Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?
The World Book Encyclopedia dice:
Los sucesos del ministerio de Jesús están recogidos en cuatro obras históricas de la Biblia denominadas Evangelios. ¿Hasta qué punto son auténticos? Tras analizarlos, el famoso historiador Will Durant escribió:
Jesucristo fue un gran maestro que vivió en Palestina hace casi dos mil años. Se sabe muy poco de su infancia (Mateo, caps. 1,2; Lucas, caps. 1,2). Cuando cumplió 30 años, emprendió el ministerio de “dar testimonio acerca de la verdad” (Juan 18:37; Lucas 3:21-23). Los cuatro cronistas históricos de la vida de Jesús se centraron en su ministerio público, que abarcó los últimos tres años y medio de su estancia en la Tierra.
Jesús practicó lo que enseñó. Antepuso los intereses del prójimo a los suyos propios y demostró el amor en acción. Cierto día, él y sus discípulos estuvieron atendiendo a muchas personas sin sacar tiempo para comer. Jesús vio la necesidad de que sus discípulos ‘descansaran un poco’, así que se fueron a un lugar solitario. Pero la multitud se les adelantó y estaba esperando a que llegaran. ¿Cómo hubiéramos reaccionado nosotros si nos hubiésemos encontrado en esa situación? Pues él “se enterneció por ellos” y “comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:30-34). Ese fuerte sentimiento de compasión lo motivó a dar ayuda a los demás.
Las acciones de Jesús a favor de otras personas no se limitaron a impartir enseñanza espiritual. También brindó ayuda práctica. Por ejemplo, alimentó a 5.000 hombres, además de mujeres y niños, que cierto día le estuvieron escuchando hasta tarde. En otra ocasión alimentó a otros 4.000. La primera vez usó cinco panes y dos pescados, y la última, siete panes y unos cuantos pescaditos (Mateo 14:14-21; 15:32-38; Marcos 6:35-44; 8:1-9). ¿Fueron milagros? En efecto, Jesús hizo milagros.
Él curó asimismo a muchos enfermos. Sanó a ciegos, cojos, leprosos y sordos, e incluso levantó a muertos (Lucas 7:22; Juan 11:30-45). En una ocasión, un leproso le suplicó: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? “Extendió la mano y lo tocó, y le dijo: ‘Quiero. Sé limpio’.” (Marcos 1:40, 41.) A él lo motivaba un intenso deseo de ayudar. Mediante esos milagros demostró su amor a los afligidos.
¿Es difícil de creer? Bueno, Jesús realizó la mayoría de sus milagros en público. Hasta sus opositores, que lo criticaban en todo momento, no pudieron negar el hecho de que hacía milagros (Juan 9:1-34). Además, estos tenían un propósito. Ayudaron a la gente a identificarlo como aquel a quien Dios había enviado (Juan 6:14).
Un examen breve de las enseñanzas y la vida de Jesús hace que sintamos cariño por él y que deseemos imitar su amor. No obstante, esa no es la única manera en que puede influir en nuestra vida. Él no fue solo un gran maestro que enseñó el amor. Reveló asimismo que había tenido una existencia prehumana como el Hijo unigénito de Dios (Juan 1:14; 3:16; 8:58; 17:5; 1 Juan 4:9). También ha seguido existiendo tras vivir como humano, lo que lo hace aún más importante para nosotros. La Biblia señala que fue resucitado y que ahora está entronizado como Rey del Reino de Dios (Revelación 11:15). Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3; 20:31). En efecto, adquirir conocimiento de Jesucristo puede significar vida sin fin en el Paraíso. ¿Cómo es posible? ¿Por qué no aprende más sobre él y ve cómo “el amor que el Cristo tiene nos obliga” a imitarlo? (2Corintios 5:14.) Los testigos de Jehová estarán encantados de ayudarlo (Juan 13:34,35).
Le pido, si le es posible, me conteste de una forma clara Que es Jesucristo? Cual es su naturaleza?
The World Book Encyclopedia dice:
“INCLUSO muchas personas que no son cristianas creen que Él fue un sabio y un gran maestro. No cabe duda de que fue una de las personas más influyentes de todos los tiempos.”
