¿Quien fundó la iglesia de Roma?

Lucas, de nación Sirio,antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles siguió a Pablo. Lucas no fue testigo presencial de los hechos de Cristo y hubo de apelar a informaciones ajenas, de las cuales dio testimónio. Y acaso puedo creer que ocultando Pedro por modestia tal hecho, la preocupación de apóstoles, discípulos y evangelistas de aquellos tiempos iba a recaer en la justificación futura de una sóla Iglesia Universal?, más bien creo que su preocupación redicaba en la predicación y en dar a conocer la buena nueva. ¿Acaso los Evangelios nos e complementan entre si? ¿Acaso fueron escritos en reunión conjunta de los cuatro Evangelistas? ¿A que hechos HISTORICOS nos estamos refiriendo??


Demuestrenos usted, si puede, con la Biblia en una mano y con la historia en la otra, que el primer papa fue Pedro. :D
 
Tan trascendente a sido, ¡si!, más de 2000 años de supervivencia de la Iglesia Católica en constante expansión, miles de mártires entregados por su fe


¿martires entregados?


¿y los que fueron vilmente asesinados y perseguidos por Roma?


¿en expansión? :confused: ¿se lee usted las noticias de la falta de vocaciones y de las quejas de la jerarquía romana en cuanto al crecimiento en latinoamérica de las iglesias evangélicas? ¿por qué cree que están ustedes copiando nuestras canciones, nuestra forma de llevar el Evangelio, nuestras reuniones caseras..........en fin, no hay peor ciego que el que no quiere ver.:cool:



Siguiendo tu lógica lo que constato es que todo lo que se dice en el Evangelio de San Mateo, ya que toda Palabra es tan trascendente para el futuro del cristianismo, y no viene recogido por alguno de los otros evangelistas es falso.!!!!


eso se lo ha inventado USTED y pone de su cosecha palabras que YO NO HE DICHO.


Pedro es la piedra en la que El establece el fundamento de tradición apostólica.


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Re: Y CADA VEZ MAS GRANDE EN HONOS DE CRISTO NUESTRO SEÑOR!

Re: Y CADA VEZ MAS GRANDE EN HONOS DE CRISTO NUESTRO SEÑOR!

Originalmente enviado por: Allucalor
”En Roma hubo cristianos desde mediados del siglo I, aunque los paganos aún les confundían con los judíos. San Pablo predicó en Roma entre el 61 y el 64. San Pedro también estuvo en la ciudad durante el mismo periodo.” (Diccionario de Civilización Romana, Larousse, Jean-Claude Fredouille) No voy a ser yo quien caiga en esta discusión pero si ni siquiera atendemos a los hechos históricos que son aceptados por la comunidad histográfica, ¿de dónde sacaremos referencias históricas? ¿De lo que a uno le interesa y acepta a su modo particular?


Alguna contradicciones historicas....



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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="teal"> Aunque la actividad y muerte de San Pedro en Roma sea tan claramente establecida, no tenemos información precisa sobre los detalles de su estancia Romana. Las narraciones contenidas en la literatura apócrifa del siglo segundo, sobre la supuesta contienda entre Pedro y Simón el Mago, pertenecen al dominio de la leyenda. De lo ya dicho sobre el origen del Evangelio de San Marcos, podemos deducir que Pedro trabajó durante un largo período en Roma. Esta conclusión es avalada por la voz unánime de la tradición, que desde la segunda mitad del siglo segundo designa al Príncipe de los Apóstoles como fundador de la Iglesia Romana. Se sostiene ampliamente que Pedro hizo una primera visita a Roma luego de ser milagrosamente liberado de la prisión en Jerusalén; que Lucas se refería a Roma por "otro lugar", pero omitió el nombre por razones especiales. </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="red">No es imposible que Pedro haya realizado un viaje de misión a Roma alrededor de esta época (después del 42 AD), pero este viaje no puede ser establecido con certeza. De cualquier forma, no podemos, en apoyo de esta teoría, apelar a las notas cronológicas de Eusebio y Jerónimo, dado que, aún cuando estas notas se retrotraen a las crónicas del siglo tercero, no son tradiciones de antiguo sino el resultado de cálculos basados en las listas episcopales. </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="teal">En la lista de obispos de Roma que data del siglo segundo, se introdujo en el siglo tercero (como sabemos por Eusebio y la "Cronografía de 354") la nota sobre veinticinco años de pontificado de San Pedro </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="red">pero no podemos rastrear su origen. Este agregado, en consecuencia, no sustenta la hipótesis de una vista de San Pedro a Roma luego de su liberación de la prisión (alrededor del 42). </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="teal"> Por lo tanto, podemos admitir solamente la posibilidad de una visita tan anterior a la capital.Aunque la actividad y muerte de San Pedro en Roma sea tan claramente establecida, </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="red">no tenemos información precisa sobre los detalles de su estancia Romana. </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="teal">Las narraciones contenidas en la literatura apócrifa del siglo segundo, sobre la supuesta contienda entre Pedro y Simón el Mago, pertenecen al dominio de la leyenda. De lo ya dicho sobre el origen del Evangelio de San Marcos, podemos deducir que Pedro trabajó durante un largo período en Roma. Esta conclusión es avalada por la voz unánime de la tradición, que desde la segunda mitad del siglo segundo designa al Príncipe de los Apóstoles como fundador de la Iglesia Romana. Se sostiene ampliamente que Pedro hizo una primera visita a Roma luego de ser milagrosamente liberado de la prisión en Jerusalén; que Lucas se refería a Roma por "otro lugar", pero omitió el nombre por razones especiales. No es imposible que Pedro haya realizado un viaje de misión a Roma alrededor de esta época (después del 42 AD), </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="red">pero este viaje no puede ser establecido con certeza. De cualquier forma, no podemos, en apoyo de esta teoría, apelar a las notas cronológicas de Eusebio y Jerónimo, dado que, aún cuando estas notas se retrotraen a las crónicas del siglo tercero, no son tradiciones de antiguo sino el resultado de cálculos basados en las listas episcopales. </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="teal">En la lista de obispos de Roma que data del siglo segundo, se introdujo en el siglo tercero (como sabemos por Eusebio y la "Cronografía de 354") </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="red"> la nota sobre veinticinco años de pontificado de San Pedro, pero no podemos rastrear su origen. </i>

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<i><FONT FACE="arial"><FONT SIZE="3"><FONT COLOR="teal"> La tarea de determinar el año de la muerte de San Pedro está rodeada de dificultades similares. En el siglo cuarto y aún en las crónicas del tercero, hallamos dos notas distintas. En las "Crónicas" de Eusebio se da la muerte de Pedro y Pablo como en los años decimotercero y decimocuarto de Nerón (67-68); esta fecha, aceptada por Jerónimo, es la sostenida generalmente. El año 67 también es avalado por la afirmación aceptada al igual por Eusebio y Jerónimo, sobre que Pedro fue a Roma en el reinado del Emperador Claudio (según Jerónimo, en el 42), así como por la tradición antedicha de los veinticinco años de episcopado de Pedro (cf. Bartolini, "Sopra l'anno 67 se fosse quello del martirio dei gloriosi Apostoli", Roma, 1868). Una versión distinta es provista por la "Cronografía de 354" (ed. Duchesne, "Liber Pontificalis", I, 1 sqq.). Ésta refiere el arribo de San Pedro en Roma al año 30, y su muerte como la de San Pablo al año 55. Duchesne ha mostrado que las fechas en la "Cronografía" fueron insertadas en una lista de los Papas que contiene solamente sus nombres y la duración de sus pontificados, de donde, bajo la suposición cronológica de ser el año de la muerte de Cristo el 29, se insertó el año 30 como el comienzo del pontificado de Pedro y su muerte referida al 55 sobre la base de los veinticinco años de pontificado (op. cit., introd., vi sqq.). Esta fecha, sin embargo, ha sido defendida recientemente por Kellner ("Jesus von Nazareth u. seine Apostel im Rahmen der Zeitgeschichte", Ratisbon, 1908; "Tradition geschichtl. Bearbeitung u. Legende in der Chronologie des apostol. Zeitalters", Bonn, 1909). Otros historiadores han aceptado el año 65 (e. g., Bianchini, en su edición del "Liber Pontilicalis" en P. L.. CXXVII. 435 sqq.) o el 66 (e. g. Foggini, "De romani b. Petri itinere et episcopatu", Florencia, 1741; también Tillemont). Harnack procuró establecer el año 64 (i . e . el comienzo de la persecución Neroniana) como el de la muerte de Pedro ("Gesch. der altchristl. Lit. bis Eusebius", pt. II, "Die Chronologie", I, 240 sqq.). Esta fecha, que ya había sido sustentada por Cave, du Pin y Wiesler, ha sido aceptada por Duchesne (Hist. ancienne de l'eglise, I, 64). Erbes refiere la muerte de San Pedro al 22 febrero de 63 y la de San Pablo a 64 ("Texte u. Untersuchungen", nueva serie, IV, i, Leipzig, 1900, "Die Todestage der Apostel Petrus u. Paulus u. ihe rom. Denkmaeler"). Por ende la fecha de la muerte de Pedro no ha sido decidida aún; el período entre julio de 64 (inicio de la persecución Neroniana) y comienzos de 68 (el 9 de julio Nerón huyó de Roma y se suicidó) debe dejarse abierto para la fecha de su muerte. El día de su martirio también se desconoce; 29 de junio, el día aceptado de su fiesta desde el siglo cuarto, no puede ser probado como el día de su muerte (ver abajo).</i>

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enciclopediacatolica.com
 
“Suponer como los antiguos protestantes, que cuando Jesús dice sobre esta piedra, virando en redondo habla de si mismo, es el colmo de la arbitrariedad exegética y una tácita confesión de que cuanto sigue expresa con evidencia el primado de autoridad sobre la Iglesia. Los modernos protestantes, dando la razón a la exégesis católica, han excogitado otra solución, más desesperada todavía: la de suponer que todo este pasaje papal es una interpolación tardía efectuada en Roma. Si el testimonio unánime de todos los códices y versiones no desmiente esa supuesta interpolación, el subidísimo color semítico del pasaje está clamando a voces la autenticidad.” (Padre José María Bover, S.I. – Comentarios a los 4 Evangelios – Biblioteca de Autores Cristianos)




Esta es la opinión DE LOS PADRES , no de los protestantes:



MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA (1)

INTRODUCCIÓN

Según las declaraciones oficiales del Magisterio Católico, el consenso de los Padres es un criterio fundamental en la recta interpretación de las Escrituras. Esto está documentado en muchas declaraciones; me limito a citar dos que son representativas:

quote:


Además, para reprimir los ingenios petulantes, [el Sacrosanto Concilio] decreta que nadie, apoyado en su prudencia, sea osado a interpretar la Escritura Sagrada, en materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir, contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras Santas, o también contra el unánime sentir de los Padres, aun cuando tales interpretaciones no hubieren de salir a la luz en tiempo alguno.

Concilio de Trento, Sesión IV del 8 de abril de 1546 (Denzinger # 786; negritas añadidas)

a nadie le es lícito interpretar la misma Escritura contra este sentido ni tampoco contra el sentir unánime de los Padres

Concilio Vaticano I, 1870 (Denzinger # 1788).



Por otra parte, es sabido que Mateo 16,18 es un texto crucial en la justificación bíblica de los dogmas que establecen al obispo de Roma como Cabeza visible de la Iglesia.

Sin embargo, los textos patrísticos que he podido recopilar no muestran un consenso unánime de los Padres en este sentido, ni mucho menos.

He hallado textos de 30 Padres de la Iglesia, que expresan 40 opiniones sobre el texto en cuestión; la diferencia en los números de autores y el de opiniones se debe a que algunos Padres, notablemente Jerónimo y Agustín, expresan más de una interpretación en sus diferentes escritos.

La interpretación más común en los Padres es que la roca sobre la cual se edifica la Iglesia no es Pedro personalmente, sino la fe o confesión que hace Pedro.

Se alinean en esta postura Ambrosiáster, Pablo de Constantinopla, Hilario de Poitiers, Atanasio de Alejandría, Basilio el Grande, Gregorio de Nisa, Ambrosio de Milán, Dídimo el Ciego, Epifanio de Salamis, Juan Crisóstomo, Paladio de Helenópolis, Agustín de Hipona, Cirilo de Alejandría, Isidoro de Pelucio, Teodoreto de Ciro y Basilio de Seleucia, un total de 16 Padres.

A esto pueden añadirse las interpretaciones que consideran “rocas” todos los verdaderos discípulos de Cristo porque ellos confiesan lo mismo que Pedro, y aquí hallamos a Orígenes, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona, lo cual lleva el total a 20.

La segunda interpretación en frecuencia es la que considera a la Roca como Cristo mismo.

Es defendida por Tertuliano de Cartago, Afraates el Sirio, Jacobo de Nisbis, Eusebio de Cesarea, Juan Crisóstomo, Jerónimo, Agustín de Hipona, Casiodoro, Isidoro de Sevilla, Beda el Venerable y Juan de Damasco. Esto hace un total de 11 Padres.

Una opinión minoritaria dice que la Roca son todos los Apóstoles (así Jerónimo e Isidoro de Sevilla) . Otra, elaborada por Cipriano de Cartago, ve en el episcopado universal la roca sobre la que se fundamenta la Iglesia.

En uno de sus polémicos escritos, Tertuliano de Cartago afirmó que Pedro y solamente él, personalmente, es la roca.

No he podido hallar la opinión de que Pedro y sus sucesores en la figura de los obispos de Roma sean la roca en la literatura patrística antes de fines del siglo IV.

Dos Padres de dicha época que pueden invocarse a favor de esta posición son Jerónimo y Agustín. Sin embargo, es interesante que el primero la exprese en una carta dirigida precisamente al obispo de Roma, y el segundo en una carta escrita a propósito de una amenaza de cisma.

Además, en otros de sus escritos, Jerónimo expresa que la Roca es Cristo mismo, o que se trataba de Pedro y los demás los Apóstoles.
Asimismo Agustín, en sus Sermones y Exposiciones dice que:

(1) Pedro era la roca como figura de toda la Iglesia, es decir que, en su fe y también en su debilidad, representaba a todos los que componen el Cuerpo de Cristo (Sermón 26)

(2) Que la roca era Pedro, en cuanto permaneciera en la fe (Exp Salm 45:14)

(3) Que la roca era la confesión de Pedro (Sermón 229P).

(4) Que la Roca era Cristo mismo (Exp Salm 61:3)

De modo que el ilustre obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia no parece haber tenido una interpretación única de este versículo.

En definitiva, el único de los Padres que de manera consistente sostiene que la roca era Pedro personalmente y sus sucesores en la persona de los Obipos de Roma, es precisamente un Obispo de Roma, León Magno, a mediados del siglo V.

Por tanto, parece difícil evitar la conclusión de que en este caso en particular, la interpretación oficial católica no cuenta, ni con mucho, con el consenso unánime de los Padres.

La única razón que puede aducirse es que el Magisterio hoy la cree. Es decir, debe ser cierto, sólo porque Roma lo dice y, como todos saben, ella no puede equivocarse.

Mateo 16:18 en los Padres (2)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres de los siglos II y III
Tertuliano de Cartago (c. 160-220)
Si, porque el Señor le dijo a Pedro, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», «a ti te he dado las llaves del reino celestial», o «cualquier cosa que hayas atado o desatado en la tierra, será atada o desatada en los cielos», tú por tanto supones que el poder de atar y desatar se ha derivado hacia ti, es decir, a toda Iglesia similar a Pedro, ¿qué clase de hombre eres, subvirtiendo y cambiando totalmente la intención manifiesta del Señor, confiriendo (como lo hizo aquella intención) esto personalmente a Pedro? «Sobre ti», dice, «edificaré mi Iglesia»; y «Te daré las llaves a ti», no a la Iglesia; y «lo que desatares o atares», no lo que «ellos hayan desatado o atado». Pues así enseña el resultado junto con esto. En (Pedro) mismo la Iglesia fue criada; esto es, a través de (Pedro) mismo; él mismo probó la llave; tú ves cuál: «Hombres de Israel, dejad que lo que digo penetre en vuestros oídos: Jesús Nazareno, hombre destinado por Dios para vosotros», y así. (Pedro) mismo, por tanto, fue el primero en despejar, en el bautismo de Cristo, la entrada al reino celestial, en el cual son desatados los pecados que estaban antes atados; y aquellos que no han sido desatados son atados, según la verdadera salvación...
Sobre la Modestia, 21 (ANF 4:99)
Otra vez, Él cambia el nombre de Simón a Pedro ... Pero, ¿por qué Pedro? Si era por el vigor de su fe, había muchos materiales sólidos los cuales podrían prestar su nombre a causa de su fuerza. ¿Fue porque Cristo era tanto una roca como una piedra? Pues leemos que fue puesto «como piedra de tropiezo y roca de contención».
Contra Marción, IV, 13 (ANF 3:365)

Orígenes de Alejandría (c. 185-c.254)
Y si nosotros también hemos dicho como Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», no como si carne y sangre nos lo hubiese revelado, sino por la luz del Padre en los cielos habiendo resplandecido en nuestro corazón, nos tornamos un Pedro, y a nosotros nos podría decir el Verbo, «Tú eres Pedro», etc. Pues es una roca cada discípulo de Cristo de quien bebieron aquellos que bebieron de la roca espiritual que los seguía, y sobre cada roca así se construye toda palabra de la Iglesia, y la constitución que corresponde a ella; pues en cada uno de los perfectos, quienes poseen la combinación de palabras y actos y pensamientos que llenan la bendición, la Iglesia es construida por Dios.
Comentario sobre Mateo, 10 (ANF 10:456)
La promesa dada a Pedro no es restringida a él, sino aplicable a todos los discípulos como él.
Pero si supones que sobre este Pedro solamente toda la Iglesia es construida por Dios, ¿qué dirías sobre Juan el hijo del trueno o de cada uno de los Apóstoles? ¿Nos atreveremos, de otro modo, a decir que contra Pedro en particular no prevalecerán las puertas del Hades, pero que prevalecerán contra los otros Apóstoles y los perfectos? ¿Acaso el dicho previo, «las puertas del Hades no prevalecerán contra ella», no se sostiene con respecto a todos y en el caso de cada uno de ellos? ¿Y también el dicho, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia?» ¿Son las llaves del reino de los cielos dadas por el Señor a Pedro solo, y ningún otro de los benditos las recibirá? Pero si esta promesa, «Te daré las llaves del reino de los cielos» es común con los otros, ¿cómo no lo serán también todas las cosas de las que previamente se habló, y las cosas que están subordinadas como habiendo sido dirigidas a Pedro, ser comunes para ellos? Pues en este lugar estas palabras parecen haber sido dirigidas como sólo a Pedro ... Pero en el Evangelio de Juan, el salvador habiendo dado a los discípulos el Espíritu Santo soplando sobre ellos, dijo, «Recibid el Espíritu Santo»...
«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y si alguno le dice esto a Él ... obtendrá las cosas que fueron habladas conforme a la letra del Evangelio a aquel Pedro, pero, como el espíritu del Evangelio enseña, a todo el que se torna tal como era Pedro. Pues llevan el sobrenombre de «roca» todos los que son imitadores de Cristo, esto es, de la roca espiritual que seguía a quienes estaban siendo salvados, para que puedan beber de ella [en] la sequía espiritual. Pero éstos llevan el sobrenombre de la roca tal como lo hace Cristo. Pero también como miembros de Cristo que derivan su sobrenombre de Él ellos son llamados cristianos, y de la roca, Pedros.
Y también en relación con Sus otros nombres, los aplicarás a modo de sobrenombre a los santos; y a todos los tales se les puede decir la declaración de Jesús: «Tú eres Pedro», etc., hasta las palabras [no] «prevalecerán contra ella». Pero ¿qué es el «ella»? ¿Es la roca sobre la cual Cristo construye la Iglesia, o es la propia Iglesia? Pues la frase es ambigua. ¿O es como si la roca y la Iglesia fuesen una misma cosa? Yo creo que esto es lo cierto; pues ni contra la roca sobre la que Cristo construye la Iglesia, ni contra la Iglesia, prevalecerán las puertas del Hades...
Comentario sobre Mateo XII, 11 (ANF 10:456)

