Comentario Bíblico de William MacDonald.
Antiguo Testamento y Nuevo Testamento
Génesis - Capítulos 6 al 8
E. La Extensión del pecado y el diluvio universal (Caps. 6–8)
6:1–2 Hay dos interpretaciones principales del versículo 2. La primera es que los hijos
de Dios eran ángeles que habían dejado su esfera apropiada (Jud. 6) y se habían casado con
las mujeres del mundo, un desorden sexual de lo más detestable para Dios. Aquellos que
mantienen este punto de vista indican que la expresión «hijos de Dios» en Job 1:6 y 2:1
significa ángeles que tenían acceso a la presencia de Dios. Además, «los hijos de Dios»,
como término empleado para ángeles es una expresión semita común. El pasaje en Judas 6,
7 sugiere que los ángeles que dejaron su propia habitación, eran culpables de
comportamiento sexual vil. Nótense las palabras «como Sodoma y Gomorra» al principio
del versículo 7, justo después de la descripción de los ángeles caídos.
La objeción principal de este punto de vista es que los ángeles, según entendemos, no se
reproducen sexualmente. Se utiliza Mateo 22:30 para probar que Jesús enseñaba que los
ángeles no se casan. Pero lo que realmente dice este versículo es que los ángeles en el cielo
no se casan ni son dados en casamiento. Se aparecieron ángeles a Abraham en forma
humana (Gn. 18:1–5), y parece por el texto que los dos que fueron a Sodoma tenían partes
y emociones humanas.
La segunda interpretación es que los hijos de Dios eran los descendientes piadosos de
Set, y que las hijas de los hombres eran la descendencia inicua de Caín. El argumento dice
así: El contexto anterior habla de los descendientes de Caín (Cap. 4) y los descendientes de
Set (Cap. 5). Génesis 6:1–4 describe el casamiento entre estas dos familias. La palabra
ángeles no se encuentra en el contexto. Los versículos 3 y 5 hablan de la iniquidad de los
hombres. ¿Si hubieran sido los ángeles quienes habían pecado, por qué sería la raza humana
la que fuera destruida? Los hombres piadosos son llamados «hijos de Dios», aunque no
exactamente con las mismas palabras hebreas que en Génesis 6:2 (ver Dt. 14:1; Sal. 82:6;
Os. 1:10; Mt. 5:9).
Hay ciertos problemas con este punto de vista. ¿Por qué es que todos los hombres
descendientes de Set eran piadosos y ninguna de las mujeres descendientes de Caín era
piadosa? Además, no hay ninguna indicación de que el linaje de Set se mantuvo piadoso. Si
hubieran seguido siendo piadosos, ¿por qué fue necesario destruirlos? También, ¿por qué
produjo gigantes esta unión entre hombres piadosos y mujeres no piadosas?
6:3 JEHOVÁ advirtió que no contendería Su Espíritu con el hombre para siempre,
pero que habría una demora de ciento veinte años antes de que ocurriera el juicio del
diluvio. Dios es paciente, no queriendo que ninguno perezca, pero hay un límite. Pedro nos
dice que fue Cristo quien estuvo predicando por medio de Noé a los antidiluvianos a través
del Espíritu Santo (1 P. 3:18–20; 2 P. 2:5). Rechazaron el mensaje y ahora están
encarcelados.
6:4–5 Acerca de los gigantes (nefilim, «caídos» en hebreo) Unger explica:
«Muchos consideran a los nefilim como semidioses gigantes, la simiente no natural de
las ―hijas de los hombres‖ (mujeres mortales) en cohabitación con los ―hijos de Dios‖
(ángeles). Esta unión totalmente anormal, violando el orden de la creación de Dios, fue una
anormalidad tan escandalosa como para requerir el juicio universal del Diluvio».
6:6–7 El arrepentimiento del Señor no indica un cambio arbitrario de mentalidad,
aunque así nos parezca. Sino indica una diferencia de actitud de parte de Dios en respuesta
al cambio de comportamiento del hombre. Es necesario que reaccione Dios contra el
pecado porque Él es santo.
6:8–22 Noé halló gracia ante los ojos de JEHOVÁ y se le advirtió de antemano que
construyera un arca. Las medidas fueron dadas en codos (1 codo = 45 cm). De manera que
el arca tenía 135 m de largo, 22.5 m de ancho, y 13.5 m de alto. Tenía tres cubiertas. La
ventana en el v. 16 es, literal, «un lugar de luz», probablemente una abertura para que
entraran la luz y el aire, que se extendía a lo largo del arca.
Noé fue salvado por gracia, un acto de soberanía divina. En respuesta hizo todo lo que
Dios le había mandado (v. 22), un acto de responsabilidad humana. Noé construyó el arca
para salvar a su familia, pero fue Dios quien cerró y selló la puerta. La soberanía divina y la
responsabilidad humana no son mutuamente exclusivas, sino que son complementarias.
Noé (v. 9) y Enoc (5:22) son los únicos hombres en las Escrituras de quienes se dice
que caminaron con Dios. Si Enoc representa el símbolo del arrebatamiento de la Iglesia al
cielo, Noé simboliza el remanente fiel de judíos preservados a través de la Tribulación para
vivir sobre la tierra milenial.
