Diseño en el Reino Animal.
1. El ave de Mallee y su termostato. Bert Thompson Y Kyle Butt nos dicen:” Todos recordamos haber tomado nuestra temperatura cuando estábamos enfermos. Algunas veces tenemos que mantener el termómetro debajo de nuestra lengua por alrededor de 60 egundos. Sin embargo, así como la tecnología avanzaba, otros termómetros más nuevos fueron desarrollados que podían ser insertados en el oído, tomando solamente unos pocos segundos para medir la temperatura. Pero existe un ave australiano llamado el ave de mallee que tiene un termómetro incorporado que es mucho más preciso que los que los
seres humanos usan para medir la temperatura. Cuando llega el tiempo en que el ave de mallee debe poner sus huevos, el macho cava un hoyo en la tierra y amontona una gran
cantidad de ramas y hojas en el hoyo. Cubre este montón con arena, algunas veces haciéndolo tan alto como de cuatro pies de altura. Con la arena encima, las hojas y las ramas se comienzan a pudrir, lo cual produce calor. El macho hace un agujero arriba del montículo, donde finalmente la hembra pone un solo huevo. Alrededor de una semana después, él hará otro agujero y ella pondrá otro huevo. Este proceso terminará hasta que haya alrededor de 18 huevos en el nido. Muchas veces al día, el macho asoma su pico dentro del montículo.
Luego saca su lengua, que es un muy buen termómetro que puede medir un cambio de temperatura de 1/10 de un grado. Si el montículo está demasiado caliente, remueve algo de la arena, y si está demasiado frío, añade más. Alrededor de siete semanas después de la incubación, los bebés salen del cascarón.¿Cómo sabe el ave macho de mallee la temperatura exacta para mantener sus huevos?¿Cómo sabe que las ramas podridas, cubiertas con arena, producirán calor?¿Cómo mide su lengua cambios de temperatura de 1/10 de un grado? Es simple—el ave de mallee fue diseñado. Y el diseño demanda un Diseñador!”
2. La Araña Cazamoscas. Todos habéis visto una araña y habéis contemplado también esas curiosas filigranas que penden de las ventanas o las paredes, frágiles al menor soplo del viento, y no digamos ante un golpe de escoba. Las telarañas son el símbolo de los lugares inhabitados. Pero que creáis que todo esto ocurre simplemente porque sí. No; también aquí podemos descubrir esa clave armoniosa y oculta que preside la vida de los insectos. La araña se alimenta de moscas. ¿Os imagináis lo difícil que es para un niño cazar moscas? Sin embargo, esta dificultad apenas existe para la araña, la cual ha llegado a inventarse una especie de procedimiento industrial para ello. Un procedimiento sumamente ingenioso, infalible, casi racional y un tanto diabólico. La araña teje sus telas no en cualquier parte, sino en aquellos lugares que pueden designarse como pistas de moscas. Procede, pues, en esto, poco más o menos como los cazadores de la selva: espera al animal por donde ha de pasar, Pero la araña hace más, mucho más; es como un sastre que crea la imagen fiel de la mosca, cuya forma vacía, perfectamente conseguida, logra representar en su tela, aunque no para vestir a su visitante, como hace el sastre con su cliente, sino para destruirle. Fijémonos en la telaraña. Es como una labor de artesanía admirablemente lograda. La araña ha fabricado el tamaño de las mallas a medida del cuerpo de la mosca. Ha medido la resistencia de los hilos con arreglo a la fuerza vital del cuerpo de su víctima en vuelo. Los hilos circulares de la red son pegajosos y más flexibles al choque, con el fin de que la mosca se enrede en ellos fácilmente y quede allí aprisionada con seguridad. Pero los radiales, los que van del centro hacia afuera de la red, están tensados más fuertemente y no son viscosos, porque han de servir a la araña como el camino más corto para llegar hasta su víctima, recubrirla con sus hilos y dejarla indefensa. Todo, como veis, está perfectamente calculado y conseguido. Y lo más maravilloso de todo es que los hilos de la red están tan finamente tejidos, que el potente ojo de la mosca no los ve y cae inadvertidamente en la trampa de la muerte. ¡Qué admirable batalla de ingenio!
3. El Rhynchites Betulae, un genio de las matemáticas. El biólogo Antonio Cruz escribió en su libro, “La ciencia ¿encuentra a Dios?