Cipriano de Cartago (c. 200- 258)
Nuestro Señor, cuyos preceptos y admoniciones debemos observar, describiendo el honor de un obispo y el orden de Su Iglesia, habla en el Evangelio, y le dice a Pedro: «Te digo a ti, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo, y lo que atases en la tierra, será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo». De aquí, a través de los cambios de tiempos y sucesiones, el ordenamiento de los obispos y el plan de la Iglesia fluye hacia delante; de modo que la Iglesia está fundada sobre los obispos, y cada acto de la Iglesia está controlado por estos mismos gobernantes.
Epístolas 26:1 (ANF 5:305)
Y el Señor también en el Evangelio, cuando los discípulos lo abandonaron mientras él hablaba, tornándose hacia los doce, dijo «¿también vosotros os iréis?»; entonces Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes la palabra de vida eterna; y creemos, y estamos seguros, de que eres el Hijo del Dios viviente». Aquí habla Pedro, sobre quien la Iglesia había de ser edificada, enseñando y mostrando en el nombre de la Iglesia, que aunque una rebelde y arrogante multitud de aquellos que no oirían ni obedecerían pudiera apartarse, aun así la Iglesia no se apartará de Cristo; y son la Iglesia quienes forman un pueblo unido al sacerdote, y el rebaño que se adhiere a su pastor.
Epístolas 68:8 (ANF 5:374)
El Señor le dijo a Pedro: Te digo (dijo Él) que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo, y lo que atases en la tierra, será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo (Mateo 16:18-19). A él de nuevo, después de Su resurrección, le dice:, Alimenta mis ovejas. Sobre él siendo uno, edifica Su Iglesia; y aunque Él da a todos los Apóstoles un poder igual, y dice: Como mi Padre me envió, así también yo os envío; recibid el Espíritu Santo; a quienes les remitáis los pecados, les serán remitidos, y a quienes se los retengáis, les serán retenidos (Juan 20:21); - empero para manifestar unidad, Él por su propia autoridad ha colocado así la fuente de la misma unidad, como para comenzar de uno. Ciertamente los otros Apóstoles también eran lo que era Pedro, dotados de un igual compañerismo de honor y poder; pero se hace un comienzo desde la unidad, para que la Iglesia pueda presentarse como una; la cual una Iglesia, en el Cantar de los Cantares, el Espíritu Santo designa y nombra en la Persona de nuestro Señor: Mi paloma, Mi inmaculada, no es sino una; ella es la única de su madre, elegida de ella que la concibió (Cantares 9:6).
Sobre la unidad de la Iglesia 3-4 (ANF 5:672


Mateo 16:18 en los Padres (3)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo IV
(Parte 1 de 2)

Afraates el Sirio (principios del siglo IV)

La fe ... es como una construcción que se construye de muchas piezas de artesanía y así su edificio se eleva hasta la cima. Y sabed, mis amados, que en los fundamentos del edificio se colocan piedras, y así descansando sobre piedras, todo el edificio se eleva hasta que es perfeccionado. Así también la verdadera Piedra, nuestro Señor Jesucristo, es el fundamento de toda fe. Y en Él, en (esta) Piedra, se basa la fe. Y descansando sobre la fe toda la estructura se eleva hasta ser completada. Pues es el fundamento lo que constituye el principio de todo el edificio. Pues cuando alguien es traído cerca de la fe, es puesto por él sobre la Piedra, es decir nuestro Señor Jesucristo. Y Su edificio no puede ser zarandeado por las olas, ni dañado por los vientos. Por los embates de la tormenta no se cae, porque su estructura está levantada sobre la roca de la verdadera Piedra. Y en que he llamado a Cristo la Piedra, no he hablado mi propio pensamiento, sino que los Profetas le llamaron de antemano la Roca.
Y ahora oíd lo concerniente a la fe que es basada sobre la Piedra, y lo concerniente a la estructura que se levanta sobre la Piedra ... Así también que el hombre quien se torna una casa, sí, una morada para Cristo, preste atención a lo que se necesita para el servicio de Cristo, quien se aloja en él, y con qué cosas puede complacerle. Pues primero él construye su edificio sobre la Piedra, la cual es Cristo. Sobre Él, sobre la piedra, se edifica la fe ... Todas estas cosas demanda la fe que está basad en la roca de la verdadera Piedra, es decir Cristo. Y si por ventura dijeses: «Si Cristo está puesto por fundamento, ¿cómo es que Cristo también mora en el edificio cuando éste se completa?» Pues el bendito Apóstol dijo ambas cosas. Pues dijo: «Yo como perito arquitecto he puesto el fundamento». Y allí él definió el fundamento y lo hizo claro, pues dijo como sigue: «Ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús» ... Y por tanto se cumple aquella palabra, que Cristo mora en los hombres, a saber, en aquellos que creen en Él, y Él es el fundamento sobre el cual se levanta todo el edificio.

Demostraciones Selectas, 1:2-6,13, 19


Jacobo de Nisbis (principios del siglo IV)

La fe está compuesta y compactada de muchas cosas. Es como un edificio, porque se construye y completa con mucha esperanza. No ignoras que se ponen grandes piedras en los fundamentos de un edificio, y entonces todo lo que es edificado encima tiene sus piedras unidas entre sí, y así se eleva hasta que se completa la obra. Así, de toda nuestra fe, nuestro Señor Jesucristo es el firme y verdadero fundamento; y sobre esta roca se establece nuestra fe. Por tanto, cuando alguno ha venido a la fe, es puesto sobre una roca firme, la cual es nuestro Señor Jesucristo. Y, a llamar a Cristo una roca, no digo nada por mí mismo, pues los profetas lo han llamado antes una roca.
Sermón 1, Sobre la Fe 1,13

Ambrosiaster (siglo IV)

Pablo escribe sobre las órdenes eclesiásticas; aquí se ocupa de los fundamentos de la Iglesia. Los profetas prepararon, los apóstoles establecieron los fundamentos. Por lo cual el Señor le dice a Pedro: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», esto es, sobre la confesión de fe católica estableceré en vida a los fieles.

Comentario sobre Efesios (PL 17:380)

Eusebio de Cesarea (c. 260-340)

Empero, no errarás en absoluto del ámbito de la verdad si supones que «el mundo» es en realidad la Iglesia de Dios, y que su «fundamento» es en el primer lugar, aquella inefablemente sólida roca sobre la cual está fundada, como dice la Escritura: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»; y en otra parte: «La roca, además, era Cristo». Pues, como el Apóstol indica con estas palabras: «Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús». Entonces, también, luego del Salvador mismo, puedes rectamente juzgar que los fundamentos de la Iglesia son las palabras de los profetas y los apóstoles, de acuerdo con la afirmación del Apóstol: «Edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular».
Comentario sobre los Salmos (PG 23:173, 176)

Pablo de Constantinopla (= Pablo de Emesa, m. 350)

Sobre esta fe la Iglesia de Dios ha sido fundada. Con esta expectativa, sobre esta roca el Señor Dios colocó los fundamentos de la Iglesia. Cuando, entonces, el Señor estaba yendo a Jerusalén, les preguntó a los discípulos, diciendo: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Los apóstoles dicen: «Algunos que Elías, otros que Jeremías, o uno de los profetas». Y Él dice, pero vosotros, esto es, mis elegidos, vosotros que me habéis seguido por tres años, y han visto mi poder, y milagros, y presenciaron caminando sobre el mar, quienes han compartido mi mesa, «¿Quién decís que soy?» Instantáneamente, el Corifeo de los apóstoles, la boca de los discípulos, Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente».
Homilía sobre la Natividad

9. Hilario de Poitiers (c. 315-367)

Una creencia de que el Hijo de Dios es Hijo sólo de nombre, y no en naturaleza, no es la fe de los Evangelios y de los Apóstoles ... por lo cual pregunto, ¿fue que el bendito Simón bar-Jonás le confesó, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente? ... Si Él era Hijo por adopción, ¿en dónde descansa la bendición de la confesión de Pedro, la cual ofreció un tributo al Hijo para el cual, en este caso, no hubiese tenido más derecho que cualquier miembro de la comunidad de los santos? La fe del Apóstol penetró en una región cerrada al razonamiento humano... Y esta es la roca de confesión sobre la cual la Iglesia se edifica ... que Cristo no debe ser solamente nombrado, sino creído, como Hijo de Dios.
Sobre la Trinidad, VI,36 (NPNF2 9:111)

Esta fe es aquella que es el fundamento de la Iglesia; a través de esta fe las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella. Esta es la fe que tiene las lla ves del reino de los cielos. Cualquier cosa que esta fe haya desatado o ligado en la tierra será desatada o ligada en el cielo ... La razón misma por la cual él es bendecido es que confesó al Hijo de Dios. Esta es la revelación del Padre, este es el fundamento de la Iglesia, esta es la seguridad de la permanencia de ella. De aquí que ella tiene las llaves del reino de los cielos, de aquí el juicio en el cielo y el juicio en la tierra ...
Sobre la Trinidad, VI,37 (NPNF2 9:112)

Así nuestro único inconmovible fundamento, nuestra única bendita roca de fe, es la confesión de la boca de Pedro, Tú eres el Hijo del Dios viviente. Sobre ella podemos basar una respuesta a toda objeción con la cual el ingenio pervertido o la amarga traición puedan atacar la verdad.
Sobre la Trinidad, II,23 (NPNF2 9: 58)


Mateo 16:18 en los Padres (4)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo IV

(Parte 2 de 2)

Atanasio de Alejandría (c. 297- 373)


Por esto debemos buscar antes que todas las cosas, si Él es Hijo, y sobre este punto escudriñar especialmente las Escrituras: «pues esto fue, cuando los apóstoles fueron preguntados, que Pedro respondió, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente” ... esta es la verdad y el principio soberano de nuestra fe ... Y como Él es un fundamento, y nosotros piedras construidas sobre él ... La Iglesia está firmemente establecida; está fundada sobre la roca, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella ... Y porque esta es la fe de la Iglesia, que ellos de alguna manera entiendan que el Señor envió a los Apóstoles y les mandó hacer de esto el fundamento de la Iglesia.

Cuatro Cartas a Serapión 1:28.


Basilio el Grande (330-379)

Y la casa de Dios, ubicada en los picos de las montañas, es la Iglesia según la opinión del Apóstol. Pues él dice que uno debe saber «cómo comportarse en la casa de Dios». Ahora, los fundamentos de esta Iglesia están sobre las montañas sagradas, ya que está construida sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. Una de estas montañas era ciertamente Pedro, sobre la cual roca el Señor prometió construir su Iglesia. Verdaderamente por cierto y por el mayor derecho son las almas sublimes y elevadas, almas que se elevan sobre las cosas terrenales, llamadas «montañas». El alma del bendito Pedro fue llamada una alta roca porque él tenía un fuerte asidero en la fe y soportó constante y valientemente los golpes inflingidos por las tentaciones. Todos, por tanto, quienes han adquirido un entendimiento de la divinidad – por causa de la amplitud de la mente y de aquellas acciones que proceden de ella- son los picos de las montañas, y sobre ellos se edifica la casa de Dios.

Comentario sobre el Profeta Isaías, 2:66 (PG 30:233)


Gregorio de Nisa (c. 330-c. 395)

La calidez de nuestras alabanzas no se extienden a Simón [Pedro] en cuanto él era un pescador; más bien se extiende a su firme fe, la cual es al mismo tiempo el fundamento de toda la Iglesia.

Panegírico sobre San Esteban (PG 46:733)


Ambrosio de Milán (c. 337-397)

La fe, pues, es el fundamento de la Iglesia, pues no fue dicho de la carne de Pedro (su persona), sino de su fe, que «las puertas del Hades no prevalecerían contra ella» ... ¡Haz un esfuerzo, por tanto, en ser una roca! ¡No busques la roca fuera de ti, sino dentro de ti! Tu roca es tu obra, tu roca es tu mente. Sobre esta roca se construye tu casa. Tu roca es tu fe, y la fe es el fundamento de la Iglesia. Si eres una roca, estarás en la Iglesia, porque la Iglesia está sobre una roca. Si estás en la Iglesia las puertas del infierno no prevalecerán contra ti.

Comentario sobre Lucas VI,98 (CSEL 32:4)


Dídimo el Ciego (c. 318-398)

Cuán poderosa es la fe de Pedro y su confesión de que Cristo es el Dios unigénito, el Verbo, el verdadero Hijo de Dios, y no meramente una criatura. Aunque él vio a Dios sobre la tierra vestido de carne y sangre, Pedro no dudó, pues estaba dispuesto a recibir lo que «carne y sangre no te han revelado». Más aún, reconoció al consubstancial y coeterno retoño de Dios, glorificando de este modo aquella raíz increada, aquella raíz sin comienzo, la cual le había revelado la verdad. Pedro creyó que Cristo era una misma deidad con el Padre; y así fue llamado bendito por aquel quien solo es el bendito Señor. Sobre esta roca la Iglesia fue construida, la Iglesia a la cual las puertas del infierno –esto es, los argumentos de los herejes- no vencerán.

Sobre la Trinidad, I, I,30 (PG 39:416)


Epifanio de Salamis (c. 315-403)

Esto es, ante todo, porque él confesó que «Cristo» es «el Hijo del Dios viviente», y se le dijo, «Sobre esta roca de fe segura edificaré mi Iglesia» -pues él claramente confesó que Cristo es el verdadero Hijo.

Panarion, II-III



Juan Crisóstomo (c. 347-407)

Por tanto Él añadió esto, «Y te digo, tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; esto es, sobre la fe de su confesión ... Pues Cristo no le añadió nada más a Pedro, sino que como si su fe fuera perfecta, dijo, que sobre esta confesión Él edificaría la Iglesia, pero en el otro caso [Juan 1:49-50] no hizo nada parecido, sino lo contrario ...

Homilías sobre el Evangelio de Juan XXI,1 (NPNF 14:73)

Su significado [1 Cor 3:11] es este: He predicado a Cristo, os he entregado el fundamento. «Pues ningún otro fundamento puede un hombre poner, que aquel que está puesto». Sobre éste entonces edifiquemos, y como un fundamento adhirámonos a él, como una rama a una viña; y que no haya distancia entre nosotros y Cristo.

Homilías sobre 1 Corintios VIII, ver. 11 (NPNF 12:47


Mateo 16:18 en los Padres (5)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo V

Parte 1 de 2

Jerónimo (342-420)

Empero, aunque tu grandeza me aterra, tu amabilidad me atrae. Del sacerdote demando el cuidado de la víctima, del pastor la protección debida a las ovejas ... Mis palabras son dirigidas al sucesor del pescador, al discípulo de la cruz. Así como no sigo a otro líder que a Cristo, no comulgo con otro que con vuestra bendición, esto es, con la cátedra de Pedro. ¡Pues esta, yo sé, es la roca sobre la cual se edifica la Iglesia! Esta es la sola casa donde el cordero pascual puede justamente ser comido. Esta es el arca de Noé, y quien no se encuentre en ella perecerá cuando prevalece el diluvio.

Carta al papa Dámaso, XV, 2 (NPNF2 6:18)

Si, entonces, el Apóstol Pedro, sobre quien el Señor ha fundado la Iglesia, ha dicho expresamente que la profecía y la promesa del Señor fueron entonces y allí cumplidas, ¿cómo podemos afirmar otro cumplimiento por nuestra cuenta?

Epístola a Marcela XLI, 2 (NPNF2 6:55)

Pero, dices, la Iglesia fue fundada sobre Pedro: aunque en otra parte lo mismo se atribuye a todos los Apóstoles, y ellos reciben todos las llaves del reino del cielo, y la fuerza de la Iglesia depende de todos ellos por igual, empero uno de entre los doce es escogido de modo que cuando una cabeza hubo sido dispuesta, no hubiese ocasión para cisma. ¿Pero por qué no fue elegido Juan, que era virgen? Se le prestó deferencia a la edad, porque Pedro era el mayor: uno que era joven, casi diría un muchacho, no podía ser puesto por sobre hombres de edad avanzada; y un buen maestro que estaba dispuesto a quitar toda ocasión de contienda entre sus discípulos ... no ha de pensarse que daría causa de envidia contra el joven que había amado... Pedro es un Apóstol, y Juan es un Apóstol; pero Pedro es solamente un Apóstol, mientras que Juan es un Apóstol, y un Evangelista, y un profeta. Un Apóstol, porque escribió a las Iglesias como maestro; un Evangelista, porque compuso un Evangelio, cosa que ningún otro de los Apóstoles, excepto Mateo, hizo; un profeta, porque vio en la isla de Patmos, donde había sido exiliado por el emperador Domiciano como un testigo del Señor, un Apocalipsis conteniendo los ilimitados misterios del futuro... El escritor virgen expuso misterios que no pudo exponer el casado, y para resumir brevemente todo y mostrar cuán grande fue el privilegio de Juan, la Madre virgen fue confiada por el Señor virgen al discípulo virgen.

Contra Joviniano I, 26 (NPNF2 6:366)

El fundamento singular que el arquitecto apostólico puso es nuestro Señor Jesucristo. Sobre este estable y firme fundamento, el cual ha sido depositado sobre terreno sólido, se edifica la Iglesia de Cristo ... Pues la Iglesia fue fundada sobre una roca ... sobre esta roca el Señor estableció su Iglesia; y el Apóstol Pedro recibió su nombre de esta roca (Mt 16,18) ... Ella, que con una firme raíz está fundada sobre la roca, Cristo, la Iglesia católica, es la única paloma; ella se yergue como la perfecta, y cercana a Su diestra, y nada siniestro tiene en ella ... La roca es Cristo, quien concedió a sus discípulos que ellos también fuesen llamados rocas, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia».

Comentario sobre Mateo 7:25; Epístola 65:15; Sobre Amós VI,12-13


Paladio de Helenópolis (c. 365-425)

«¿Vosotros, empero, quién decís que soy?» No todos respondieron, sino solamente Pedro, interpretando la mente de todos: «Tú eres el Cristo, Hijo del Dios viviente». El Salvador, aprobando la corrección de esta respuesta, habló, diciendo: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca» -esto es, sobre esta confesión- «edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».

Diálogo sobre la vida de Juan Crisóstomo (PG 47:48)


Nilo de Ancira (m. hacia 430)

Si, más aún, se significa un hombre del Señor, el primero en ser comparado con el oro sería Cefas, cuyo nombre es, interpretado, «roca». Este es el más alto de los Apóstoles, también llamado Cefas, quien proveyó en su confesión de fe el fundamento para la edificación de la Iglesia.

Comentario sobre el Cantar de los Cantares (PG 87 [ii]: 1693)


Agustín de Hipona (354-430)

Pues si la sucesión lineal de obispos ha de ser tomada en cuenta, ¡con cuántos más certeza y beneficio para la Iglesia reconocemos hacia atrás hasta que llegamos a Pedro mismo, a quien, como llevando en una figura a toda la Iglesia, el Señor dijo: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»! El sucesor de Pedro fue Lino, y sus sucesores en una continuidad inquebrantada fueron estos...

Epístola a Generoso , LIII,2 (NPNF2 12:298)


El Evangelio que ha sido leído recién ... nos da a entender que el mar es el mundo presente, y el Apóstol Pedro el tipo de la única Iglesia. Pues Pedro, primero en el orden de los Apóstoles, y en el amor de Cristo, adelantadísimo, responde a menudo solo por todo el resto. De nuevo, cuando el Señor Jesucristo preguntó, “Pero ¿quién decis vosotros que soy?” Pedro respondió “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Uno dio la respuesta por muchos, Unidad en la multiplicidad. Entonces le dijo el Señor, “Bendito eres tú, Simón bar Jonás, porque carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo”. Entonces agregó “Y te digo a ti” . Como si Él hubiera dicho, “Porque tú me lo dijiste a mí, « eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», yo también te digo «Tú eres Pedro»”. Pues antes él era llamado Simón. Ahora, este nombre de Pedro le fue dado por el Señor, y esto en una figura, que él significaba la Iglesia. Pues viendo que Cristo es la Roca (Petra), Pedro es el pueblo cristiano. Pues la roca (Petra) es el nombre original. Por tanto, Pedro es así llamado por la roca, no la roca por Pedro; al igual que Cristo no es llamado Cristo por los cristianos, sino los cristianos por Cristo. “Por tanto”, dijo, “tú eres Pedro; y sobre esta Roca” que tú has confesado, sobre esta Roca que has reconocido, diciendo “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, edificaré mi Iglesia”. Te construiré a ti sobre mí, no a mí sobre ti.

