LA FE CATÓLICA NO ES IRRACIONAL COMO EL PROTESTANTISMO

Presentar una jerarquía piramidal es un invento del mismo diablo para desplazar al Espíritu Santo, cuyo oficio es glorificar a Cristo y hacernos entender que todo lo que tiene el Padre es del Hijo (Jn.16:14-15).

Los obispo o ancianos son puestos por el Espíritu Santo (Hch.20:28) para apacentar la grey de Dios bajo este principio bíblico:


Mat 20:26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,

Cristo, Cabeza del Cuerpo:

El Espíritu Santo desplazado por la jerarquía humana

Desde los primeros siglos, el desarrollo de una jerarquía piramidal dentro del cristianismo ha desfigurado la sencillez y gloria del modelo original que Cristo estableció.

Esta estructura, coronada por una figura suprema como el Papa y descendiendo en grados hasta el laicado, no refleja el diseño bíblico, sino que representa —como bien he dicho— un invento del mismo diablo, ideado para suplantar el lugar del Espíritu Santo en la conducción de la Iglesia.

1. El propósito del Espíritu Santo: glorificar a Cristo

En Juan 16:14–15, Jesús anunció que el Espíritu no hablaría por su propia cuenta, sino que glorificaría al Hijo, tomando de lo suyo y haciéndolo conocer a los suyos. Cualquier sistema que desplace esa obra con una estructura humana, visible, autoritaria, y centralizada en hombres, roba la gloria que corresponde únicamente a Cristo y contradice la operación misma del Espíritu.


2. El modelo del liderazgo verdadero: Siervo, no Señor

Cristo reprendió el estilo de gobierno de los gentiles, diciendo: “Entre vosotros no será así” (Mt. 20:26). Él no dejó un patrón imperial o monárquico, sino una comunidad de hermanos con diversidad de dones (1 Cor. 12), todos bajo la única Cabeza: Cristo (Col. 1:18).

El liderazgo en la Iglesia no tiene rango, sino función; no domina, sino que sirve (Jn. 13:14–15).

3. Una usurpación progresiva

El ascenso de un clero piramidal promovió una noción de "mediadores" entre Dios y los hombres, en abierta contradicción con 1 Timoteo 2:5. Al hacerlo, el Espíritu fue progresivamente desplazado, relegado a un papel ceremonial mientras el sistema institucional se convirtió en el “guía espiritual”, sofocando Su dirección libre y soberana.

4. El cuerpo edificado por todos, no gobernado por pocos


1 Corintios 12 enseña que todos los miembros del cuerpo son necesarios.

La jerarquía clerical sugiere lo contrario: que unos son imprescindibles y otros prescindibles. Este error mina la vida del cuerpo y niega el sacerdocio de todos los creyentes (1 Pedro 2:9).

Jesús jamás se propuso establecer semejante perversidad que identifica al mundo denominacional, donde quien gobierna es una estructura humana jerarquizada y no el poder del Espíritu Santo como administrador de los intereses de Cristo por medio de los hermanos con esta responsabilidad de servicio, los ancianos y diáconos.

Forista Católico romanista Eddy González, considera las Escrituras presentadas y que el Señor le de entendimiento en todo, porque escrito está:

RVR60 1Co 7:23: "Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres."
Tomando en cuenta que el Señor Jesús compara su iglesia a un rebaño de ovejas, ¿dicho rebaño se distingue porque cada oveja se maneja a si misma, como se le dé la gana, o se distingue porque el rebaño sigue en grupo a su pastor asignado?
 
Tomando en cuenta que el Señor Jesús compara su iglesia a un rebaño de ovejas, ¿dicho rebaño se distingue porque cada oveja se maneja a si misma, como se le dé la gana, o se distingue porque el rebaño sigue en grupo a su pastor asignado?
No inventes, cíñete a la Escritura, solo hay un Pastor:

1Pe 2:25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

Los demás son ayudantes que velan por los intereses del Buen Pastos que ha dado su vida por las ovejas.
 
No inventes, cíñete a la Escritura, solo hay un Pastor:

1Pe 2:25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

Los demás son ayudantes que velan por los intereses del Buen Pastos que ha dado su vida por las ovejas.
No te quieras pasar de listo conmigo. Querrás decir, ciñámonos a la Escritura, ya que tú no estás exento de ello.

El Buen Pastor mismo designó a su apóstol como pastor de sus corderos y sus ovejas.

Juan 21

15 Entonces, cuando habían acabado de desayunar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis corderos.

16 Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas.

17 Le dijo por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: ¿Me quieres? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
 
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El problema con el catolicismo romano es que ciega a sus fieles a morir, antes que aceptar las verdades de la Escritura.

El caso de Eddy González es repetitivo en todos ellos.

Hechos 20:28 es exclusividad para la Iglesia de Cristo y ellos, al imitar el obispado, que dicho sea de paso, le añaden otras jerarquía eclesiásticas como éstas:

Ver el archivo adjunto 3331613

... las cuales son completamente ajenas a la Biblia.


En la genuina Iglesia de Cristo, los ancianos o presbíteros u obispos, porque es la misma palabra, ellos no "gobiernan" esta es una pésima traducción de "proistemi", en la Reina Valera (1Ti_5:17) que otras versiones, si han sabido traducir correctamente, como por ejemplo éstas:

(BAD) Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza.
(NC*) Los presbíteros que presiden bien, sean tenidos en doble honor, sobre todo los que se ocupan en la predicación y la enseñanza.
(Jünemann) Los que bellamente presiden, presbíteros, de doble honor son dignos; máximamente los que se fatigan en palabra y enseñanza.
(NBE) Los responsables" que dirigen bien merecen doble remuneración, sobre todo los que se atarean predicando y enseñando,

El problema al cual se enfrenta la Iglesia de nuestro tiempo, es muy grave.

Esa palabra "gobierno" es sacada de su entorno mundano, y el hermano piensa que tiene "autoridad humana" para "gobernar" los asuntos de la Iglesia y no para administrar los intereses de Cristo en la asamblea, por medio del Espíritu Santo que mora en todos.
O sea que a ti hay que saber cómo endulzar la verdad que presenta la Biblia para no lastimar tus sentimientos y para que no te escandalices.
 
No te quieras pasar de listo conmigo. Querrás decir, ciñámonos a la Escritura, ya que tú no estás exento de ello.

El Buen Pastor mismo designó a su apóstol como pastor de sus corderos y sus ovejas.


Juan 21


15 Entonces, cuando habían acabado de desayunar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis corderos.

16 Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas.

17 Le dijo por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: ¿Me quieres? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
NO TE HAGAS ILUSIONES

EL EJEMPLO DE PEDRO: ¿BASE DEL PAPADO O TESTIMONIO DE GRACIA?