Los sucesos del ministerio de Jesús están recogidos en cuatro obras históricas de la Biblia denominadas Evangelios. ¿Hasta qué punto son auténticos? Tras analizarlos, el famoso historiador Will Durant escribió:
“El que unos pocos hombres sencillos hubiesen podido, en una generación, haber inventado una personalidad tan poderosa y atractiva, una ética tan elevada y una concepción tan confortadora de la hermandad humana, sería un milagro mucho más increíble que cualquiera de los consignados en los Evangelios”.
Jesucristo fue un gran maestro que vivió en Palestina hace casi dos mil años. Se sabe muy poco de su infancia (Mateo, caps. 1,2; Lucas, caps. 1,2). Cuando cumplió 30 años, emprendió el ministerio de “dar testimonio acerca de la verdad” (Juan 18:37; Lucas 3:21-23). Los cuatro cronistas históricos de la vida de Jesús se centraron en su ministerio público, que abarcó los últimos tres años y medio de su estancia en la Tierra.
Jesús practicó lo que enseñó. Antepuso los intereses del prójimo a los suyos propios y demostró el amor en acción. Cierto día, él y sus discípulos estuvieron atendiendo a muchas personas sin sacar tiempo para comer. Jesús vio la necesidad de que sus discípulos ‘descansaran un poco’, así que se fueron a un lugar solitario. Pero la multitud se les adelantó y estaba esperando a que llegaran. ¿Cómo hubiéramos reaccionado nosotros si nos hubiésemos encontrado en esa situación? Pues él “se enterneció por ellos” y “comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:30-34). Ese fuerte sentimiento de compasión lo motivó a dar ayuda a los demás.
Las acciones de Jesús a favor de otras personas no se limitaron a impartir enseñanza espiritual. También brindó ayuda práctica. Por ejemplo, alimentó a 5.000 hombres, además de mujeres y niños, que cierto día le estuvieron escuchando hasta tarde. En otra ocasión alimentó a otros 4.000. La primera vez usó cinco panes y dos pescados, y la última, siete panes y unos cuantos pescaditos (Mateo 14:14-21; 15:32-38; Marcos 6:35-44; 8:1-9). ¿Fueron milagros? En efecto, Jesús hizo milagros.
Él curó asimismo a muchos enfermos. Sanó a ciegos, cojos, leprosos y sordos, e incluso levantó a muertos (Lucas 7:22; Juan 11:30-45). En una ocasión, un leproso le suplicó: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? “Extendió la mano y lo tocó, y le dijo: ‘Quiero. Sé limpio’.” (Marcos 1:40, 41.) A él lo motivaba un intenso deseo de ayudar. Mediante esos milagros demostró su amor a los afligidos.
¿Es difícil de creer? Bueno, Jesús realizó la mayoría de sus milagros en público. Hasta sus opositores, que lo criticaban en todo momento, no pudieron negar el hecho de que hacía milagros (Juan 9:1-34). Además, estos tenían un propósito. Ayudaron a la gente a identificarlo como aquel a quien Dios había enviado (Juan 6:14).
Un examen breve de las enseñanzas y la vida de Jesús hace que sintamos cariño por él y que deseemos imitar su amor. No obstante, esa no es la única manera en que puede influir en nuestra vida. Él no fue solo un gran maestro que enseñó el amor. Reveló asimismo que había tenido una existencia prehumana como el Hijo unigénito de Dios (Juan 1:14; 3:16; 8:58; 17:5; 1 Juan 4:9). También ha seguido existiendo tras vivir como humano, lo que lo hace aún más importante para nosotros. La Biblia señala que fue resucitado y que ahora está entronizado como Rey del Reino de Dios (Revelación 11:15). Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3; 20:31). En efecto, adquirir conocimiento de Jesucristo puede significar vida sin fin en el Paraíso. ¿Cómo es posible? ¿Por qué no aprende más sobre él y ve cómo “el amor que el Cristo tiene nos obliga” a imitarlo? (2Corintios 5:14.) Los testigos de Jehová estarán encantados de ayudarlo (Juan 13:34,35).