-Cierta vez en Montevideo, un equipo de básquetbol locatario salió campeón y fueron a festejar a un selecto bar en la principal avenida. Ocuparon tres mesas que pusieron juntas, y al rato se percataron que uno de los compañeros no había sido servido. Llamando al mozo, este les explicó que en la puerta lucía un letrero: La casa se reserva el derecho a admisión. Pidieron hablar con el patrón y este les dijo que entre tantos blancos había uno negro. Este era panameño. Los uruguayos se pusieron en pie como por un resorte, y a patadas, estos gigantes destrozaron todas las mesas y sillas no ocupadas. El bar fue también sancionado. El panameño supo entonces que además de compañeros eran hermanos.