El pasaje de Juan 21:15–17 no instituye un papado, sino que muestra la tierna restauración de un discípulo quebrantado. Pedro, quien negó a su Señor tres veces, es confrontado por Cristo en igual número de ocasiones: “¿Me amas?” No es una investidura jerárquica, sino una renovación pastoral.

Pedro fue impulsivo. Cortó la oreja del siervo del sumo sacerdote (Juan 18:10), y Cristo no solo la sanó, sino que reprendió su violencia (Lucas 22:51). Esa misma impulsividad lo llevó a tomar atribuciones sin mandato divino. En Hechos 1:26, propuso reemplazar a Judas por medio de suertes, un método que contrasta severamente con el proceder de Cristo, quien para nombrar a los doce pasó la noche orando (Lucas 6:12–13). ¿Reducir a una tirada de dados lo que el Hijo pidió al Padre con oración y lágrimas?

Matías, elegido por ese método, desaparece sin dejar rastro en el relato bíblico. En cambio, Pablo, llamado directamente por el Cristo glorificado camino a Damasco, testifica con autoridad:

“Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre)” (Gálatas 1:1).

Aún más revelador: Pablo reprendió públicamente a Pedro por su incongruencia con el Evangelio (Gálatas 2:11–14), algo impensable si Pedro hubiera ostentado un primado eclesiástico. Y cuando escribe su epístola, Pedro no reclama supremacía alguna, sino que se dirige a los líderes locales como un anciano más:

“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo…” (1 Pedro 5:1).

Pedro ya no impone, sino que exhorta. Ya no actúa por impulso, sino con humildad. Ha sido perfeccionado por la gracia que comenzó en él (Filipenses 1:6). Su testimonio es el de alguien transformado, no el de un monarca eclesial.

¿Y LAS LLAVES DEL REINO?

Jesús le confió a Pedro “las llaves del reino de los cielos” (Mateo 16:19), pero las usó para abrir las puertas del Evangelio a judíos (Hechos 2) y a gentiles (Hechos 10). Su cometido fue cumplido. Hoy, las llaves ya no están en manos humanas:

“Yo tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:18), dice el Cristo resucitado.

¿SUCESIÓN APOSTÓLICA? EL TESTIMONIO FINAL DE PABLO

Roma construye su autoridad sobre una presunta “sucesión apostólica”. Pero esa cadena se rompe en la Escritura misma. Pablo declara, al enumerar los testigos de la resurrección:

“Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Corintios 15:8).

Si Pablo fue el último, entonces el apostolado como oficio terminó con él. El fundamento fue puesto una vez, no sucesivamente:

“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

Nadie después de Pablo ha sido llamado directamente por Cristo resucitado ni ha visto su gloria. No hay línea sucesoria legítima, sino una apropiación sin respaldo divino.

UNA REFLEXIÓN FINAL

El ejemplo de Pedro no justifica el papado; lo refuta. Su historia es testimonio de la misericordia de Dios, no de una silla infalible. Lo que Roma convirtió en trono, Pedro lo vivió como quebranto. Como bien lo expresó el libertador José de San Martín:

“La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.”
 
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NO TE HAGAS ILUSIONES

EL EJEMPLO DE PEDRO: ¿BASE DEL PAPADO O TESTIMONIO DE GRACIA?

El pasaje de Juan 21:15–17 no instituye un papado, sino que muestra la tierna restauración de un discípulo quebrantado. Pedro, quien negó a su Señor tres veces, es confrontado por Cristo en igual número de ocasiones: “¿Me amas?” No es una investidura jerárquica, sino una renovación pastoral.

Pedro fue impulsivo. Cortó la oreja del siervo del sumo sacerdote (Juan 18:10), y Cristo no solo la sanó, sino que reprendió su violencia (Lucas 22:51). Esa misma impulsividad lo llevó a tomar atribuciones sin mandato divino. En Hechos 1:26, propuso reemplazar a Judas por medio de suertes, un método que contrasta severamente con el proceder de Cristo, quien para nombrar a los doce pasó la noche orando (Lucas 6:12–13). ¿Reducir a una tirada de dados lo que el Hijo pidió al Padre con oración y lágrimas?

Matías, elegido por ese método, desaparece sin dejar rastro en el relato bíblico. En cambio, Pablo, llamado directamente por el Cristo glorificado camino a Damasco, testifica con autoridad:

“Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre)” (Gálatas 1:1).

Aún más revelador: Pablo reprendió públicamente a Pedro por su incongruencia con el Evangelio (Gálatas 2:11–14), algo impensable si Pedro hubiera ostentado un primado eclesiástico. Y cuando escribe su epístola, Pedro no reclama supremacía alguna, sino que se dirige a los líderes locales como un anciano más:

“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo…” (1 Pedro 5:1).

Pedro ya no impone, sino que exhorta. Ya no actúa por impulso, sino con humildad. Ha sido perfeccionado por la gracia que comenzó en él (Filipenses 1:6). Su testimonio es el de alguien transformado, no el de un monarca eclesial.

¿Y LAS LLAVES DEL REINO?

Jesús le confió a Pedro “las llaves del reino de los cielos” (Mateo 16:19), pero las usó para abrir las puertas del Evangelio a judíos (Hechos 2) y a gentiles (Hechos 10). Su cometido fue cumplido. Hoy, las llaves ya no están en manos humanas:

“Yo tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:18), dice el Cristo resucitado.

¿SUCESIÓN APOSTÓLICA? EL TESTIMONIO FINAL DE PABLO

Roma construye su autoridad sobre una presunta “sucesión apostólica”. Pero esa cadena se rompe en la Escritura misma. Pablo declara, al enumerar los testigos de la resurrección:

“Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Corintios 15:8).

Si Pablo fue el último, entonces el apostolado como oficio terminó con él. El fundamento fue puesto una vez, no sucesivamente:

“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

Nadie después de Pablo ha sido llamado directamente por Cristo resucitado ni ha visto su gloria. No hay línea sucesoria legítima, sino una apropiación sin respaldo divino.

UNA REFLEXIÓN FINAL

El ejemplo de Pedro no justifica el papado; lo refuta. Su historia es testimonio de la misericordia de Dios, no de una silla infalible. Lo que Roma convirtió en trono, Pedro lo vivió como quebranto. Como bien lo expresó el libertador José de San Martín:


“La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.”
Tanto que te desvives para decir a los demás, “cíñete a la Escritura, solo hay un Pastor,” pero de inmediato nos damos cuenta que es teatro de tu parte, puro blá blá, porque en realidad lo dices sólo porque se oye bonito en el foro, pero en realidad no lo pones en práctica tú mismo.

Y dirás de todo y harás cualquier cosa, menos ceñirte a la Escritura que enseña que el Buen Pastor designó a su apóstol como el pastor de sus corderos y sus ovejas.

Juan 21

15 Entonces, cuando habían acabado de desayunar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis corderos.

16 Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas.