“Existe un pequeño escarabajo de color dorado,…capaz de utilizar… el cálculo diferencial magistralmente en la construcción de lo que será la morada de sus descendencia. Se trata de un gorgojo perteneciente al género Rhynchites que parasita las hojas del abedul, recortándolas de forma especial y arrollándolas a manera de embudo invertido. Los matemáticos han confirmado que resuelve maquinalmente un complicado problema de cálculo diferencial integral.
Con sus minúsculas mandíbulas recorte la hoja siguiendo una curva sinuosa que es claramente distinta a cada lado del nervio principal. Esto lo hace así de para que cuando la parte derecha quede replegada primero y sea envuelta por la parte izquierda de la hoja, ambas encajen perfectamente y el habitáculo permanezca herméticamente cerrado. Sacar la mitad que envuelve con exactitud a la mitad enrrollada primitiva exige una aplicación muy complicada del cálculo diferencial sobre la geometría.
Considerando el borde de la hoja como envolvente, se ha de cortar de la hoja misma la respectiva evoluta, de tal manera que las líneas arrollantes se dispongan en Angulo recto con el mismo borde, formando cada vez la tangente a la evoluta. Así se corta la parte derecha de la hoja desde la orilla hasta el nervio central en forma de S derecha. Después corta la parte izquierda en forma de una S recortada.
Pues bien, este problema que requiere la inteligencia de un matemático, es resuelto por el pequeño gorgojo si círculos, ni compases, ni computadoras, ni quebraderos de cabeza, sino con una certeza y habilidad pasmosa.
El Rhynchites Betulae construye una cuna vegetal para sus hijos convirtiendo la hoja del abedul en un perfecto embudo. No corta el nervio central de la hoja, pues esto la secaría y dejaría a sus hijos sin alimento. En vez de eso la muerde solo un oco con el fin de amortiguar su vitalidad y conseguir que la hoja quede blanda, dispuesta para ser retorcida y consumida por las pequeñas larvas del insecto. Toda una obra maestra de ingeniería conseguida en menos de una hora. ¿Quién instruyoal gorgojo para que consiguiera resolver lo que el ser humano tardo milenios en averigurar?”
4. Las abejas resuelven problemas de Matemáticas, e insinúan diseño. El biólogo Antonio Cruz escribió en su libro, “La ciencia ¿encuentra a Dios?
“¿Por qué utilizan las abejas la forma hexagonal en sus panales? Entre todas las figuras geométricas posibles que puedan unirse entre sí sin dejar resquicios o desperdiciar espacio, el hexágono es la que posee mayor área.
Mediante ella las abejas consiguen más espacio, con la menor cantidad de material posible. Se trata, por tanto, de una cuestión de economía y solidez. Si, por ejemplo, las celdas fuesen cuadradas, en vez de hexagonales, se necesitaría una cuarta parte más de cera para construirlas.
Otro difícil problema es el de determinar los ángulos exactos con los que las abejas colocan la tapa en cada celdilla hexagonal. Jesús Simón, a mediados del pasado siglo 20, lo explicaba así:
La abeja tiene que cerrar sus celdillas hexagonales con una tapadera de cera. Esta coberterita sea de colocar con tal industria que quede el mayor espacio interior y se haga el menor gasto posible de material en la tapa. El sabio Reamur, por curiosidad, propuso el mismo problema a los matemáticos de su tiempo sin decir que la abeja lo resuelve en la en la construcción de sus panales. Poquísimos matemáticos se hallaron en disposición de resolver el dificilísimo problema de Estereometría…Solo Konig, celebridad matemática de entonces, obtuvo el feliz resultado determino los anglos con los cuales se debe colocar la tapa sobre la pirámide, de la manera siguiente: los ángulos obtusos debían medir 109 grados y 28 minutos, los ángulos agudos, 70 grados y 34 minutos.
Resultaba, no obstante, entre el matemático y la abeja una diferencia mínima de dos minutos, porque la abeja hacia sus ángulos a razón de 109 grados y 28 minutos y 70 grados y 32 minutos …¿Quién tendrá razón, el hombre o el animalito? Maclaurín, matemático Escocés, no se conformo con admitir un error de parte de la abeja, ya que esta, decía, ejecutaba inconscientemente un problema que para ella ha resuelto un matemático infalible, su mismo creador”.
