Re: 40 Preguntas para los Adventistas del Séptimo Día
Dios ¡tu Palabra es Infalible!
AQUI ESTAN OTRAS 5 PREGUNTAS CONTESTADAS, LAS PRIMERAS 10 LO PODEMOS ENCONTRAR EN LA PAGINA O LINK 6, Y LAS PREGUNTAS DE LA 11-20 ESTAN EN LOS MENSAJES ANTERIORES.
21. En los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis se encuentran siete cartas de la gran Cabeza de las iglesias, dirigidas a siete iglesias locales. Son los últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra. Si fuese verdad lo que enseña el adventismo, ¿no les habría recordado su deber de guardar el sábado?
En Apocalipsis se dan indicaciones a las siete iglesias de Asia. Se nombran varios pecados y se les advierte no cometerlos. No se menciona la violación del sábado. Tampoco se mencionan el hurto, el asesinato, las codicia, ni el falso testimonio. Esto es porque las iglesias habían caído en otros pecados y no en estos, y por eso no se hacía necesaria una corrección en ese sentido. Pero el silencio de Apocalipsis en relación con estos pecados no nos autoriza a cometerlos. Antes bien, lo que hace el libro es recordarnos que debemos guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (Apoc. 14:12). Si alguien pretende violar el sábado porque nada al respecto se les indica a las siete congregaciones en Asia, también deberá sentirse libre de mentir, robar y matar.
Estamos de acuerdo con que el Apocalipsis contiene "los últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra". Pero notemos lo que dice uno de esos mensajes: "¡Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas!" (Apoc. 14:7). Si nos fijamos en el cuarto mandamiento, observaremos de inmediato que se nos ordena guardar el sábado "porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó" (Apoc. 14:7). Así que el cuarto mandamiento se hizo para adorar a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Si es así, ¿se sentirá Dios honrado cuando no observamos el sábado, es decir, cuando no lo reconocemos como el Autor de la creación?
22. Ustedes dicen que el domingo entró con Constantino en el siglo IV. ¿Cómo explican entonces que los "padres" de la Iglesia, que escribieron durante los primeros tres siglos después de Cristo, hablan del primer día de la semana para las reuniones de los creyentes?
Como ahora se toca un tema extrabíblico, será bueno revisar los datos históricos disponibles para determinar hasta qué punto los "padres" de la iglesia católica acertaron en la verdad. Pablo dice que ya en sus tiempos estaba en marcha el plan de la apostasía (2 Tes. 2:7-9), lo que permite entender que, si en algo los cristianos de los tres primeros siglos procedieron de manera diferente al evangelio eterno, es porque estaban apostatando.
Citar a los autores católicos del periodo postbíblico, ¿es una prueba fidedigna de la verdad? De ser así, ¿por qué los protestantes no hacen votos por los muertos, tal como lo enseñaron Tertuliano, Juan Crisóstomo, Lactancio, y Gregorio Magno? ¿Por qué no creen en el Purgatorio, tal como lo enseñaron Tertuliano y Agustín de Hipona? ¿Por qué no veneran a María, como lo enseñaron Justino Mártir e Ireneo de Lión? ¿Por qué no creen en la preexistencia del alma, tal como lo enseñó Orígenes? ¿Por qué además los protestantes no usan imágenes en sus iglesias, tal como lo hicieron Agustín, Jerónimo, Paulino de Nola, Basilo, Barlaam, Cirilo de Aljandría y tantos otros? Pues si el hecho de que ellos no guardaran el sábado demuestra la legitimidad de esta actitud, entonces todo lo demás que practicaron contra los mandatos divinos también será legítimo a los ojos de Dios.
Tal como lo entendió el protestante James Buchanan en el siglo XVI, hay una gran diferencia entre la teología histórica de la Escritura y la teología histórica de la iglesia, y esta diferencia está dada en razón de que los escritos bíblicos fueron inspirados, pero no los escritos "patrísticos". Buchanan explica:
Estos escritos [de la iglesia católica], sean antiguos o modernos, no poseen autoridad divina en asuntos de Fe, y su enseñanza en estos temas no deben afectar nuestras creencias, a menos que pueda probarse que están en conformidad con las normas infalibles de la palabra de Dios… La levadura anticristiana, que existía en la iglesia primitiva, gradualmente se expandió y fermentó en tiempos posteriores, y se ha vuelto casi universal, cuando el poder de Roma, que tenía obstruido su temprano desarrollo, tomó su camino, y la "Apostasía" predicha tuvo libre curso, hasta culminar en el "Hombre de Pecado", que se sienta "en el templo de Dios" como "Aquel Inicuo" (ho ánomos), el cuerpo visible del "misterio de la iniquidad" (2 Tes. 2:3-8), u "hombre de pecado" (amartías). No podemos esperar que durante el progreso de esta Apostasía predicha, la verdad del Evangelio continuara en su pureza original, y hallamos que, consecuentemente, mientras continuó con su simplicidad durante los tiempos de la persecución y martirio, al final del segundo siglo comenzó a corromperse con muchas doctrinas erróneas y prácticas supersticiosas, que crecieron bajo el fomento de los padres más eminentes, tanto de la Iglesia Oriental como de la Iglesia de Occidente.