17 Le dijo por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: ¿Me quieres? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
 
Tanto que te desvives para decir a los demás, “cíñete a la Escritura, solo hay un Pastor,” pero de inmediato nos damos cuenta que es teatro de tu parte, puro blá blá, porque en realidad lo dices sólo porque se oye bonito en el foro, pero en realidad no lo pones en práctica tú mismo.

Y dirás de todo y harás cualquier cosa, menos ceñirte a la Escritura que enseña que el Buen Pastor designó a su apóstol como el pastor de sus corderos y sus ovejas.

A LOS FORISTAS CATÓLICOS:

La porción bíblica de Juan 21: 15-17 donde se halla la expresión: “Apacienta mis ovejas” no es una entronización, sino una restauración.

El argumento católico ignora el contexto del Evangelio de Juan, que desde el capítulo 10 presenta a Jesús como el Buen Pastor que da su vida por las ovejas. En Juan 21, ese mismo Pastor resucitado reafirma su amor por Pedro y lo llama a servir, no a reinar.

¿Ya se les olvidó la negación de Pedro en medio de maldiciones la tercera vez cuando cantó el gallo? (Mt.26:74).

¿Ya se les olvidó que Pedro fue usado por el diablo para evitar que Jesús llevase a cabo la Obra de la Redención planeada desde antes del comienzo de los siglos? (1P.18-20; 2Tim.1:9).

En Mateo 16:23, Jesús no vacila en identificar la voz de Pedro como una tentación satánica:

“¡Apártate de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”

Pedro, sin saberlo, se convierte en portavoz de una lógica que evita la cruz, que busca redención sin sufrimiento, gloria sin expiación.

Ahora bien, ¿no es eso lo que hace el sistema católico romano cuando:


  • Introduce la idea de la corredención de María, como si el sacrificio de Cristo necesitara complemento humano.
  • Postula el purgatorio, como si la sangre de Cristo no limpiara completamente (Hebreos 10:14).
  • Establece misas por los muertos, como si el perdón pudiera ser comprado o gestionado post mortem.
Estas doctrinas, lejos de honrar a Cristo, lo colocan como un Redentor incompleto, cuya obra necesita ser “mejorada” por mediaciones humanas. Es el mismo tropiezo que Pedro representó: una visión que no pone la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

El reclutamiento personal de Matías.


¿Ya se les olvidó cuando decide reemplazar a Judas por Matías? (Hechos 1:15–26)

En este escenario no hay intervención divina visible ni aprobación explícita del cielo. Es un acto humano, bien intencionado, pero que no lleva el sello del Espíritu. El verdadero sucesor apostólico que Dios escoge es Pablo, no Matías. Eso también nos enseña que la autoridad espiritual no se transmite por votación ni por linaje, sino por llamamiento soberano.

En resumen, e
n Juan 21, Jesús no está coronando a Pedro como cabeza de la Iglesia, sino restaurando a un discípulo quebrantado que lo había negado tres veces. La triple pregunta “¿me amas?” corresponde a la triple negación. El encargo pastoral es una muestra de gracia, no de jerarquía. Jesús no dice “apacienta tus ovejas”, sino “mis ovejas”.

El rebaño sigue siendo de Cristo (cf. Juan 10:11, 14).

CRISTO NO DELEGA SU JEFATURA

Él es el único Pastor Principal (1 Pedro 5:4), la Cabeza del Cuerpo (Colosenses 1:18), el Fundamento (1 Corintios 3:11). Pedro mismo lo reconoce al llamarse “copastor” o uno más entre los que apacientan la grey de Dios (1 Pedro 5:1-2), no “vicario de Cristo”, aquí está el texto:

1Pe 5:1

Apacentad la grey de Dios

Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:
1Pe 5:2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
1Pe 5:3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.
1Pe 5:4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

El Príncipe de los pastores es Cristo, el dueño del rebaño comprado a precio de sangre.

Pretender usurpar esa función solo puede ser una obra del mismo diablo.


No es Pedro, es Cristo la Cabeza de la Iglesia, y el cuerpo de Pedro se pudrió y se deshizo con el correr de los siglos, en contraste, Cristo vive por los siglos y nos monitorea todo el tiempo de nuestro peregrinar aquí en la tierra, pero ustedes, esclavos del Vaticano, de Leon XIV, del magisterio católico, no se dan cuenta.
 
A LOS FORISTAS CATÓLICOS:

La porción bíblica de Juan 21: 15-17 donde se halla la expresión: “Apacienta mis ovejas” no es una entronización, sino una restauración.

El argumento católico ignora el contexto del Evangelio de Juan, que desde el capítulo 10 presenta a Jesús como el Buen Pastor que da su vida por las ovejas. En Juan 21, ese mismo Pastor resucitado reafirma su amor por Pedro y lo llama a servir, no a reinar.

¿Ya se les olvidó la negación de Pedro en medio de maldiciones la tercera vez cuando cantó el gallo? (Mt.26:74).

¿Ya se les olvidó que Pedro fue usado por el diablo para evitar que Jesús llevase a cabo la Obra de la Redención planeada desde antes del comienzo de los siglos? (1P.18-20; 2Tim.1:9).

En Mateo 16:23, Jesús no vacila en identificar la voz de Pedro como una tentación satánica:

“¡Apártate de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”

Pedro, sin saberlo, se convierte en portavoz de una lógica que evita la cruz, que busca redención sin sufrimiento, gloria sin expiación.

Ahora bien, ¿no es eso lo que hace el sistema católico romano cuando:


  • Introduce la idea de la corredención de María, como si el sacrificio de Cristo necesitara complemento humano.
  • Postula el purgatorio, como si la sangre de Cristo no limpiara completamente (Hebreos 10:14).
  • Establece misas por los muertos, como si el perdón pudiera ser comprado o gestionado post mortem.
Estas doctrinas, lejos de honrar a Cristo, lo colocan como un Redentor incompleto, cuya obra necesita ser “mejorada” por mediaciones humanas. Es el mismo tropiezo que Pedro representó: una visión que no pone la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

El reclutamiento personal de Matías.


¿Ya se les olvidó cuando decide reemplazar a Judas por Matías? (Hechos 1:15–26)

En este escenario no hay intervención divina visible ni aprobación explícita del cielo. Es un acto humano, bien intencionado, pero que no lleva el sello del Espíritu. El verdadero sucesor apostólico que Dios escoge es Pablo, no Matías. Eso también nos enseña que la autoridad espiritual no se transmite por votación ni por linaje, sino por llamamiento soberano.

En resumen, e
n Juan 21, Jesús no está coronando a Pedro como cabeza de la Iglesia, sino restaurando a un discípulo quebrantado que lo había negado tres veces. La triple pregunta “¿me amas?” corresponde a la triple negación. El encargo pastoral es una muestra de gracia, no de jerarquía. Jesús no dice “apacienta tus ovejas”, sino “mis ovejas”.

