EL INMUTABLE AYER
Base bíblica
Heb 13:8 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
Una de las cosas que deben reconocer, los que se jactan de conocer el Hebreo, no para glorificar a Cristo, porque esa jamás ha sido la intención de estos seres desprovistos de sabiduría de lo alto, sino para socavar su ETERNIDAD igual a la del Padre y del Espíritu Santo.
Digo que una de las cosas que están obligados a reconocer, es que la historia del Mesías está íntimamente ligada a la nación de Israel, mucho antes de ser este un pueblo insignificante, como está escrito, para evitar su jactancia de ser descendientes de Abraham, leemos:
Deuteronomio 7:6 - Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.
Deuteronomio 7:7 - No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido,
pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos;
Gén 3:15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Dios mismo le está hablando a la serpiente antigua, y a su descendencia espiritual, los está advirtiendo, que vendría un día, en el cual, nacido de mujer y nacido bajo la ley, nacería Jesús, llamado el Cristo, el Mesías Rey de Israel, quien se encargaría de aplastarle la cabeza en el altar de la Cruz.
Toda la historia de Israel converge en Cristo.
Jesús, como el Hijo de Dios, representa a Israel esclavo por cuatro siglos en Egipto:
Ose 11:1 Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
Una historia que se condensa en el Mesías Rey, como antitipo de lo que ocurrió con su pueblo en Mat 2:15.
Jesús, es la corona, el cumplimiento y representante de Israel.
Jesús es el Hijo de Dios y el Siervo del Señor, pero no en el lastimo sentido en que lo fue Israel, como siervo, sino en su antitipo, leemos:
Isa 43:10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová,
y mi siervo que yo escogí,
para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.
Es en este sentido sin comparación, en lo más sublime de su significado, que el Hijo puede decir en los días de su carne:
"YO Y EL PADRE, UNO SOMOS"
Jesús no fue ungido con el aceite de olivo, típico de los ungimientos judíos, sino por medio del Espíritu Santo de Jehová, Dios.
Aquí está la Trinidad involucrada en este ungimiento, de este modo, Jesús también es el "Hijo de Dios" en un sentido único.
De manera que cuando leemos que es el mismo Ayer, nuestra mente y nuestro corazón nos traslada a la ETERNIDAD, donde se planeó la obra de la Redención, antes de la fundación del mundo (1P.1:18_20).
Esto nos permite entender que el pecado de Adán y Eva, no fue algo que tomó por sorpresa a Dios.
Como tampoco fue sorpresa, el primer sacrificio de animales, que contemplamos de parte de Dios, en el jardín del Edén, cuando hubo derramamiento de sangre (Lev.17:11), y con sus pieles, Dios mismo hizo túnicas, que es una pieza de vestir, que viene desde el hombro hasta más abajo de las rodillas, cubriendo así la desnudez, símbolo de pecado, de Adán y Eva.
Sin derramamiento de sangre no se ha remisión.
Esta fue la causa por la cual la ofrenda de Abel fue agradable a los ojos de Dios, conforme a su sacrificio.
No así la de Caín, que quiso acercarse a Dios a su manera, con los frutos de una tierra maldita por el pecado de Adán (Gén 3:17).
EL INMUTABLE HOY
Mal 3:6 Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.
Su amor es ETERNO, leemos:
Jer 31:3 Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Israel es nación eterna, es mucho más fácil que se produzca un caos cósmico, es decir, que las estrellas y planetas se salgan de sus propias leyes de desplazamiento orbital, antes que la nación de Israel deje de ser nación eterna (Jer 31:35-37).
En un mensaje anterior, aprendimos como Jesús pudo haber destruido la tierra, con doce legiones de ángeles, pero ese no era su propósito.
Dios tiene la virtud de transformar el pecado de Israel, al haber asesinado a su Mesías Rey, en una bendición para nosotros los gentiles, leemos:
Rom 11:17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,
Rom 11:18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.
Rom 11:19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.
EL INMUTABLE POR LOS SIGLOS
El Templo mostrado a Ezequiel en los capítulos 40 al 48 es el lugar donde Jesús reinará durante el Milenio.
Es un Templo de dimensiones colosales, es el Templo más grande del mundo jamás antes conocido, de acuerdo al modelo que le fue mostrado a Ezequiel.
El pequeño templo que existe ahora en Jerusalén, es una obra pequeña, y será profanada por el falso mesías que está esperando el Israel incrédulo.
Jerusalén ahora está rodeada de montes, y para la construcción del Templo de Ezequiel, se requiere un valle muy grande, los pies del Señor harán esto, y es cosa maravillosa, leemos de Jesús, en su descenso al monte de los Olivos, el mismo monte donde ascendió al Trono de su Padre Dios.
Zac 14:4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente,
haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.
Entonces se cumplirá esta profecía:
Jer 3:17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén:
Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón.
Allí estará Jesús reinando por los siglos de los siglos.