...Horizonte, tengo un primito (es hijo de mi primo) que igualmente tiene ese problema, el doctor no le dio mucho tiempo de vida cuando le detectaron la enfermedad y su ninez casi la pasaba en el hospital todo el tiempo, pero el nino ahora tiene 16 anios y aunque no puede hacer deportes ni ejercicios ficicos, etc, vieras como es de activo en su congregacion! Ellos son carismaticos (para nada consiento con sus doctrinas), mas lo que si puedo asimilar en el es el temor que siente de Dios, son pocos los jovenes que en este pais no corren tras las tentaciones que ofrece el Monstruo, el mes uno de ellos y nuestra familia esta muy orgullosa de el.
Respuesta a Mensaje # 76:
Pablo escribió en cierta ocasión: "Cada día muero" (1Co15:31).
Y sí, es posible padecer muchas muertas en vida.
Tan sensible soy a reconocer esta realidad, como a reconocer igualmente que si ahora pasara a atender a todas ellas me distraería de la finalidad de este epígrafe.
Esta última gran aventura puede involucrar muchas cosas pero no muchas muertes.
La vida eterna que comencé a vivir desde que fui recibido a misericordia por el Señor Jesús, tiene mucho que ver con la clase de vida eterna que seguiré viviendo tras mi muerte o la venida del Señor.
Bueno hermana Ester, ya te habia dicho que no sabía que decir, lo lamento; quizá si me replantearas la cuestión se me pueda dar alguna luz.
Edité mal el destinatario, perdón; hay muchas cosas que todavía no se manejar.
La certeza de la bienaventuranza eterna está ligada no sólo a la doctrina recibida sino también al tipo de vida que se está viviendo aquí y ahora. Cuando la sana doctrina ha sido también convincente, sin margen de duda, ambigüedad ni vacilación, ya tenemos resuelto un aspecto de la realidad. Por lo general, las tres grandes confesiones del cristianismo (católicos, ortodoxos, protestantes) alientan buena esperanza de alcanzar la dicha eterna; pero toman como arrogante presunción la de afirmar su seguridad. Acá en el Foro se ataca y ridiculiza la posición “salvo siempre salvo” con un fanatismo tan extremo como el que pretende refutar. Es cierto que son más notorios los fracasos de los profesantes cristianos; pues los genuinos y vencedores no trascienden. Las caídas de los famosos sí son noticia. Así, la verdad es deformada cuando se la relativiza, mirando con desconfianza a quien resueltamente confiesa su convicción de que morará con Jesucristo en el cielo. El que muchos profesantes cristianos fracasen, arruinen su testimonio y hasta acaben como apóstatas, no afecta en nada la realidad de los auténticos cristianos que viven y practican lo que creen. Es por ello que la certeza se basa no solamente en la doctrina correcta sino conjuntamente en la vida correcta. Si públicamente yo me presento como un cristiano fiel, santo y espiritual, y en mi hogar y en mi propia intimidad me comporto como un mundano carnal y sensual, ¿qué certeza podré tener de ser arrebatado en la venida del Señor o de entrar al cielo tras mi muerte? De esta contradicción entre lo que se sostiene con la boca y se niega en los hechos, es que nace la incertidumbre interior, que no se exterioriza sino que se disimula, para no desentonar con los que sostienen la sana doctrina. Una vez que la persona se desliga de la iglesia, ya es libre para acomodarse a otro sistema doctrinal más flexible y no tan radical. Así sus dudas íntimas -motivadas no por un nuevo entendimiento de las Escrituras sino por su vida voluble e inconstante-, pasan a legitimarse en un nuevo marco doctrinal acorde con su realidad interior. Esta experiencia es muy desgraciada, pues jamás tal individuo se imagina penando en el infierno, pero tampoco le resulta atractiva la inmaculada pureza del cielo. Aquel le resulta horripilante y este muy aburrido.
Recordemos: creemos y vivimos conforme a la fe que es por la Palabra de Dios, y no al revés, adaptando la doctrina a los caprichos de la vida.
Sin "buscarte" o intervenir en tus pensamientos hermano Junegofe... quiero de todas formas comentar esto:
Por último: Los hermanos que se creen dueños de la verdad porque conocen algo de la biblia y mandan al resto al infierno ¿no son homicidas también?
