe ungido, a quien Dios llama su mesías, que, con el tiempo, ordena la reconstitución de la comunidad judía en las ciudades de Judea y la reconstrucción del templo. Las siguientes sesenta y dos hebdómadas ven la restauración total de Jerusalén, y, tras ellas, ven el asesinato de un segundo ungido, el sumo sacerdote Onías III. Y la hebdómada siguiente contempla el empeño de un rey malvado por pactar con los sectores helenizantes del judaísmo para suprimir el judaísmo tradicional, y una terrible guerra de exterminio contra los adoradores de Yahveh, con la destrucción de las murallas de Nehemías, la conversión del templo en un burdel, la prohibición de la observancia del sábado, de la circuncisión, y de las demás costumbres religiosas judías, y del culto a Dios. Las setenta hebdómadas acabaron con la purificación del santuario (Hanukkah) y con la muerte del tirano.
No es cierto en absoluto. La palabra “palabra” es
dabar significa, literalmente “palabra”. Es la que se usa cuando se habla de “la palabra de Dios” o, si queremos, la “palabra de Perico el de los Palotes”. No hay nada en
dabar que limite su uso a la monarquía. Por otra parte, “salida” es
motsa, y dicha palabra tampoco tiene ninguna connotación real. En todo caso, es obvio que cualquier rey de cualquier reino, igual que cualquier persona común y corriente puede dar salida a palabras de su boca. También Dios da salida a palabras de su boca.
“Restaurar” es
shub. “Edificar”, que es un segundo verbo que aparece en el pasaje (no lo olvide el sofista) es
banah. No nos descubre nada nuevo el sofista el señalar que “restaurar” no tiene las mismas connotaciones léxicas que “edificar”. Si las tuviera, serían innecesarios dos verbos. Ahora bien, ¿de verdad
shub significa “la restitución de la ciudad a los judíos para que la administraran de acuerdo a sus propias leyes”? Según uno de los mejores diccionarios que existen, el HALOT (Koehler-Baumgartner,
Hebrew and Aramaic Lexicon of the OT),
shub tiene las siguientes acepciones para la forma qal:
- volver, regresar
- retirarse (por ejemplo, en un contexto de batalla)
- ir y venir
- arrepentirse (volver a Yahveh, o que Dios “se arrepienta” de algo)
- apartarse de algo o abandonarlo (por ejemplo, una decisión)
- recuperar una posición perdida
- hacer algo de nuevo (va seguido de otro verbo). “Volver y edificar” significa “volver a edificar”, o sea “edificar de nuevo”, “reedificar”.
- usado transitivamente, significa “efectuar un reterno”, “restaurar”.
- mantener, vivir
- volver de un lugar
- tener aversión hacia algo
Para la forma hifil, que es la de Dan. 9:25, las acepciones son las siguientes:
- devolver a alguien a algún lugar
- devolver algo a algún lugar
- traer por la fuerza
- privar a alguien de algo
- contrarrestar, frustrar los propósitos de alguien, empujar a alguien hacia atrás
- invertir un movimiento o una impresión, apartar el rostro de algo o de alguien, rechazar
- evitar la ira de alguien
- hacer volver, devolver
- saldar una deuda
- responder, contestar
- revocar, cancelar
- apartarse del mal
- rechazar la petición de alguien
- restaurar, volver a poner orden, por ejemplo, en Jerusalén (se da como ejemplo Dan. 9:25), en el pueblo (Sal. 80:4, 8, 20; 3, 7, 19 en español), en un territorio (2 Rey. 14:25), en el ámbito judicial (Isa. 1:26), en el ámbito geopolítico o militar (2 Sam. 8:3).
- restaurar la vitalidad, vivificar
- volver la mano contra alguien
- algunos usos específicos que sería muy prolijo reproducir aquí
Que el señor Owusu-Antwi en su “investigation” se fijase obsesivamente en el asunto de los jueces (sí, pueden restaurarse los jueces, igual que puede restaurarse una cafetera), no implica, en absoluto, que en Dan. 9:25 se haga referencia alguna a la restauración de jueces en Judea. El texto habla de la restauración de Jerusalén, y no hay en el contexto ninguna connotación judicial.
El cuentecito historicista que, interpretando mesiánicamente las setenta hebdómadas (en contra de las indicaciones de Daniel), parte de un principio falso (el otoño de 457 a.C.), con un decreto que no autorizó lo que los propios historicistas dicen que tenía que autorizar (la reedificación de Jerusalén) y llega a otra fecha falsa (el otoño de 27 d.C.) para el bautismo de Jesús. Y, porque ellos lo dicen, dicen que esto es un “cumplimiento exacto”. Ciertamente, hay un cumplimiento muy preciso de las setenta hebdómadas. Partiendo de la orden divina para reedificar Jerusalén, llega a la purificación macabea del santuario y a la muerte del malvado rey que profanó el templo.