La primera mención de pacto se da en el versículo 18. Scofield enumera ocho pactos:
El Edénico (Gn. 2:16); el Adámico (Gn. 3:15); el pacto con Noé (Gn. 9:16); el pacto con
Abraham (Gn. 12:2); el Mosaico (Éx. 19:5); el Palestino (Dt. 30:3); el Davídico (2 S. 7:16);
y el Nuevo Pacto (He. 8:8). Estos ocho, más el pacto con Salomón, se explican a
continuación.
Por supuesto, un tema tan complejo como los pactos ha sido interpretado de diferentes
maneras por distintas escuelas de teología. La enseñanza aquí dada es de acuerdo a la
tradición premilenial y dispensacional.
Debían entrar en el arca dos animales de cada especie, además del alimento. Los
críticos afirman que el arca no era suficientemente grande para contener todas las especies
de animales y suficiente alimento para un año y diecisiete días. Pero es probable que el arca
contuviese sólo los tipos básicos de vida animal y de aves, y que muchas variaciones
aparecieron después. El arca era más que suficiente en tamaño.
7:1 La palabra «entra» aparece por primera vez en el versículo 1, —una invitación de
gracia del evangelio: «Entra… en el arca de seguridad».
7:2–18 No se da ninguna razón por la cual se le mandó a Noé a llevar siete parejas de
animales limpios en el arca, pero sólo una pareja de los no limpios. Tal vez haya sido para
alimento y anticipando la necesidad de animales limpios para los sacrificios (vea 8:20).
Todos permanecieron en el arca durante siete días antes de que empezara a llover y las
fuentes del gran abismo fueran abiertas. El torrente continuó por cuarenta días y cuarenta
noches; cuarenta es el número en la Biblia que habla de prueba.
7:19–24 ¿Fue este un diluvio local, como algunos alegan? Consideremos lo siguiente:
Todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos (v. 19).
Dios no hubiera tenido que decirle a Noé que construyera un arca del equivalente de un
campo y medio de fútbol y con un volumen de 800 vagones de ferrocarril para escapar de
un diluvio local. Sólo hubiera sido necesario trasladar ocho personas y a los animales a un
lugar diferente. Las tradiciones acerca de un diluvio universal vienen de todas partes del
mundo. Las montañas del Ararat alcanzan los 5.200 metros. El diluvio fue quince codos
más alto (vv. 19–20).
¿Con qué tipo de milagro se hubiera podido contener el agua en un lugar limitado? En
Génesis 9:15 Dios prometió que las aguas nunca más llegarían a ser un diluvio para destruir
toda carne. Ha habido muchos diluvios locales desde aquel entonces, pero nunca otro
diluvio universal. Si el diluvio fue local, entonces la promesa de Dios no se cumplió: una
conclusión imposible. Pedro usa la destrucción del mundo por el diluvio como símbolo de
la destrucción aún futura de la tierra por fuego (2 P. 3:6).
El arca es una ilustración de Cristo. Las aguas representan el juicio de Dios. El Señor
Jesús se sumergió bajo las aguas de la ira divina en el Calvario. Aquellos que se encuentran
en Cristo son salvos y los que están fuera son condenados (ver 1 P. 3:21).
8:1–19 La cronología del Diluvio es como sigue:
1. 7 días: desde el tiempo en que Noé entró al arca hasta que empezó el Diluvio (7:10).
2. 40 días y 40 noches: la duración de la lluvia (7:12).
3. 150 días: desde el tiempo en que empezó a llover hasta que las aguas decrecían (8:3)
y reposó el arca sobre el Monte Ararat (comparar 7:11 y 8:4).
4. 224 días: desde el comienzo del Diluvio hasta que reaparecieron las cimas de las
montañas (comparar 7:11 y 8:5).
5. 40 días: desde que aparecieron las cimas de las montañas hasta que Noé envió un
cuervo (8:7).
6. 7 días: desde que mandó al cuervo hasta el primer envío de una paloma (8:6–10; v.
10, «aún otros siete días»).
7. 7 días más: hasta que se envió por segunda vez la paloma (8:10).
8. 7 días más: hasta el último envío de la paloma (8:12).
9. 314 días: desde el comienzo del Diluvio hasta que quitó Noé la cubierta del arca
(comparar 7:11 y 8:13).
10. 371 días: desde el comienzo del Diluvio hasta que se secó la tierra (comparar 7:11 y
8:14). En este día se le mandó a Noé que saliera del arca (v. 16).
El cuervo, un ave no limpia (v. 7), y la paloma, un ave limpia (v. 8), son buenas
ilustraciones de la vieja y nueva naturaleza del creyente. A la vieja naturaleza le gusta
comer de la inmundicia y la carroña, mientras la nueva naturaleza no puede estar satisfecha
en un sitio de muerte y juicio. No encuentra reposo hasta poner sus pies sobre la tierra de la
resurrección.
8:20–22 Noé edificó un altar en respuesta a la salvación de Dios. Los que hemos
hallado la salvación de la ira que vendrá, deberíamos de igual manera traer nuestra
adoración sincera a Dios. Es tan aceptable y agradable hoy como lo fue en los días de Noé.
JEHOVÁ hizo un pacto que no volvería más a maldecir la tierra o destruir a todo ser
viviente, como lo había hecho. Además, dijo que las estaciones del año seguirían mientras
permanezca la tierra.
En 6:5 y aquí, en el versículo 21, Dios habla de la intensa maldad en el corazón del
hombre. En el primer caso, no hubo sacrificio y vino el juicio. Aquí hay sacrificio, y Dios
responde con misericordia.