Para responderle, voy a limitarme a repetir lo que Él afirmó de sí mismo: que es el Hijo de Dios.
Discrepo profundamente con esta afirmación suya (y le reconozco que me sorprende un poco viniendo de alguien que se define a sí mismo como “cristiano”). Le recuerdo lo siguiente:
Marcos, Capítulo 12 (Reina-Valera 1960)
28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar y sabía que les había respondido bien, le preguntó: «¿Cuáles el primer mandamiento de todos?»
29 Jesús le respondió: «El primer mandamiento de todos es: Escucha, oh Israel; el Señor, nuestro Dios, el Señor uno es».
No es que haya “otro Dios”. Es que el Padre, que conoce todas las cosas, ya sabía que al Hijo, por su proeza, los hombres le daríamos ese título. Isaías, inspirado por el Espíritu Santo, lo registró de su puño y letra muchísimo antes para que supiéramos que no ofendemos al Padre cuando decimos “Dios” a su Hijo. Así que podemos estar tranquilos, que el Señor no se molesta por tal cosa, ya que Él, de forma absolutamente voluntaria y consciente, ha puesto toda potestad para con nosotros en manos de su Hijo. Por algo será.
Y sí: Cristo es el Primer Ser generado por Dios. ¿Le parece “poco” tal cosa? ¿Le parece a usted de escasa relevancia Aquél que puede —muy probablemente— afirmarse Primogénito de Dios?
Bendito sea el Hijo del Dios Altísimo; he aquí uno que se afirma orgullosamente siervo de Él. Porque ser siervo del Hijo equivale a ser siervo del Padre (y viceversa).
Bueno, con todo respeto le digo que usted no ha comprendido bien el sentido de este verso «El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano».
En mi opinión, para entender adecuadamente el tipo de relación existente entre el Padre y el Hijo, podríamos utilizar la imagen del Rey y su Hijo Predilecto: su Heredero. Se trata, sin duda, de una relación basada primariamente en el amor, sentimiento del cual se deriva un profundo respeto mutuo: el Hijo quiere servir al Padre porque le ama, y el Padre ama a su Hijo porque, además de estar orgulloso de Él, sabe que es el único y justo merecedor de su legado (la Corona, el Reino). No se trata de ninguna relación de servidumbre, sino de una en la que uno pretende servir voluntaria y dispuestamente al otro... simplemente porque le ama:
Juan, Capítulo 8 (Reina-Valera 1960)
29 «Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque Yo hago siempre lo que le agrada».
Voy a repetirlo de nuevo: Cristo es mucho más que “un mero sirviente” o esa atrocidad en su comentario de “hijo ilegítimo”. Por favor, estamos hablando del mismísimo Hijo Unigénito del Dios Viviente. Guardémosle el debido respeto, ¿no le parece?
PD. Les recuerdo también lo que Dios mismo afirmó (a través del puño de los evangelistas):
Mateo, Capítulo 3 y paralelos en Marcos y Lucas (Reina-Valera 1960)
16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre Él.
17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia».
Algunos deberían escribir este último verso cien mil millones de veces.