A continuación Agustín trata del incidente registrado unos pocos versículos más adelante, en Mateo 16:22ss, donde cuando el Señor anuncia su pasión, Pedro trata de persuadirlo, y Jesús le dice “Apártate de mí, Satanás, porque me eres tropiezo”. El obispo de Hipona prosigue:


Distingamos, mirándonos a nosotros mismos en este miembro de la Iglesia, lo que es de Dios y lo que es nuestro. Pues entonces no vacilaremos, entonces estaremos fundados sobre la Roca, entonces estaremos fijos y firmes contra los vientos, y tormentas, y corrientes, las tentaciones, quiero decir, de este mundo presente. Empero ved a este Pedro, quien era entonces nuestra figura; ahora confía, ahora vacila; ahora confiesa al Inmortal, y ahora tema que Él muera. ¿Por qué? Porque la Iglesia de Cristo tenía tanto débiles como fuertes ... En que Pedro dijo “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente”representa a los fuertes”; pero en que vacila, y no admite que Cristo pueda sufrir, en temer la muerte de Él, y no reconocer la vida, él representa a los débiles de la Iglesia. En aquel un Apóstol, entonces, esto es Pedro, en el orden de los Apóstoles primero y principal, en quien la Iglesia estaba figurada, ambas clases estaban representadas, esto es, tanto los fuertes como los débiles; porque la Iglesia no existe sin ambos.

Sermón 26.


Cristo, como ves, edificó su Iglesia no sobre un hombre sino sobre la confesión de Pedro. ¿Cuál es la confesión de Pedro? «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Aquí está la roca para vosotros, aquí el fundamento, aquí es donde la Iglesia ha sido construida, la cual las puertas del inframundo no pueden conquistar.

Sermón 229P.1

De aquí que Él amoneste así a Pedro cuando éste le dio mal consejo. Pues el Señor, cuando estaba a punto de sufrir por nuestra salvación, también anunció lo que habría de ocurrir concerniente a aquella misma Pasión; y Pedro dice, «¡Lejos esté esto de Ti!, ¡Dios no lo permita!, ¡Esto no será!» ... Pero el Señor, para hacerlo que no fuera delante de Él, sino siguiéndole, dices, «¡Apártate de mí, Satanás!» Es por esta razón que dijo «Satanás», porque estás pretendiendo ir delante de Él, a quien debes seguir; pero si estás detrás, si lo sigues a Él, no serás de aquí en adelante «Satanás». ¿Qué entonces? «Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia».

Exposiciones sobre Salmos 40:24 (NPNF 8:127)

Pero inmediatamente cuando el Señor comenzó a hablar de Su Pasión, él temió que pereciese por muerte, en tanto que nosotros mismos habríamos de perecer a menos que Él muriese; y dijo: «Lejos de ti, oh Señor, está no será hecho». Y el Señor, a aquel a quien poco antes le había dicho, «Benditos eres, y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia», le dijo, «Apártate de mí, Satanás, porque eres una ofensa para mí». ¿Por qué entonces es «Satán» aquel que poco antes era «bendito» y una «Roca»? «Porque no saboreas las cosas que son de Dios», dijo Él, «sino aquellas que son del hombre». Un poco antes él saboreaba las cosas que son de Dios: porque «no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Cuando [Pedro estaba] en Dios, alabó su discurso, no Satán sino Pedro, de petra; pero cuando [estaba] en sí mismo y desde la enfermedad humana, el amor carnal del hombre, el cuál sería un impedimento para su propia salvación, y la del resto, es llamado Satán. ¿Por qué? Porque pretendía ir delante del Señor, y darle consejo terrenal al Líder celestial... Tú dices, «Lejos esté» y tú dices, «Oh, Señor»; ciertamente si Señor es Él, sabe lo que hace, sabe lo que dice. Pero tú deseas guiar a tu Líder, enseñar a tu maestro, mandar a tu Amo, escoger por Dios: has ido demasiado lejos, retrocede...

Exposiciones sobre Salmos 45:14 (NPNF 8:222-223)

Si en Él hemos sido tentados, en Él vencemos al diablo ... «Sobre la Roca me has exaltado Tú». Ahora por tanto percibimos aquí quién está clamando desde los confines de la tierra. Traigamos a la mente el Evangelio: «Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia». Por tanto clama desde los confines de la tierra Ella, quien Él había querido que fuese construida sobre una Roca. Pero para que la Iglesia pudiese ser edificada sobre la Roca, ¿quién fue hecho tal Roca? Escucha a Pablo diciendo: «Pero la Roca era Cristo». En Él entonces hemos sido edificados. Por esta razón aquella Roca sobre la cual hemos sido edificados, primero había sido azotada con vientos, inundación, lluvia, cuando Cristo estaba siendo tentado por el diablo. Ved sobre qué firmeza Él ha querido establecerte. Con razón nuestra voz no es en vano, sino que es escuchada con atención: pues en grande esperanza hemos sido dispuestos: «Sobre la Roca me has exaltado».

Exposiciones sobre Salmos 61:3 (NPNF 8:249)


Mateo 16:18 en los Padres (6)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo V

Parte 2 de 2


Cirilo de Alejandría (m. 444)

Pero ¿por qué decimos que ellos son «fundamentos de la tierra»? Pues Cristo es el fundamento y la base inconmovible de todas las cosas ... Pero los siguientes fundamentos, aquéllos más cercanos a nosotros, puede entenderse que son los apóstoles y evangelistas, aquellos testigos oculares y ministros de la Palabra quienes se han levantado para el fortalecimiento de la fe. Pues cuando reconocemos que sus propias tradiciones deben ser seguidas, servimos a una fe que es verdadera y no se desvía de Cristo. Pues cuando [Pedro] sabia y osadamente confesó su fe a Jesús diciendo, «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente», Jesús le dijo al divino Pedro, «Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia». Ahora, por la palabra «roca» Jesús indicó, creo, la inamovible fe del discípulo...


Comentario sobre Isaías IV,2 (PG 70:940)

«Y te digo, tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». El apodo, creo, llama a ninguna otra que a la inconmovible y muy firme fe del discípulo «una roca», sobre la cual la Iglesia fue fundada y hecha firme y permanece continuamente inexpugnable aun con respecto a las mismas puertas del infierno.

Diálogo sobre la Trinidad IV (PG 75:866)


Isidoro de Pelusio (m. hacia 450)

Cristo, quien escudriña los corazones, no preguntó a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que yo, el Hijo del Hombre, soy?». No porque no supiera las diversas opiniones de los hombres concernientes a Él mismo, sino que estaba deseoso de enseñar a todos la misma confesión la cual Pedro, inspirado por Él, puso como la base y fundamento, sobre los cuales el Señor edificó su Iglesia.

Epístola 253


Teodoreto de Ciro (c. 393- c. 458)

Que nadie neciamente suponga que el Cristo es cualquier otro que el Hijo unigénito. No nos imaginemos más sabios que el don del Espíritu. Escuchemos las palabras del gran Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Escuchemos al Señor Cristo confirmando esta confesión, pues «Sobre esta roca», dice, «edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Por tanto también el sabio Pablo, excelentísimo arquitecto de las iglesias, no fijó otro fundamento que éste. «Yo», dice, «como perito arquitecto he puesto el fundamento, y otro construye encima. Pero que cada quien vea cómo edifica. Pues ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo». ... Por tanto nuestro Señor Jesucristo permitió al primero de los apóstoles, cuya confesión Él había fijado como una suerte de cimiento y fundamento de la Iglesia, que vacilase, y que lo negase, y entonces lo levantó de nuevo... Ciertamente él está llamando a la fe piadosa y a la confesión verdadera una «roca». Pues cuando el Señor preguntó a sus discípulos quién decía el pueblo que era él, el bendito Pedro habló, diciendo «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». A lo cual el Señor respondió: «De cierto, de cierto te digo que eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».

Epístola 146; 77; Comentario al Cantar de los Cantares, II,14. (NPNF2 3)


Basilio de Seleucia (m. cerca de 459)

En obediencia la lengua de Pedro se puso en movimiento y aunque ignorante de la doctrina, aportó una respuesta: «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente»... Ahora Cristo llamó a esta confesión una roca, y nombró a quien la confesó «Pedro», percibiendo la apelación como apropiada para el autor de esta confesión. Pues esta es la solemne roca de la religión , esta es el muro de la fe y el fundamento de la verdad: «Pues nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús».

Oración XXV,4 (PG 85:297-298)


León I Magno (papa 440-461)

Nuestro Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad, instituyó la observancia de la religión divina, la cual Él quiso que por la gracia de Dios derramase su brillo sobre todas las naciones y todos los pueblos de tal forma que la Verdad, que antes estaba confinada al anuncio de la Ley y los Profetas, pudiese a través del sonido de trompeta de los Apóstoles salir para la salvación de todos los hombres, como está escrito: «Su sonido ha salido a cada tierra, y sus palabras hasta los confines del mundo». Mas este sacramento misterioso el Señor deseó que fuese la ocupación de todos los Apóstoles, pero de tal forma que Él ha puesto el cargo principal en el bendito Pedro, jefe de todos los Apóstoles; y de él como de la Cabeza desea que sus dones fluyan a todo el cuerpo; de modo que cualquiera que se atreve a separarse de la sólida roca de Pedro pueda entender que no tiene parte ni porción en el misterio divino. Pues Él deseó que aquel que había sido recibido al compañerismo en Su unidad indivisa que fuese nombrado como Él mismo lo fue, cuando dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia»; para que la edificación del templo divino por el maravilloso don de Dios pudiese descansar el la sólida roca de Pedro: fortaleciendo a Su Iglesia tan ciertamente que ni la precipitación humana pudiera asaltarla, ni las puertas del infierno pudieran prevalecer contra ella. Pero a esta santísima firmeza de la roca, levantada, como hemos dicho, por la mano edificadora de Dios, un hombre debe desear destruirla en extrema impiedad cuando trata de quebrantar el poder de ella, favoreciendo sus propios deseos, y no siguiendo lo que él recibió de los antiguos...

Epístola a los Obispos de la Provincia de Viena, X (NPNF2 12:8-9)

Y cuando ellos hubieron registrado las varias opiniones de otras gentes, Él dijo, «Pero vosotros, ¿quién decís que soy?» ... Ante lo cual el bendito Pedro, cuya confesión divinamente inspirada estaba destinada a beneficiar a todas las naciones, dijo, «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y no inmerecidamente fue declarado él bendito por el Señor, tomando de la piedra angular principal la solidez del poder cuyo nombre también expresa, él, quien, a través de la revelación del Padre, le confesó ser a la vez Cristo e Hijo de Dios...

Carta a Flaviano, XXVIII, 5 (NPNF2 12:41-42)

Y si Eutiques hubiese creído esto inteligente y totalmente, nunca se hubiera retirado del camino de esta Fe. Pues Pedro recibió esta respuesta del Señor por su confesión: «Bendito eres tú, Simón bar Jonás; pues carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Pero el que tanto rechaza la confesión del bendito Pedro como contradice el Evangelio de Cristo, está muy lejos de la unión con este edificio; pues se muestra a sí mismo como no habiendo nunca tenido ningún celo por entender la Verdad, y tener solamente la vacía apariencia de alta estima, quien no adornó las canas de la ancianidad con ningún juicio maduro del corazón.

Carta al Sínodo de Éfeso XXXIII, 1 (NPNF2 12: 47)

Ya que, por tanto, la Iglesia universal ha devenido una roca (petra) a través de la edificación de la Piedra original, y el primero de los Apóstoles, el beatísimo Pedro, oyó la voz del Señor diciendo, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca )petra) edificaré mi Iglesia», quién hay allí que se atreva a asaltar tal fuerza inexpugnable, a menos que sea el anticristo o el diablo, quien, permaneciendo inconverso en su impiedad, está ansioso por sembrar mentira mediante los vasos de ira que son apropiados para su perfidia, mientras bajo el falso nombre de la diligencia pretende estar en busca de la Verdad.

Carta a León César CLVI, 2 (NPNF2 12:100)

Y de Su gobierno y protección eterna hemos recibido también el apoyo de la ayuda de los Apóstoles, la cual ciertamente no cesa en su operación; y la fuerza del fundamento, sobre la cual se levanta toda la superestructura de la Iglesia, no se debilita por el peso del templo que descansa sobre él. Pues la solidez de aquella fe que fue alabada en el jefe de los Apóstoles es perpetua; y como permanece aquello que Pedro creyó en Cristo, así permanece lo que Cristo instituyó en Pedro. Pues cuando, como se ha leído en la lección del Evangelio, el Señor hubo preguntado a los discípulos quién creían ellos que era Él, en medio de las variadas opiniones sostenidas, y el bendito Pedro hubo replicado, diciendo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», el Señor dice, «Bendito eres tú, Simón bar Jonás, porque carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino de los cielos. Y lo que atares en la tierra, será atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».

La dispensación de la Verdad por tanto permanece, y el bendito Pedro perseverando en la fuerza de la Roca, que él ha recibido, no ha abandonado el timón de la Iglesia, que él tomó. Pues él fue ordenado antes que el resto en tal forma que de ser llamado la Roca, de ser pronunciado el Fundamento, de ser constituido el Portero del reino de los cielos, de ser colocado como Árbitro para atar y desatar, cuyos juicios retendrían su validez en el cielo, de todos estos títulos místicos podemos conocer la naturaleza de su asociación con Cristo. Y aún hoy él más plena y efectivamente desempeña lo que le está confiado, y realiza cada parte de su obligación y encargo en Él y con Él, a través de Quien ha sido glorificado. Y así, si cualquier cosa es rectamente hecha y rectamente decretada por nosotros, si cualquier cosa se gana de la misericordia de Dios por nuestras cotidianas súplicas, es por su obra y méritos cuyo poder vive y cuya autoridad prevalece en su Sede. Pues esto, amadísimos, fue ganado por aquella confesión, la cual, inspirada en el corazón del Apóstol por Dios el Padre, trascendió toda la incertidumbre de las opiniones humanas, y fue dotada con la firmeza de una roca, la cual ningún asalto podría conmover. Pues en toda la Iglesia Pedro diariamente dice: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», y toda lengua que confiesa al Señor acepta la instrucción que su voz trae. Esta Fe conquista al diablo, y quebranta las ataduras de sus prisioneros. Nos arranca de esta tierra y nos planta en el cielo, y las puertas del Hades no pueden prevalecer contra ella. Pues con tal solidez está dotada por Dios que la depravación de los heréticos no pueden dañarla ni la incredulidad de los gentiles vencerla.

Sermón III , 2-3 (NPNF2 12:117)

Y rectamente fue el bendito Apóstol Pedro alabado por confesar esta unión, quien cuando el Señor estaba averiguando qué conocían de Él los discípulos, rápidamente se anticipó al resto y dijo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y esto ciertamente vio, no por la revelación de carne o sangre, que podrían haber retardado su visión interior, sino por el mismo Espíritu del Padre obrando en su corazón creyente, para que en preparación para gobernar toda la Iglesia él pudiera primero aprender lo que habría de enseñar, y para la solidificación de la Fe, la cual estaba destinado a predicar, pudiese recibir este reaseguro, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Esta fuerza, por tanto, de la Fe cristiana, la cual, construida sobre una roca inexpugnable no teme a las puertas de la muerte, reconoce al único Señor Jesucristo como tanto verdadero Dios y verdadero Hombre, creyéndolo asimismo el Hijo de la Virgen, quien es el Creador de su Madre; nacido también al final de los tiempos, aunque es el Creador del tiempo; Señor de todo poder, y aún así mortal; ignorante del pecado, y aun así sacrificado por los pecadores según la semejanza de carne pecaminosa.

Sermón sobre la Pasión, XI Sermón LXII, 2 (NPNF2 12:174)


Mateo 16:18 en los Padres (7)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los siglos VI a IX


Casiodoro (c. 485- c. 580)

«No será conmovida» se dice acerca de la Iglesia a la cual sola aquella promesa le ha sido dada: «Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella». Pues la Iglesia no puede ser conmovida porque se sabe que ha sido fundada sobre la roca más sólida, a saber, Cristo el Señor ... De este «fundamento», es inferido rectamente Cristo, quien es una roca inconmovible y una roca inexpugnable. Concerniente a esto dice el Apóstol: «Pues ningún otro fundamento puede ningún hombre poner que aquel que está ya puesto, el cual es Cristo Jesús».

Exposiciones sobre los Salmos 45:5 (PL 70:330)

Gregorio I Magno (nacido c. 540; papa 590-604)

Pero ya que no es mi causa, sino la de Dios, ya que las leyes piadosas, ya que los santos sínodos, ya que los mismos mandamientos de nuestro Señor Jesucristo son trastornados por la invención de una cierta orgullosa y pomposa frase, que sea el piadosísimo Señor que corte el lugar de la llaga, y ate al paciente remiso en las cadenas de la augusta autoridad. Pues al ligar estas cosas ajustadamente alivias a la república; y, mientras cortas estas cosas, provees el alargamiento de tu reinado.
Pues a todos los que conocen el Evangelio les es evidente que por la voz del Señor el cuidado de toda la Iglesia le fue confiado al santo Apóstol y Príncipe de todos los Apóstoles, Pedro. Pues a él se le dice, «Pedro, ¿me amas? Apacienta a mis ovejas». A él le es dicho, «He aquí, Satanás ha deseado zarandearos como trigo; y yo he orado por ti, Pedro, para que tu fe no falle. Y tú, cuando te hayas convertido, fortalece a tus hermanos». A él se le dice, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo; y lo que atares en la tierra será también atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».
Ved, él recibió las llaves del reino celestial, y le es dado poder para atar y desatar, le es confiado el cuidado y la principalidad de toda la Iglesia, y aún así él no es llamado el Apóstol universal; mientras que el santísimo hombre, mi compañero sacerdote Juan, intenta ser llamado obispo universal. Estoy forzado a gritar y decir ¡Oh tiempos, oh costumbres!
Ved, todas las cosas en las regiones de Europa son entregadas al poder de los bárbaros, las ciudades son destruidas, los campos arrasados, las provincias despobladas, ningún labriego habita la tierra, los adoradores de ídolos prevalecen y dominan para la matanza de los fieles, y aun sí sacerdotes, quienes deberían ellos mismos yacer llorando sobre el piso y en cenizas, buscan para sí nombres de vanagloria, y se glorían en en nombres nuevos y profanos.
¿Defiendo yo mi propia causa en este asunto, piadosísimo Señor? ¿Resiento que se me haya hecho mal a mí especialmente? No, la causa de Dios Omnipotente, la causa de la Iglesia universal.
¿Quién es éste que, contra las ordenanzas evangélicas, contra los decretos de los cánones, presume para usurpar para sí un nuevo nombre? Lo haría aquél si por él mismo fuese, si pudiera ser sin ninguna mengua de los demás – codicia ser universal.
Y ciertamente sabemos que muchos sacerdotes de la Iglesia de Constantinopla han caído a la vorágine de la herejía ... Si entonces cualquiera de esa Iglesia toma para sí aquel nombre, por el cual se hace la cabeza de todos los buenos, se sigue que la Iglesia universal cae de su pedestal (lo cual no permita Dios) cuando aquel que es llamado universal cae. Pero lejos de los corazones cristianos esté aquel nombre de blasfemia, en el cual es quitado el honor de todos los sacerdotes, mientras se lo arroga locamente para sí uno (solo).
Ciertamente, en honor de Pedro, Príncipe de los Apóstoles, le fue ofrecido por el venerable sínodo de Calcedonia al romano pontífice. Pero ninguno de ellos ha jamás consentido usar tal nombre de singularidad, no sea que, por algo que se le da peculiarmente a uno, los sacerdotes en general sean deprivados del honor que se les debe. ¿Cómo es que nosotros no buscamos la gloria de este título aun cuando es ofrecida, y otro pretende arrebatarlo para sí mismo aunque no se le ofrece?