El rebaño sigue siendo de Cristo (cf. Juan 10:11, 14).

CRISTO NO DELEGA SU JEFATURA

Él es el único Pastor Principal (1 Pedro 5:4), la Cabeza del Cuerpo (Colosenses 1:18), el Fundamento (1 Corintios 3:11). Pedro mismo lo reconoce al llamarse “copastor” o uno más entre los que apacientan la grey de Dios (1 Pedro 5:1-2), no “vicario de Cristo”, aquí está el texto:

1Pe 5:1

Apacentad la grey de Dios

Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:
1Pe 5:2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
1Pe 5:3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.
1Pe 5:4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

El Príncipe de los pastores es Cristo, el dueño del rebaño comprado a precio de sangre.

Pretender usurpar esa función solo puede ser una obra del mismo diablo.


No es Pedro, es Cristo la Cabeza de la Iglesia, y el cuerpo de Pedro se pudrió y se deshizo con el correr de los siglos, en contraste, Cristo vive por los siglos y nos monitorea todo el tiempo de nuestro peregrinar aquí en la tierra, pero ustedes, esclavos del Vaticano, de Leon XIV, del magisterio católico, no se dan cuenta.
Y aún así, con todo el contexto que quieras incluir, siempre terminas aceptando que es una expresión del Señor Jesús a su apóstol lo de: Poimaine ta probata mou.

Juan 21

16 Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas.

Donde el griego pomaine contiene los significados de “pastorea, rige, administra, gobierna” (mis ovejas).

O sea. Ni los contextos, ni las torpezas del apóstol, ni siquiera las trabas del propio Satanás, pudieron tirar a tierra la decisión final del Señor de designar a su apóstol como pastor de sus ovejas.
 
Pretender usurpar esa función solo puede ser una obra del mismo diablo.
Con lo cual manifiestas públicamente que eres tú el que no se ciñe a la Escritura:

Juan 21
16 Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas.
 
Ciudadano católico romano, usted ha optado por una retórica altisonante y evasiva, sin entrar en el análisis exegético solicitado. Su respuesta, aunque adornada con lenguaje florido, elude el texto hebreo de Isaías 42:8,

Su percepción de la realidad en que vivimos se encuentra profundamente sesgada. El hecho de que mi persona acuda a un esquema de interpolación surge precisamente para evitar que los disidentes anticatólicos como usted, queden expuestos en sus impiedades cada vez que pretendan calificar injustamente los alegatos vertidos por mi persona como “—retórica altisonante y evasiva”.

y recurre a descalificaciones personales en lugar de argumentos bíblicos.

En ese caso, debería citar usted aquellas supuestas “—descalificaciones personales” a los que según usted mi persona presuntamente ha acudido. Por mi parte, por la piedad de Cristo y porque entiendo, no hay nada personal en contra suya, prefiero ignorar los dicterios y juicios temerarios que usted ha proferido en perjuicio de mi persona, perdonando toda actitud farisaica de su parte.

El texto hebreo es claro y exclusivo: אָנֹכִי יְהוָה הוּא שְׁמִי וּכְבוֹדִי לְאַחֵר לֹא־אֶתֵּן וּתְהִלָּתִי לַפְּסִילִים׃“Yo soy YHWH, ese es mi nombre; y mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a imágenes talladas.”El término "פְּסִילִים" (pesilim) proviene de la raíz pasal, que significa tallar o esculpir, y se refiere inequívocamente a imágenes hechas por manos humanas. No hay ambigüedad etimológica aquí: el texto condena dar gloria o alabanza a representaciones materiales, sean llamadas “ídolos” o “imágenes” que es la perversión abominable propia del catolicismo romano,

En realidad, la volición divina proscribe solo la fabricación y uso de idolotitos. El lenguaje semítico en absoluto, a diferencia de los prejuiciosos disidentes anticatólicos de extremo racionalismo exacerbado, diferenciaba y poseía la capacidad de discernir perfectamente la abismal diferencia etimológica que existe entre imagen e ídolo.

Isaías 42,8 אני Yo יהוה Yahvé הוא este שׁמי mi nombre וכבודי mi gloria לאחר otro לא no אתן daré ותהלתי mi alabanza לפסילים׃ a los ídolos

De un examen lingüístico superficial del contexto de la perícopa, puede deducirse que expresiones tales como וכבודי kebodí «mi gloria» como así también ותהלתי tehilatí «mi alabanza» son atributos singulares que le corresponden solo a Dios en virtud de su grado superior infinito, por lo que del presente versículo puede concluirse que no deben ser atribuidos a los ídolos o cualquier otra cosa con la que se pretenda reemplazar a Dios.
Y si bien es cierto que el plural pesilim לפסילי «ídolos» deriva de la raíz verbal neutra pasal פָּסַל (esculpir, tallar, labrar, cincelar), también es cierto que es el plural del sustantivo pesel פֶּסֶל cuyo significado literal es “í𝘥𝘰𝘭𝘰”. En este caso, el plural la´pesilim לפסילים «a los ídolos», significa que el termino no se refiere a cualquier escultura, sino que corresponde a una forma especial: ídolos esculpidos con fines de rituales idolátricos. De manera que, de acuerdo al sentir semítico, «ídolo» tampoco puede ser considerado sinónimo genérico de «imagen» porque es un objeto tallado con fines de adoración indebida o idolatría. El término “pasal” פָּסַל como verbo neutro puede utilizarse también para describir la acción física de “tallar piedra” sin llegar a tener implicación idolátrica:

Éxodo 34,1 ויאמר יהוה אל־משׁה פסל־לך שׁני־לחת אבנים כראשׁנים וכתבתי

La traducción literal consta del verbo + pronombre, donde el verbo es “pasal” פָּסַל «talla» en forma imperativa y el pronombre preposicional es לך «para ti»: פסל־לך “pesal lejá” «talla para ti» y deriva de una acción legitima y concreta ordenada por Dios. Puede ocurrir también que el orden sintáctico determine el sentido de la raíz “pasal” פָּסַל distinguiendo entre una acción permitida como en este caso y por otro lado, la condenación de un objeto:

Deuteronomio 5,8 לא־תעשׂה־לך פסל כל־תמונה אשׁר בשׁמים ממעל ואשׁר בארץ

En este caso, la posición de la raíz “pasal” פָּסַל hace que se traduzca como «ídolo» en función del orden sustantivo “pesel” פסל + pronombre לך«para ti»: לך פסל “pesel lejá” «un ídolo para ti”.

En consecuencia, el sustantivo “pesel” פֶּסֶל fue cargado semánticamente para designar una connotación negativa en función de todo contexto idolátrico, es decir, resulta consistente en toda la Biblia hebrea el hecho de que siempre aparece asociado a objetos prohibidos o condenados.

