Re: La doctrina de los 144000 desde la perspectiva de los TJ
Aquí está parte de la magistral explicación de J.S.Russell, de quien parcial y tendenciosamente citan los testigos de Jehová para "fundamentar" sus doctrinas escatológicas:
Cap. 7:1-17. "
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de
la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento
alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro
ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz
a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra
ya al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que
hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los
sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de Israel", etc.
En la crisis misma de la catástrofe, la acción se suspende súbitamente hasta que quede
garantizada la seguridad de los siervos de Dios. A los cuatro ángeles destructores
encargados de desatar los elementos de la ira sobre la tierra culpable se les ordena
detener la ejecución de la sentencia hasta que "los siervos de nuestro Dios hayan sido
sellados en sus frentes". En consecuencia, un ángel, teniendo "el sello del Dios
viviente", pone una marca sobre los fieles, cuya nacionalidad y número se declaran
claramente - "ciento cuarenta y cuatro mil de todas las tribus de los hijos de Israel".
Además de éstos, una innumerable multitud, "de todas las naciones y tribus y pueblos
y lenguas", se ve de pie delante del trono, vestida con túnicas blancas y con palmas de
victoria en sus manos, atribuyendo alabanza y gloria a Dios en medio de la felicidad y
los esplendores del cielo.
Esta representación se considera generalmente un episodio, o una digresión, de la
acción principal de la obra. No hay duda de que es así; pero, al mismo tiempo, es
esencial para completar la catástrofe, y es, de hecho, parte integral de ella.
Se verá que, en cada catástrofe de este libro de visiones - y cada visión termina con
una catástrofe - hay dos partes, a saber, el juicio infligido sobre los enemigos de
Cristo y la bendición conferida a sus siervos.
Ahora bien, bajo el sexto sello, donde está localizada la catástrofe de la visión, ya
hemos visto descrita la primera parte, a saber, el juicio de los enemigos de Dios; pero
la otra parte, la liberación del pueblo de Dios, está representada en el capítulo que
tenemos delante. El progreso del juicio queda aun detenido hasta que la seguridad de
los siervos de Cristo quede garantizada.
¿Qué, pues, significa este episodio?
En las predicciones relativas al "fin del tiempo", encontramos invariablemente una
promesa de seguridad y bendición para los discípulos de Cristo, junto con
declaraciones de ira venidera sobre sus enemigos. Para dar dos o tres ejemplos de
entre muchos: en la profecía de nuestro Señor en el Monte de los Olivos, de la cual el
Apocalipsis es eco y expansión, Jesús advierte a sus discípulos que escapen de Judea
cuando vean "a Jerusalén rodeada de ejércitos" (Lucas 21:20), "y la abominación
desoladora en el lugar santo" (Mat. 24:15). Les asegura que "ni un cabello de vuestra
cabeza perecerá"; que cuando comiencen a aparecer las señales de su venida, debían
erguirse, y levantar sus cabezas, porque su redención estaba cerca (Luc. 21:18-28).
Que el Hijo del hombre enviaría a sus ángeles con un gran sonido de trompeta, y
"juntaría a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un cabo del cielo hasta el otro"
(Mat. 24:31). Que en el gran día del juicio, que habría de seguir a la destrucción de
Jerusalén, los impíos "irían al castigo eterno, y los justos a la vida eterna" (Mat.
25:46).
En armonía con estas afirmaciones, encontramos a los apóstoles enseñando en las
iglesias que cuando viniera "el día del Señor", "súbita destrucción sobrevendría a los
enemigos de Dios, mientras los cristianos obtendrían salvación" (1 Tes. 5:2,3,9); que
cuando el Señor Jesús se "revelase desde el cielo con sus poderosos ángeles, en llama
de fuego, para tomar venganza de los que no conocen a Dios", su pueblo fiel entraría
en el "reposo", y sería "tenido por digno del reino de Dios" (2 Tes. 1:5-9).
Es esta liberación y esta salvación prometida a los discípulos de Cristo la que es
prefigurada simbólicamente en el episodio del sexto sello. Las imágenes con las que
se describen han sido tomadas evidentemente de la escena contemplada en visión por
el profeta Ezequiel (cap. 9), donde "los hombres que gimen y claman a causa de todas
las abominaciones que se hacen en medio de Jerusalén" tienen "una marca en la
frente", que garantizaría su seguridad cuando los ejecutores de la justicia divina
saliesen a matar a los habitantes de la ciudad.
Vale la pena notar que Jerusalén es la escena del juicio tanto en la profecía de
Ezequiel como en Apocalipsis; y la alusión que hace Pedro a esta misma transacción
en la visión de Ezequiel, como a punto de repetirse en la Jerusalén de sus propios días,
es muy significativa. (1 Ped. 4:17).
Pero la luz mayor es proyectada sobre este episodio por las palabras de nuestro Señor:
"El Hijo del hombre enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus
escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (Mat.
24:31). Este episodio es la representación del cumplimiento de aquella promesa.
Mientras la ira es derramada al máximo sobre la tierra; mientras las tribus de la tierra
están de duelo; mientras los enemigos de Dios huyen para esconderse en las cavernas
y las cuevas; en aquella hora temible, la trompeta del ángel convoca al fiel remanente
del pueblo de Dios, "para que se oculten en el día de la ira de Jehová". Ahora el
tiempo ha llegado a su plenitud; porque hay que recordar que todo esto habría de ser
presenciado por los apóstoles mismos, o por lo menos por algunos de ellos; porque la
propia generación de nuestro Señor no habría de pasar sino hasta que estas cosas se
hubiesen cumplido..................
Sigue para los que lo pidan, claro que de buena manera.