Epístola XX a Mauricio César (NPNF 2 12:170-171)


Isidoro de Sevilla (c. 560-636)

Pedro lleva el carácter de la Iglesia, el cual tiene el poder de perdonar pecados y de llevar a los hombres desde el Hades hasta el reino celestial ... Todos los Apóstoles también llevan el tipo de la Iglesia entera, ya que ellos también han recibido un poder igual de perdonar pecados. Ellos llevan también el carácter de los patriarcas, quienes por la palabra de la predicación espiritualmente engendraron al pueblo de Dios en todo el mundo ...

Alegorías en el Nuevo Testamento (PL 83:117-118)

El hombre sabio que edificó su casa sobre la roca significa el maestro fiel, quien ha establecido los fundamentos de su doctrina y vida sobre Cristo ... Más aún, Cristo es llamado un «fundamento» porque la fe se establece en él, y porque la Iglesia católica está construida sobre él.

Etimologías VII,2 (PL 82:267)


Beda el Venerable (c. 673-735)

Tú eres Pedro y sobre esta roca de la cual has tomado tu nombre, esto es, sobre mí mismo, edificaré mi Iglesia, sobre aquella perfección de la fe que tú confesaste edificaré mi Iglesia por cuya unanimidad de confesión si alguno se desviase aunque en sí mismo pareciera hacer grandes cosas, él no pertenence al edificio de mis Iglesia. ... Metafóricamente se le dice a él que la Iglesia ha de ser construida sobre esta roca, es decir, el Salvador que tú confesaste, quien ha concedido participación al fiel confesor de su nombre.

Homilías 23 (PL 94:260)


Juan de Damasco (c. 675-c. 749)

Y Pedro, encendido por un ardiente celo y preparado por el Espíritu Santo, replicó: «Tu eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». ¡Oh, bendita boca! ¡Perfectos, benditos labios! ¡Oh, alma teológica! ¡Mente llenada por Dios y hecha digna por la instrucción divina! ¡Oh, divino órgano por el cual Pedro habló! Rectamente eres bendito, Simón hijo de Jonás ... porque ni carne ni sangre ni la mente humana, sino mi Padre en el cielo te ha revelado esta divina y misteriosa verdad a ti. Pues nadie conoce al Hijo, salvo aquél que es conocido por él ... Esta es la firme e inamovible fe sobre la cual, como sobre la roca cuyo sobrenombre llevas, la Iglesia está fundada. Contra ésta las puertas del infierno, las bocas de los herejes, las máquinas de los demonios –pues ellos habrán de atacar- no prevalecerán. Ellos tomarán las armas pero no vencerán.

Homilía sobre la Transfiguración (PG 96:554-555)


Pascasio Radberto (c. 785-860)

Hay una respuesta de todos sobre los cuales la Iglesia es fundada y contra los cuales las puertas del infierno no prevalecerán ... Tan grande fe no surge excepto de la revelación de Dios el Padre y la inspiración del Espíritu Santo de modo que cualquiera que tenga fe, como una piedra firme, es llamado Pedro ... Debiera notarse que cualquiera de los fieles es una roca en la medida en que es un imitador de Cristo y es luz en la medida en que es iluminado por la luz y por esto la Iglesia de Cristo está fundada sobre aquéllos en cuanto son fortalecidos por Cristo. De modo que no en Pedro solo sino sobre todos los Apóstoles y los sucesores de los Apóstoles se edifica la Iglesia de Dios. Pero estas montañas son primero edificadas en la montaña, Cristo, elevada sobre todas las montañas y cerros.... Esta es ciertamente la vera e inviolable fe dada a Pedro por Dios el Padre, según la cual si no hubiese habido siempre un Hijo no hubiera habido siempre un Padre, sobre la cual fe la Iglesia toda está fundada y permanece firme, creyendo que Dios es el Hijo de Dios.

Comentario sobre Mateo (PL 120:561, 555-556)


http://forocristiano.iglesia.net/sh...5&pagenumber=13
 
. Pedro es la cabeza de la Iglesia, cuerpo de Dios del que Cristo es su cabeza.


¿Quien es la cabeza, Cristo o Pedro? :mareado:



¿Cuerpo de Dios? :confused:
 
. Pedro es la cabeza de la Iglesia, cuerpo de Dios del que Cristo es su cabeza.


¿Y las cítas bíblicas que lo apoyan?




Quizás no. Pero lo encontrarás en la realidad de cientos de millones de personas, hijas de Dios y en unidad de comunión, en el S. XXI, más de dos mil años después, profesan su fe sobre esa piedra, asentada sobre la divina piedra angular de Cristo nuestro Señor.


¿Eso es todo lo que nos tiene que decir ante el ALUVION de citas patristicas en las que se ve que los primeros cristanos no creían eso de la "primacia petrina"?


¿Unidad de comunión?


¿Tiene usted unidad con los padres que afirman?




La promesa dada a Pedro no es restringida a él, sino aplicable a todos los discípulos como él.


(3) Que la roca era la confesión de Pedro (Sermón 229P).


Y si nosotros también hemos dicho como Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», no como si carne y sangre nos lo hubiese revelado, sino por la luz del Padre en los cielos habiendo resplandecido en nuestro corazón, nos tornamos un Pedro, y a nosotros nos podría decir el Verbo, «Tú eres Pedro», etc. Pues es una roca cada discípulo de Cristo de quien bebieron aquellos que bebieron de la roca espiritual que los seguía, y sobre cada roca así se construye toda palabra de la Iglesia, y la constitución que corresponde a ella; pues en cada uno de los perfectos, quienes poseen la combinación de palabras y actos y pensamientos que llenan la bendición, la Iglesia es construida por Dios.





etc. etc. etc.



:dormido2: :dormido:
 
Las palabras de Cristo: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mat. 16:18) fueron explicadas por 85 Padres y Maestros de la Iglesia. 44 de ellos dicen que la palabra "piedra" denota la fe de Pedro; 16 enseñan que la palabra "piedra" significa Salvador; 8 aseguran que la palabra "piedra" abarca a todos los apóstoles, de modo que 68 Santos padres no creen que la palabra "piedra" se refiera a Pedro. Solamente 17 exégetas antiguos relacionan la palabra "piedra" con Pedro; pero nadie interpreta, como enseñan los latinos, que el Apóstol Pedro es un exclusivo lugarteniente de Cristo (vicario) sobre la tierra.

Web ortodoxa del padre Alexander
 
EDDY:

Mi pregunta sigue siendo, ¿cómo sabes que esa Babilonia de la que habla 1 Pedro se refiere a la de Nabucodonosor y no a Roma en forma figurada?


Edgardo:

Por que Pedro escribe claro y conciso.
Por que Pedro ni por lejos es tan complicado en su lectura como Pablo.
Por que Pedro no tiene necesidad de andar escondiendo su paradero.
Por que Pedro no desea escribir en clave.

Tú responde por qué te figuras que Pedro necesita escribir figuradamente sobre su figura.
 
Hay quien se regocija de los pecados ajenos, hay quien desconfiando de la Infinita Sabiduría del Altisimo apela a los mas rebuscados surterfujios para permanecer en su mundana razón a expensas del amor. También un angel pasó por eso.

Ya veo la forma de debatir que algunas predican! ¡Dios es permisible!,¿no acataré yo su voluntad?

Las posturas estan bien clarificadas. Quien quiera seguir despreciando hagalo, doy gracias a Dios por permitirme serlo en defensa de mi fe.

Por otro lado y continuando en las reflexiones que a tenor de lo expuesto en el documento de Tobi y como continuación a las respuesta que al redactor del mismo le daba, incluiré aqui un texto que aunque con una redacción alegórica expresa de manera fideligna el sentir de tantos cientos de millones de personas. Que por otro lado (y en el supuesto e irreverente amor en cristo) tratan de degradar y despreciar unas pocas




El mar de Galilea se mostraba como una minúscula mancha en el mapa militar del Imperio. Roma, con el orgullo de su dominio, lo consideraba como una mera gota en el ardiente horno de la provincia oriental. Con todo, sus aguas estaban llenas de pequeñas y activas embarcaciones, en sus costas abundaban las poblaciones, muelles y factorías. Por los caminos, muy bien construidos, que bordeaban sus costas, se encaminaban las legiones que iban a relevar a las guarniciones de las ciudades provinciales y a mantener la Paz Romana por medio del temido estandarte S. P. Q. R. (Senatus populusque romanus). Todos los judíos patriotas sufrían profundamente por la presencia de aquel emblema de opresión, y, aunque encadenados por el extranjero dentro de sus puertas, soñaban con el día en que su nación sojuzgada reconquistaría su vida y su libertad. Entre aquellas gentes amantes de la independencia se contaron Andrés y Simón, vigorosos hijos de Joná, el Galileo. Nacidos en Betsaida, educados por sus excelentes padres en el espíritu de la Ley, crecieron por amar su playa nativa y dedicarse a la trabajosa existencia de pescadores. El mayor, Andrés, era fuerte y capaz; Simón, osado, vehemente, impetuoso. Las traidoras aguas no atemorizaban a aquellos intrépidos marinos cuya barca pescadora cruzaba el tranquilo azul del Genesaret y que parecían haber adquirido también algo del carácter de sus volcánicas profundidades. Diariamente se aventuraban en el hondo Tiberíade para arrojar sus pesadas redes y recoger su pesca. Pero ponían a medias sus corazones en la ruda tarea, porque alentaban en la silenciosa esperanza del Mesías que, estaban seguros, llegaría un día para quebrantar el odiado yugo de roma.

Un día del año 26 llegaron a oídos de aquellos leales galileos extraordinarias nuevas. ¡Juan el Bautista, un gran profeta, predicaba la salvación! Sobre el borde meridional del desierto, a unos cien kilómetros de distancia, podían encontrarlo, "voz que clama en el desierto, que apareja el camino del Señor". Todo lo que podían informar los sobreexcitados mensajeros respecto de aquel extraño asceta era que aparecía inesperadamente en sitios diversos entre las rocas para proclamar la venida del Reino. Tan pronto como las caravanas llevaron la nueva de los impetuosos ataques del Bautista, numerosos grupos salieron de Jerusalén para oír directamente su mensaje de esperanza y arrepentimiento. Y no bien se expandió el rumor, muchos escribas y fariseos empezaron a sopesar sus atrevidas palabras: "Ya la segur está puesta a la raíz de los árboles: así, pues, todo árbol que no da buen fruto será cortado y arrojado al fuego" (LUCAS, III, 9). Andrés y Simón convinieron en que no era tiempo de demorarse más con sus enredadas redes, porque, en verdad, todos reconocían que el "Esperado de las Naciones" podía muy bien encontrarse ya entre ellos. Y agitados sus corazones con sus sueños, los dos hermanos se encaminaron hacia el desierto del Jordán. Pudieron al fin contemplar con sus propios ojos al gran asceta: el hombre de una obra, de una palabra, de un amor, fiel al Cristo hasta la muerte. Pero llegó e bendito momento en que Andrés oyó decir al Bautista:"He aquí el Cordero de Dios!", y pudo contemplar a Jesús de Nazaret que andaba por allí. Y el pescador galileo preguntó al Maestro: "¿Dónde moras?" "Venid y lo veréis", fue s amable respuesta, y vieron dónde moraba; y quedáronse con él aquel día; porque era como la hora décima. Andrés halló primero a su hermano Simón y le dijo la gozosa palabra: "¡Hemos hallado al Mesías!", y lo trajo a Jesús. Y mirándole Jesús dijo: "Tú eres Simón hijo de Joná: tú serás llamado Cefas, que quiere decir piedra" (JUAN, I, 38-42). ¡Qué destino esperaba a aquella Piedra, a Simón Pedro!

De regreso a su ruda tarea, los hijos de Jonás volvieron a arrojar en el profundo Tiberíade sus remendadas redes; pero estaban ahora extrañamente desasosegados; con sus corazones llenos de esperanza contaban los días desde su estada en la región del Jordán. Todo ese tiempo -recordadlo- sus propósitos estuvieron divinamente orientados, ellos mismos interiormente sometidos a poderosas lealtades. Y llegó la hora en que Jesús se les apareció, y haciéndoles señas, díjoles: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres". Ellos lo habían estado esperando, de modo que "dejando al instante las redes, lo siguieron" (MATEO, IV, 19 y 20). No fue el suyo un entusiasmo ocasional y pasajero, sino un acto que nacía dela fe viviente y del amor. Consagrados ahora al servicio activo, iban a convertirse en íntimos del Maestro, pues su resolución fue no alejarse de El jamás. Y siguiendo por la costa marina de Galilea, llamó Jesús a otros: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y Felipe y Natanael. El pequeño grupo quedó estrechamente unido en el espíritu de una simple y profunda devoción. Y una mañana acompañaron a Jesús y María a una fiesta de bodas en Caná de Galilea. Y sus leales corazones se colmaron de profundo amor cuando vieron al Maestro realizar su primer milagro público al convertir el agua clara de seis tinajuelas en rico vino. "Después de esto pasó a Cafarnaum, con su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días" (JUAN, II, 12).

El público ministerio
Al fin empezó la predicación del Reino, y muchos siguieron a Jesús, creyendo que era el tan esperado Mesías. Doce hombres, todos galileos con excepción de Judas de Iscario, de Judea, se contaron en la privilegiada condición de discípulos. Meditad sobre su privilegio: diariamente vivieron en la imitad de Nuestro Señor, hora tras hora presenciaron sus actos, oyeron sus palabras, recibieron de ellas luz y poder. Pero la multitud estaría con Él o no serían más que amigos de días de bonanza. "El que no está por mí, contra mí está; y el que conmigo se recoge, desparrama" (LUCAS, XI, 23). No se hizo esperar la prueba ; llegó el día en que Jesús multiplicó los panes y los peces para alimentar a cinco mil personas. Y tras esto pronunció un gran discurso en que El mismo se declaró ser el Pan Vivo que ha descendido del cielo: "En verdad, en verdad os digo que si no comiereis la carne del Hijo del Hombre, y no bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (JUAN, VI, 54). Estas palabras parecieron tomar a todos por sorpresa. Muchos, en verdad, se disgustaron, y muchos más murmuraron; ¡ay!, desgraciadamente, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban más con Él. Entristecido en su corazón, Jesús dijo a los Doce: "¿Queréis vosotros iros también?". Simón Pedro respondió entonces en un ímpetu de estática lealtad: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes las palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos, que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (JUAN, VI, 68-69). ¡Confianza plena, fe vital, inmortal esperanza, amante entusiasmo! El primer discípulo pudo vacilar, sí vaciló bajo golpes repentinos de la prueba, pero jamás hubo duda respecto de su perdurable lealtad.

La historia del mundo fue divinamente transformándose en aquellos días en que descendió a él Jesús para mezclarse entre los hombres. Marte y Eros dominaban todavía, mientras Tiberio, desde el trono de César avizoraba los caminos en espera de sus legados que le aportaban informes sobre los acontecimientos políticos y militares. Sagaces agentes le traían a diario noticias de Bretaña, España, Galia, Egipto; llegaban también muchos mensajes desde el Oriente. En Palestina, un Poncio Pilatos peroraba como gobernador romano de Judea; Herodes, el tetrarca, arrancaba odiados tributos de Galilea; Iturea y Abilina eran gobernadores por Felipe y Lisanio. De tanto en tanto los discípulos oían al Maestro referirse a la situación política existente: "Ya sabéis que los príncipes de los gentiles se enseñorean sobre ellos; y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad" (MATEO, XX, 25). "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios" (MATEO, XXII, 21). "El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en redención de muchos" (MATEO, XX, 28). Así habló el Señor del mundo, pero la masa del pueblo judío tenía todavía sus dudad, porque en lo íntimo de sus corazones eran cobardes morales. Ni por un instante pudo imaginarse el Emperador que en aquel oscuro rincón de su dominio oriental se había iniciado una revolución divina, un reino destinado a sobrevivir al Imperio mismo, un "reino de Dios" en los corazones de los hombres.

¡Tres años divinos anunciando el Reino! A lo largo de los caminos de Judea y de Samaria, por los pueblos y ciudades de Galilea dirigieron sus sagrados pasos los discípulos. Vieron al Maestro curar, bendecir y orar; se maravillaron de la manera como alentaba a las almas humanas y las llenaba de felicidad.

¡Cuan hermosos son sobre los montes

los pies del que trae alegres nuevas,

del que predica la paz, del que trae nuevas del bien,

del que dice a Sión: Tu Dios reinará! (ISAÍAS, LII, 7).

El pequeño grupo, unido por el amor y la devoción, caminaba al lado de Jesús. Casi siempre fue Pedro, sobre todos los otros, el que manifestó el ardor de su fe inmortal. Durante la última jornada que todos juntos hicieron hacia Jerusalén, el Maestro formuló dos preguntas: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? ¿Y vosotros quién decís que soy?". Pedro contestó: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Entonces, respondiendo, Jesús le dijo: "Bienaventurado eres, Simón Bar Jona, porque no te ha revelado eso carne ni sangre, sino mi Padre que está en los Cielos" (MATEO XVI, 13-17). Obsérvese que con la sola excepción del Bautista, ésta fue la única vez que Nuestro Señor pronunció una bienaventuranza sobre un individuo. Puede verse plenamente que Pedro fue colocado aparte de los otros, destinado divinamente a convertirse en guía y jefe de ellos.

La Piedra - ¡Cefas!
¿Qué especie de hombre fue éste que el Cristo eligió para ser la Piedra, la piedra fundamental de su Iglesia? Jefe por naturaleza, Pedro fue hombre afectuoso pero de temperamento impulsivo: un tanto irascible, valiente -sin embargo, a veces vacilante-, rudo pero eficaz, no menos sincero, ojo sano, corazón leal. Heredero de un pasado con toda su aspereza y brusquedad, sus defectos de calidad tuvieron que ser corregidos. Para su bien, pedro tuvo un Divino Maestro que le pudo enseñar a obedecer, domó su espíritu impetuoso, le exigió que se sometiera humildemente al yugo. En verdad, ningún otro discípulo recibió más frecuentes reprimendas que el hombre-piedra sobre el cual Jesús se propuso edificar su Iglesia. Es, pues, muy importante estudiar la formación de este vocero de los Doce; como es instructivo ver en qué forma Cristo reprimió los prominentes defectos de su apóstol durante su paso por el mundo. Ocurrió en uno de los primeros días del público ministerio que los discípulos, a bordo de la barca de Pedro, se encontraron en el más extremo peligro a la ventura en medio de una tormenta en el mar de Galilea. Y he ahí que el Maestro fue a ellos andando sobre las aguas, y Pedro dijo: "Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas". Y descendiendo Pedro de la nave para ir hacia Jesús, y comenzando a hundirse dio voces, diciendo: "Señor, sálvame", y Jesús, extendiendo la mano, trabó de él y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" (MATEO, XIV, 31). Otra vez el Maestro habla de sus próximos padecimientos y de su muerte, y el ingenuo discípulo protesta: "Señor, ten compasión de ti: en ninguna manera esto te acontezca". Y esta vez recibió el más grave reproche: "Quítate de delante de mí, satanás; escándalo me eres; porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres" (MATEO, XVI, 22-23).

