Re: La Sanidad
Si negamos que la sanidad física es para hoy, tenemos que negar el caracter de Dios. Podemos encontrar la sanidad en el nombre de Dios en Exodo 15:26: “Porque yo soy Jehová tu sanador.” El ‘yo soy’ no cambia, como Jesús es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Heb. 13:8)
La sanidad se ve profeticamente por David en Salmo 103, mencionado juntamente con el perdón de los pecados. “El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias.” ¿Cómo es que algunos piensan que el perdón de los pecados sigue vigente, pero la sanidad física, no? Aún Jesús dijo al paralítico, “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.” Y momentos después le dijo, “Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.” (Mat. 9:1-7) La misma redención sigue para todos hoy.
Jesús sanó a todos los enfermos que vinerion a El como demonstración de su poder sobre el pecado y sus resultados, y también perdonó a los hombres sus pecados en su ministerio terrenal (Mat. 9:1-7). ¿Cómo podemos decir que El puede seguir perdonándonos ahora desde el cielo, pero no es capaz de sanarnos?
Podemos ver la sanidad en Salmo 107:20: “Envió su palabra, y los sanó.” Esta Palabra, el Verbo de Dios, Jesús mismo, sigue sanándonos con el mismo poder que nos sigue salvando.
Santiago pregunta (Stg. 5:14) “Está alguno enfermo entre vosotros?” La pregunta demuestra que entre los creyentes no debemos ver enfermos. Y si por si acaso existen algunos enfermos, Santiago nos da la respuesta para que sean sanos: “la oración de fe.” Hoy en día es más difícil encontrar a alguien que no está enfermo en el cuerpo de Cristo! Que triste! Nos hemos olvidado de sus beneficios (Salmo 103:1-3).
Cuando los hermanos leen estas verdades después de años de enseñanzas que proclaman que Dios no sana, o no sana a todos, o que la enfermedad es Su obra misteriosa, etc., la luz se prende en sus corazónes y la fe comienza a brotar.....primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga (Marcos 4:28)
Deja que la Palabra haga su obra en el corazón, meditando en estas verdades hasta que 'el fruto esté maduro' y la cosecha llega. (Mar. 4:29)
Bendiciones
Si negamos que la sanidad física es para hoy, tenemos que negar el caracter de Dios. Podemos encontrar la sanidad en el nombre de Dios en Exodo 15:26: “Porque yo soy Jehová tu sanador.” El ‘yo soy’ no cambia, como Jesús es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Heb. 13:8)
La sanidad se ve profeticamente por David en Salmo 103, mencionado juntamente con el perdón de los pecados. “El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias.” ¿Cómo es que algunos piensan que el perdón de los pecados sigue vigente, pero la sanidad física, no? Aún Jesús dijo al paralítico, “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.” Y momentos después le dijo, “Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.” (Mat. 9:1-7) La misma redención sigue para todos hoy.
Jesús sanó a todos los enfermos que vinerion a El como demonstración de su poder sobre el pecado y sus resultados, y también perdonó a los hombres sus pecados en su ministerio terrenal (Mat. 9:1-7). ¿Cómo podemos decir que El puede seguir perdonándonos ahora desde el cielo, pero no es capaz de sanarnos?
Podemos ver la sanidad en Salmo 107:20: “Envió su palabra, y los sanó.” Esta Palabra, el Verbo de Dios, Jesús mismo, sigue sanándonos con el mismo poder que nos sigue salvando.
Santiago pregunta (Stg. 5:14) “Está alguno enfermo entre vosotros?” La pregunta demuestra que entre los creyentes no debemos ver enfermos. Y si por si acaso existen algunos enfermos, Santiago nos da la respuesta para que sean sanos: “la oración de fe.” Hoy en día es más difícil encontrar a alguien que no está enfermo en el cuerpo de Cristo! Que triste! Nos hemos olvidado de sus beneficios (Salmo 103:1-3).
Cuando los hermanos leen estas verdades después de años de enseñanzas que proclaman que Dios no sana, o no sana a todos, o que la enfermedad es Su obra misteriosa, etc., la luz se prende en sus corazónes y la fe comienza a brotar.....primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga (Marcos 4:28)
Deja que la Palabra haga su obra en el corazón, meditando en estas verdades hasta que 'el fruto esté maduro' y la cosecha llega. (Mar. 4:29)
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