𝐃𝐄𝐋 𝐂𝐀́𝐍𝐓𝐀𝐑𝐎 𝐀𝐋 𝐌𝐀𝐍𝐀𝐍𝐓𝐈𝐀𝐋
Una exhortación desde el pozo de Jacob
En medio de la confusión doctrinal y la obediencia ciega al magisterio humano, resplandece una escena gloriosa en el evangelio de Juan: la mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Ella no se escudó en tradiciones, ni se ofendió por la verdad que Cristo le reveló. Al contrario, se maravilló ante el conocimiento divino que penetró su historia, y pidió agua de vida. No defendió su pasado, no justificó su presente.
Reconoció su sed, y recibió el manantial eterno.
𝐂𝐑𝐈𝐒𝐓𝐎 𝐍𝐎𝐒 𝐌𝐎𝐍𝐈𝐓𝐎𝐑𝐄𝐀 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎
“Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (Jn. 4:28-29)
Esta mujer, sin títulos, sin magisterio, sin jerarquía, se convirtió en instrumento útil para la predicación del evangelio. Su testimonio no fue una defensa de estructuras religiosas, sino una proclamación del Salvador. Y el fruto fue evidente:
“Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” (Jn. 4:42)
¡Qué contraste con quienes hoy, como
Jorge Enrique, Sebas, Jima40 y M1st1c0, se aferran al cántaro del magisterio romano!
No para saciarse en el Cristo de la biblia, sino para pedir que dios de ellos bendiga lo que el Vaticano les ha enseñado.
No buscan la voz del Buen Pastor, sino la aprobación del sucesor de Bergoglio.
Rezando no por obediencia a la Palabra, sino por fidelidad a una estructura que exalta a la criatura por encima del Creador.
Pero nosotros no podemos callar.
Hemos sostenido esta batalla no por orgullo, sino por celo por la gloria de Cristo.
No por odio, sino por amor a las almas que aún beben de aguas contaminadas.
Y como la mujer samaritana, les decimos: “¡Venid, ved al Cristo de las Escrituras! ¡Él conoce tu historia, y aún así te ofrece agua de vida!”
No del pozo de Jacob.
No del magisterio romano. Sino del manantial divino, que brota para vida eterna.
Jua 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
No en imágenes ni en mentira, sino en Espíritu y en la Verdad que es Cristo Jesús el fundamento de nuestra Iglesia que no es una imitación romana, sino la genuina, la auténtica que fluye del costado traspasado de Jesús, como fruto de la aflicción de su alma, Cristo es Judío, el cristo romano y su catolicismo es otra cosa ajena a la biblia, una pobre imitación diabólica.
