Re: ¿Será verdaderamente necesario el infierno?
Com ya he explicado,en el grupo de los injustos miles de millones de personas ni siquiera tuvieron la oportunidad de conocer a Jehová,de modo que no le sirvieron ni hicieron su voluntad.¿Qué sucederá con ellas? Estos injustos no quedarán en el olvido.
Dios los resucitará y les dará tiempo para que lo conozcan y le sirvan,si no lo desean el juicio es condenatorio para la destrucción.
En cuanto la objección que pones de Hittler, creo que sabes que hay personas que jamás se les resucitará,¿por qué? Jesús dice que hay un pecado imperdonable,para esos no habrá resurrección,incluso personas que "practican el pecado voluntariamente después de conocer la verdad.¿Pero sabes tú o yo quiénes son los que se no se les dará la oportunidad de la resurrección de los injustos?.
¿Somos tú o yo los jueces en este asunto?.
Amigo LDX,Adán mediante su acción nos condenó a todos a volver al polvo del suelo,seas "bueno" o seas "malo",claro todo esto bajo nustro punto de vista,el que los motivos es Dios.
"El salario que el pecado paga es muerte".
Alfageme
Para empezar no puedo entender que Dios resucite a personas para luego volverlas a destruir. Mi concepto de Dios choca mucho con las creencias de los testigos de Jehová porque ven a Dios como un juez implacable. Dios es un Padre y es amor y la relación que tiene con nosotros es la de un Padre amoroso. El ama a todos sus hijos por igual y no quiere que ninguno se pierda. Pero también es justicia, y como no se puede negar a sí mismo se ve obligado a ser justo. Pero la proveyó un salvador para que la misericordia sobrepuge a la justicia sin robarle nada a ésta. Para que no tengamos que pagar el precio del pecado que es la muerte (separación de Dios). Los que no puedan ser cubiertos por la expiación de Cristo tendrán que pagar por ellos mismos, pero el castigo de Dios no es un castigo sádico. Tendrán que vivir alejados del amor de Dios y con remordimiento de conciencia. Esta separación de Dios es muy dolorosa para el espíritu por eso las Escrituras la describen como un fuego inextingible. Pero este castigo tendrá fin, salvo para Satanás y sus ángeles que es posible que sufran una destrucción de su cuerpo espiritual y queden como inteligencias puras que eran antes de que Dios les proveyera de un cuerpo espiritual
DyC 19:
1 Yo soy el [SUP]a[/SUP]
Alfa y la Omega, [SUP]b[/SUP]
Cristo el Señor; sí, soy él, el principio y el fin, el Redentor del mundo.
2 Habiendo ejecutado y [SUP]a[/SUP]
cumplido la voluntad de aquel de quien soy, a saber, el Padre, tocante a mí —habiéndolo hecho para [SUP]b[/SUP]
sujetar a mí todas las cosas—
3 reteniendo todo [SUP]a[/SUP]
poder, aun el de [SUP]b[/SUP]
destruir a Satanás y sus obras al [SUP]c[/SUP]
fin del mundo, y el último gran día del juicio que pronunciaré sobre los habitantes del mundo, [SUP]d[/SUP]
juzgando a cada hombre de acuerdo con sus [SUP]e[/SUP]
obras y las cosas que haya hecho.
4 Y en verdad, todo hombre tiene que [SUP]a[/SUP]
arrepentirse o [SUP]b[/SUP]
padecer, porque yo, Dios, soy [SUP]c[/SUP]
sin fin.
5 Por tanto, no [SUP]a[/SUP]
abrogaré los juicios que pronuncie, sino que sobrevendrán los lamentos, lloros, [SUP]b[/SUP]
gemidos y crujir de dientes, sí, a los que se hallaren a mi [SUP]c[/SUP]
izquierda.
6 Sin embargo, [SUP]a[/SUP]
no está escrito que no tendrá fin este tormento, sino que está escrito
[SUP]b[/SUP]tormento sin fin.
7 Además, está escrito
[SUP]a[/SUP]condenación eterna; de modo que es más explícito que otras Escrituras, a fin de que obre en el corazón de los hijos de los hombres, enteramente para la gloria de mi nombre.
8 Os explicaré, por tanto, este misterio, porque os conviene saber, así como a mis apóstoles.
9 Os hablo a vosotros que sois escogidos en esto, como si fueseis uno, para que entréis en mi [SUP]a[/SUP]
reposo.
10 Pues he aquí, el [SUP]a[/SUP]
misterio de la divinidad, ¡cuán grande es! Porque, he aquí, yo soy sin fin, y el castigo que por mi mano se da es castigo sin fin, porque [SUP]b[/SUP]
Sin Fin es mi nombre. De ahí que:
11 [SUP]a[/SUP]
Castigo eterno es castigo de Dios.
12 Castigo sin fin es castigo de Dios.
13 Por lo que, te mando que te arrepientas y guardes los [SUP]a[/SUP]
mandamientos que en mi nombre has recibido de las manos de mi siervo José Smith, hijo;
14 y es por mi omnipotencia que los has recibido;
15 así que, te mando que te arrepientas; arrepiéntete, no sea que te hiera con la vara de mi boca, y con mi enojo, y con mi ira, y sean tus [SUP]a[/SUP]
padecimientos dolorosos; cuán dolorosos no lo sabes; cuán intensos no lo sabes; sí, cuán difíciles de aguantar no lo sabes.