¡Cuán a menudo Pedro dejó que su corazón se apartara de su cabeza! ¡Con cuánta frecuencia luchó duramente contra su "yo" y sufrió por el conflicto que sea agitaba en su pecho! Se muestra como totalmente incapaz de entender las más grandes cosas del espíritu y tiene que ser encaminado con firmeza ante sus continuas recaídas. Rápido en formular juicios ligeros, en sacar conclusiones apresuradas, se apega a sus conceptos equivocados. No un sino muchas veces interroga al Cristo sobre el significado práctico de sus palabras: "Señor, ¿dices esa parábola a nosotros o también a todos?" (LUCAS, XII, 41). "Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí?, ¿hasta siete?" (MATEO, XVIII, 21). "He aquí, Señor, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido, ¿qué, pues, tendremos?" (MATEO, XIX, 27). Con gran temeridad comprometió a su Maestro a pagar la tasa del Templo, y mientras Nuestro Señor aceptaba la obligación dio a su impetuoso discípulo una oportuna lección (MATEO, XVII, 24). El elemental vigor del hombre, su acomodaticia firmeza, o más bien dicho su discutible habilidad, aparecen con creciente fuerza. Se desearía que quedara borrado su desaire de la Última Cena; su patética incapacidad para vigilar una hora en Getsemaní; su rápido desenvainar dela espada ante la multitud furiosa, y, lo más triste de todo, su triple negación. No hay que admirarse de que Pedro huyera del patio de Caifás arrastrado por vergonzoso pánico y ardiendo con la fiebre del alma atormentada. Lágrimas, amargas lágrimas prueban que el abatido discípulo se enfrentó con su propia, desnuda y pobre realidad. Pero el arrepentimiento se despierta en su alma, arrepentimiento que es seguido del divino perdón. La misericordia que resplandeció en los ojos del cautivo Salvador llenó de claridad el corazón de su discípulo, ahora más fuerte, más seguro mientras avanzaba en su pena, aunque viviendo en su luz a través de la cual percibía las demás luces...

¡Cristo ha resucitado! Se multiplican las pruebas de su tierno amor por su penitente discípulo. Un ángel en el sepulcro ordena a las santas mujeres: "Id, decid a sus discípulos y a Pedro" (MARCOS, XVI, 7). El hecho de que el caudillo de los Doce fue el primero de ellos en contemplar al Señor está probado más allá de toda duda. Tampoco se ha podido negar que la importancia de Pedro fue progresivamente reconocida por su Maestro, que lo distinguió sobre manera entre los demás compañeros. Por su parte intentó retribuir en algo por todo lo que amaba y reverenciaba. La culminación de ese afecto contenido se produjo el día en que el Cristo se apareció sobre las orillas del Genesaret. "Empero, venida la mañana, Jesús se puso en la ribera... Dijo entonces aquel discípulo al cual amaba Jesús, a Pedro: ¡El Señor es! Entonces Simón Pedro, como oyó que era el Señor, ciñóse su ropa de pescador... y echóse a la mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca..." (JUAN, XXI, 4-7). En esta ocasión, la devoción del impetuoso discípulo es nuevamente premiada: "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Respóndele: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas" (JUAN, XXI, 15-16). Y ahora que Ceras fue exhortado a cuidar y apacentar las ovejas de Cristo, nunca abandonará su espíritu esa imagen pastoral, y hasta el fin quedará arraigada aquella tarea en su corazón (PEDRO, II, 25; V, 2).


Dios os bendiga! En Cristo espero y el no defrauda!
 
Re: Y CADA VEZ MAS GRANDE EN HONOS DE CRISTO NUESTRO SEÑOR!

Re: Y CADA VEZ MAS GRANDE EN HONOS DE CRISTO NUESTRO SEÑOR!

Originalmente enviado por: Allucalor


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PEDRO EN ROMA

Historia de un Absurdo
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Empezamos bien, demuestra un gran respeto y amor en Cristo llamar absurdos a cientos de millones de creyentes católicos.
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Tobi
Empezamos mal. Con, o sin el amor de Cristo, se llama absurdo aquello que lo es, lo defiendan cientos o miles de millones.

Mediante este epigrafe y el tutulado "El Primado de Roma en la Cristiandad" Hemos mostrado la realidad del ABSURDO en cuanto que no hay ni un solo dato histórico que confirme las pretensiones romanas que se iniciaron con Leon I A este papa que con una soberbia inaudita y nada cristiana pretendía lo que ahora pretende la Roma Vaticana, le colocaron en su sitio dos Conclios Ecuménicos. El Primer de Constantinopla con lo que quedo establecido en su Canon Tercero y en el Calcedonia que lo confirmó con su Canon 28. Posteriormente otro papa romano tambien salió al paso a las pretensiones que sostuvo Leon I. El papa Gregorio I que manisfesto rechazar la mención y atribución a cualquier obispo el título de Universal añadienco que quien pretendia tal cosa sería el precursor del anticristo.
Gregorio I acertó puesto que para IMPONER el tal Primado la Institución Romana tuvo que protagonizar el Cisma con las Iglesias Orientales. Así, Roma, se convirtió en CISMATICA, y encima se atreve a darse el hombre de Católica. Con ello se confirma el adagio popular: "DIME DE QUE PRESUMES Y TE DIRÉ DE QUE CARECES".













Con esa argumentación desvirtuas el Evangelio de Mateo, Apóstol y testigo presencial de los hechos de Cristo, ya que si una de sus afirmaciones pones en cuestión, también cuestionas todo su testimonio. Si pones en cuestión el evangelio de Mateo y no aportas datos documentales que manifiesten su falsedad, estas poniendo en cuestión a todo el Nuevo Testamento, pones en cuestión La Palabra, y por consiguiente a Cristo mismo.


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El primer detalle de suma importancia es que se dice que el Evangelio escrito por Marcos, fue realmente inspirado por Pedro. Pues bien, Marcos no cita en su evangelio la famosa frase.
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(Mc 8:29-30) San Marcos, mero transmisor de la predicación de Pedro, calla la promesa del primado, porque Pedro modestamente la callaba.

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En cambio lo que sí cita es que Jesús le trato de Satanás. (Marcos 8:33)
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(Mt 16:22-23) Aclara que Jesús reprende Pedro por que expresa en ese momento su deseo que Jesús no fuera entregado, padeciera y fuera crucificado. No hay ahí manifestación alguna del futuro del satanismo de Pedro!!!!!!!!!!!!!! Pero ciertamente la expresión de Pedro es tentación del diablo para Jesús.

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Evidentemente de la misma manera que no hay tal primado, tampoco hay tal satanismo en el futuro de Pedro.
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De la misma manera que Jesús no predice ningún satanismo en el futuro de Pedro, le hace partícipe de la universalidad de la Iglesia formalmente constituida en Cristo como piedra angular y en Pedro como piedra sobre la que Cristo desea continuar el fundamento de su Iglesia. Piedra a piedra se hacen las edificaciones. ¿No somos acaso todos los católicos, piedras que forman el edificio de la Iglesia? 1 Pe 2:5 .
En mi humilde disposición de fe, El Padre es el labrador, Cristo la semilla, el Espíritu Santo el agua que la alimenta, y Pedro el primer brote por libre decisión de Dios.

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Tampoco Lucas cita la famosa frase en su evangelio (Véase Lucas 9:18-20)
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Lucas, de nación Sirio,antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles siguió a Pablo. Lucas no fue testigo presencial de los hechos de Cristo y hubo de apelar a informaciones ajenas, de las cuales dio testimónio. Y acaso puedo creer que ocultando Pedro por modestia tal hecho, la preocupación de apóstoles, discípulos y evangelistas de aquellos tiempos iba a recaer en la justificación futura de una sóla Iglesia Universal?, más bien creo que su preocupación redicaba en la predicación y en dar a conocer la buena nueva. ¿Acaso los Evangelios nos e complementan entre si? ¿Acaso fueron escritos en reunión conjunta de los cuatro Evangelistas? ¿A que hechos HISTORICOS nos estamos refiriendo??


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La lógica se impone puesto que, algo tan trascendente para el futuro del cristianismo, de ninguna manera seria silenciado por los tres evangelistas, es decir, Marcos, Lucas y Juan.
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Tan trascendente a sido, ¡si!, más de 2000 años de supervivencia de la Iglesia Católica en constante expansión, miles de mártires entregados por su fe, y aquí estamos, cientos de millones de almas en Cristo nuestro Señor profesando la fe de nuestro Padre, y perduramos por voluntad de Cristo nuestro Señor si, que así lo quiera, hasta el día del juicio final.
Siguiendo tu lógica lo que constato es que todo lo que se dice en el Evangelio de San Mateo, ya que toda Palabra es tan trascendente para el futuro del cristianismo, y no viene recogido por alguno de los otros evangelistas es falso.!!!!
Y de esta forma hasta de Dios mismo dudamos, que nos envía a su Propio Hijo para la redención de nuestros pecados en un acto de infinito amor, pero a sabiendas que se alzará una Iglesia que irá creciendo y prosperando a lo largo de más de 2000 años, una Iglesia compuesta por la amplia mayoría cristiana, una Iglesia que en su seno recoge a millones de mártires, una Iglesia en fin obra Suya, permite caer en el error trascendental a tantos y tantos que dieron la vida en Cristo nuestro Señor.

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La segunda cuestión es ir al mismo Pedro y recabar lo que él entendió respecto a la famosa y controvertida frase.
En su primera Epístola Universal 2:4 hace esta afirmación:
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”Acercándoos a él, piedra viva rechazada por los hombre, también vosotros, como piedra vivas, vais construyendo un templo espiritual dedicado a un sacerdocio santo, para ofrecer, por medio de Jesucristo, sacrificios espirituales agradables a Dios”

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"Acercándoos a él, piedra viva… ¿Quién es esta piedra viva? ¿Pedro?
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Claro está que la piedra viva es Jesucristo nuestro Señor nacimiento, vivencia y fin de su Iglesia. Pedro es la piedra en la que El establece el fundamento de tradición apostólica.


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Evidentemente no tal como se muestra en los versos 6, 7, y 8.
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Me pregunto por qué omite el 5 en relación al significado de piedra, como parte constitutiva de la Iglesia y colocada cada una en el lugar que el Padre, Arquitecto Universal le tiene encomendado.

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Entonces, si la piedra es el mismo Jesucristo, si deseamos (verso 5)
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¿Solo si deseamos?

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"ser edificados como casa espiritual" es imprescindible pronunciar la misma confesión que hizo Simón bar Jonás con lo cual recibimos el mismo sobrenombre que recibió el Apóstol.
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En efecto, todos somos piedras de la Iglesia Universal constituida en Cristo nuestro Señor, “piedras vivas”, piedras que como vivas somos libre de aceptar a Cristo o no, somos libres de desencajarnos del Santo lugar que el Padre nos tiene encomendado y como tales precipitarnos en el abismo. Cristo, le dio ese sobrenombre a Simón, ¿das “tu” ese mismo sobrenombre a otros?¿ Tienes o te sientes tu con esa misma potestad?


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De esta manera Cristo edifica su iglesia con el material en que se convierten aquellos que confiesan que él es el Cristo el Hijo del Dios vivo. ¿Es que se han convertido todos en papas? Si damos por válida la interpretación romanista, así es.
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No, todos no somos Papas, no has reflejado para nada la interpretación romanista, pero si todos somos piedras de la Iglesia, algunos, piedras que aguantan firmes, otros, piedras que se tambalean, otros, piedras que caen hacia sus adentros, otros, piedras que caen hacia fuera; cada Papa como piedra de estabilidad y firmeza para cada planta de la enorme y misericorde edificación de su Iglesia.

“Suponer como los antiguos protestantes, que cuando Jesús dice sobre esta piedra, virando en redondo habla de si mismo, es el colmo de la arbitrariedad exegética y una tácita confesión de que cuanto sigue expresa con evidencia el primado de autoridad sobre la Iglesia. Los modernos protestantes, dando la razón a la exégesis católica, han excogitado otra solución, más desesperada todavía: la de suponer que todo este pasaje papal es una interpolación tardía efectuada en Roma. Si el testimonio unánime de todos los códices y versiones no desmiente esa supuesta interpolación, el subidísimo color semítico del pasaje está clamando a voces la autenticidad.” (Padre José María Bover, S.I. – Comentarios a los 4 Evangelios – Biblioteca de Autores Cristianos)


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La tercera cuestión: Las tan cacareadas "llaves" con el poder de atar y desatar.
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Nuevamente surge el amor y respeto cristiano por el prójimo, ¿Nos llamas gallinas a los católicos? Gracia hermano.

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La primera pregunta que surge es: ¿Esta promesa fue dada solo a Pedro? Según los romanistas así fue y de ello pretenden deducir el "obispado universal" de los papas.
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”Con tres metáforas expresa Jesús lo que Pedro es y representa en la Iglesia: la de la piedra fundamental, la de las llaves y la de atar y desatar. La piedra fundamental es la que da la estabilidad al edificio que es la Iglesia. Ahora bien, la Iglesia como reino de Dios que es en la tierra, es una sociedad. Y el fundamento de toda sociedad es la autoridad. Por su autoridad es pues Pedro el fundamento de la Iglesia.

Análoga es la significación de las llaves. Quién por derecho propio posee las llaves es Jesucristo: (Que tiene la llave de David: que abre y nadie cerrará; que cierra y nadie abrirá (Apoc 3,7)). Al prometer ahora Jesús a Pedro que le dará las llaves del reino, promete comunicarle su potestad soberana. Con la metáfora atar y desatar, designaban los judíos las soluciones doctrinales y las decisiones legales. A Pedro, por tanto, se promete la autoridad de definir en los conflictos doctrinales y de sentenciar en los jurídicos.” (Padre José María Bover, S.I. – Comentarios a los 4 Evangelios – B. de A. C.)


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Lo que ocurre es que en el evangelio de Juan leemos estas palabras dichas por el mismo Señor Jesús (Juan.20: 21-23) "Entonces Jesús les dijo otra vez: paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho eso, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, le son remitidos; y a quienes se los retuviereis, le serán retenidos"
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No entiendo que contrariedad encuentras en la Palabra, Cristo dice estas palabras una vez resucitado y las dirige a todos sus apóstoles, excepto a Judas Iscariote claro y a Tomás que estaba ausente, ¿quería esto decir que a Tomás no le otorgaba esa potestad?¡Por Dios Bendito!. La Iglesia ya a sido constituida, y Cristo habla a su Iglesia, a los ministros de su Iglesia; todos somos piedras de la Iglesia, y en estas palabras encontramos la potestad que de Cristo emana por la cual los ministros y sacerdotes de su Iglesia, que en ese tiempo son sus apóstoles, pueden ejercer el sacramento de la confesión y perdonar los pecados del los que a El acuden arrepentidos.


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Y en Mat. 18:18, Jesús dijo: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo"
En ambos textos, ¿dónde está la exclusiva de Pedro?
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Pedro no tiene ninguna exclusiva, salvo la de recibir las palabras de Jesús que a él le fueron dirigidas. Pedro es la cabeza de la Iglesia, cuerpo de Dios del que Cristo es su cabeza. Las palabras de Jesús están en la misma línea que Jn 20:21-23, a diferencia quizás de que omites Mt 18:17 “y si no les diere oídos, dilo a la Iglesia; y si tampoco a la Iglesia diere oídos, míralo como al gentil y al publicano” Si hermano si, Cristo constituye su Iglesia y le da potestad, erige a su cabeza a Pedro y confiere poder a sus ministros. Y encomienda una misión. Mc 16: 15-20


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Pero no acaba aquí la promesa de atar y desatar proferida por Cristo ya que en los versos 19 y 20 Jesús dice: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieran de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecha por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" Curioso, ¿no? ¿Por qué DOS y no uno solo, si se le hubiese dado la exclusiva a Pedro?
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¿La exclusiva a Pedro de qué? ¿De la oración? ¿De la celebración de la eucaristía? Pedro preside la Iglesia de Cristo, que tiene que ver esto con que en busca de la unidad del pueblo de Dios Jesús quiera establecerla en Pedro como continuación de la referencia fundamental que solo de El emana. ¡Sólo Dios tiene toda exclusividad!. Creo que los católicos, más bien, Lc 22:31 (De la firmeza de Pedro en la fe cuida el mismo Cristo; de la firmeza de los demás ha de cuidar Pedro.) entendemos este mensaje como una llamada a la oración en común que la Iglesia Católica hace suya a través de la liturgia de las horas, y de la propia Eucaristía.

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Esto es exactamente lo que afirma San Agustín en su Sermón 295. "Pedro es el primero de los apóstoles y amigo fervoroso de Cristo, de quien mereció el oír las palabras: A mi vez te digo que tú eres Pedro. Había el dicho al Salvador: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". El Salvador díjole entonces: "Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia". Sobre esta piedra estableceré la fe que confiesas. Sobre lo que dijiste: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo", edificaré mi iglesia. Porque tú eres Pedro. Pedro viene de piedra, como cristiano de Cristo.
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Hago mía la afirmación de San Agustín. Pero creo que para adquirir el significado que tu tratas de darle debería decir “esa piedra” y no “esta piedra”, no obstante para mi no adquiriría gran diferencia, ya que Pedro y su profesión de fe son la misma cosa, o ¿ya no somos todo lo que somos, fe, esperanza y caridad?

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2) EN PEDRO SE LES DIERON A LA IGLESIA LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS.
Estas llaves no las recibió un hombre, sino la unidad de la iglesia. Lo que hace, pues, descollar la preeminencia, es haber personificado la universalidad y unidad de la iglesia cuando le fue dicho. "Te doy a ti lo que se les dio a los apóstoles todos.
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Esto no se dice ni en Mt 18:18 ni en Jn 20: 21-23


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Seguidamente Agustín de Hipona a fin de reforzar lo que esta afirmando cita los mismos textos del evangelio que he citado yo.
(Juan.20: 21-23 y Mat. 18:18).
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Jn 20: 21-23 no habla de las llaves; Mat 18:18 tampoco,

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Así, pues, Agustín de Hipona y yo, estamos de acuerdo.
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Eso creo que no lo afirmaría San Agustín.


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Agustín de Hipona y la Institución Vaticana no están de acuerdo.
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Eso es una afirmación injustificada, que tu sacas de tu propia libre e incongruente interpretación.


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Lo mismo ocurre con otros muchos de los llamados "Padres de la Iglesia"
A fin de que las citas que voy a dar no se tengan por espúreas citaré lo que dijo el eminente erudito jesuita del siglo XVI: Maldonado, el cual escribó: "Hay entre los antiguos autores que interpretan "sobre esta Roca", como aludiendo a "esta fe", o "a esta confesión de fe en la cual me has llamado Hijo del Dios vivo"; entre estos autores cita a Hilario, Gregorio de Nisa, Crisóstomo y Cirilo de Alejandría.
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Me remito a lo expuesto.

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San Agustín, apartándose todavía más del verdadero significado (eso de verdadero lo dice Maldonado), interpreta "sobre esta Roca" en el sentido de "sobre mí mismo, Cristo, porque Cristo es la Roca".
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Era tan clara la interpretación de San Agustín, según tu, que el mismo negando la autoridad y el patriarcado establecido en Pedro se convirtió en uno de los más fervientes defensores de la Iglesia y su primado, que hasta la propia Iglesia lo reconoce como uno de sus Padres. Aunque antes parecía que San Agustín opinaba que era sobre la profesión de fe sobre lo que Cristo constituyó la Iglesia.


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Para Orígenes es "sobre esta roca (de la fe), es decir: sobre todos los hombres que tienen la misma fe"
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Me remito a lo expuesto, recordando nuevamente que todos somos piedras en la Iglesia de Cristo, sólo que como piedras hay una a la que la sustenta la Angular, Pedro, y otras que rodean la establecida por la Angular, Pedro, y también puestas ahí por la Angular, los Apóstoles, y a parti de ahí piso a piso, planta a planta, en la sagrada construcción de la Iglesia de Cristo son necesarias nuevas piedras que fundamenten y estabilicen cada planta , que den estabilidad y sobre todo unidad a las piedras que cada planta conforman, y es voluntad de Cristo que cada piedra ocupe el lugar que le corresponde.

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El también católico Launoy compuso una lista con las opiniones de los Padres sobre el particular. Encontró que hay 17 Padres a favor de la interpretación de que Pedro es la "Roca". 44 Padres creen es la fe que Pedro confesó. Otros 16 piensan que es Cristo mismo. Y 8 creen que se trata del conjunto de los apóstoles. Así, pues, 68 creen con diversos matices lo mismo que he afirmado yo y solo 17 lo que afirma la Institución Vaticana. ¿Pueden caber dudas respecto a cual era la opinión mayoritaria de las iglesias de los primeros siglos?
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Esto demuestra la variedad de criterios que aun dentro de la misma Iglesia podemos adoptar sin apartarnos de ella. Pero no dices que los 95 profesan la misma fe edificada en una sola Iglesia. Launoy lista las opiniones encontradas en esos autores que en un momento dado pudieron expresar, pero todos, todos confluyen en el seno materno de la Santa Madre Iglesia, la enriquecen y exponen a juicio de la misma los estudios realizados. La Iglesia no me condena por que yo en un momento dado pueda decir que Cristo ascendió a los cielos en una nave espacial que vino a recogerlo, llegará a condenarme si lo mantengo fuera de todo criterio adverso y fuera de toda reconsideración.

