Re: GUIA FACIL PARA COMPROBAR 1844
Estimado valdense. Saludos cordiales.
Tú dices:
[QUOTE=valdense;842797]Por favor Gabriel hombre, eres ciego o sordo, no te estoy preguntando
que es lo que tu crees, ni que lo que creen los sda, tampoco te pregunto que textos fueron los que Miller y uds interpretaron y sigen interpretando mal, esa no era la pregunta........Lo que estamos discutiendo es que:
Memo Miller dijo, predico, predijo, profetizo (como quieras llamarle que Jesus
regresaba en 1843 y despues en 1844)-----Dijimos que esa fue su predicacion (como tu quieras llamarle mensaje del primer angel, segun tu)---Miller no predico otra cosa----Cuando llgo la fecha, su profecia no se cumplio----Creeria que tendrias suficiente sentido comun para aceptar esto---Jesus no regreso a la tierra----entonces no hay duda; la profecia fue una MENTIRA----despues algunos seguidores de Memo Miller dijeron que el evento habia ocurrido en el cielo (exelente para tapar el error eso no hay como ver si sucadio o no)-----El asunto es que Miller jamas predico eso---el predijo algo que resulto MENTIRA Te duela o te guste, esa es la unica VERDAD Miller MINTIO aunque fuera en forma involuntaria
A VER SI CON LETRAS MAS GRANDES LEES MEJOR[/QUOTE]
Respondo: Miller se basó en la Biblia para llegar a estas grandes verdades, y el Señor lo bendijo con lo que él descubrió.
La Palabra de Dios decía:
"
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad." Dan 12:3
Entonces los sabios resplandecerán como el fulgor del firmamento: y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Los Ángeles representan a los ministros de DIOS. LEV 23.24,27 25.9 empezó el primer mensaje Angélico
10 días antes de que en la expiación sonaran las trompetas; así miller 10 años antes del día de la expiación empezó la predicación en 1833. En 1833 Miller recibió de la iglesia
bautista, de la cual era miembro, una licencia que le autorizaba para predicar. Además, buen número de los ministros de su denominación aprobaban su obra, y le dieron su sanción formal mientras proseguía sus trabajos.
En 1833, dos años después de haber principiado Miller a presentar en público las pruebas de la próxima venida de Cristo, apareció la última de las señales que habían sido anunciadas por el Salvador como precursoras de su segundo advenimiento.
Después de varios años de estudio, comenzó a hablar abiertamente de sus convicciones con sus vecinos.
En diez años, Miller predicó unos 3,000 sermones que conmovieron a toda la nación. Muchos pastores con sus congregaciones se unieron al reformador. Más de 100,000 norteamericanos y otros miles en otros países abrazaron la fe milerista.
Hubo gran expectación cuando se acercaba la fecha de marzo del 1843. Otras fechas fueron puestas y finalmente Samuel S. Snow convenció a Miller y el resto de los creyentes que debía ser el 22 de octubre del 1844, ya que en ese día los judíos celebraban el día de la expiación. La medianoche del 22 de octubre pasó y la esperanza de los Mileristas se desvaneció. Históricamente el acontecimiento se llamó “el gran chasco”.
Los mileristas habían vendido sus propiedades, abandonado sus trabajos y despedido de sus familiares y amigos. Algunos se habían ido a los campos a esperar la venida del Señor. Ahora tenían que enfrentar a un mundo escéptico, que se había burlado de sus creencias adventistas. El mismo Miller se excusó ante el pueblo y murió un poco más tarde sin entender su gran contribución al estudio de las profecías. Seguidores del reformador no permitieron que la luz del “mensaje del tercer ángel” llegara hasta él.
Un pequeño grupo de aquellos chasqueados se reunieron en varias ocasiones para estudiar de nuevo sus conclusiones y descubrir el error. Por más que escudriñaron, no encontraron error en los cálculos matemático-proféticos. Fue el milerista Hiram Edson que dio la clave para resolver el misterio. De camino a una reunión de estudio de la Biblia con algunos creyentes, Edson tuvo una visión donde contempló a Jesús vestido como el sumo sacerdote ante el arca del pacto. Al reunirse con sus compañeros relató su visión, y al estudiar los libros de Levítico y Hebreos, comparados con las profecías de Daniel 7,8 y 9, la razón del chasco fue aclarada. El 1844 no marcaba la segunda venida de Cristo a la tierra, sino su aparición ante “el Anciano de grande edad,” (Daniel 7:13) para el inicio del juicio pre-advenimiento. Si Cristo viene con el galardón para todos (Apocalipsis 22:12), entonces el juicio debe realizarse antes. Cada nombre escrito en el libro de la vida debe ser cotejado y ver si es digno de quedar en el libro, o, si no es un vencedor, ser borrado (Apocalipsis 3:5).