Para referirse a las imágenes en concreto, ya sea una representación visual que manifieste materialmente algo que nada tenga que ver con un ídolo, seria “𝘵𝘴é𝘭𝘦𝘮” צֶלֶם «imagen», «figura», un sustantivo que se refiere a un carácter o forma figurativa, simbólica o conceptual sin implicar por sí mismo idolatría (𝗲.𝗴: 𝗚é𝗻𝗲𝘀𝗶𝘀 𝟭,𝟮𝟲). Otro termino de la misma naturaleza es “𝘱𝘪𝘵𝘵uakh” פִּתּוּחַ, cuyo significado es «grabado» o «escultura en relieve» y se utiliza para describir decoraciones artísticas sin implicaciones idolátricas (𝗲.𝗴: 𝗭𝗮𝗰𝗮𝗿í𝗮𝘀 𝟯,𝟵). Y por último temunah תְּמוּנָה cuyo significado es «figura», «silueta», «forma», «apariencia», «semejanza» y es empleado comúnmente para referirse a representaciones visuales, inclusive las manifestaciones divinas (eg. Números 12,8; Salmos 17,15; Deuteronomio 4,12). Por sí mismo no implica connotación idolátrica alguna, pero puede ser utilizado también para enfatizar la condena sobre tallar ídolos (eg. Éxodo 20,4; Deuteronomio 5,8).

como una de las causales para ser arrojado al lago que arde con fuego y azufre, aquí está el texto: Apo 21:8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Durante el capítulo veintiuno del Libro del Apocalipsis, el hagiógrafo se refiere al destino que les espera a aquellos que rechacen la Palabra, los medrosos infieles que no tuvieron valor de llevar para sí mismos los sacrificios en Cristo, priorizando egoístamente la seguridad propia, sufrirán terribles castigos. San Juan continua la lista con aquellos que cometieron pecados aborrecibles, los remisos y cobardes que no enfrentaron a la Bestia y renegaron de Cristo, los infieles que han reusado la fe cerrando los ojos a la luz de la revelación y la verdad, los impuros que se han hecho abominables a los ojos de Dios por haberse entregado a los vicios execrables, principalmente aquellos vicios contra la naturaleza, cuyo intolerable hedor de su perversión moral produce nauseas, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros que se sirven de sus artes mágicas para engañar, los idolatras y todos los embusteros y falsos doctores que promueven los vientos de doctrina llevando a la perdición a incautos e inconstantes, todos ellos tendrán su parte en el estanque de azufre donde les espera la muerte eterna, la cual es llamada la «segunda muerte» en contraposición a la muerte corporal [v.8].

Ustedes mienten al enseñar el culto a la reina del cielo.

Lo que usted menciona es solo un título atribuido por la Iglesia a la Madre de Cristo. Y si bien no se encuentra una mención explícita sobre el título, puede llegar a deducirse teológicamente de manera implícita, comenzando principalmente por la permanencia eterna del Trono de David (2 Samuel 7,16), la cual se ve consumada en aquella instancia en la que el Ángel Gabriel anuncia a María que concebirá a Jesús el Mesías (Lucas 1,30-33), quien se proclama Rey del Universo (Colosenses 1,16). No puede considerarse teológicamente inconsistente el hecho de considerar a la madre de Cristo como Reina del Cielo o Universo en función a la dinastía davídica. Durante el inicio del reinado de cada uno de los reyes de Judá, la Palabra consignada en la Escritura Sagrada menciona el nombre de las madres de cada uno de ellos puesto a que ellas eran las reinas y no sus esposas (2Reyes 8,26; 2Crónicas 22,2; 2Reyes 12,1; 2Crónicas 24,1; 2Reyes 15,1-2; 2Reyes 15,32-33; 2Crónicas 27,1; 2Crónicas 13,1-2; 2Crónicas 20,31; 2Crónicas 25,1; 2Crónicas 26,3; 2Crónicas 29.1). La perícopa que relata la visita de Betsabé a su hijo el rey Salomón bajo las pretensiones hereditarias de Adonías al Trono de David, la escena describe a Salomón sentando a su madre a la diestra del trono (1Reyes 2,19-20). Además, es posible apreciar una instancia similar en la cual el Rey Asa depuso a su Madre del título de reina por haber caído en abominaciones idolatricas (2Crónicas 15,16; 1Reyes 15,13).Bajo este marco, resulta objetivamente teológico considerar la premisa de reina a las madres de los reyes de Judá

Ustedes mienten al enseñar la existencia del Purgatorio.

Respecto a la doctrina del purgatorio y sin llegar a profundizar, la misma no debe ser entendida como una segunda oportunidad para salvarse luego de la muerte, lo cual significaría una contradicción con el sacrificio de Cristo en la cruz, sino que, bajo la condición de que nada impuro puede acceder a la Jerusalén mesiánica (𝗔𝗽𝗼𝗰𝗮𝗹𝗶𝗽𝘀𝗶𝘀 𝟮𝟭,𝟮𝟳), se requiere de procurar una santidad (𝗛𝗲𝗯𝗿𝗲𝗼𝘀 𝟭𝟮,𝟭𝟰), que va más allá de la santidad inicial producto de la justificación por la fe; es aquella que el creyente al momento de su muerte no logra alcanzar (𝗙𝗶𝗹𝗶𝗽𝗲𝗻𝘀𝗲𝘀 𝟯,𝟭𝟮) por causa de las imperfecciones, las cuales deben ser purificadas previamente a acceder a la visión beatífica, lo que indica que su destino no es el infierno, pero tampoco de manera directa la presencia divina sin antes sufrir daño (𝟭𝗖𝗼𝗿𝗶𝗻𝘁𝗶𝗼𝘀 𝟯,𝟭𝟯-𝟭𝟱), lo cual significa que existen faltas que no son tan graves para cerrar el cielo, pero que requieren como castigo la aplicación de una pena temporal, aun cuando los pecados hayan sido perdonados en vida en virtud del sacrificio de Cristo, puesto a que subsiste el reato de la pena, es decir, la el efecto o huella permanente que dejo como consecuencia la presencia el pecado. En tanto, la misma doctrina, mucho antes de las definiciones conciliares, fue ampliamente conocida en el cristianismo, tal es así el testimonio de mártires, Padres de la Iglesia y algunos apócrifos que pertenecen a la literatura patrística, que, si bien no poseen rigor canónico y carecen de inspiración bíblica, son escritos de los primeros siglos que evidencian el hecho de que el cristianismo primitivo tenia nociones bastante exactas sobre su concepto teológico. Por ejemplo, el caso de 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑠𝑖ó𝑛 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑠𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑚á𝑟𝑡𝑖𝑟𝑒𝑠 𝑃𝑒𝑟𝑝𝑒𝑡𝑢𝑎 𝑦 𝐹𝑒𝑙𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 (𝟮𝟬𝟯 𝗮.𝗗), cuando en el relato de la primera de ellas, narra la visión que tuvo sobre su pequeño hermano fallecido, Dinócrates y como este último es liberado del lugar de aflicción gracias a su oración, dotada de un gran poder de intercesión ante Dios, producto de haberse encontrado camino al martirio [a]. Similar es lo sucedido en los relatos contenidos en el apócrifo 𝐻𝑒𝑐𝘩𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑦 𝑇𝑒𝑐𝑙𝑎 (𝟭𝟲𝟬 𝗮.𝗗), en donde narran la historia de una joven virgen convertida por San Pablo, que, al oír su predicación, deshace el compromiso con su prometido para servir al Apóstol. Según lo descrito, cierta vez en Antioquía de Pisidia, Tecla fue puesta en custodia, permitiéndole a la pariente del Cesar, Trifena, la cual acababa de perder a su hija Falconilla, acogerla como si fuese su propia hija hasta la llegada de su ejecución. La Madre de la fallecida luego de una visión, pide a su huésped que ore por su difunta hija para que esta sea transportada a un estado de plena felicidad y a la vida eterna, lo cual fue cumplido en virtud de su poder de intercesión ante Dios, debido a su fidelidad, pureza y su cercanía del martirio . La Iglesia primitiva también así lo creía y lo profesaba, lo atestiguan entre otros, Padres de la Iglesia como Clemente de Alejandría (𝟭𝟱𝟬 – 𝟮𝟭𝟱 ~ 𝟮𝟭𝟳 𝗮.𝗗) [c] y Cipriano de Cartago (𝟮𝟬𝟬 – 𝟮𝟱𝟴 𝗮.𝗗) [d] quienes hablan de la necesidad de purificación por del alma posterior a la muerte cuando esta no ha alcanzado la completa santidad.