Esto lo escribe un protestante, no un adventista. Si es verdad que en el periodo postbíblico el Evangelio no continuó con su pureza original, ¿cómo podremos esperar una demostración doctrinal a partir de lo que aquellos hombres enseñaron? ¿No debe ser la Biblia, y la Biblia sola, la fuente de la doctrina? Por eso, recurrir a los "padres" católicos para demostrar una doctrina bíblica, sólo puede traernos más tinieblas que luz.
23. ¿Por qué porfían en que uno de los papas cambió el día de descanso del séptimo día al primero? Hay plena prueba histórica que los cristianos observaban el primer día durante los siglos antes de que hubiese papa alguno.
Para empezar, hace falta que se citen las fuentes que demuestran que todos los cristianos de los primeros siglos guardaban el domingo en lugar del sábado. Por el contrario, consta en la historia que la observancia del domingo fue introduciéndose de manera gradual en el mundo cristiano.
La historia enseña (no los adventistas) que fue Constantino el Grande quien el 3 de marzo de 321 decretó la santidad del venerabilis dies solis, para legitimar una práctica pagana que se había infiltrado en la iglesia desde los primeros siglos.
Tal como lo confiesa el sacerdote jesuita Félix Moracho, "El emperador Constantino, el año 321 decretó que el domingo tienen que descansar los jueces y las demás actividades ciudadanas. Este descanso, en los siglos V y VI se generalizó y se fue interpretando rigurosamente". Después de Constantino, Graciano y Teodosio ratificarán esta medida. El papa Inocencio I, en el 416 (su último año de pontificado), decretó que el domingo fuese día de ayuno. En el 538 el Concilio de Orleáns prohibió que se hiciera en domingo el trabajo con arado, o en viña, siega, cosecha, descasque, cultivo, seca, a fin de que las personas pudiesen frecuentar la iglesia. Y en el 590 el papa Gregorio I condenó como "anticristo" a quien enseñara que debiese guardarse el sábado como día de reposo. Esto revela que, al contrario de lo que se asegura en la pregunta 23, sí había cristianos que guardaban el sábado contrariando así los decretos imperiales y pontificales. De no ser así, ¿qué sentido tenía la amenaza de Gregorio?
El historiador católico Sócrates Escolástico registra hacia el año 440 que "aunque casi todas las iglesias del mundo celebran los sagrados misterios cada semana en sábado, los cristianos de Alejandría y de Roma, por una antigua tradición, han dejado de hacer esto". Por su parte Sozómeno, otro historiador católico, registra más o menos hacia la misma fecha: "la gente de Constantinopla, y de casi todas partes, se reúne en sábado, tanto como en el primer día de la semana, costumbre que nunca se observa en Roma ni en Alejandría". Así que la propia iglesia católica reconoce que la mayoría de los cristianos del mundo guardaba el sábado a mediados del siglo V.
Será con el paso del tiempo que la iglesia romana presionará por la implementación de la observancia del domingo, lo que finalmente conseguirá. El Catecismo del Concilio de Trento confiesa: "La Iglesia [católica] de Dios en su sabiduría ha ordenado que la celebración del día sábado fuese transferida al «día del Señor» [domingo]". Este catecismo fue escrito por orden del Concilio de Trento y publicado bajo la autoridad del papa Pío V.
Las investigaciones históricas confirman además el origen pagano de la celebración del domingo como día de reposo por parte del catolicismo. Franz Cumont declara: "La preeminencia asignada al dies solis ["día del sol"] ciertamente contribuyó al reconocimiento general del Domingo como día de fiesta", lo cual es ratificado por P. Cotton: "No puede negarse que el uso pagano del Domingo ha tenido un apreciable efecto en la Cristiandad al traer el Domingo Cristiano en preeminencia en la Iglesia como el único día de adoración".
