Respuesta a mensajes # 43-56:
He leído tus obituarios dos veces para compenetrarme mejor de ellos. No sé qué te dirá Norberto pero presiento que algo muy diferente a lo que yo te pueda decir.
Antes que nada, confieso que me maravilla la forma que puedes intuir tanto de nosotros mismos, sólo con estar atenta a lo que decimos y cómo lo decimos. Tal percepción es indudablemente un don muy especial.
Algunos foristas, en cambio, hacen con la Biblia lo mismo que con nuestros mensajes: no nos leen bien; nos interpretan mal; aplican peor.
Yendo a tu triple muerte, aunque es natural que creas que lo que te ha acontecido es algo muy excepcional, quiero decirte que no lo es tanto. Tú misma aportas la clave cuando dices que no lo has compartido con nadie, ni siquiera como secreto de confesión. En realidad, sobre estas experiencias es imposible llevar estadísticas, pues quienes las tuvieron prefieren no contarlas, por lo que pareciendo raras, pueden ser más comunes de lo que sabemos.
Muchos de nosotros seguramente podríamos probar a darte diferentes explicaciones, con lo que sería mayor todavía tu confusión al respecto.
Indudablemente que la parte psíquica de nuestro ser (alma) mucho tiene que ver con esto, pero no creo que ocurriría si aquella no fuera inducida por nuestro propio espíritu. Una fuerte impresión religiosa - más del subconsciente que del consciente-, es la que activa una inquietud interior que llega hasta la agonía del alma y del espíritu. La muerte se presiente tan cercana que es como si ya se viese inmersa en ella. Sin embargo, no hay desesperación, aflicción ni miedo. La única sensación de temor es el reverencial, de Dios, pues de alguna manera se le siente muy cerca. Tanto es esto así, que sobreviene una paz y gozo que lleva a la completa entrega del ser a Dios. Súbitamente la persona se despierta –si estaba dormida-, o vuelve en sí de acontecerle en estado de vigilia. Aunque sabe que no ha muerto, la sensación todavía permanece por algún tiempo. Creo que esto no se puede clasificar como sueños o pesadillas, pues es de índole distinta. Lo más propio es que estas experiencias sirvan para invertir la vida de la forma más conveniente.