Saltó la liebre. Este es el leitmotiv de los anti-sistema.
¡Oh, aguerridos escuderos anti-sistema! ¡Daríais la vida por destruirlo, sin daros cuenta que estáis sentados sobre él!
No os dais cuenta que el mundo del que se habló en 1 Juan 5:19, al que debemos darle la espalda, es el mismo del que nos habló Jesús, a saber, el mundo del pecado. El mundo de practicar el mal. Así lo explicó Jesús para que no quedara duda:
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (Juan 17:14-16)
Y así lo entendía el propio autor del versículo que Fresh Air cita:
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo protege, y el maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el maligno.
Específicamente, el mundo que rodeaba a los cristianos a los que hablaba Juan, es el mundo donde se perseguía y masacraba a los cristianos por órdenes imperiales. El mundo donde la mujer era sierva del hombre. El mundo de esclavos que se se vendían como mercancía y eran ejecutados si se atrevían a huir de sus amos. El mundo de Nerón y Calígula. El mundo que estaba menospreciando la filosofía y la ciencia de los conquistados griegos, para ensalzar al poder por el poder y al placer por el placer. El mundo de Pompeya, lleno de prostíbulos y mansiones mal habidas, de adivinación y superstición, que había sido destruido por el Vesubio apenas unos 20-30 años antes de que las palabras de 1 Juan 5.19 fueran escritas.
No os confundáis, pues, entre "mundo" y "mundo". Baháulláh, para evitar tal confusión, de hecho introdujo en la revelación moderna el término "mundo de la humanidad" para referirse al mundo que debemos amar y por el que debemos luchar.
Dios ama al "mundo de la humanidad" y quiere que lo amemos. En esta bendita era, Dios estableciendo su reino tanto en los corazones humanos, como en su estructura social, y eso es TANGIBLE cada día que participáis en Internet, camináis en la calle o visitáis un hospital.