Por su parte A. P. Stanley explica:
La retención del antiguo nombre pagano de Dies Solis, o Día del Sol ["Sunday", en inglés] para la observancia semanal cristiana se debe en gran medida a la unión del sentimiento pagano y el cristiano con que Constantino recomendó a sus súbditos, tanto paganos como cristianos, que el primer día de la semana fuera «el día venerable del Sol»… Era su modo de armonizar bajo una institución común las religiones discordantes del Imperio.
Pero si fue Constantino quien lo hizo, ¿por qué los adventistas denuncian al catolicismo de haberlo hecho? Porque, tal como lo explica el católico C. S. Mosna en su trabajo doctoral, fue la iglesia católica la que "influyó en la decisión de Constantino de hacer del domingo un día de reposo para todo el imperio, y esto indudablemente fue para darle al día del Señor un lugar preeminente sobre los otros días". Es por esto que la iglesia católica "puede reclamar el honor de haber garantizado al hombre una pausa en su trabajo cada siete días".
De manera que está más que probado que fue la iglesia católica, y no los apóstoles, la responsable de haber sustituido al sábado bíblico por el domingo pagano como día de reposo.
En cuanto a los cristianos que guardaban el domingo desde el segundo siglo, eso no demuestra que el domingo sea el verdadero día de reposo. Al contrario, lo que hace es ratificar que la apostasía predicha se estaba cumpliendo. Pablo demuestra que los cristianos de Galacia estaban enseñando herejías como la autojustificación por obras. Él los llama "insensatos" (Gál. 3:1). Aunque eran cristianos verdaderos, se habían alejado de la doctrina cristiana original apenas unos diez años después de haberla recibido. Las cartas dirigidas a las siete congregaciones del Asia Menor remitidas por medio del apóstol Juan demuestra además que diferentes herejías estaban abrumando a la comunidad cristiana primitiva. Si eso ocurría con la doctrina en presencia de los apóstoles, ¿qué no podía ocurrir después de la muerte de ellos?
En las catacumbas, donde se refugiaron los cristianos del imperio Romano durante los siglos II y III, se aprecia una iconografía que habla de un verdadero culto a la imagen de María, lo cual revela que "estaba difundida esta devoción a la Virgen".
A pesar de que la sola idea de dar "devoción" a María pueda causar hoy horror a los protestantes, es un hecho incuestionable que los cristianos de los primeros siglos se estaban apartando del segundo mandamiento, que prohíbe el culto a las imágenes, así como del cuarto, que ordena el reposo del sábado. Por eso, si se quiere vindicar la celebración del domingo en razón de que los cristianos de los primeros siglos así lo hicieron, habría que validar también el culto a las imágenes, así como otras doctrinas no menos paganas que fueron infiltrándose en la iglesia desde los tiempos de los apóstoles.
24. Si debemos guardar el séptimo día, ¿cómo es que los apóstoles y cristianos primitivos celebraban sus reuniones de mayor importancia, como la cena del Señor, el primer día en vez del séptimo?
Es falso que los apóstoles celebraran sus reuniones de mayor importancia, incluyendo la cena del Señor, en domingo. Extrañamente, nuestros interpeladores no aportan ningún versículo para probar lo que dicen. Eso nos obliga a comprobarlo por nosotros mismos. A continuación, las "evidencias" sobre la santidad del domingo en el Nuevo Testamento:
Juan 20:19: Este pasaje es presentado para probar que los discípulos estaban reunidos en domingo. Cierto que lo estaban. Pero no estaban celebrando nada ni estaban guardando ningún reposo. El versículo dice que "los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos", es decir, que estaban escondiéndose. Ninguna celebración estaba llevándose a cabo. Contrariados por la muerte de Cristo y temiendo la arremetida de los judíos, los discípulos se sentían en completo abandono y procuraban evitar que los hallaran. Además, no podían estar reunidos en honor de la resurrección de Cristo porque, en primer lugar, aún no creían que él hubiera resucitado.
Por otro lado, el encuentro con Jesús ocurrió, no en domingo, sino en lunes. En la Biblia un día no se contaba de medianoche a medianoche, sino desde el atardecer de un día, hasta el atardecer del día siguiente (comp. Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Es por esto que la observancia del sábado debía hacerse desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado (Lev. 23:32; Neh. 13:9). Y es por esto también que cuando Cristo fue crucificado, los judíos pidieron que se le quebraran las piernas, ya que era viernes de tarde y el sábado estaba por comenzar (Juan 19:31).
