¿Existió realmente Nínive, la gran ciudad asiria que menciona la Biblia? A principios del siglo*XIX aún había críticos de la Biblia que se resistían a creerlo. Pero en*1849, sir Austen Henry Layard excavó las ruinas del palacio del rey Senaquerib en Quyunjiq, lugar que formó parte de la antigua Nínive. Por consiguiente, los críticos tuvieron que callar; pero aquellas ruinas aportaron más datos. En las paredes de una sala bien conservada se representaba la captura de una plaza fuerte y la marcha de los cautivos ante el rey invasor. Sobre el monarca aparece esta inscripción: “Senaquerib, rey del mundo, rey de Asiria, sentóse en un trono nīmedu y revisó el botín (tomado) en Lakiš (la-ki-su)”.6
El relieve y la inscripción, que se exhiben en el Museo Británico, concuerdan con el relato bíblico de 2*Reyes 18:13,*14, que narra la captura de la ciudad judea de Lakís a manos de Senaquerib. Layard explicó así la importancia del hallazgo: “¿Quién habría creído probable, o posible, antes de los descubrimientos, que debajo del montículo de tierra y desechos que señalaba el emplazamiento de Nínive se encontraría la historia de las guerras entre Ezequías [el rey de Judá] y Senaquerib, escrita por Senaquerib mismo cuando tuvieron lugar, y que corrobora hasta en detalles menores el relato bíblico?”.7
Los arqueólogos han desenterrado muchos otros objetos que confirman la veracidad de la Biblia: cerámica, ruinas de edificios, tabletas de arcilla, monedas, documentos, monumentos e inscripciones. Se ha excavado la ciudad caldea de Ur, el centro comercial y religioso donde vivió Abrahán.8 (Génesis 11:27-31.) La Crónica de Nabonido, que salió a la luz en el siglo*XIX, relata la caída de Babilonia a manos de Ciro el Grande, en 539*a.E.C., un suceso narrado en el capítulo*5 de Daniel.9 En un arco de la antigua Tesalónica aparecía una inscripción (que se conserva de forma fragmentaria en el Museo Británico) con los nombres de los gobernantes de la ciudad, a quienes llama “politarcas”, término desconocido en la literatura clásica griega, pero que utilizó el escritor bíblico Lucas.10 (Hechos 17:6, nota.) En este, como en otros asuntos, quedó confirmada la precisión de este escritor. (Compárese con Lucas 1:3.)
Sin embargo, los arqueólogos no*siempre están de acuerdo entre ellos, y mucho menos con la Biblia. Aun así, este libro contiene en sus páginas pruebas sólidas de que es fidedigno.