Podemos adorar a Jesús porque primeramente no creemos que sea una criatura.
Sabemos que aunque vino en forma de hombre, no era un hombre de origen y por ende no procedía de carne y sangre sino del cielo y del Padre.
Pero también le adoramos porque tampoco creemos que sea un ángel hecho humano.
Sabemos que aunque vino en forma de hombre, no era un hombre de origen y por ende no procedía de carne y sangre sino del cielo y del Padre.
Pero también le adoramos porque tampoco creemos que sea un ángel hecho humano.