El día de la resurrección, nuestro Señor se apareció a Cleofas y a Lucas en el camino a Emaús, una aldea que distaba unos once kilómetros de Jerusalén (Luc. 24:13, NVI). Al llegar a Emaús, los dos discípulos le pidieron a Jesús que se quedara con ellos, alegando: "Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos" (Luc. 24:29). Esto quiere decir que el primer día ya estaba pasando, y estaba comenzando el segundo día de la semana, es decir, el lunes. Jesús, complaciendo su petición, se quedó y comió con ellos. Al terminar la cena, los dejó, y entonces ellos decidieron volver a Jerusalén (Luc. 24:33). Considerando el tiempo que pasaron en la mesa, más el tiempo que tomaron en recorrer los once kilómetros de regreso a Jerusalén, puede concluirse que cuando se encontraron con los apóstoles ya estaba muy avanzada la noche. Así, cuando Cristo se puso en medio de ellos, hacía ya varias horas que el domingo había pasado. Por eso, si aquel encuentro con el Resucitado santificó aquel día y lo convirtió en día de reposo, los cristianos católicos y protestantes deberían estar guardando hoy el día lunes y no el domingo.
Hechos 20:7: Aunque este es uno de los textos favoritos de los enemigos del sábado de Jehová, en realidad poca ayuda ofrece en favor de la santidad del domingo. Que los discípulos se hayan reunido un primer día de la semana para partir el pan, nada tiene de particular. En Hechos 2:46 se dice que los discípulos "todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón" (Biblia Latinoamericana, 1995), pero eso no hace santos todos los días. Por demás, la cena del Señor puede celebrarse cualquier día de la semana y todas las veces que se desee celebrarla, sin que ello vaya a quitarle al sábado la santidad que Dios le confirió (1 Cor. 11:26).
En este pasaje no hay ninguna indicación de que Dios hubiera transferido la santidad del sábado al domingo. Tampoco se dicta ninguna orden a los cristianos observar el primer día de la semana en lugar del séptimo. Si Dios hubiera pensado en cambiar su ley, ¿por qué no dio la orden tan expresamente y tan enfáticamente como lo hizo con el sábado?
1 Cor. 16:1, 2: Este es otro versículo muy citado sin que se le preste la atención debida. Lo que allí recomienda Pablo es recoger una ofrenda especial para los hermanos pobres de Jerusalén. Con esto Pablo ni está santificando el domingo, ni está aboliendo el sábado. No se dice allí que el domingo sea día de reposo ni que hubiera sido santificado. Todo se trata de una medida de emergencia, y nada tiene que ver con el reposo semanal. Nótese que la recomendación era que "cada uno de vosotros reserve en su casa" (Biblia de Jerusalén); "cada uno ponga aparte en su casa" (Nácar-Colunga); "cada uno de vosotros aparte en su casa" (RV, 1909). No era una colecta en la iglesia, sino una donación particular que Pablo enviaría a buscar de casa en casa para llevarla a Jerusalén (vers. 3). Ahora bien, si todos los hermanos habían de reunirse en la iglesia ese día, ¿por qué Pablo tenía que molestarse en ir de casa en casa, en vez de que todos llevaran sus donativos a la reunión? Sin embargo, allí no se menciona ninguna reunión religiosa, ninguna lectura de las Escrituras, ninguna oración, ni ninguna discusión doctrinal.
Muy al contrario de lo que afirman nuestros examinadores, la Biblia demuestra que los cristianos primitivos se reunían en sábado, bien fuera con judíos o con gentiles (Hechos 13:14, 42, 43, 44; 16:13). En una oportunidad los griegos, quienes no tenían por qué obedecer la ley judía, les rogaron a los discípulos que el siguiente sábado les hablaran de la salvación en Cristo. Esto demuestra el profundo interés que la predicación de los apóstoles estaba despertando en sus corazones. Pero si estaban tan ansiosos de oír la Palabra de Dios, ¿por qué simplemente no pidieron reunirse con ellos al día siguiente?
Pablo, también, trabajaba haciendo tiendas, y los sábados predicaba el evangelio a judíos y griegos (Hechos 18:3, 4). Es llamativo el hecho de que, nuevamente, los griegos recibieran el evangelio no en domingo, sino en sábado, lo cual habla claramente de que era el sábado y no el domingo el día que los cristianos guardaban.