Ustedes mienten al reemplazar la Autoridad de la Biblia por su magisterio católico romano.

Entiendo que usted está forzando las Sagradas Escrituras para establecer un orden Cristo—Escritura, lo cual es bíblica y teológicamente inexacto, ya que Cristo no dio las Escrituras por cabeza sobre todas las cosas.

El contexto profético refuerza la exclusividad de Dios Isaías 41:21–24 presenta un desafío directo a los ídolos, exigiendo que demuestren poder o conocimiento. El argumento culmina en Isaías 42:8,

Esencialmente, lo que usted afirma, es similar a lo que mi persona ha hecho referencia en las dos previas instancias de su premisa. De manera que no es necesario discutir sobre el contexto histórico de la perícopa. Donde tenemos una diferencia es en aquello que usted llama “contexto profético”, ya que la Iglesia Católica toma dimensión de las profecías en virtud de la interpretación Cristocéntrica, es decir, toda profecía apunta al misterio de Cristo cuyo sentido es revelado progresivamente en la historia sagrada. Y al mismo tiempo, desaconseja la manipulación de profecías para sembrar sensacionalismo apocalíptico con el fin de generar temor y especulación.

donde Dios declara que no comparte su gloria con nada ni nadie,

Una vez más... la Iglesia Católica jamás enseñó que Dios comparte Su Gloria en grado soberano superior infinito (1Timoteo 1,17; Apocalipsis 5,13), sin embargo, eso no significa que se encuentre prohibido destacar la gloria que sus santos tienen frente a Él, puesto a que el Señor es glorificado en sus santos (Romanos 2,7; Romanos 2,10; Romanos 8,16-17; 1Corintios 2,7; 1Corintios 9,15; 1Corintios 11,7; 2Corintios 1,12; 2Corintios 1,14; 2Corintios 11,10; 1Tesalonisenses 2,20; Hebreos 3,3; etc.).

mucho menos con objetos de culto.

Usted está atacando otro molino de viento que ha levantado frente a sí mismo para impedir su acceso a la verdad. La Iglesia Católica no enseña que Dios comparte su Gloria con los elementos inanimados de material abstracto tal y como lo son las imágenes representativas en el culto litúrgico.

El contexto no debilita el versículo: lo fortalece.

Su observación resulta irrelevante, mi persona jamás manifestó implícita ni explícitamente lo contrario a lo que usted está afirmando.

El Espíritu Santo glorifica a Cristo, no a imágenes Juan 16:14–15 enseña que el Espíritu glorifica al Hijo, no a representaciones materiales. La liturgia que introduce imágenes como mediadoras visuales desplaza al Espíritu Santo y oscurece la centralidad de Cristo como único mediador (1 Tim. 2:5). Ustedes mienten y engañan al practicar esta clase de liturgia idolátrica.

Otro molino de viento. Su argucia no forma parte del depósito divino de fe revelado por Cristo y entregado a su Iglesia. La Iglesia Católica no enseña sobre glorificar “—imágenes” o “—representaciones materiales”. La perícopa que usted cita, de ninguna manera menciona el culto a las imágenes representativas, en consecuencia, la exégesis desplegada por mi persona, en ninguna instancia insinúa, hace alusión ni siquiera de manera implícita ni subjetiva al culto de las imágenes representativas de la liturgia. Su criterio es víctima de una grave incertidumbre respecto a los términos «culto» e «imagen» pero en este caso su dilema no es etimológico, sino que su juicio es perturbado por una supuesta connotación negativa en la relación entre ambos, lo cual lo convierte no solo en otro molino de viento que usted está atacando, sino que usted está volcando sobre lo que sus conclusiones privadas obtenidas en función de la multitud de molinos de viento que ha levantado frente a sí mismo, todas sus categorías de prejuicios, de manera que su problema es en grado de interpretación eisegético, síndrome que acusa todo disidente anticatólico de mentalidad terrena. Y no puedo evitar señalarle otro molino de viento, a continuación, le citaré aquello que la doctrina cristiana enseña a sus fieles por medio del Catecismo:

CIC Moisés y la oración del mediador

2574 Cuando comienza a realizarse la promesa (Pascua, Éxodo, entrega de la Ley y conclusión de la Alianza), la oración de Moisés es la figura conmovedora de la oración de intercesión que tiene su cumplimiento en “el único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo-Jesús, hombre también” (1 Tm 2, 5).
480 Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón Él es el único Mediador entre Dios y los hombres.

Finalmente, y para que se la cale de una vez por todas, no luchamos contra molinos de viento, sino contra fortalezas doctrinales. Su alusión a “molinos de viento” revela una confusión entre fantasía y discernimiento espiritual. No estamos luchando contra ilusiones, sino contra argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Cor. 10:4–5). Y lo hacemos con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (Ef. 6:17), no con floretes de retórica. ASÍ QUE QUEDA RESPONSABLE DELANTE DE CRISTO (Ro.2:16).

