Estimado Leal
Respuesta a Mensaje # 907:
Fíjate en lo siguiente: Éxodo 24:18 y 34:28 presentan dos estadías de Moisés con Dios en las cumbres del Sinaí, de 40 días y 40 noches cada una, lo que hace un total de 80 días completos. Las diversas leyes y todos los detalles para la construcción del tabernáculo insumen un extenso espacio del Pentateuco, pero así y todo, la lectura de los 187 capítulos de los cinco libros no nos llevaría demasiadas horas dedicando dos o tres cada día de una semana. Hay, además, otras muchas ocasiones en que Moisés se presentaba ante El Eterno y hablaba con Él. Pensamos que Moisés hablaba lo mínimo, pues más bien se ocupaba en escuchar. Incluso, en el Tabernáculo, “El Eterno hablaba con Moisés cara a cara, como habla cualquiera con su compañero” (Éx 33:11).
¿A qué voy con esto? Pues a que Dios debe haberle comunicado a su siervo muchas cosas de las que el Pentateuco sólo reúne todo lo necesario para nuestra instrucción. La comprensión, el entendimiento que debe haber recibido Moisés cuando hablaba con Dios cara a cara excede a lo que podemos leer en sus cinco libros.
¿De qué hablaría Dios con Moisés? Pues seguramente le instruiría no solamente con lo que debía hacer él y su pueblo al presente, y cuando se asentaran en Canaán, sino también con toda la historia antigua que luego su siervo consignaría en el Génesis.
Las coincidencias encontradas en las culturas, tradiciones y mitologías antiguas (mayormente de la griega), con las Sagradas Escrituras, ha llevado a incrédulos y escépticos a proponer que aquellas crónicas, leyendas y sagas pasaron luego a los hebreos en la forma conocida en la Biblia. Pero esta teoría no es digna de la inteligencia y erudición de tales expertos.
¡Claro! Su incredulidad no les permitía examinar el reverso de la medalla: ¿y qué si la versión bíblica de la creación, la caída, el diluvio y lo que sigue fuese la verdadera y original, y aquellas que acabaron por ser fantasiosas en sus mitologías, apenas la deformación de lo sabido desde Babel por la imaginación de los esparcidos en sucesivas generaciones de sacerdotes, sabios, poetas, etc.?
Es fácil combatir la fe cristiana atribuyéndole gratuitamente a sus doctrinas una dependencia egipcia, babilónica y griega, pero sinceramente considero que lo que planteo es más sensato y lógico que la premisa que tú, Leal, te esmeras en sostener.
Saludos cordiales.
Ricardo.