En definitiva, no es cierto que los apóstoles celebraran reuniones de importancia exclusivamente el primer día de la semana, pues a veces lo hacían todos los días, y generalmente lo hacían en sábado. Tampoco es cierto que en la Biblia haya la menor sugerencia de que la santidad del sábado, tan claramente expuesta en las páginas sagradas, se haya transferido al domingo. Nada de eso se registra, ni hay forma de probar con la Biblia que Dios haya autorizado un cambio semejante en un mandamiento en el que él desde el principio ha hecho tanto énfasis. Es por eso que el erudito protestante M. G. Easton, defensor de la observancia del domingo, confiesa: "Cierto, no podemos dar ningún texto que autorice con tantas palabras ese cambio. No tenemos una ley expresa que declare el cambio". Easton fundamenta su defensa del domingo en pasajes como Juan 20:19, Hechos 20:7 y 1 Cor. 16:1, 2. Ya esto es una prueba elocuente de la precariedad argumentativa del reposo dominical.
25. Y, ¿cómo saben que de veras guardan el séptimo día? ¿Pueden estar seguros de que no han [sic] habido errores en los cálculos desde el día en que descansó Dios? Hay que tener en cuenta los cambios efectuados en el calendario en el año 46 a.C., cuando se convino en que el año tuviera solamente 345 días, para corregir los errores que se habían acumulado. Se debe pensar también en la ley del año 1751, hecha "para corregir el calendario", y que ordenó quitar once días del mes de septiembre. Con estas y otras modificaciones, ¿están ustedes seguros de que saben contar los días desde la creación?
Sí estamos seguros, como también estamos seguros de que este es uno de los peores argumentos que los enemigos de la ley de Dios han fabricado hasta ahora en contra del sábado de Jehová. ¿Qué? ¿Se les acabaron los argumentos bíblicos y ahora se ven obligados a buscar excusas fuera de la Biblia? Sea como fuere, analicemos este otro argumento para evaluar su validez.
En el año –46, efectivamente, se promulgó el Calendario Juliano, pero eso no obstó para que setenta años después de entrar en vigencia este calendario, Jesús observara, como era su costumbre, el verdadero sábado de Jehová (Luc. 4:16). En otras palabras, si los días de la semana fueron alterados en el año –46, tal como se nos asegura, Jesús debió haber observado el día equivocado, pues él vivió después de entrar en vigencia el calendario Juliano. Así que, con este "argumento", los antinomianistas de hecho están acusando a Cristo de haber violado la ley divina. A esas consecuencias los llevan sus muy elaboradas excusas para oponerse a la ley de Dios.
En cuanto al cambio del calendario en Inglaterra ocurrido en el año 1751, esto tampoco significó una alteración en los días de la semana, sino sólo en el cómputo de las fechas. La primera actualización del Calendario Juliano la hizo el papa Gregorio XIII en el año 1582, pero lo que cambió fue la fecha del mes, no los días de la semana. "Decretó, pues, Gregorio XIII que el día siguiente al jueves 4 de octubre de 1582 pasase a ser el viernes día 15 de ese mes y año, con lo que dejaron de vivirse los días intermedios; para paliar en lo sucesivo los efectos del desfase en el calendario juliano".
Como puede notarse, del jueves 4 se pasó al viernes 15 de octubre. Esto quiere decir que el sábado 29 de septiembre de 1582, fue sucedido por el sábado 16 de octubre: "…cuando el Imperio Británico actualiza su calendario en 1751, el 11 de febrero «nombre antiguo» se convirtió en el 22 de febrero". De modo que los ajustes que se han hecho al calendario mundial nunca han afectado la sucesión de los días de la semana, pues el problema no eran los días de la semana sino el cómputo de las fechas, para que coincidieran con las estaciones del año. Por eso es que John Wesley, al comentar Génesis 2:1-3, asegura confiado: "el sábado que observamos, es el séptimo día desde la creación".
El argumento artificial e infundando de los cambios en el calendario revela un pésimo conocimiento de la historia, que compite sólo con un deplorable desconocimiento de la doctrina bíblica, y demuestra además la imperiosa necesidad que tienen los abrogacionistas por hallar diferentes excusas para justificar su desobediencia, sin importar que cada excusa propuesta resulte más absurda que la anterior.
Dios nos pueda bendecir Hermanos y guiarnos al camino de su Verdad.
LA PALABRA DE DIOS,
Aunque los de la Tesis abrogasionistas quieran hacer que la Biblia diga algo que no dice; no lo van a lograr, la Bilia es muy clara.
Amen, Gloria a Dios