No puede el hombre con sus palabras o sus pensamientos mandar ni condenar nadie a la muerte si no se realiza en actos --- y el humano no tiene poder de mandar a nadie al infierno ni por palabra, pensamiento ni obra – sino solo se condena a sí mismo --- y por tanto escrito Esta en:
La certeza de la bienaventuranza eterna está ligada no sólo a la doctrina recibida sino también al tipo de vida que se está viviendo aquí y ahora. Cuando la sana doctrina ha sido también convincente, sin margen de duda, ambigüedad ni vacilación, ya tenemos resuelto un aspecto de la realidad. Por lo general, las tres grandes confesiones del cristianismo (católicos, ortodoxos, protestantes) alientan buena esperanza de alcanzar la dicha eterna; pero toman como arrogante presunción la de afirmar su seguridad. Acá en el Foro se ataca y ridiculiza la posición “salvo siempre salvo” con un fanatismo tan extremo como el que pretende refutar. Es cierto que son más notorios los fracasos de los profesantes cristianos; pues los genuinos y vencedores no trascienden. Las caídas de los famosos sí son noticia. Así, la verdad es deformada cuando se la relativiza, mirando con desconfianza a quien resueltamente confiesa su convicción de que morará con Jesucristo en el cielo. El que muchos profesantes cristianos fracasen, arruinen su testimonio y hasta acaben como apóstatas, no afecta en nada la realidad de los auténticos cristianos que viven y practican lo que creen. Es por ello que la certeza se basa no solamente en la doctrina correcta sino conjuntamente en la vida correcta. Si públicamente yo me presento como un cristiano fiel, santo y espiritual, y en mi hogar y en mi propia intimidad me comporto como un mundano carnal y sensual, ¿qué certeza podré tener de ser arrebatado en la venida del Señor o de entrar al cielo tras mi muerte? De esta contradicción entre lo que se sostiene con la boca y se niega en los hechos, es que nace la incertidumbre interior, que no se exterioriza sino que se disimula, para no desentonar con los que sostienen la sana doctrina. Una vez que la persona se desliga de la iglesia, ya es libre para acomodarse a otro sistema doctrinal más flexible y no tan radical. Así sus dudas íntimas -motivadas no por un nuevo entendimiento de las Escrituras sino por su vida voluble e inconstante-, pasan a legitimarse en un nuevo marco doctrinal acorde con su realidad interior. Esta experiencia es muy desgraciada, pues jamás tal individuo se imagina penando en el infierno, pero tampoco le resulta atractiva la inmaculada pureza del cielo. Aquel le resulta horripilante y este muy aburrido.
Recordemos: creemos y vivimos conforme a la fe que es por la Palabra de Dios, y no al revés, adaptando la doctrina a los caprichos de la vida.
yo no considero a la muerte la ultima gran aventura por el contrario , me parece que es el incio de una nueva , lo que si me daria pena es dejar de ver a mis hijos ami esposa y amis seres queridos , creo que por ese extremo si , y bueno si me agarra , solo lamentaria no haber podido viajar a ala luna , ejej eso despues casi todo lo hehehco en esta vida , e fumado , e tenido mujeres , e trabajado y estudiado para tener mi profesion y pues YO SIGO DIGO QUE DIOS ESTA CONMIGO nose por que pero tengo suerte en eso algun dia descubrire por que me quiere o estima y por que me va tan bien
Ahora para la persona que ya vive su vida en Cristo y vive rectamente en todo – absolutamente todo en esta vida – hay algo para ganar, algo que te puede llegar a ahondar, algo que aumenta tus tesoros que has recibido del Señor y por gracia.
Para todo ello se necesita descernimiento que también es un don de Dios. Curiosamente Amar en Dios es como juntar todo el Amor que hay - y ponerlo en una cajita pequeña y no dejarlo volar con el viento.
Es que solo en lo limitado y los límites, encuentras la real eternidad… = Emanuel.
עִמָּנוּאֵל, Emmanuel/Imanu'el
hola mi estimado hermano Ricardo!Todos hemos tenido nuestras propias aventuras. Las vidas de algunos incluyen múltiples y peligrosas peripecias a las que se vieron expuestos. Otros vivieron más tranquilamente; no viajaron mucho ni se metieron nunca en problemas. De todos modos, quien llega a la vejez ha vivido episodios, arrostrado difíciles lances y pasado por situaciones de riesgo.
A todos nos queda sin embargo esta última gran aventura: pasar por los umbrales de la muerte.
Se me hace algo parecida a la de Colón zarpando del puerto de Palos para ir a la India en una ruta en dirección contraria, y por la que nadie había regresado para contarlo.
Que esta es nuestra mayor aventura ¡no lo dudo! Que resulte una buenaventura, no es un supuesto o una ilusión ficticia, si por gracia de Dios tenemos la fe dada a los bienaventurados.
Es cierto que hay muchos –cristianos, inclusive-, que prefieren no hablar, leer ni pensar en ello. Yo mismo no lo pienso mucho, ya que mi esperanza no está puesta en el buen suceso de esa última gran aventura, sino en verme libre de ella si el Señor viene a buscarme antes de que muera. Incluso, más confianza tengo en que seré arrebatado estando vivo que pasando por la muerte y la primera resurrección.
Pero ahora quiero concentrarme en meditar en esta última gran aventura por si fuera el caso que me embarque en ella.
Estoy pensando que si reflexionamos debidamente, podremos sacar buen provecho de esta realidad, que si a algunos asusta, a nosotros puede motivarnos a emprender con valor y denuedo las últimas batallas que nos quedan por librar.
Un gran AMEN querido hermano!Respuesta a Mensaje # 98:
¡Qué bueno reencontrarnos!
Llamé a este epígrafe “La última gran aventura” con la idea del cómo encararla no bien asomara y pasáramos por ella.
Por supuesto, pienso que la esperanza y confianza en lo que sigue a ella es lo que nos dotará de valor y paz al confrontarla.
Anteriormente había expuesto las diferentes formas en que podría sobrevenirnos y que tú también reseñas.
Podemos tener una muerte súbita o pasar por una lenta y dolorosa agonía. No podemos elegir el cuándo ni el cómo.
Sea como sea, llegado el momento fijaremos nuestro pensamiento en el Señor Jesús, y quisiéramos que en nuestro postrer aliento vaya su nombre. Al instante siguiente lo volveremos a repetir, pero ya en adoración, en Su presencia.
Todos necesitamos gracia sobreabundante para vivir nuestra fe con gozo, amor y esperanza, sabiendo que nadie nos puede arrebatar de la mano de nuestro Salvador.
El cómo morimos es el último sermón que dejamos a nuestros seres queridos.