LA SOBERANÍA DE CRISTO
La soberanía de la raza humana es muy limitada y solo abarca el entorno en el cual se encuentra.
Sabemos que Cristo es soberano sobre la creación que él mismo hizo, los planetas giran a sus órdenes, las estrellas brillan bajo su mirada, ni un pajarillo cae al suelo sin su permiso.
Los discípulos tuvieron temor en la tormenta y Jesús puesto en pie dijo al viento y al mar: "calla, enmudece".
Es fascinante como lo describe el apóstol, el evangelista Marcos, dice que entonces temieron con gran temor, tenían miedo de la tormenta, pero cuando se dieron cuenta de quién era el que estaba con ellos en la barca tuvieron un gran temor, un temor reverente de aquel al cual el viento y el mar le obedecen.
Por medio de 1Cor.10:4 sabemos que él abrió el mar rojo por medio de su siervo Moisés; en Babilonia cerró la boca a los leones; con Elías usó los cuervos como camareros; con Baal hizo que la burra hablara; con Aarón la vara de almendro reverdeció; con los discípulos hizo que después de estar intentando pescar toda la noche sin pescar nada, les dijo echar las redes de nuevo.
Y cuando echaron las redes de nuevo Jesús ordenó a los peces:
-"Ahora, adentro de las redes"- y las redes se rompían, la creación entera le obedece.
Cristo es soberano aún sobre la muerte: sanó enfermos, dio vista a los ciegos, limpió a leprosos, dio vida a la hija de Jairo y en medio de ese valle de huesos secos ordena por medio de Ezequiel y los muertos cobran vida y se ponen en pie, el mismo señor Jesús resucitó al tercer día, venciendo la muerte.
Cristo es soberano sobre los demonios, cuando Jesús se encuentra con el gadareno el endemoniado corre hacia Él, que escena ¿verdad? si pudiéramos echar una fotografía ahí, veríamos al endemoniado corriendo hacia Él, presagiando un inminente encuentro mortal, fatal, pero no hay batalla ninguna, el endemoniado se hinca de rodillas delante de Jesús y clamando a gran voz le dice:
-"¿qué tienes conmigo Jesús, Hijo del Altísimo? te conjuro por Dios que no me atormentes"-;
No hay batalla ninguna, nuestro Señor es el soberano aún los demonios le obedecen.
Cristo es soberano, aún sobre el mal y esa es una verdad fascinante para nuestros corazones, aún sobre el mal, Cristo es soberano.
Fue por maldad que los hermanos de José le vendieron a los mercaderes, pero en realidad fue Dios el que le llevó a Egipto (Gén.50:20); Sansón se enredó con la filistea por su propio capricho, pero fue Dios quien usó esa relación para traer juicios sobre los filisteos; Satanás pidió permiso a Dios para dañar a Job, pero en sus pruebas Dios fue glorificado y la fe de Job fue fortalecida.
Aún sobre el mal Dios es soberano y que diremos del mal más grande de toda la historia, Jesús el justo, maltratado, injuriado, clavado en una cruz como un malhechor, Pilato lavándose las manos, Caifás acusándole con mentiras, la gente gritando: -¡Crucifícale!"-
No puede haber maldad más grande hecha en la tierra, que matamos al justo, el verbo se hizo carne y nosotros lo clavamos en una cruz y aún toda esa confabulación de maldad alrededor de él, estaba en los planes de Dios (2Tim.1:9; 1P1:18-20) y Cristo ejecutó estos planes para nuestro bien; de modo que la mayor maldad de la historia Cristo la transformó en la mayor bendición de la historia. Cristo, nuestro Señor y Dios es absolutamente soberano, no se le escapa nada de las manos, soberano sobre el mal, qué maravillosa verdad.