5. El ferrocarril de las procesionarias. Las procesionarias son unos gusanillos negruzcos, con pelos rojizos y cenicientos. Habréis tropezado alguna vez con ellos en vuestros paseos por los bosques o por las laderas de los montes plantados de pinos. Porque estos curiosos animalitos viven en estos árboles y se alimentan de sus hojas. Frecuentemente, sin embargo, abandonan su morada. ¿Para qué? Nadie ha logrado descifrar el secreto de su viaje ni qué necesidad los guía en sus excursiones, que no es fácil que realicen por un puro placer de turismo. Sigámoslos en una de estas salidas. Ya Van lejos del pino. Se trasladan como al compás, formando una hilera, como un ferrocarril delgado y ondulante. El que abre marcha levanta continuamente la cabeza, como si tratara de explorar el terreno. Es el jefe, el capitán, el maquinista. Pero si le quitáis de su puesto y le ponéis a la cola, veréis que se resigna disciplinadamente, mientras que el que le seguía asume el papel de avezado conductor. Pero lo más curioso de todo es que las procesionarias son casi ciegas, o al menos rematadamente miopes, y carecen de olfato. ¿Cómo se las arreglan, entonces, para orientarse en sus excursiones? ¿Cómo aciertan a volver al pino donde tienen su morada? Voy a contaros el misterio... El gusanillo que sirve de guía va babeando, a medida que avanza, un hilo de finísima seda y fijándolo en el camino por donde se desplaza la caravana. Los que vienen detrás se encargan de engrosarlo. De este modo construyen un prodigioso ferrocarril para la vuelta, un ferrocarril para cada viaje, un ferrocarril que reluce a los rayos del sol. Al regreso de la excursión, cumplido el objetivo de la salida, el convoy no tiene más que guiarse por él. Ahora colocad este convoy viviente sobre el borde de una maceta. Veréis cómo empieza a girar. Si alguno de los pequeños seres resbala y cae al suelo, en seguida trepa y se incorpora a su puesto en la marcha. Pero el camino empieza a hacerse interminable. El convoy da vueltas y vueltas sobre el círculo cerrado. Y al fin viene el cansancio, el agotamiento, la muerte. Es la noria de los desesperados. Y puede ocurrir también que alguien destruya el hilo conductor en plena naturaleza. Entonces, también la caravana está perdida. Y en el puesto de mando del pino, donde las procesionarias tienen su nido, se recibe aquel día un parte terrible: «No ha regresado ninguno. El enemigo ha destruido sus comunicaciones y han perecido en la inmensidad de la naturaleza.» Y mientras tanto, otros miles y miles de procesionarias siguen construyendo sus mágicos ferrocarriles, viajando por ellos, viviendo o muriendo.
Migraciones sorprendentes
Analicemos otro caso de una enorme complejidad biológica: el hecho de que ciertas aves —entre ellas algunas cigüeñas, patos, gansos y petirrojos— tienen la capacidad de navegar con precisión miles de kilómetros por un territorio previamente desconocido y aterrizar exactamente en el sitio correcto, en la época adecuada del año para poder alimentarse y reproducirse. Luego, cuando termina el invierno, volar miles de kilómetros de regreso y llegar sanas y salvas a los mismos territorios donde anidan.
Los experimentos han revelado que estas aves han heredado la habilidad para orientarse utilizando las estrellas de noche y el sol de día. Manejan en forma subconsciente los datos astronómicos y calculan la altitud, latitud y longitud para viajar infaliblemente a un lugar predeterminado. Tienen un reloj interno y un calendario que les permite saber cuándo deben empezar y terminar sus migraciones. Tal vez lo que es más sorprendente es que puedan hallar su destino distante a partir de su primer viaje, ¡aunque no tengan ninguna experiencia!
Por ejemplo, cada año la curruca de garganta blanca emigra desde Alemania hasta el África. Es interesante notar que cuando las aves adultas emigran, dejan sus crías. Varias semanas más tarde, cuando las jóvenes aves son lo suficientemente fuertes, ellas también vuelan instintivamente miles de kilómetros por tierra desconocida y por mar, ¡y arriban al mismo sitio en que sus padres las están esperando! ¿Cómo pueden estas aves inexpertas navegar miles de kilómetros con tal exactitud y arribar sin ningún tropiezo para reunirse con sus padres?