No comprendo a que se refiere con su expresión “—para que se la cale”, sin embargo, he desplegado alegatos suficientes para evidenciar su cruzada quijotesca contra los molinos de viento que usted levanta frente a sí mismo. Usted pregona que lleva a cabo una supuesta “lucha” en plural, tal y como si de una comunidad de creyentes se tratase, sin embargo, si se le exige identificarla visiblemente y trazar una línea de tiempo que se remonte de forma ininterrumpida hasta los Apóstoles no podrá hacerlo, puesto a que se trata solo de una fábula que no forma parte de la realidad en que vivimos. Lo que usted llama “—argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios” no son más que quimeras que construye una mentalidad terrena para sí mismo, de esa manera las revelaciones de Cristo permanecen ocultas a los ojos de todo hombre natural o «psychikos» ya que su razón inferior no acepta el plan divino al que tiene por locura (cf. 1Corintios 2,14-15). Lo que usted llama “—fortalezas doctrinales” no son más que delirios de aquello que usted supone, enseña la Iglesia Católica. Si usted se detuviese a reflexionar al menos un instante, podría cerciorarse de que, si bien aún insiste con algunos, la mayoría de los molinos de viento que usted ha ido levantando frente a sí mismo, se han ido desvaneciendo frente a los alegatos bíblicos y teológicos desplegados por mi persona, además de los fragmentos explícitos del Magisterio que le he citado respecto a la legitima enseñanza de la Iglesia Católica. Evidencia de ello es el hecho de que, si bien usted no va a detener sus ataques a los molinos de viento, ha desistido en la mayoría de los que ha ido levantado ya que al respecto no he recibido contrarréplica alguna de su parte. Disidentes anticatólicos como usted, sometidos bajo el influjo del espíritu acusador, tienen inclinación a derramar el tósigo de sus prejuicios y odio sobre la Palabra consignada en la Escritura Sagrada para utilizarlos luego como dardos envenenados arrojadizos.

Como si de un escudo que repele aquellos ataques se tratase, mi persona desplegará un epitome exegético en función de ambos versículos.

En el capítulo seis de la Epístola a los Efesios, luego de las admirables recomendaciones relativas a la vida familiar, ahora apunta a concluir su carta en virtud de defender aquellos valores. Previamente ya había definido la doctrina proclamando el triunfo que Dios ha alcanzado en Cristo, a quien se someten todas las cosas incluido los poderes celestiales (cf. 1,19-22), haciendo participe a la Iglesia en la exaltación de Cristo en los cielos (cf. 2,5-6), siendo la Iglesia signo para los poderes celestiales de que el plan trazado por el Padre ha sido consumado en Cristo (cf. 3,9-12). La parénesis final consta de una llamada a las armas a cada miembro del cuerpo contra el poder de los enemigos exteriores que los rodean, contra los espíritus malignos de los cielos han de ceñirse la «armadura de Dios» para resistir las arremetidas. Esta armadura debe cubrir de la cabeza a los pies. Pero primeramente se debe buscar la «fortaleza» en Dios y vestirse con el conjunto de armas que ofrece a sus soldados para dar pelea, la «armadura de Dios»[v.10-11] ya que la lucha no será solo contra la «sangre y carne», expresión hebrea que alude a la naturaleza humana (cf. Gálatas 1,16), sino que también será una lucha de amplitud cósmica (cf. 1,19-10; 3,19) «contra principados, contra potestades» ángeles que ya fueron derrotados por el triunfo de Cristo (1 Corintios 15,24; Colosenses 1,13-14; 2,15), espíritus malignos que habitan en espacios celestes, es decir, contra potencias superiores a los poderes humanos [v.12]. La «armadura de Dios» que es necesaria para resistir y vencer debe estar preparada para aquel «día malo», es decir, el día de en qué las tentaciones exijan una lucha extrema pero que se extenderá a todo el periodo de la vida humana en el contexto de un mundo perverso (cf. 5,6) [v.13]. La «armadura de Dios» debe conformarse como una panoplia espiritual, probablemente San Pablo se inspiró en el conjunto militar que lucían los guardias pretorianos que custodiaban la prisión del Apóstol. Este conjunto se conformaba de un cinturón que sujetaba la túnica y sostenía la vaina de la espada, la coraza compuesta de láminas de bronce que protegía el pectoral y la espalda, las botas que protegían las piernas y los pies, el escudo que se portaba en el antebrazo izquierdo para defender la parte superior del cuerpo, el yelmo que protegía el rostro y la cabeza y la espada el arma principal ofensiva contra el enemigo. A todo este equipamiento el Apóstol le otorga análogamente sentido espiritual: el cinturón para ceñirse a la «verdad» de que la vigilia en el Señor los hará participar de la Gloria de Dios (Lucas 12,37), la coraza que es la «justicia» o rectitud ante Dios (cf. 4,24), las botas para lograr la prontitud del anuncio autorizado del «Evangelio» (Romanos 10,15; cf. Isaías 52,7), el escudo, que es la adhesión a la fe permanente a Cristo (cf. Romanos 1,16); el yelmo, el cual esta forjado en la esperanza de «salvación» y la victoria final (cf. Romanos 5,2-5; Romanos 8,18) y la espada que proviene del «Espíritu» y es la revelación divina. El arma eficaz que consiste en la Palabra de Dios o revelación divina contenida en el Evangelio (cf. 1Tesalonisenses 2,13; Hebreos 4,12) [v.14-17].

Durante el segundo capítulo de la Epístola a los Romanos, San Pablo comienza lanzando invectivas contra la suposición absurda de confianza que tenían los judíos sobre los ritos exteriores, tales como la Ley [cf. v.12-24] y la circuncisión [cf. v.25-29], ambos, motivo de orgullo como reaseguro indefectible que les certificaba un lugar en el Reino de Dios. Su discurso se asienta sobre el principio general tanto para judíos como para gentiles, de que lo que se pesará en la balanza el día del juicio serán las obras de cada uno [cf. v.6]. La única diferencia de acuerdo al Apóstol en esas categorías, será que los judíos serán juzgados en conformidad a la ley mosaica, mientras que los gentiles, que carecen de una ley positiva, serán juzgados en función a la ley natural grabada en sus corazones [v.12-16]. Si bien podrían considerarse vertientes distintas, ambas obedecen a una misma voluntad de Dios, siendo el pecado ir contra esa volición divina. Los «oidores de la ley», la expresión de San Pablo no se limita a decir que el judío es recto ante Dios solo porque ha oído o conoce las prescripciones de la Ley. Para el Apóstol, desde la perspectiva judía que distingue parenéticamente entre conocimiento y práctica, solo serán hechos rectos «los hacedores de la ley» (Levítico 18,5). El verbo futuro pasivo δικαιωθησονται dikaios «serán justificados» revela que la implicancia forense—escatológica no es incondicional porque la justificación luego del juicio depende exclusivamente del cumplimiento efectivo de la Ley [v.13]. Continuando ahora con los gentiles, San Pablo afirma que los gentiles, sin tener conocimiento de la ley mosaica «no tienen ley» responden «naturalmente», es decir, observan instintivamente el orden moral prescindiendo de cualquier revelación positiva. Ellos cuentan con normas de conducta para sí mismos y conocen al menos algunas prescripciones de la Ley, de manera que observan «lo que es de la ley», sin tener la ventaja de una legislación revelada «aunque no tengan ley» como la tenían los judíos «son ley á sí mismos» [v.14], de manera que lo que la Ley legisla esta «escrita en sus corazones», un conocimiento real consignado en la conciencia gentil, donde lo moral se debate entre una contienda de pensamientos internos de la conciencia gentil [v.15]. San Pablo concluye con la expresión «el día que juzgará el Señor» con la cual revela que el autor del juicio sobre la tierra (Salmos 98,9) juzgará «lo encubierto de los hombres», aquello que no pueden juzgar los hombres ya que Dios es el único que conoce las interioridades de los corazones (1 Corintios 4,5). Concluye el Apóstol que la doctrina en la que tiene fe por este juicio es «conforme á mi evangelio», lo llama de esa manera por la forma especial en que impartía la predicación del Evangelio único con el que ha iluminado abundantemente con el misterio de Jesucristo (Efesios 3,4) [v.16].

