Y no existe la muerte corporal y la espiritual.
Solo existe la muerte física que es total.
La muerte espiritual hace referencia al destino de la persona.
Hola Salmo51. Gusto de charlar contigo nuevamente en el foro.
La cita de Pablo habla claramente de que sí existe un estado de muerte espiritual de la cual Cristo nos resucita. Una persona puede estar biológicamente viva, pero espiritualmente muerta. Biológicamente viendo, pero espiritualmente ciega. Biológicamente oyendo, pero espiritualmente sorda. Su hambre y sed biológicas puede estar satisfechas, pero su hambre y sed espiritual insatisfechas. Puede haber nacido biológicamente, pero no espiritualmente.
A ustedes, él les dio vida cuando aún estaban muertos en sus delitos y pecados, los cuales en otro tiempo practicaron, pues vivían de acuerdo a la corriente de este mundo... Seguíamos los deseos de nuestra naturaleza humana y hacíamos lo que nuestra naturaleza y nuestros pensamientos nos llevaban a hacer. Éramos por naturaleza objetos de ira, como los demás. (Efesios 2:1-3)
La muerte espiritual, y no la biológica, es de lo que se ocupa el Evangelio. Si estamos vivos en Cristo, no nos debería dar miedo que maten nuestro cuerpo.
No temáis a los que matan el cuerpo, porque al alma no pueden matar.
Quien está en comunión con Dios no se hunde en la desesperación si pierde los dedos de una mano, o una función corporal. No se angustia incluso ante el hecho inevitable de que dejará de respirar y que su sangre dejará de circular. Sabe que su cuerpo es un instrumento para el servicio de Dios, y se goza en la vida en Cristo. Esa vida, la vida eterna, que es del espíritu y no de la carne, es lo que más le interesa. Esto lo expresa Pablo con elocuencia:
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Pero si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Por ambas cosas me encuentro en un dilema, pues tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedarme en la carne es más necesario por causa de ustedes (Fil 1: 22-24)