En Norteamérica, en sus migraciones el chorlito dorado circunnavega la mayor parte de los hemisferios norte y sur. Después de anidar en Canadá y Alaska, los chorlitos comienzan su viaje a la parte nororiental de Canadá, y vuelan sobre el océano para llegar a Brasil y Argentina, un viaje de cerca de 10.000 kilómetros. Más tarde, cuando termina la estación, viajan nuevamente al norte, pero siguen una ruta diferente, pasando por el interior de Sudamérica y Centroamérica, luego por la cuenca del Misisipí hasta llegar a los sitios en que anidan. Esto se repite año tras año.
El Dr. Scott Huse comenta: “Las causas de las migraciones y del increíble sentido de orientación que demuestran estos animales les plantean a los evolucionistas una de las dificultades más desconcertantes para la ciencia. Para los evolucionistas les resulta sumamente difícil explicar cómo esas capacidades tan especiales pudieron evolucionar por etapas, según un sistema fortuito de probabilidades, sin que mediara ninguna inteligencia que lo guiara. El desarrollo por etapas de un instinto como éste parece altamente improbable porque el instinto de las migraciones no funciona para nada a menos que sea perfecto. Obviamente, no representa ningún beneficio poder atravesar perfectamente sólo medio océano” (The Collapse of Evolution [“El derrumbamiento de la evolución”], 1997, p. 34).
El increíble ciclo del salmón. Algunas especies de salmón realizan complejas e increíbles migraciones. Nacidos de huevos puestos en arroyos, estos peces pasan los primeros años de su vida en lagos y ríos de agua dulce. Cuando han crecido lo suficiente, nadan corriente abajo hasta el océano, donde tienen que adaptarse al agua salada, un ambiente químico completamente diferente, y allí permanecen varios años.
A medida que comen y crecen, los salmones emigran varios miles de kilómetros. Posteriormente, hacia el final de sus vidas, dejan el ambiente del océano y nadan corriente arriba hasta alcanzar el mismo sitio en el arroyo donde varios años atrás fueron depositados los huevos que les dieron origen. Allí desovan y mueren, y sus cuerpos en descomposición les proveen a los huevos recién puestos los elementos nutritivos que necesitan. Luego nace una nueva generación de salmones y el asombroso ciclo empieza de nuevo.
Tantas adaptaciones van en contra de las supuestas “modificaciones numerosas, sucesivas y pequeñas” de la teoría evolutiva, y también del sentido común. Si una especie está bien adaptada a vivir en agua dulce, ¿cómo hace para tener los cambios fisiológicos necesarios para vivir en el agua salada? Y ¿por qué habría de emprender semejante viaje tan agotador para encontrar el mismo sitio de su nacimiento, sólo para morir?
¿Cómo logran esos peces, después de viajar varios miles de kilómetros, encontrar los mismos arroyos en que empezaron sus vidas varios años antes? La evolución no ha podido ofrecer ninguna explicación plausible de este fenómeno.
Simbiosis de Higiene.
Todo animal posee alguna forma de instinto de supervivencia; cada uno conoce la clase de alimento que necesita y la forma de evitar o defenderse de los depredadores. Sin embargo, debido a las relaciones simbióticas, algunas criaturas les permiten a otras especies, que
normalmente les servirían de comida, que lleven a cabo tareas de limpieza y de higiene sin que haya amenaza o daño. Los científicos llaman este fenómeno "simbiosis de limpieza".
Es común que ciertos peces grandes, tales como los tiburones, después de consumir peces pequeños queden con parásitos y restos de comida entre sus dientes. Con el tiempo, estas partículas pueden producirles enfermedades o acumular un sarro peligroso que puede dificultarles más adelante la alimentación. Pero existen ciertas clases de peces pequeños que están diseñados para funcionar como cepillos de dientes biológicos y pueden limpiar, sin temor, los dientes de los depredadores más grandes.
El pez que realiza la limpieza nada tranquilamente dentro de la boca abierta del pez más grande y cuidadosamente come los residuos y los parásitos de los dientes. ¿Cómo puede el pez depredador contener sus instintos de tener una comida gratis con sólo cerrar la boca, o perderla compostura ante la irritación del proceso de limpieza? Estas acciones van directamente en contra del instinto de conservación de ambos animales; sin embargo, metódicamente se lleva a cabo la limpieza. Algunas especies parecen tener "estaciones de limpieza", y los peces grandes esperan con paciencia su turno mientras les limpian
la boca a los que están delante de ellos.
