El hecho que esté narrada y testificada por su seguidores no lo vuelve un hecho histórico, amigo LuzAzul.
Hay muchos episodios en la Biblia que están narrados y testificados, y sin embargo se creen solo por fe.
Por ejemplo, la transfiguración. O la oración del huerto. O que caminó sobre las aguas... y un largo etcétera.
El Libro de Mormón también está narrado y testificado. Tenemos la firma de los testigos que dicen haber visto con sus propios ojos las planchas de oro de las que Joseph Smith lo tradujo. Pero el testimonio de tres seguidores no lo convierte en un hecho histórico. Los mormones lo creen por fe.
Lo poco sabemos de Jesús como hecho histórico es que sí existió, y esto solo a través de las escasas referencias de historiadores de su tiempo que NO eran sus discípulos (es decir, que eran por lo menos neutros al asunto). Pero la gran masa de dichos, milagros y actos que narran los evangelios, deben ser aceptados e interpretados por la fe, complementada la razón, la comparación con otras Escrituras, la tradición, la ciencia, y en tu caso como católico, del magisterio de la Iglesia... pero no son hechos históricos.
Ya no hablemos, por ejemplo, de Moisés y de sus dichos y hechos. Nada de eso puede probarse como hecho histórico. Lo creemos por fe.
Lo mismo aplica a Zoroastro y el Buda. No sabemos, desde el punto de vista estrictamente histórico, qué hicieron y dijeron realmente.
¿Realmente se llenó de luz el árbol de Bohdi cuando Sidharta Gautama alcanzó la iluminación y se convirtió en el Buda? ¿O es un mito, producto de tradiciones orales, que simplemente debe interpretarse como que se conectó en plenitud con la Luz que ilumina a todo hombre (El Verbo)?
El Profeta Mohammed sí goza de una historicidad mucho más rica. Ya no digamos El Báb y Baháulláh, del que hay recuentos en periódicos europeos de su tiempo, objetos y sobre todo, manuscritos originales.