No cabe duda alguna al respecto de cual era la opinión mayoritaria de los Padres de la Iglesia de los primeros siglos, todos, todos profesaron la fe Católica.



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Orígenes escribió: "¿O nos aventuraremos a decir que las puertas del infierno no prevalecerán en contra de Pedro, pero prevalecerán en contra de los demás apóstoles y de aquellos que son perfectos? Las palabras en cuestión… (las llaves) "¿no se dice acaso de todos y cada uno de ellos?"
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Las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia, de la cual Pedro es primado, y de tal forma que no prevalecerán contra la Iglesia no prevalecerán contra ninguna de sus piedras firmes en el Espíritu de Cristo”


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Cipriano escribió: "Nadie entre nosotros se proclama a sí mismo obispo de obispos..." "Lo mismo eran los demás apóstoles que Pedro adornados con la misma participación de honor y potestad".
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No conozco el texto en cuestión, me encantaría una nota bibliográfica. No obstante comparto plenamente esta afirmación: Ningun Santo Padre se proclama a si mismo Obispo de Obispos, es la Iglesia quién lo proclama, y a Pedro Cristo. “La infabilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo de los Obispos cuando ejercen el supremo magisterio en unión con el sucesor de Pedro (Lumen gentium 25:44, Concilio Vaticano II)”


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Jerónimo, escribió: "Pero vosotros decís que la Iglesia está fundada sobre Pedro. Aunque lo mismo se dice en otro lugar de todos los apóstoles"
Crisóstomo explicó Mat. 16:16, así: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, es decir, sobre la fe de tu confesión".
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Si, sobre Pedro mismo, o Pedro y su confesión no son la misma naturaleza, o Cristo siendo hijo de Dios no es uno con el Padre y el Espíritu Santo, O mis palabras no forman parte de mi? Si la fe me arrebatas, no soy más que el más minúsculo de los habitantes del mar.


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Cirilo de Alejandría afirmó: "…la roca, una alusión a su nombre (el de Pedro), como la inconmovible y firme fe del discípulo sobre la cual la iglesia de Cristo se funda y establece" &&&&&&&&&&&&& Dios le Bendiga eternamente.!&&&&&&&&&&&&&
Hilario escribió: "Sobre esta roca de la confesión se edifica la iglesia… Esta fe es el fundamento de la iglesia. &&&&&&&&&Que Dios le mantenga eternamente en su Gloria! &&&&&&&&&&&&
Ambrosio sostenía que "la fe es el fundamento de la iglesia, porque no de la persona humana de San Pedro sino de la fe, se dijo que las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ella
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No de la persona humana, claro que no, de la persona divina que es por la expresión de su fe y la gracia del Espíritu Santo.


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El papa Gregorio I (¿hasta un papa?) exhortaba: "Estableced vuestra fe sobre la roca de la iglesia, a saber; sobre la confesión del bienaventurado Pedro…" &&&& El Santo Padre! A él me remito.&&&&&&&&&

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CONTINUARA
--La Institución Vaticana afirma que el pretendido sucesor de Pedro es infalible cuando define materias de fe i de costumbres.
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Tobi
¿De veras? ¿Entonces como fuó posible que mas de una papa fue condenado como hereje por definir materias de fe y constumbres? El mas significativo Honorio. Y Cuidado, condenados por los Concilios mostrando que estos estuvieron siempre por encima de los papas.
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Sacar las cosas de contexto delata la intencionalidad de su utilización y manipulación. La institución Vaticana afirma en la Constitución Lumen gentium del Concilio Vaticano II 25:45 “ Más cuando el Romano Pontífice o el Cuerpo de los Obispos juntamente con él definen una doctrina, lo hacen siempre de acuerdo con la misma Revelación, a la cual deben atenerse y conformarse todos, y la cual es integramente trasmitida por escrito o por tradición a través de la sucesión legítima de los Obispos, y especialmente por cuidado del mismo Romano Pontífice, y, bajo la luz del Espíritu de verdad, es santamente conservada y fielmente expuesta en la Iglesia”
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Tobi
Repasa las actas conciliares del Vaticano I y veras si la definición de la Infalibilidad se ajusta a lo que pomposamente declara el Vaticano II. A eso le puedes añadir el Syllabus sobre la Libertad Religiosa. El II tuerce lo que dice el I.
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Tobi
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Jn 17:20-21 “No ruego por estos solamente, sino también por los que crean en mi por medio de su palabra; que todos sean uno; como tú, Padre en mi y yo en ti, que también ellos en nosotros sean uno, para que el mundo crea que tu me enviástes” continua Jn 17:22-26

1º. Todos uno. 2º. Como El y el Padre 3º. Todos en uno, en el Padre y Cristo nuestro Señor por la gracia del Espíritu Santo. Amen




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MARI PAZ DICE:



MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA (1)

INTRODUCCIÓN

Según las declaraciones oficiales del Magisterio Católico, el consenso de los Padres es un criterio fundamental en la recta interpretación de las Escrituras. Esto está documentado en muchas declaraciones; me limito a citar dos que son representativas:

quote:


Además, para reprimir los ingenios petulantes, [el Sacrosanto Concilio] decreta que nadie, apoyado en su prudencia, sea osado a interpretar la Escritura Sagrada, en materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir, contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras Santas, o también contra el unánime sentir de los Padres, aun cuando tales interpretaciones no hubieren de salir a la luz en tiempo alguno.

Concilio de Trento, Sesión IV del 8 de abril de 1546 (Denzinger # 786; negritas añadidas)

a nadie le es lícito interpretar la misma Escritura contra este sentido ni tampoco contra el sentir unánime de los Padres

Concilio Vaticano I, 1870 (Denzinger # 1788).
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Consecuentes con el tiempo en que fueron redactadas. O quizás ¿Cristo desea la anarquía en la interpretación de las Escrituras y que cada uno crea lo que le parezca a su conveniencia y libre albedrío? ¿O más bien, Cristo desea la unidad de cuantos creen en El.?

Véase también Constitución Dei Verbum Concilio Vaticano II c. III. Inspiración Divina e Interpretación de la Sagrada Escritura.


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Por otra parte, es sabido que Mateo 16,18 es un texto crucial en la justificación bíblica de los dogmas que establecen al obispo de Roma como Cabeza visible de la Iglesia.
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Me referiré a lo expuesto en lo referente a la lista de Launoy anteriormente.


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Sin embargo, los textos patrísticos que he podido recopilar no muestran un consenso unánime de los Padres en este sentido, ni mucho menos.

He hallado textos de 30 Padres de la Iglesia, que expresan 40 opiniones sobre el texto en cuestión; la diferencia en los números de autores y el de opiniones se debe a que algunos Padres, notablemente Jerónimo y Agustín, expresan más de una interpretación en sus diferentes escritos.

La interpretación más común en los Padres es que la roca sobre la cual se edifica la Iglesia no es Pedro personalmente, sino la fe o confesión que hace Pedro.

Se alinean en esta postura Ambrosiáster, Pablo de Constantinopla, Hilario de Poitiers, Atanasio de Alejandría, Basilio el Grande, Gregorio de Nisa, Ambrosio de Milán, Dídimo el Ciego, Epifanio de Salamis, Juan Crisóstomo, Paladio de Helenópolis, Agustín de Hipona, Cirilo de Alejandría, Isidoro de Pelucio, Teodoreto de Ciro y Basilio de Seleucia, un total de 16 Padres.

A esto pueden añadirse las interpretaciones que consideran “rocas” todos los verdaderos discípulos de Cristo porque ellos confiesan lo mismo que Pedro, y aquí hallamos a Orígenes, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona, lo cual lleva el total a 20.

La segunda interpretación en frecuencia es la que considera a la Roca como Cristo mismo.

Es defendida por Tertuliano de Cartago, Afraates el Sirio, Jacobo de Nisbis, Eusebio de Cesarea, Juan Crisóstomo, Jerónimo, Agustín de Hipona, Casiodoro, Isidoro de Sevilla, Beda el Venerable y Juan de Damasco. Esto hace un total de 11 Padres.

Una opinión minoritaria dice que la Roca son todos los Apóstoles (así Jerónimo e Isidoro de Sevilla) . Otra, elaborada por Cipriano de Cartago, ve en el episcopado universal la roca sobre la que se fundamenta la Iglesia.

En uno de sus polémicos escritos, Tertuliano de Cartago afirmó que Pedro y solamente él, personalmente, es la roca.

No he podido hallar la opinión de que Pedro y sus sucesores en la figura de los obispos de Roma sean la roca en la literatura patrística antes de fines del siglo IV.
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Quizás no. Pero lo encontrarás en la realidad de cientos de millones de personas, hijas de Dios y en unidad de comunión, en el S. XXI, más de dos mil años después, profesan su fe sobre esa piedra, asentada sobre la divina piedra angular de Cristo nuestro Señor.



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Dos Padres de dicha época que pueden invocarse a favor de esta posición son Jerónimo y Agustín. Sin embargo, es interesante que el primero la exprese en una carta dirigida precisamente al obispo de Roma, y el segundo en una carta escrita a propósito de una amenaza de cisma.
Además, en otros de sus escritos, Jerónimo expresa que la Roca es Cristo mismo, o que se trataba de Pedro y los demás los Apóstoles.
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Me referiré a lo expuesto y discutido anteriormente.



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Asimismo Agustín, en sus Sermones y Exposiciones dice que:

(1) Pedro era la roca como figura de toda la Iglesia, es decir que, en su fe y también en su debilidad, representaba a todos los que componen el Cuerpo de Cristo (Sermón 26)

(2) Que la roca era Pedro, en cuanto permaneciera en la fe (Exp Salm 45:14)

(3) Que la roca era la confesión de Pedro (Sermón 229P).

(4) Que la Roca era Cristo mismo (Exp Salm 61:3)
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Aún así fuera del contexto de los salmos y sermones a que te refieres, los cuatro conceptos encuentran una completa complementariedad en la unidad en Cristo nuestro Señor.

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De modo que el ilustre obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia no parece haber tenido una interpretación única de este versículo.
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En otro momento, por no extendernos hasta la inmensidad desmesurada, expondremos aquí al COMPLETO los documentos referidos sin sacar del contexto los conceptos, que aún así son perfectamente compatibles 1,2 y 3 se refieren exactamente a lo mismo, a Pedro en toda su extensión como criatura de Dios, y 4 como ya hemos dicho y mantendré hasta que la muerte me arrebate de este valle de lágrimas, Cristo es la piedra angular de la Iglesia, Cristo es la Iglesia, Cristo es la única piedra (que bien queda esto fuera de contexto) de la que todos participamos como piedras menores, ínfimas y ubicamos el lugar que El nos tiene dispuesto. El mundo es una gran piedra, ¿dejan de ser piedras las piedras que en el se encuentran?

También podríamos pegar aquí los textos, muy clarificadores por cierto, de San Agustín, a saber: Vida de San Agustín, primeros escritos ; Confesiones ; Obras filosóficas ; Obras apologéticas ; Tratado de la Santísima Trinidad; Tratados sobre la gracia ; Sermones ; Cartas ; 2º Tratado sobre la gracia ; Homilías ; Cartas II ; Tratados morales ; Tratados sobre el Evangelio de San Juan ; Sobre el Evangelio de San Juan ; Tratados escriturarios ; La ciudad de Dios ; Exposición de las Epístolas a los Romanos y a los Galatas.


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En definitiva, el único de los Padres que de manera consistente sostiene que la roca era Pedro personalmente y sus sucesores en la persona de los Obipos de Roma, es precisamente un Obispo de Roma, León Magno, a mediados del siglo V.&&&&&&&&&&& El único? Tobi hablaba de 17.&&&&&&&&&&&&


Por tanto, parece difícil evitar la conclusión de que en este caso en particular, la interpretación oficial católica no cuenta, ni con mucho, con el consenso unánime de los Padres. &&&&&&&Me referiré a lo expuesto anteriormente.&&&&&&&&&&&&&&


La única razón que puede aducirse es que el Magisterio hoy la cree. Es decir, debe ser cierto, sólo porque Roma lo dice y, como todos saben, ella no puede equivocarse.
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Mire, leo con detenimiento los párrafos en los que usted, hipotéticamente basa sus afirmaciones y sólo logro encontrar la unanimidad de criterios en ellos: Cristo es la piedra angular, Pedro la piedra que El elige se asiente directamente sobre la angular, al igual que El elige al resto de Apóstoles como piedras que acompañan a Pedro, en ese mismo nivel, a ese grandioso fundamento compuesto por el grupo de los Doce en Cristo nuestro Señor.

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Mateo 16:18 en los Padres (2)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres de los siglos II y III
Tertuliano de Cartago (c. 160-220)
Si, porque el Señor le dijo a Pedro, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», «a ti te he dado las llaves del reino celestial», o «cualquier cosa que hayas atado o desatado en la tierra, será atada o desatada en los cielos», tú por tanto supones que el poder de atar y desatar se ha derivado hacia ti, es decir, a toda Iglesia similar a Pedro, ¿qué clase de hombre eres, subvirtiendo y cambiando totalmente la intención manifiesta del Señor, confiriendo (como lo hizo aquella intención) esto personalmente a Pedro? «Sobre ti», dice, «edificaré mi Iglesia»; y «Te daré las llaves a ti», no a la Iglesia; y «lo que desatares o atares», no lo que «ellos hayan desatado o atado». Pues así enseña el resultado junto con esto. En (Pedro) mismo la Iglesia fue criada; esto es, a través de (Pedro) mismo; él mismo probó la llave; tú ves cuál: «Hombres de Israel, dejad que lo que digo penetre en vuestros oídos: Jesús Nazareno, hombre destinado por Dios para vosotros», y así. (Pedro) mismo, por tanto, fue el primero en despejar, en el bautismo de Cristo, la entrada al reino celestial, en el cual son desatados los pecados que estaban antes atados; y aquellos que no han sido desatados son atados, según la verdadera salvación...
Sobre la Modestia, 21 (ANF 4:99)
Otra vez, Él cambia el nombre de Simón a Pedro ... Pero, ¿por qué Pedro? Si era por el vigor de su fe, había muchos materiales sólidos los cuales podrían prestar su nombre a causa de su fuerza. ¿Fue porque Cristo era tanto una roca como una piedra? Pues leemos que fue puesto «como piedra de tropiezo y roca de contención».
Contra Marción, IV, 13 (ANF 3:365)

Orígenes de Alejandría (c. 185-c.254)
Y si nosotros también hemos dicho como Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», no como si carne y sangre nos lo hubiese revelado, sino por la luz del Padre en los cielos habiendo resplandecido en nuestro corazón, nos tornamos un Pedro, y a nosotros nos podría decir el Verbo, «Tú eres Pedro», etc. Pues es una roca cada discípulo de Cristo de quien bebieron aquellos que bebieron de la roca espiritual que los seguía, y sobre cada roca así se construye toda palabra de la Iglesia, y la constitución que corresponde a ella; pues en cada uno de los perfectos, quienes poseen la combinación de palabras y actos y pensamientos que llenan la bendición, la Iglesia es construida por Dios.
Comentario sobre Mateo, 10 (ANF 10:456)
La promesa dada a Pedro no es restringida a él, sino aplicable a todos los discípulos como él.
Pero si supones que sobre este Pedro solamente toda la Iglesia es construida por Dios, ¿qué dirías sobre Juan el hijo del trueno o de cada uno de los Apóstoles? ¿Nos atreveremos, de otro modo, a decir que contra Pedro en particular no prevalecerán las puertas del Hades, pero que prevalecerán contra los otros Apóstoles y los perfectos? ¿Acaso el dicho previo, «las puertas del Hades no prevalecerán contra ella», no se sostiene con respecto a todos y en el caso de cada uno de ellos? ¿Y también el dicho, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia?» ¿Son las llaves del reino de los cielos dadas por el Señor a Pedro solo, y ningún otro de los benditos las recibirá? Pero si esta promesa, «Te daré las llaves del reino de los cielos» es común con los otros, ¿cómo no lo serán también todas las cosas de las que previamente se habló, y las cosas que están subordinadas como habiendo sido dirigidas a Pedro, ser comunes para ellos? Pues en este lugar estas palabras parecen haber sido dirigidas como sólo a Pedro ... Pero en el Evangelio de Juan, el salvador habiendo dado a los discípulos el Espíritu Santo soplando sobre ellos, dijo, «Recibid el Espíritu Santo»...
«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y si alguno le dice esto a Él ... obtendrá las cosas que fueron habladas conforme a la letra del Evangelio a aquel Pedro, pero, como el espíritu del Evangelio enseña, a todo el que se torna tal como era Pedro. Pues llevan el sobrenombre de «roca» todos los que son imitadores de Cristo, esto es, de la roca espiritual que seguía a quienes estaban siendo salvados, para que puedan beber de ella [en] la sequía espiritual. Pero éstos llevan el sobrenombre de la roca tal como lo hace Cristo. Pero también como miembros de Cristo que derivan su sobrenombre de Él ellos son llamados cristianos, y de la roca, Pedros.
Y también en relación con Sus otros nombres, los aplicarás a modo de sobrenombre a los santos; y a todos los tales se les puede decir la declaración de Jesús: «Tú eres Pedro», etc., hasta las palabras [no] «prevalecerán contra ella». Pero ¿qué es el «ella»? ¿Es la roca sobre la cual Cristo construye la Iglesia, o es la propia Iglesia? Pues la frase es ambigua. ¿O es como si la roca y la Iglesia fuesen una misma cosa? Yo creo que esto es lo cierto; pues ni contra la roca sobre la que Cristo construye la Iglesia, ni contra la Iglesia, prevalecerán las puertas del Hades...
Comentario sobre Mateo XII, 11 (ANF 10:456)

Cipriano de Cartago (c. 200- 258)
Nuestro Señor, cuyos preceptos y admoniciones debemos observar, describiendo el honor de un obispo y el orden de Su Iglesia, habla en el Evangelio, y le dice a Pedro: «Te digo a ti, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo, y lo que atases en la tierra, será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo». De aquí, a través de los cambios de tiempos y sucesiones, el ordenamiento de los obispos y el plan de la Iglesia fluye hacia delante; de modo que la Iglesia está fundada sobre los obispos, y cada acto de la Iglesia está controlado por estos mismos gobernantes.
Epístolas 26:1 (ANF 5:305)
Y el Señor también en el Evangelio, cuando los discípulos lo abandonaron mientras él hablaba, tornándose hacia los doce, dijo «¿también vosotros os iréis?»; entonces Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes la palabra de vida eterna; y creemos, y estamos seguros, de que eres el Hijo del Dios viviente». Aquí habla Pedro, sobre quien la Iglesia había de ser edificada, enseñando y mostrando en el nombre de la Iglesia, que aunque una rebelde y arrogante multitud de aquellos que no oirían ni obedecerían pudiera apartarse, aun así la Iglesia no se apartará de Cristo; y son la Iglesia quienes forman un pueblo unido al sacerdote, y el rebaño que se adhiere a su pastor.
Epístolas 68:8 (ANF 5:374)
El Señor le dijo a Pedro: Te digo (dijo Él) que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo, y lo que atases en la tierra, será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo (Mateo 16:18-19). A él de nuevo, después de Su resurrección, le dice:, Alimenta mis ovejas. Sobre él siendo uno, edifica Su Iglesia; y aunque Él da a todos los Apóstoles un poder igual, y dice: Como mi Padre me envió, así también yo os envío; recibid el Espíritu Santo; a quienes les remitáis los pecados, les serán remitidos, y a quienes se los retengáis, les serán retenidos (Juan 20:21); - empero para manifestar unidad, Él por su propia autoridad ha colocado así la fuente de la misma unidad, como para comenzar de uno. Ciertamente los otros Apóstoles también eran lo que era Pedro, dotados de un igual compañerismo de honor y poder; pero se hace un comienzo desde la unidad, para que la Iglesia pueda presentarse como una; la cual una Iglesia, en el Cantar de los Cantares, el Espíritu Santo designa y nombra en la Persona de nuestro Señor: Mi paloma, Mi inmaculada, no es sino una; ella es la única de su madre, elegida de ella que la concibió (Cantares 9:6).
Sobre la unidad de la Iglesia 3-4 (ANF 5:672


Mateo 16:18 en los Padres (3)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo IV
(Parte 1 de 2)

Afraates el Sirio (principios del siglo IV)

La fe ... es como una construcción que se construye de muchas piezas de artesanía y así su edificio se eleva hasta la cima. Y sabed, mis amados, que en los fundamentos del edificio se colocan piedras, y así descansando sobre piedras, todo el edificio se eleva hasta que es perfeccionado. Así también la verdadera Piedra, nuestro Señor Jesucristo, es el fundamento de toda fe. Y en Él, en (esta) Piedra, se basa la fe. Y descansando sobre la fe toda la estructura se eleva hasta ser completada. Pues es el fundamento lo que constituye el principio de todo el edificio. Pues cuando alguien es traído cerca de la fe, es puesto por él sobre la Piedra, es decir nuestro Señor Jesucristo. Y Su edificio no puede ser zarandeado por las olas, ni dañado por los vientos. Por los embates de la tormenta no se cae, porque su estructura está levantada sobre la roca de la verdadera Piedra. Y en que he llamado a Cristo la Piedra, no he hablado mi propio pensamiento, sino que los Profetas le llamaron de antemano la Roca.
Y ahora oíd lo concerniente a la fe que es basada sobre la Piedra, y lo concerniente a la estructura que se levanta sobre la Piedra ... Así también que el hombre quien se torna una casa, sí, una morada para Cristo, preste atención a lo que se necesita para el servicio de Cristo, quien se aloja en él, y con qué cosas puede complacerle. Pues primero él construye su edificio sobre la Piedra, la cual es Cristo. Sobre Él, sobre la piedra, se edifica la fe ... Todas estas cosas demanda la fe que está basad en la roca de la verdadera Piedra, es decir Cristo. Y si por ventura dijeses: «Si Cristo está puesto por fundamento, ¿cómo es que Cristo también mora en el edificio cuando éste se completa?» Pues el bendito Apóstol dijo ambas cosas. Pues dijo: «Yo como perito arquitecto he puesto el fundamento». Y allí él definió el fundamento y lo hizo claro, pues dijo como sigue: «Ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús» ... Y por tanto se cumple aquella palabra, que Cristo mora en los hombres, a saber, en aquellos que creen en Él, y Él es el fundamento sobre el cual se levanta todo el edificio.