[a].- 𝑇𝘩𝑒 𝑃𝑎𝑠𝑠𝑖𝑜𝑛 𝑜𝑓 𝑡𝘩𝑒 𝐻𝑜𝑙𝑦 𝑀𝑎𝑟𝑡𝑦𝑟𝑠 𝑃𝑒𝑟𝑝𝑒𝑡𝑢𝑎 𝑎𝑛𝑑 𝐹𝑒𝑙𝑖𝑐𝑖𝑡𝑦 (𝑐𝑓. 2,3-4) –𝑇𝑒𝑟𝑡𝑢𝑙𝑙𝑖𝑎𝑛-. 𝐹𝑟𝑜𝑚 𝐴𝑛𝑡𝑒-𝑁𝑖𝑐𝑒𝑛𝑒 𝐹𝑎𝑡𝘩𝑒𝑟𝑠, 𝑉𝑜𝑙. 3. 𝐸𝑑𝑖𝑡𝑒𝑑 𝑏𝑦 𝐴𝑙𝑒𝑥𝑎𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑅𝑜𝑏𝑒𝑟𝑡𝑠, 𝐽𝑎𝑚𝑒𝑠 𝐷𝑜𝑛𝑎𝑙𝑑𝑠𝑜𝑛, 𝑎𝑛𝑑 𝐴. 𝐶𝑙𝑒𝑣𝑒𝑙𝑎𝑛𝑑 𝐶𝑜𝑥𝑒. (𝐵𝑢𝑓𝑓𝑎𝑙𝑜, 𝑁𝑌: 𝐶𝘩𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛 𝐿𝑖𝑡𝑒𝑟𝑎𝑡𝑢𝑟𝑒 𝑃𝑢𝑏𝑙𝑖𝑠𝘩𝑖𝑛𝑔 𝐶𝑜., 1885.) 𝑅𝑒𝑣𝑖𝑠𝑒𝑑 𝑎𝑛𝑑 𝑒𝑑𝑖𝑡𝑒𝑑 𝑓𝑜𝑟 𝑁𝑒𝑤 𝐴𝑑𝑣𝑒𝑛𝑡 𝑏𝑦 𝐾𝑒𝑣𝑖𝑛 𝐾𝑛𝑖𝑔𝘩𝑡.
.- 𝑇𝘩𝑒 𝐴𝑐𝑡𝑠 𝑜𝑓 𝑃𝑎𝑢𝑙 𝑎𝑛𝑑 𝑇𝘩𝑒𝑐𝑙𝑎 (𝑐𝑓. 8,6-7) –𝐴𝑝𝑜𝑐𝑟𝑦𝑝𝘩𝑎-. 𝐹𝑟𝑜𝑚 𝐴𝑛𝑡𝑒-𝑁𝑖𝑐𝑒𝑛𝑒 𝐹𝑎𝑡𝘩𝑒𝑟𝑠, 𝑉𝑜𝑙. 8. 𝐸𝑑𝑖𝑡𝑒𝑑 𝑏𝑦 𝐴𝑙𝑒𝑥𝑎𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑅𝑜𝑏𝑒𝑟𝑡𝑠, 𝐽𝑎𝑚𝑒𝑠 𝐷𝑜𝑛𝑎𝑙𝑑𝑠𝑜𝑛, 𝑎𝑛𝑑 𝐴. 𝐶𝑙𝑒𝑣𝑒𝑙𝑎𝑛𝑑 𝐶𝑜𝑥𝑒. (𝐵𝑢𝑓𝑓𝑎𝑙𝑜, 𝑁𝑌: 𝐶𝘩𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛 𝐿𝑖𝑡𝑒𝑟𝑎𝑡𝑢𝑟𝑒 𝑃𝑢𝑏𝑙𝑖𝑠𝘩𝑖𝑛𝑔 𝐶𝑜., 1886.) 𝑅𝑒𝑣𝑖𝑠𝑒𝑑 𝑎𝑛𝑑 𝑒𝑑𝑖𝑡𝑒𝑑 𝑓𝑜𝑟 𝑁𝑒𝑤 𝐴𝑑𝑣𝑒𝑛𝑡 𝑏𝑦 𝐾𝑒𝑣𝑖𝑛 𝐾𝑛𝑖𝑔𝘩𝑡.
[c].- 𝐶𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡 𝑜𝑓 𝐴𝑙𝑒𝑥𝑎𝑛𝑑𝑟𝑖𝑎. 𝑆𝑡𝑟𝑜𝑚𝑎𝑡𝑎. 𝐼𝑉,14 𝑆𝑡𝑟𝑜𝑚𝑎𝑡𝑎 / 𝑀𝑖𝑠𝑐𝑒𝑙𝑙𝑎𝑛𝑖𝑒𝑠, 𝐵𝑜𝑜𝑘 𝑉𝐼, 𝐶𝘩𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 14; 𝐴𝑁𝐹, 𝑉𝑜𝑙. 𝐼𝐼, 504
[d].- 𝐶𝑦𝑝𝑟𝑖𝑎𝑛 𝑜𝑓 𝐶𝑎𝑟𝑡𝘩𝑎𝑔𝑒. 𝐸𝑝𝑖𝑠𝑡𝑙𝑒 51 [55], 𝑇𝑜 𝐴𝑛𝑡𝑜𝑛𝑖𝑎𝑛𝑢𝑠 𝐴𝑏𝑜𝑢𝑡 𝐶𝑜𝑟𝑛𝑒𝑙𝑖