Esta clase de simbiosis de limpieza también se encuentra entre ciertas especies de aves y reptiles. En Egipto, el chorlito egipcio vuela dentro de la boca abierta del cocodrilo del Nilo, con el fin de quitarle los parásitos. Cuando la tarea está terminada, no importa si
el cocodrilo tiene hambre o no, el pajarito siempre escapa sin perder ni una pluma.
¿Cómo pueden animales tan diversos, que normalmente tienen una relación de depredador-víctima, volverse camaradas en una operación de limpieza? Si estos procedimientos evolucionaron, como afirman los evolucionistas, ¿cuántos pájaros habrían sido devorados antes de que el cocodrilo decidiera que lo que más le convenía era que su boca estuviera limpia, y dejara que el ave se escapara? En contraste, ¿cuántos pájaros habrían continuado limpiando los dientes del cocodrilo después de haber visto que sus parientes cercanos habían perecido en las fauces de esos temibles reptiles? Con certeza, estas aves saben instintivamente que hay formas más seguras y saludables de obtener su comida.
Tales extraordinarias relaciones entre diversas criaturas muestran implícitamente que son producto de un diseño inteligente y deliberado. Las relaciones simbióticas son un gran desafío para el darvinismo y una prueba clara de que existe un gran Diseñador y Creador” (Tomado de:
http://es.nntp2http.com/charla/relig...d1826e62f.html)
Simbiosis entre los seres vivos más simples
Un ejemplo de la simbiosis benéfica (llamada mutualismo), es lo que existe entre el alga y el hongo de los líquenes. El hongo le provee protección y humedad al alga, en tanto que el alga alimenta al hongo con productos de la fotosíntesis que lo mantienen vivo. Un texto de biología lo expresa así: “Ninguna de las dos poblaciones podría vivir sin la otra, y así, el tamaño de cada una es determinado por el de la otra” (Mary Clark, Contemporary Biology [“Biología contemporánea”], 1973, p. 519).
Entonces, ¿cuál vino primero, el alga o el hongo? Ya que ninguno de los dos podría existir sin el otro, para que ambos pudieran sobrevivir tendrían que evolucionar independientemente y aparecer exactamente en el mismo momento y precisamente con las funciones correctas. Pero ¿cómo pudieron dos especies completamente diferentes evolucionar independientemente, de ancestros distintos, y sin embargo depender la una de la otra para existir? Francamente, la idea de que esta relación evolucionó es absolutamente incomprensible.
Plantas y animales
Otro ejemplo sobresaliente de la simbiosis es la relación entre las abejas y las plantas. Cuando las abejas recogen el precioso néctar que les sirve de alimento, también polinizan decenas de especies de flores y cultivos agrícolas. Sin esta polinización, los huertos darían muy poco o ningún fruto y los árboles frutales no sobrevivirían mucho tiempo. ¿Cómo podrían existir estas plantas sin la polinización de las abejas? Por otra parte, ¿cómo podrían las abejas sobrevivir sin el néctar necesario como alimento? Claramente, ambas formas de vida dependen entre sí para su existencia.
Es más, la abeja tiene que llevar a cabo la polinización de una manera específica para que pueda funcionar. Si la abeja visita diferentes especies de flores al azar, la polinización no puede ocurrir, porque el polen de cierta especie de flor no fertiliza a otra clase diferente. De alguna forma, la abeja tiene que saber que sólo puede visitar una clase de plantas en el momento y la estación correctos.
Todo en esta relación simbiótica tiene que ocurrir en el momento oportuno y de la forma correcta para que pueda funcionar, y debemos estar agradecidos de que así suceda. Podemos disfrutar frutas deliciosas en parte por el incansable trabajo de estas diminutas criaturas que, sin saberlo, llevan a cabo la labor vital de la polinización.
Uno de los ejemplos más sorprendentes de la simbiosis se da entre la planta de la yuca y la polilla de la yuca. Ambas dependen de la otra para poder sobrevivir. La planta de la yuca es físicamente incapaz de polinizarse a sí misma y producir semillas para perpetuarse. La polilla de la yuca (Pronuba), poliniza la planta de la yuca cuando deposita sus huevos en ella.
Esto se lleva a cabo en tres etapas. Primero, la polilla aterriza en los estambres (la parte masculina de la flor, que es la que produce el polen) de una de las flores de la yuca. Luego hace una bola pegajosa de polen y la transporta en un apéndice situado bajo su cuello, exclusivo de esta clase de polillas.