Demostraciones Selectas, 1:2-6,13, 19


Jacobo de Nisbis (principios del siglo IV)

La fe está compuesta y compactada de muchas cosas. Es como un edificio, porque se construye y completa con mucha esperanza. No ignoras que se ponen grandes piedras en los fundamentos de un edificio, y entonces todo lo que es edificado encima tiene sus piedras unidas entre sí, y así se eleva hasta que se completa la obra. Así, de toda nuestra fe, nuestro Señor Jesucristo es el firme y verdadero fundamento; y sobre esta roca se establece nuestra fe. Por tanto, cuando alguno ha venido a la fe, es puesto sobre una roca firme, la cual es nuestro Señor Jesucristo. Y, a llamar a Cristo una roca, no digo nada por mí mismo, pues los profetas lo han llamado antes una roca.
Sermón 1, Sobre la Fe 1,13

Ambrosiaster (siglo IV)

Pablo escribe sobre las órdenes eclesiásticas; aquí se ocupa de los fundamentos de la Iglesia. Los profetas prepararon, los apóstoles establecieron los fundamentos. Por lo cual el Señor le dice a Pedro: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», esto es, sobre la confesión de fe católica estableceré en vida a los fieles.

Comentario sobre Efesios (PL 17:380)

Eusebio de Cesarea (c. 260-340)

Empero, no errarás en absoluto del ámbito de la verdad si supones que «el mundo» es en realidad la Iglesia de Dios, y que su «fundamento» es en el primer lugar, aquella inefablemente sólida roca sobre la cual está fundada, como dice la Escritura: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»; y en otra parte: «La roca, además, era Cristo». Pues, como el Apóstol indica con estas palabras: «Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús». Entonces, también, luego del Salvador mismo, puedes rectamente juzgar que los fundamentos de la Iglesia son las palabras de los profetas y los apóstoles, de acuerdo con la afirmación del Apóstol: «Edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular».
Comentario sobre los Salmos (PG 23:173, 176)

Pablo de Constantinopla (= Pablo de Emesa, m. 350)

Sobre esta fe la Iglesia de Dios ha sido fundada. Con esta expectativa, sobre esta roca el Señor Dios colocó los fundamentos de la Iglesia. Cuando, entonces, el Señor estaba yendo a Jerusalén, les preguntó a los discípulos, diciendo: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Los apóstoles dicen: «Algunos que Elías, otros que Jeremías, o uno de los profetas». Y Él dice, pero vosotros, esto es, mis elegidos, vosotros que me habéis seguido por tres años, y han visto mi poder, y milagros, y presenciaron caminando sobre el mar, quienes han compartido mi mesa, «¿Quién decís que soy?» Instantáneamente, el Corifeo de los apóstoles, la boca de los discípulos, Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente».
Homilía sobre la Natividad

9. Hilario de Poitiers (c. 315-367)

Una creencia de que el Hijo de Dios es Hijo sólo de nombre, y no en naturaleza, no es la fe de los Evangelios y de los Apóstoles ... por lo cual pregunto, ¿fue que el bendito Simón bar-Jonás le confesó, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente? ... Si Él era Hijo por adopción, ¿en dónde descansa la bendición de la confesión de Pedro, la cual ofreció un tributo al Hijo para el cual, en este caso, no hubiese tenido más derecho que cualquier miembro de la comunidad de los santos? La fe del Apóstol penetró en una región cerrada al razonamiento humano... Y esta es la roca de confesión sobre la cual la Iglesia se edifica ... que Cristo no debe ser solamente nombrado, sino creído, como Hijo de Dios.
Sobre la Trinidad, VI,36 (NPNF2 9:111)

Esta fe es aquella que es el fundamento de la Iglesia; a través de esta fe las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella. Esta es la fe que tiene las lla ves del reino de los cielos. Cualquier cosa que esta fe haya desatado o ligado en la tierra será desatada o ligada en el cielo ... La razón misma por la cual él es bendecido es que confesó al Hijo de Dios. Esta es la revelación del Padre, este es el fundamento de la Iglesia, esta es la seguridad de la permanencia de ella. De aquí que ella tiene las llaves del reino de los cielos, de aquí el juicio en el cielo y el juicio en la tierra ...
Sobre la Trinidad, VI,37 (NPNF2 9:112)

Así nuestro único inconmovible fundamento, nuestra única bendita roca de fe, es la confesión de la boca de Pedro, Tú eres el Hijo del Dios viviente. Sobre ella podemos basar una respuesta a toda objeción con la cual el ingenio pervertido o la amarga traición puedan atacar la verdad.
Sobre la Trinidad, II,23 (NPNF2 9: 58)


Mateo 16:18 en los Padres (4)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo IV

(Parte 2 de 2)

Atanasio de Alejandría (c. 297- 373)


Por esto debemos buscar antes que todas las cosas, si Él es Hijo, y sobre este punto escudriñar especialmente las Escrituras: «pues esto fue, cuando los apóstoles fueron preguntados, que Pedro respondió, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente” ... esta es la verdad y el principio soberano de nuestra fe ... Y como Él es un fundamento, y nosotros piedras construidas sobre él ... La Iglesia está firmemente establecida; está fundada sobre la roca, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella ... Y porque esta es la fe de la Iglesia, que ellos de alguna manera entiendan que el Señor envió a los Apóstoles y les mandó hacer de esto el fundamento de la Iglesia.

Cuatro Cartas a Serapión 1:28.


Basilio el Grande (330-379)

Y la casa de Dios, ubicada en los picos de las montañas, es la Iglesia según la opinión del Apóstol. Pues él dice que uno debe saber «cómo comportarse en la casa de Dios». Ahora, los fundamentos de esta Iglesia están sobre las montañas sagradas, ya que está construida sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. Una de estas montañas era ciertamente Pedro, sobre la cual roca el Señor prometió construir su Iglesia. Verdaderamente por cierto y por el mayor derecho son las almas sublimes y elevadas, almas que se elevan sobre las cosas terrenales, llamadas «montañas». El alma del bendito Pedro fue llamada una alta roca porque él tenía un fuerte asidero en la fe y soportó constante y valientemente los golpes inflingidos por las tentaciones. Todos, por tanto, quienes han adquirido un entendimiento de la divinidad – por causa de la amplitud de la mente y de aquellas acciones que proceden de ella- son los picos de las montañas, y sobre ellos se edifica la casa de Dios.

Comentario sobre el Profeta Isaías, 2:66 (PG 30:233)


Gregorio de Nisa (c. 330-c. 395)

La calidez de nuestras alabanzas no se extienden a Simón [Pedro] en cuanto él era un pescador; más bien se extiende a su firme fe, la cual es al mismo tiempo el fundamento de toda la Iglesia.

Panegírico sobre San Esteban (PG 46:733)


Ambrosio de Milán (c. 337-397)

La fe, pues, es el fundamento de la Iglesia, pues no fue dicho de la carne de Pedro (su persona), sino de su fe, que «las puertas del Hades no prevalecerían contra ella» ... ¡Haz un esfuerzo, por tanto, en ser una roca! ¡No busques la roca fuera de ti, sino dentro de ti! Tu roca es tu obra, tu roca es tu mente. Sobre esta roca se construye tu casa. Tu roca es tu fe, y la fe es el fundamento de la Iglesia. Si eres una roca, estarás en la Iglesia, porque la Iglesia está sobre una roca. Si estás en la Iglesia las puertas del infierno no prevalecerán contra ti.

Comentario sobre Lucas VI,98 (CSEL 32:4)


Dídimo el Ciego (c. 318-398)

Cuán poderosa es la fe de Pedro y su confesión de que Cristo es el Dios unigénito, el Verbo, el verdadero Hijo de Dios, y no meramente una criatura. Aunque él vio a Dios sobre la tierra vestido de carne y sangre, Pedro no dudó, pues estaba dispuesto a recibir lo que «carne y sangre no te han revelado». Más aún, reconoció al consubstancial y coeterno retoño de Dios, glorificando de este modo aquella raíz increada, aquella raíz sin comienzo, la cual le había revelado la verdad. Pedro creyó que Cristo era una misma deidad con el Padre; y así fue llamado bendito por aquel quien solo es el bendito Señor. Sobre esta roca la Iglesia fue construida, la Iglesia a la cual las puertas del infierno –esto es, los argumentos de los herejes- no vencerán.

Sobre la Trinidad, I, I,30 (PG 39:416)


Epifanio de Salamis (c. 315-403)

Esto es, ante todo, porque él confesó que «Cristo» es «el Hijo del Dios viviente», y se le dijo, «Sobre esta roca de fe segura edificaré mi Iglesia» -pues él claramente confesó que Cristo es el verdadero Hijo.

Panarion, II-III



Juan Crisóstomo (c. 347-407)

Por tanto Él añadió esto, «Y te digo, tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; esto es, sobre la fe de su confesión ... Pues Cristo no le añadió nada más a Pedro, sino que como si su fe fuera perfecta, dijo, que sobre esta confesión Él edificaría la Iglesia, pero en el otro caso [Juan 1:49-50] no hizo nada parecido, sino lo contrario ...

Homilías sobre el Evangelio de Juan XXI,1 (NPNF 14:73)

Su significado [1 Cor 3:11] es este: He predicado a Cristo, os he entregado el fundamento. «Pues ningún otro fundamento puede un hombre poner, que aquel que está puesto». Sobre éste entonces edifiquemos, y como un fundamento adhirámonos a él, como una rama a una viña; y que no haya distancia entre nosotros y Cristo.

Homilías sobre 1 Corintios VIII, ver. 11 (NPNF 12:47


Mateo 16:18 en los Padres (5)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo V

Parte 1 de 2

Jerónimo (342-420)

Empero, aunque tu grandeza me aterra, tu amabilidad me atrae. Del sacerdote demando el cuidado de la víctima, del pastor la protección debida a las ovejas ... Mis palabras son dirigidas al sucesor del pescador, al discípulo de la cruz. Así como no sigo a otro líder que a Cristo, no comulgo con otro que con vuestra bendición, esto es, con la cátedra de Pedro. ¡Pues esta, yo sé, es la roca sobre la cual se edifica la Iglesia! Esta es la sola casa donde el cordero pascual puede justamente ser comido. Esta es el arca de Noé, y quien no se encuentre en ella perecerá cuando prevalece el diluvio.

Carta al papa Dámaso, XV, 2 (NPNF2 6:18)

Si, entonces, el Apóstol Pedro, sobre quien el Señor ha fundado la Iglesia, ha dicho expresamente que la profecía y la promesa del Señor fueron entonces y allí cumplidas, ¿cómo podemos afirmar otro cumplimiento por nuestra cuenta?

Epístola a Marcela XLI, 2 (NPNF2 6:55)

Pero, dices, la Iglesia fue fundada sobre Pedro: aunque en otra parte lo mismo se atribuye a todos los Apóstoles, y ellos reciben todos las llaves del reino del cielo, y la fuerza de la Iglesia depende de todos ellos por igual, empero uno de entre los doce es escogido de modo que cuando una cabeza hubo sido dispuesta, no hubiese ocasión para cisma. ¿Pero por qué no fue elegido Juan, que era virgen? Se le prestó deferencia a la edad, porque Pedro era el mayor: uno que era joven, casi diría un muchacho, no podía ser puesto por sobre hombres de edad avanzada; y un buen maestro que estaba dispuesto a quitar toda ocasión de contienda entre sus discípulos ... no ha de pensarse que daría causa de envidia contra el joven que había amado... Pedro es un Apóstol, y Juan es un Apóstol; pero Pedro es solamente un Apóstol, mientras que Juan es un Apóstol, y un Evangelista, y un profeta. Un Apóstol, porque escribió a las Iglesias como maestro; un Evangelista, porque compuso un Evangelio, cosa que ningún otro de los Apóstoles, excepto Mateo, hizo; un profeta, porque vio en la isla de Patmos, donde había sido exiliado por el emperador Domiciano como un testigo del Señor, un Apocalipsis conteniendo los ilimitados misterios del futuro... El escritor virgen expuso misterios que no pudo exponer el casado, y para resumir brevemente todo y mostrar cuán grande fue el privilegio de Juan, la Madre virgen fue confiada por el Señor virgen al discípulo virgen.

Contra Joviniano I, 26 (NPNF2 6:366)

El fundamento singular que el arquitecto apostólico puso es nuestro Señor Jesucristo. Sobre este estable y firme fundamento, el cual ha sido depositado sobre terreno sólido, se edifica la Iglesia de Cristo ... Pues la Iglesia fue fundada sobre una roca ... sobre esta roca el Señor estableció su Iglesia; y el Apóstol Pedro recibió su nombre de esta roca (Mt 16,18) ... Ella, que con una firme raíz está fundada sobre la roca, Cristo, la Iglesia católica, es la única paloma; ella se yergue como la perfecta, y cercana a Su diestra, y nada siniestro tiene en ella ... La roca es Cristo, quien concedió a sus discípulos que ellos también fuesen llamados rocas, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia».

Comentario sobre Mateo 7:25; Epístola 65:15; Sobre Amós VI,12-13


Paladio de Helenópolis (c. 365-425)

«¿Vosotros, empero, quién decís que soy?» No todos respondieron, sino solamente Pedro, interpretando la mente de todos: «Tú eres el Cristo, Hijo del Dios viviente». El Salvador, aprobando la corrección de esta respuesta, habló, diciendo: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca» -esto es, sobre esta confesión- «edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».

Diálogo sobre la vida de Juan Crisóstomo (PG 47:48)


Nilo de Ancira (m. hacia 430)

Si, más aún, se significa un hombre del Señor, el primero en ser comparado con el oro sería Cefas, cuyo nombre es, interpretado, «roca». Este es el más alto de los Apóstoles, también llamado Cefas, quien proveyó en su confesión de fe el fundamento para la edificación de la Iglesia.

Comentario sobre el Cantar de los Cantares (PG 87 [ii]: 1693)


Agustín de Hipona (354-430)

Pues si la sucesión lineal de obispos ha de ser tomada en cuenta, ¡con cuántos más certeza y beneficio para la Iglesia reconocemos hacia atrás hasta que llegamos a Pedro mismo, a quien, como llevando en una figura a toda la Iglesia, el Señor dijo: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»! El sucesor de Pedro fue Lino, y sus sucesores en una continuidad inquebrantada fueron estos...

Epístola a Generoso , LIII,2 (NPNF2 12:298)


El Evangelio que ha sido leído recién ... nos da a entender que el mar es el mundo presente, y el Apóstol Pedro el tipo de la única Iglesia. Pues Pedro, primero en el orden de los Apóstoles, y en el amor de Cristo, adelantadísimo, responde a menudo solo por todo el resto. De nuevo, cuando el Señor Jesucristo preguntó, “Pero ¿quién decis vosotros que soy?” Pedro respondió “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Uno dio la respuesta por muchos, Unidad en la multiplicidad. Entonces le dijo el Señor, “Bendito eres tú, Simón bar Jonás, porque carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo”. Entonces agregó “Y te digo a ti” . Como si Él hubiera dicho, “Porque tú me lo dijiste a mí, « eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», yo también te digo «Tú eres Pedro»”. Pues antes él era llamado Simón. Ahora, este nombre de Pedro le fue dado por el Señor, y esto en una figura, que él significaba la Iglesia. Pues viendo que Cristo es la Roca (Petra), Pedro es el pueblo cristiano. Pues la roca (Petra) es el nombre original. Por tanto, Pedro es así llamado por la roca, no la roca por Pedro; al igual que Cristo no es llamado Cristo por los cristianos, sino los cristianos por Cristo. “Por tanto”, dijo, “tú eres Pedro; y sobre esta Roca” que tú has confesado, sobre esta Roca que has reconocido, diciendo “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, edificaré mi Iglesia”. Te construiré a ti sobre mí, no a mí sobre ti.

A continuación Agustín trata del incidente registrado unos pocos versículos más adelante, en Mateo 16:22ss, donde cuando el Señor anuncia su pasión, Pedro trata de persuadirlo, y Jesús le dice “Apártate de mí, Satanás, porque me eres tropiezo”. El obispo de Hipona prosigue:


Distingamos, mirándonos a nosotros mismos en este miembro de la Iglesia, lo que es de Dios y lo que es nuestro. Pues entonces no vacilaremos, entonces estaremos fundados sobre la Roca, entonces estaremos fijos y firmes contra los vientos, y tormentas, y corrientes, las tentaciones, quiero decir, de este mundo presente. Empero ved a este Pedro, quien era entonces nuestra figura; ahora confía, ahora vacila; ahora confiesa al Inmortal, y ahora tema que Él muera. ¿Por qué? Porque la Iglesia de Cristo tenía tanto débiles como fuertes ... En que Pedro dijo “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente”representa a los fuertes”; pero en que vacila, y no admite que Cristo pueda sufrir, en temer la muerte de Él, y no reconocer la vida, él representa a los débiles de la Iglesia. En aquel un Apóstol, entonces, esto es Pedro, en el orden de los Apóstoles primero y principal, en quien la Iglesia estaba figurada, ambas clases estaban representadas, esto es, tanto los fuertes como los débiles; porque la Iglesia no existe sin ambos.

Sermón 26.


Cristo, como ves, edificó su Iglesia no sobre un hombre sino sobre la confesión de Pedro. ¿Cuál es la confesión de Pedro? «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Aquí está la roca para vosotros, aquí el fundamento, aquí es donde la Iglesia ha sido construida, la cual las puertas del inframundo no pueden conquistar.

