Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
SIGAMOS
CONCILIO DE TRENTO: PRIMERAS SEISIONES Y PROCEDIMIENTOS
Ni el mismo Lutero hubiese hablado en términos tan claros y fuertes de la situación de la iglesia romana como lo hicieron los oradores en las primeras sesiones de apertura. El primer orador, el obispo Coriolano Martorano, de San Marcos (Venecia) -Cabe no olvidar que Venecia estaba bajo la autoridad del Patriarca de Constantinopla y por lo tanto era ortodoxa- Este trazó un cuadro vivísimo de la crueldad, avaricia y orgullo de los prelados italianos. Döllinger cita a un autor llamado Le Platafirmando que despues de haber oido los discursos preliminares de Trento, la reforma de la iglesia iba en serio por fin. No se hacía ilusiones en cuanto a ningún compromiso con los protestantes, pero parecía estar seguro de que el concilio atacaría la tiranía papal tanto o más fuerte que los luteranos, Döllinger dice que tal impresión fue hija de la ignorancia acerca del verdadero caracter del clero italiano. El mismo autor alemán hace alusión a otra carta de Antonio Flaminio, en 1545, en la que se refiere a los principios del concilio . "¿Qué puede hacer una asamblea compuesta de tan monstruosos obispos? Nada de ellos es episcopal, salvo sus largas ropas". Nada podía esperarse de unos prelados que debian sus puestos al favor real, la simonía, y toda suerte de maquinaciones legalizadas por la curia romana. Para lograr cualquier mejora, todos los obispos hubieran de haber sido depuestos. Tan solo entonces hubiese quedado alguna esperanza de reforma verdadera.
SEGUIRÁ
SIGAMOS
CONCILIO DE TRENTO: PRIMERAS SEISIONES Y PROCEDIMIENTOS
Ni el mismo Lutero hubiese hablado en términos tan claros y fuertes de la situación de la iglesia romana como lo hicieron los oradores en las primeras sesiones de apertura. El primer orador, el obispo Coriolano Martorano, de San Marcos (Venecia) -Cabe no olvidar que Venecia estaba bajo la autoridad del Patriarca de Constantinopla y por lo tanto era ortodoxa- Este trazó un cuadro vivísimo de la crueldad, avaricia y orgullo de los prelados italianos. Döllinger cita a un autor llamado Le Platafirmando que despues de haber oido los discursos preliminares de Trento, la reforma de la iglesia iba en serio por fin. No se hacía ilusiones en cuanto a ningún compromiso con los protestantes, pero parecía estar seguro de que el concilio atacaría la tiranía papal tanto o más fuerte que los luteranos, Döllinger dice que tal impresión fue hija de la ignorancia acerca del verdadero caracter del clero italiano. El mismo autor alemán hace alusión a otra carta de Antonio Flaminio, en 1545, en la que se refiere a los principios del concilio . "¿Qué puede hacer una asamblea compuesta de tan monstruosos obispos? Nada de ellos es episcopal, salvo sus largas ropas". Nada podía esperarse de unos prelados que debian sus puestos al favor real, la simonía, y toda suerte de maquinaciones legalizadas por la curia romana. Para lograr cualquier mejora, todos los obispos hubieran de haber sido depuestos. Tan solo entonces hubiese quedado alguna esperanza de reforma verdadera.
SEGUIRÁ