16 Porque he aquí, yo, Dios, he [SUP]a[/SUP]
padecido estas cosas por todos, para que no [SUP]b[/SUP]
padezcan, si se [SUP]c[/SUP]
arrepienten;
17 mas si no se arrepienten, tendrán que [SUP]a[/SUP]
padecer así como yo;
18 padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara [SUP]a[/SUP]
no tener que beber la amarga copa y desmayar.
19 Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y [SUP]a[/SUP]
acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres.
20 Por lo que otra vez te mando que te arrepientas, no sea que te humille con mi omnipotencia; y que [SUP]a[/SUP]
confieses tus pecados para que no sufras estos castigos de que he hablado, los cuales en muy pequeño grado, sí, en grado mínimo probaste en la ocasión en que retiré mi Espíritu.
21 Y te mando que [SUP]a[/SUP]
no prediques más que el arrepentimiento, y que [SUP]b[/SUP]
no muestres estas cosas al mundo hasta que me sea prudente.
22 Porque por ahora no pueden [SUP]a[/SUP]
tolerar carne, sino que deben recibir [SUP]b[/SUP]
leche; por tanto, no deben saber estas cosas, no sea que perezcan.
23 Aprende de mí y escucha mis palabras; [SUP]a[/SUP]
camina en la [SUP]b[/SUP]
mansedumbre de mi Espíritu, y en mí tendrás [SUP]c[/SUP]
paz.
24 Yo soy [SUP]a[/SUP]
Jesucristo; vine por la voluntad del Padre, y su voluntad cumplo.
25 Y además, te mando no [SUP]a[/SUP]
codiciar la [SUP]b[/SUP]
mujer de tu prójimo, ni atentar contra la vida de tu prójimo.
26 Y también te mando no codiciar tus propios bienes, sino dar liberalmente de ellos para imprimir el Libro de Mormón, el cual contiene la [SUP]a[/SUP]
verdad y la palabra de Dios,
27 que es mi palabra a los [SUP]a[/SUP]
gentiles, a fin de que pronto vaya a los [SUP]b[/SUP]
judíos, de quienes los lamanitas son un [SUP]c[/SUP]
resto, para que crean en el evangelio y no esperen más la llegada de un [SUP]d[/SUP]
Mesías que ya vino.
28 Y además, te mando que [SUP]a[/SUP]
ores [SUP]b[/SUP]
vocalmente así como en tu corazón; sí, ante el mundo como también en secreto; así en público como en privado.
29 Y tú [SUP]a[/SUP]
declararás gozosas nuevas; sí, publícalo sobre las montañas y en todo lugar alto, y entre todo pueblo que te sea permitido ver.
30 Y lo harás con toda humildad, [SUP]a[/SUP]
confiando en mí, no denigrando a los que denigran.
31 Y de [SUP]a[/SUP]
dogmas no hablarás, sino que declararás el arrepentimiento y la [SUP]b[/SUP]
fe en el Salvador, y la [SUP]c[/SUP]
remisión de pecados por el [SUP]d[/SUP]
bautismo y por [SUP]e[/SUP]
fuego, sí, por el [SUP]f[/SUP]
Espíritu Santo.
32 He aquí, éste es un [SUP]a[/SUP]
mandamiento grande, y el último que te daré concerniente a este asunto, porque esto bastará para tu conducta diaria hasta el fin de tu vida.
33 Y si desprecias estos [SUP]a[/SUP]
consejos, te sobrevendrá la miseria; sí, hasta tu destrucción y la de tus bienes.
34 [SUP]a[/SUP]
Da una parte de tus bienes, sí, parte de tus terrenos, y todo menos lo necesario para el sostén de tu familia.
35 Paga la [SUP]a[/SUP]
deuda que has [SUP]b[/SUP]
contraído con el impresor. Líbrate de la [SUP]c[/SUP]
servidumbre.
36 [SUP]a[/SUP]
Deja tu casa y tu hogar, salvo cuando desees ver a los de tu familia;
37 y [SUP]a[/SUP]
habla libremente a todos; sí, predica, exhorta, declara la [SUP]b[/SUP]
verdad en voz alta con el son de regocijo, diciendo: ¡Hosanna, hosanna, bendito sea el nombre de Dios el Señor!
38 [SUP]a[/SUP]
Ora siempre, y [SUP]b[/SUP]
derramaré mi Espíritu sobre ti, y grande será tu bendición, sí, más grande que si lograras los tesoros de la tierra y corrupción en la medida correspondiente.
39 He aquí, ¿puedes leer esto sin regocijarte y sin que se exalte tu corazón de alegría?
40 ¿O puedes seguir errante como guía ciego?
41 ¿O puedes ser [SUP]a[/SUP]
humilde y manso, y conducirte prudentemente delante de mí? Sí, [SUP]b[/SUP]
ven a mí, tu Salvador. Amén.