La “puerta abierta” ante la iglesia de Filadelfia es la puerta al lugar santísimo del santuario celestial, donde nuestro Sumo Pontífice está realizando la última fase de su ministerio, que es el juicio pre-advenimiento o juicio investigador. Una vez nuestro Salvador termine, Él vendrá por los suyos.
He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te He amado (3:9).
De nuevo la palabra “Judíos” está en sentido figurado y simboliza a los verdaderos cristianos. Algunos de los que se unieron a los mileristas lo hicieron por temor, sin sentir un verdadero interés por le mensaje de urgencia presentado por los líderes del movimiento. Estos son los falsos “Judíos”. Luego del chasco, varias iglesias fueron organizadas, algunas ostentando el nombre de adventistas, por seguir creyendo en el inminente regreso de Cristo. Otros siguieron poniendo fechas para la venida del Señor, cayendo en errores tras errores. Lo importante es la contribución inmensa de Miller al movimiento evangélico en los Estados Unidos de Norteamérica.
La profecía decía que los contradictores habrían de postrarse a los pies de aquellos que con tanto fervor anunciaron el evento tan destacado en la Biblia. Postrarse a los pies de estos es reconocer que su mensaje era verdadero. El hecho que tantas iglesias hoy enseñen la segunda venida de Cristo es evidencia del cumplimiento de esta profecía del Maestro. La frase milerista: “Cristo viene pronto”, es hoy lema de muchos evangelistas y predicadores por todo el mundo. Cristo no vino el 22 de octubre del 1844, pero su promesa es hoy más inminente. Cada minuto que pasa nos acerca más a ese gran momento. El consejo de Dios es para nosotros: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós 4:12).
Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra (3:10).
Es tan hermoso oír de labios del Redentor palabras tan significativas: “Has guardado la palabra de mi paciencia”. En el verso 8 había dicho que el movimiento tenía “poca fuerza”, pero ahora alaba su fidelidad.
“La hora de la prueba” o “tiempo de angustia” que vendrá sobre la tierra será terrible. “Gritará allí el valiente”, escribió el profeta (Sofonías 1:14). La promesa a los vencedores es alentadora: Cristo los protegerá en la tribulación. El Salmo 91 contiene promesas fieles de Dios sobre su auxilio a los fieles en los días de la prueba. En el verso 15 el Señor asegura al cristiano fiel: “Con él estaré yo en la angustia”.
He aquí yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona (3:11).
Puesto que el día final se acerca, a la iglesia se le indica: “Retén lo que tienes”. Esto implica que las verdades desenterradas por el movimiento del despertar habrían de permanecer.
“Que ninguno tome tu corona” es un llamado a la fidelidad. Los ángeles están preparando las coronas que habrán de lucir los fieles, pero el que cae perderá su galardón y su corona la recibirá otro que sea digno. Al profesar creer en Cristo, nos convertimos en candidatos para la redención eterna, pero el juicio, comenzado en el 1844, decidirá quienes quedarán al fin como merecedores de la corona incorruptible.
Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (3:12,13).
La columna en el templo representa la aportación de la iglesia del despertar, sobre todo, esta última fase de este gran movimiento, a la fe cristiana. El énfasis en la segunda venida de Cristo; la doctrina del Santuario, que se formuló después del chasco, y con ella la maravillosa aportación al descifrar la profecía de tiempo de Daniel 8:13,14 y la verdad del Sábado, que se inició con una iglesia milerista, constituyen la “columna” al mensaje que dará la última iglesia de la profecía, llamada “el Remanente”. Después de la Reforma del siglo XIV, nunca hubo un movimiento tan cargado de verdades que el que sigue luego del período de Filadelfia.
La promesa de la eternidad a los victoriosos de este período tiene que ver con el “nombre nuevo” y la residencia en la Santa Ciudad, “la Nueva Jerusalén”. Esta se encuentra en el cielo, pero ha de bajar, luego del milenio, para ser la capital del reino en la tierra renovada.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.