Segundo, la polilla vuela hacia otra flor de la yuca, aterriza en el pistilo (la parte femenina de la flor, la cual produce la fruta y la semilla) y deposita uno de sus huevos en la base del pistilo, que es el ovario de la flor.
Tercero, la polilla escala el pistilo y cuidadosamente pone la bola de polen dentro del tubo del estigma, en la parte superior. La polilla repite esto en una flor hasta que cada óvulo tenga un huevo de polilla y cada estigma tenga el polen adentro.
Después de la incubación, las larvas de la polilla se alimentan de las semillas de la yuca. Sorprendentemente, la polilla calcula el número de sus larvas que crecen dentro de cada flor, de tal forma que las larvas no consuman todas las semillas de la yuca, porque si se comieran todas las semillas de la planta de la yuca, ¡ésta no podría seguirse reproduciendo y finalmente esto acabaría con las polillas también!
Al polinizar la planta, la polilla ayuda a producir comida (las semillas de yuca) para sus larvas y a la vez está asegurando que la planta pueda continuar reproduciéndose.
Pero eso no es todo. El ciclo de vida de la polilla de la yuca está regulado para que las polillas adultas aparezcan a principios del verano, justo el momento en que florece la planta de la yuca.
¿Cómo puede semejante relación simbiótica entre la polilla y la planta haberse desarrollado por etapas graduales en un proceso evolutivo que se llevó a cabo como un juego de azar? ¿Qué secuencia concebible de cambios pequeños a lo largo de miles de millones de años pudo haber producido un arreglo perfecto, mutuamente benéfico, entre diferentes especies de plantas y animales?
El darvinismo no ofrece respuestas. Es obvio que estas relaciones tan ostensibles aparecieron abruptamente o nunca se habrían podido desarrollar de ninguna forma.
(Tomado de:
http://www.lasbuenasnoticias.org/literatura/folletos/SCE/simbiosis.htm)
Los vegetales insinúan diseño.
1. La Semilla Del Muérdago. El muérdago es esa planta siempre verde, de tallos nudosos y armados de pequeñas púas, de hojas carnosas, de flores amarillas en forma de arbusto o mata que crece como injertado en las ramas y troncos de ciertos árboles. En Andalucía lo llaman marojo y de él se extrae la sustancia con que se hace la liga para cazar pájaros. Pues bien; ¿sabéis cómo se las arregla el muérdago para trasladarse hasta las ramas de determinados árboles, único medio donde puede desarrollarse y vivir? Escuchad. Os parecerá como un cuento increíble... Si la semilla del muérdago cae al suelo, está perdida para siempre y no vuelve más a la vida No basta, sin embargo, que la semilla vaya a parar a una rama cualquiera, es necesario que quede adherida a ella, para que tenga tiempo de germinar e introducir su raíz, en forma de punzón, en la madera del árbol, del que el muérdago se alimenta, chupando de él agua y sales nutritivas. Y parece como si el muérdago supiera todo esto y se resistiera a morir. Por eso, ha elegido el mejor y más apropiado medio para su propagación. Voy a descubriros en qué consiste. El fruto del muérdago está envuelto en una materia pegajosa, gomosa, y es como una tentación de golosina para el pájaro llamado tordo o charla. Cuando éste se acerca a comerlo, se le pegan al pico las duras y pequeñas semillas. Y puede ser que algunas vayan a parar al ramaje de los árboles con los restos no digeridos del alimento del pájaro. Pero lo más frecuente es que queden depositados en las ramas cuando el tordo levanta el vuelo y va a limpiarse en ellas el sucio y pegajoso pico. Así, mediante el apetito y el vuelo de los pájaros, es como el muérdago se propaga. ¿Cabe nada más natural y extraordinario al mismo tiempo?
¿Objeciones al diseño inteligente?
1. Existe el mal, por lo tanto Dios tiene que ser malo si El es un diseñador. Cuando se habla del diseño inteligente, no se intenta demostrar el carácter de Dios, sino solo que hay un diseñador inteligente.
La creación puede que sea imperfecta y que el argumento del diseño siga fuerte.
Argumentar en base de la imperfección es decir que si una oración tiene una palabra con faltas de ortografía, no puede haber sido escrita por un ser inteligente.