Hola OLGA
Cuando Jesús dijo que adoraban a lo que conocían, usa una figura de lenguaje para decir que no tenían el mismo grado de conocimiento que los judíos. Que erraban en muchas cosas. Jamás quiso decir que el Dios de los samaritanos no era Jehová.
En el mismo pasaje tenemos evidencia de que tanto Jesús como la mujer sabían de qué Dios hablaban. Uso la Traducción del Nuevo Mundo:
- Desde el principio, Jesús no intenta explicarle quién es Dios, sino que directamente le dice: “Si supieras del regalo de Dios y supieras quién es el que te está diciendo ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido agua a él, y él te habría dado agua viva”. (v.10)
- Los samaritanos se sabían descendientes de Jacob, por lo que adoraban al Dios de Jacob, que es Jehová Dios. ¿Acaso eres tú superior a nuestro antepasado Jacob? Él fue quien nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y su ganado (v.12)
- La mujer dice que sus antepasados adoraban a Dios en la montaña, y los judíos en Jerusalén. Así pues, la mujer asume que el mismo Dios que ellos adoraban en la montaña es el que se adora en Jerusalén. "Nuestros antepasados adoraban a Dios en esta montaña, pero ustedes dicen que hay que adorarlo en Jerusalén” (v.20)
- Jesús no contradice a la mujer. Al contrario, acepta que adoran al mismo Dios, al Padre, diciéndole: “Créeme, mujer: viene la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre."
Así es Panchito,
es muy correcto lo que dices.
los samaritanos no conocían al Dios verdadero
por eso Jesús dijo ustedes adoran lo que no conocen
nosotros adoramos al que conocemos
la salvación se origina con los judíos
“DIOS es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad.”
(Juan 4:24) Esto es lo que Jesucristo le dijo a la samaritana
Ella le dijo: “Nuestros antepasados adoraron en esta montaña [Gerizim];
pero ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.”
“Jesús le dijo: ‘Créeme, mujer: La hora viene cuando ni en esta montaña,
ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen;
nosotros adoramos lo que conocemos,
porque la salvación se origina de los judíos.
No obstante, la hora viene,
y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad,
porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren.’”—Juan 4:20-23.
A diferencia de los judíos,
los samaritanos adoraban en el monte Gerizim, pues afirmaban que ésta era la santa montaña de Dios.
Sin embargo, no tenían base para esto.
Los cinco libros de Moisés, que ellos aceptaban como sus Escrituras inspiradas,
no justificaban el que ellos consideraran sagrado al monte Gerizim.
Evidentemente para dar crédito a su creencia,
los samaritanos cambiaron un pasaje en el quinto libro de Moisés para que dijese
“Gerizim” en vez de “Ebal.” (Deu. 27:4)
Además, por rechazar el resto de las inspiradas Escrituras Hebreas,
los samaritanos solo tenían un concepto incompleto del verdadero Dios Jehová.
Por lo tanto, Jesús podía decirle correctamente a la samaritana: “Ustedes adoran lo que no conocen.”
Así es que los judíos que aceptaban las Escrituras Hebreas y que llevaban a cabo su adoración
del modo que se bosquejaba en esas Escrituras conocían a Aquel a quien adoraban.
Nadie podía ofrecer una adoración aceptable aparte del arreglo de las Escrituras
que giraba en torno del templo en Jerusalén.
Adicionalmente, el Mesías, como descendiente del rey David, era un judío.
Y solo por medio de él es posible la salvación.
Aun los samaritanos que oyeron el testimonio de la mujer con quien Jesús habló reconocieron este hecho.
Le dijeron a ella: “Ya no creemos a causa de tu habla;
porque hemos oído por nosotros mismos y sabemos que este hombre es
verdaderamente el salvador del mundo.” (Juan 4:42)
Así es que la ‘salvación ciertamente se originó de los judíos.’