Sermón 229P.1

De aquí que Él amoneste así a Pedro cuando éste le dio mal consejo. Pues el Señor, cuando estaba a punto de sufrir por nuestra salvación, también anunció lo que habría de ocurrir concerniente a aquella misma Pasión; y Pedro dice, «¡Lejos esté esto de Ti!, ¡Dios no lo permita!, ¡Esto no será!» ... Pero el Señor, para hacerlo que no fuera delante de Él, sino siguiéndole, dices, «¡Apártate de mí, Satanás!» Es por esta razón que dijo «Satanás», porque estás pretendiendo ir delante de Él, a quien debes seguir; pero si estás detrás, si lo sigues a Él, no serás de aquí en adelante «Satanás». ¿Qué entonces? «Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia».

Exposiciones sobre Salmos 40:24 (NPNF 8:127)

Pero inmediatamente cuando el Señor comenzó a hablar de Su Pasión, él temió que pereciese por muerte, en tanto que nosotros mismos habríamos de perecer a menos que Él muriese; y dijo: «Lejos de ti, oh Señor, está no será hecho». Y el Señor, a aquel a quien poco antes le había dicho, «Benditos eres, y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia», le dijo, «Apártate de mí, Satanás, porque eres una ofensa para mí». ¿Por qué entonces es «Satán» aquel que poco antes era «bendito» y una «Roca»? «Porque no saboreas las cosas que son de Dios», dijo Él, «sino aquellas que son del hombre». Un poco antes él saboreaba las cosas que son de Dios: porque «no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Cuando [Pedro estaba] en Dios, alabó su discurso, no Satán sino Pedro, de petra; pero cuando [estaba] en sí mismo y desde la enfermedad humana, el amor carnal del hombre, el cuál sería un impedimento para su propia salvación, y la del resto, es llamado Satán. ¿Por qué? Porque pretendía ir delante del Señor, y darle consejo terrenal al Líder celestial... Tú dices, «Lejos esté» y tú dices, «Oh, Señor»; ciertamente si Señor es Él, sabe lo que hace, sabe lo que dice. Pero tú deseas guiar a tu Líder, enseñar a tu maestro, mandar a tu Amo, escoger por Dios: has ido demasiado lejos, retrocede...

Exposiciones sobre Salmos 45:14 (NPNF 8:222-223)

Si en Él hemos sido tentados, en Él vencemos al diablo ... «Sobre la Roca me has exaltado Tú». Ahora por tanto percibimos aquí quién está clamando desde los confines de la tierra. Traigamos a la mente el Evangelio: «Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia». Por tanto clama desde los confines de la tierra Ella, quien Él había querido que fuese construida sobre una Roca. Pero para que la Iglesia pudiese ser edificada sobre la Roca, ¿quién fue hecho tal Roca? Escucha a Pablo diciendo: «Pero la Roca era Cristo». En Él entonces hemos sido edificados. Por esta razón aquella Roca sobre la cual hemos sido edificados, primero había sido azotada con vientos, inundación, lluvia, cuando Cristo estaba siendo tentado por el diablo. Ved sobre qué firmeza Él ha querido establecerte. Con razón nuestra voz no es en vano, sino que es escuchada con atención: pues en grande esperanza hemos sido dispuestos: «Sobre la Roca me has exaltado».

Exposiciones sobre Salmos 61:3 (NPNF 8:249)


Mateo 16:18 en los Padres (6)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo V

Parte 2 de 2


Cirilo de Alejandría (m. 444)

Pero ¿por qué decimos que ellos son «fundamentos de la tierra»? Pues Cristo es el fundamento y la base inconmovible de todas las cosas ... Pero los siguientes fundamentos, aquéllos más cercanos a nosotros, puede entenderse que son los apóstoles y evangelistas, aquellos testigos oculares y ministros de la Palabra quienes se han levantado para el fortalecimiento de la fe. Pues cuando reconocemos que sus propias tradiciones deben ser seguidas, servimos a una fe que es verdadera y no se desvía de Cristo. Pues cuando [Pedro] sabia y osadamente confesó su fe a Jesús diciendo, «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente», Jesús le dijo al divino Pedro, «Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia». Ahora, por la palabra «roca» Jesús indicó, creo, la inamovible fe del discípulo...


Comentario sobre Isaías IV,2 (PG 70:940)

«Y te digo, tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». El apodo, creo, llama a ninguna otra que a la inconmovible y muy firme fe del discípulo «una roca», sobre la cual la Iglesia fue fundada y hecha firme y permanece continuamente inexpugnable aun con respecto a las mismas puertas del infierno.

Diálogo sobre la Trinidad IV (PG 75:866)


Isidoro de Pelusio (m. hacia 450)

Cristo, quien escudriña los corazones, no preguntó a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que yo, el Hijo del Hombre, soy?». No porque no supiera las diversas opiniones de los hombres concernientes a Él mismo, sino que estaba deseoso de enseñar a todos la misma confesión la cual Pedro, inspirado por Él, puso como la base y fundamento, sobre los cuales el Señor edificó su Iglesia.

Epístola 253


Teodoreto de Ciro (c. 393- c. 458)

Que nadie neciamente suponga que el Cristo es cualquier otro que el Hijo unigénito. No nos imaginemos más sabios que el don del Espíritu. Escuchemos las palabras del gran Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Escuchemos al Señor Cristo confirmando esta confesión, pues «Sobre esta roca», dice, «edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Por tanto también el sabio Pablo, excelentísimo arquitecto de las iglesias, no fijó otro fundamento que éste. «Yo», dice, «como perito arquitecto he puesto el fundamento, y otro construye encima. Pero que cada quien vea cómo edifica. Pues ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo». ... Por tanto nuestro Señor Jesucristo permitió al primero de los apóstoles, cuya confesión Él había fijado como una suerte de cimiento y fundamento de la Iglesia, que vacilase, y que lo negase, y entonces lo levantó de nuevo... Ciertamente él está llamando a la fe piadosa y a la confesión verdadera una «roca». Pues cuando el Señor preguntó a sus discípulos quién decía el pueblo que era él, el bendito Pedro habló, diciendo «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». A lo cual el Señor respondió: «De cierto, de cierto te digo que eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».

Epístola 146; 77; Comentario al Cantar de los Cantares, II,14. (NPNF2 3)


Basilio de Seleucia (m. cerca de 459)

En obediencia la lengua de Pedro se puso en movimiento y aunque ignorante de la doctrina, aportó una respuesta: «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente»... Ahora Cristo llamó a esta confesión una roca, y nombró a quien la confesó «Pedro», percibiendo la apelación como apropiada para el autor de esta confesión. Pues esta es la solemne roca de la religión , esta es el muro de la fe y el fundamento de la verdad: «Pues nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús».

Oración XXV,4 (PG 85:297-298)


León I Magno (papa 440-461)

Nuestro Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad, instituyó la observancia de la religión divina, la cual Él quiso que por la gracia de Dios derramase su brillo sobre todas las naciones y todos los pueblos de tal forma que la Verdad, que antes estaba confinada al anuncio de la Ley y los Profetas, pudiese a través del sonido de trompeta de los Apóstoles salir para la salvación de todos los hombres, como está escrito: «Su sonido ha salido a cada tierra, y sus palabras hasta los confines del mundo». Mas este sacramento misterioso el Señor deseó que fuese la ocupación de todos los Apóstoles, pero de tal forma que Él ha puesto el cargo principal en el bendito Pedro, jefe de todos los Apóstoles; y de él como de la Cabeza desea que sus dones fluyan a todo el cuerpo; de modo que cualquiera que se atreve a separarse de la sólida roca de Pedro pueda entender que no tiene parte ni porción en el misterio divino. Pues Él deseó que aquel que había sido recibido al compañerismo en Su unidad indivisa que fuese nombrado como Él mismo lo fue, cuando dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia»; para que la edificación del templo divino por el maravilloso don de Dios pudiese descansar el la sólida roca de Pedro: fortaleciendo a Su Iglesia tan ciertamente que ni la precipitación humana pudiera asaltarla, ni las puertas del infierno pudieran prevalecer contra ella. Pero a esta santísima firmeza de la roca, levantada, como hemos dicho, por la mano edificadora de Dios, un hombre debe desear destruirla en extrema impiedad cuando trata de quebrantar el poder de ella, favoreciendo sus propios deseos, y no siguiendo lo que él recibió de los antiguos...

Epístola a los Obispos de la Provincia de Viena, X (NPNF2 12:8-9)

Y cuando ellos hubieron registrado las varias opiniones de otras gentes, Él dijo, «Pero vosotros, ¿quién decís que soy?» ... Ante lo cual el bendito Pedro, cuya confesión divinamente inspirada estaba destinada a beneficiar a todas las naciones, dijo, «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y no inmerecidamente fue declarado él bendito por el Señor, tomando de la piedra angular principal la solidez del poder cuyo nombre también expresa, él, quien, a través de la revelación del Padre, le confesó ser a la vez Cristo e Hijo de Dios...

Carta a Flaviano, XXVIII, 5 (NPNF2 12:41-42)

Y si Eutiques hubiese creído esto inteligente y totalmente, nunca se hubiera retirado del camino de esta Fe. Pues Pedro recibió esta respuesta del Señor por su confesión: «Bendito eres tú, Simón bar Jonás; pues carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Pero el que tanto rechaza la confesión del bendito Pedro como contradice el Evangelio de Cristo, está muy lejos de la unión con este edificio; pues se muestra a sí mismo como no habiendo nunca tenido ningún celo por entender la Verdad, y tener solamente la vacía apariencia de alta estima, quien no adornó las canas de la ancianidad con ningún juicio maduro del corazón.

Carta al Sínodo de Éfeso XXXIII, 1 (NPNF2 12: 47)

Ya que, por tanto, la Iglesia universal ha devenido una roca (petra) a través de la edificación de la Piedra original, y el primero de los Apóstoles, el beatísimo Pedro, oyó la voz del Señor diciendo, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca )petra) edificaré mi Iglesia», quién hay allí que se atreva a asaltar tal fuerza inexpugnable, a menos que sea el anticristo o el diablo, quien, permaneciendo inconverso en su impiedad, está ansioso por sembrar mentira mediante los vasos de ira que son apropiados para su perfidia, mientras bajo el falso nombre de la diligencia pretende estar en busca de la Verdad.

Carta a León César CLVI, 2 (NPNF2 12:100)

Y de Su gobierno y protección eterna hemos recibido también el apoyo de la ayuda de los Apóstoles, la cual ciertamente no cesa en su operación; y la fuerza del fundamento, sobre la cual se levanta toda la superestructura de la Iglesia, no se debilita por el peso del templo que descansa sobre él. Pues la solidez de aquella fe que fue alabada en el jefe de los Apóstoles es perpetua; y como permanece aquello que Pedro creyó en Cristo, así permanece lo que Cristo instituyó en Pedro. Pues cuando, como se ha leído en la lección del Evangelio, el Señor hubo preguntado a los discípulos quién creían ellos que era Él, en medio de las variadas opiniones sostenidas, y el bendito Pedro hubo replicado, diciendo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», el Señor dice, «Bendito eres tú, Simón bar Jonás, porque carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino de los cielos. Y lo que atares en la tierra, será atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».

La dispensación de la Verdad por tanto permanece, y el bendito Pedro perseverando en la fuerza de la Roca, que él ha recibido, no ha abandonado el timón de la Iglesia, que él tomó. Pues él fue ordenado antes que el resto en tal forma que de ser llamado la Roca, de ser pronunciado el Fundamento, de ser constituido el Portero del reino de los cielos, de ser colocado como Árbitro para atar y desatar, cuyos juicios retendrían su validez en el cielo, de todos estos títulos místicos podemos conocer la naturaleza de su asociación con Cristo. Y aún hoy él más plena y efectivamente desempeña lo que le está confiado, y realiza cada parte de su obligación y encargo en Él y con Él, a través de Quien ha sido glorificado. Y así, si cualquier cosa es rectamente hecha y rectamente decretada por nosotros, si cualquier cosa se gana de la misericordia de Dios por nuestras cotidianas súplicas, es por su obra y méritos cuyo poder vive y cuya autoridad prevalece en su Sede. Pues esto, amadísimos, fue ganado por aquella confesión, la cual, inspirada en el corazón del Apóstol por Dios el Padre, trascendió toda la incertidumbre de las opiniones humanas, y fue dotada con la firmeza de una roca, la cual ningún asalto podría conmover. Pues en toda la Iglesia Pedro diariamente dice: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», y toda lengua que confiesa al Señor acepta la instrucción que su voz trae. Esta Fe conquista al diablo, y quebranta las ataduras de sus prisioneros. Nos arranca de esta tierra y nos planta en el cielo, y las puertas del Hades no pueden prevalecer contra ella. Pues con tal solidez está dotada por Dios que la depravación de los heréticos no pueden dañarla ni la incredulidad de los gentiles vencerla.

Sermón III , 2-3 (NPNF2 12:117)

Y rectamente fue el bendito Apóstol Pedro alabado por confesar esta unión, quien cuando el Señor estaba averiguando qué conocían de Él los discípulos, rápidamente se anticipó al resto y dijo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y esto ciertamente vio, no por la revelación de carne o sangre, que podrían haber retardado su visión interior, sino por el mismo Espíritu del Padre obrando en su corazón creyente, para que en preparación para gobernar toda la Iglesia él pudiera primero aprender lo que habría de enseñar, y para la solidificación de la Fe, la cual estaba destinado a predicar, pudiese recibir este reaseguro, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Esta fuerza, por tanto, de la Fe cristiana, la cual, construida sobre una roca inexpugnable no teme a las puertas de la muerte, reconoce al único Señor Jesucristo como tanto verdadero Dios y verdadero Hombre, creyéndolo asimismo el Hijo de la Virgen, quien es el Creador de su Madre; nacido también al final de los tiempos, aunque es el Creador del tiempo; Señor de todo poder, y aún así mortal; ignorante del pecado, y aun así sacrificado por los pecadores según la semejanza de carne pecaminosa.

Sermón sobre la Pasión, XI Sermón LXII, 2 (NPNF2 12:174)


Mateo 16:18 en los Padres (7)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los siglos VI a IX


Casiodoro (c. 485- c. 580)

«No será conmovida» se dice acerca de la Iglesia a la cual sola aquella promesa le ha sido dada: «Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella». Pues la Iglesia no puede ser conmovida porque se sabe que ha sido fundada sobre la roca más sólida, a saber, Cristo el Señor ... De este «fundamento», es inferido rectamente Cristo, quien es una roca inconmovible y una roca inexpugnable. Concerniente a esto dice el Apóstol: «Pues ningún otro fundamento puede ningún hombre poner que aquel que está ya puesto, el cual es Cristo Jesús».

Exposiciones sobre los Salmos 45:5 (PL 70:330)

Gregorio I Magno (nacido c. 540; papa 590-604)

Pero ya que no es mi causa, sino la de Dios, ya que las leyes piadosas, ya que los santos sínodos, ya que los mismos mandamientos de nuestro Señor Jesucristo son trastornados por la invención de una cierta orgullosa y pomposa frase, que sea el piadosísimo Señor que corte el lugar de la llaga, y ate al paciente remiso en las cadenas de la augusta autoridad. Pues al ligar estas cosas ajustadamente alivias a la república; y, mientras cortas estas cosas, provees el alargamiento de tu reinado.
Pues a todos los que conocen el Evangelio les es evidente que por la voz del Señor el cuidado de toda la Iglesia le fue confiado al santo Apóstol y Príncipe de todos los Apóstoles, Pedro. Pues a él se le dice, «Pedro, ¿me amas? Apacienta a mis ovejas». A él le es dicho, «He aquí, Satanás ha deseado zarandearos como trigo; y yo he orado por ti, Pedro, para que tu fe no falle. Y tú, cuando te hayas convertido, fortalece a tus hermanos». A él se le dice, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo; y lo que atares en la tierra será también atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».
Ved, él recibió las llaves del reino celestial, y le es dado poder para atar y desatar, le es confiado el cuidado y la principalidad de toda la Iglesia, y aún así él no es llamado el Apóstol universal; mientras que el santísimo hombre, mi compañero sacerdote Juan, intenta ser llamado obispo universal. Estoy forzado a gritar y decir ¡Oh tiempos, oh costumbres!
Ved, todas las cosas en las regiones de Europa son entregadas al poder de los bárbaros, las ciudades son destruidas, los campos arrasados, las provincias despobladas, ningún labriego habita la tierra, los adoradores de ídolos prevalecen y dominan para la matanza de los fieles, y aun sí sacerdotes, quienes deberían ellos mismos yacer llorando sobre el piso y en cenizas, buscan para sí nombres de vanagloria, y se glorían en en nombres nuevos y profanos.
¿Defiendo yo mi propia causa en este asunto, piadosísimo Señor? ¿Resiento que se me haya hecho mal a mí especialmente? No, la causa de Dios Omnipotente, la causa de la Iglesia universal.
¿Quién es éste que, contra las ordenanzas evangélicas, contra los decretos de los cánones, presume para usurpar para sí un nuevo nombre? Lo haría aquél si por él mismo fuese, si pudiera ser sin ninguna mengua de los demás – codicia ser universal.
Y ciertamente sabemos que muchos sacerdotes de la Iglesia de Constantinopla han caído a la vorágine de la herejía ... Si entonces cualquiera de esa Iglesia toma para sí aquel nombre, por el cual se hace la cabeza de todos los buenos, se sigue que la Iglesia universal cae de su pedestal (lo cual no permita Dios) cuando aquel que es llamado universal cae. Pero lejos de los corazones cristianos esté aquel nombre de blasfemia, en el cual es quitado el honor de todos los sacerdotes, mientras se lo arroga locamente para sí uno (solo).
Ciertamente, en honor de Pedro, Príncipe de los Apóstoles, le fue ofrecido por el venerable sínodo de Calcedonia al romano pontífice. Pero ninguno de ellos ha jamás consentido usar tal nombre de singularidad, no sea que, por algo que se le da peculiarmente a uno, los sacerdotes en general sean deprivados del honor que se les debe. ¿Cómo es que nosotros no buscamos la gloria de este título aun cuando es ofrecida, y otro pretende arrebatarlo para sí mismo aunque no se le ofrece?

Epístola XX a Mauricio César (NPNF 2 12:170-171)


Isidoro de Sevilla (c. 560-636)

Pedro lleva el carácter de la Iglesia, el cual tiene el poder de perdonar pecados y de llevar a los hombres desde el Hades hasta el reino celestial ... Todos los Apóstoles también llevan el tipo de la Iglesia entera, ya que ellos también han recibido un poder igual de perdonar pecados. Ellos llevan también el carácter de los patriarcas, quienes por la palabra de la predicación espiritualmente engendraron al pueblo de Dios en todo el mundo ...

Alegorías en el Nuevo Testamento (PL 83:117-118)

El hombre sabio que edificó su casa sobre la roca significa el maestro fiel, quien ha establecido los fundamentos de su doctrina y vida sobre Cristo ... Más aún, Cristo es llamado un «fundamento» porque la fe se establece en él, y porque la Iglesia católica está construida sobre él.

Etimologías VII,2 (PL 82:267)


Beda el Venerable (c. 673-735)

Tú eres Pedro y sobre esta roca de la cual has tomado tu nombre, esto es, sobre mí mismo, edificaré mi Iglesia, sobre aquella perfección de la fe que tú confesaste edificaré mi Iglesia por cuya unanimidad de confesión si alguno se desviase aunque en sí mismo pareciera hacer grandes cosas, él no pertenence al edificio de mis Iglesia. ... Metafóricamente se le dice a él que la Iglesia ha de ser construida sobre esta roca, es decir, el Salvador que tú confesaste, quien ha concedido participación al fiel confesor de su nombre.

Homilías 23 (PL 94:260)


Juan de Damasco (c. 675-c. 749)

Y Pedro, encendido por un ardiente celo y preparado por el Espíritu Santo, replicó: «Tu eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». ¡Oh, bendita boca! ¡Perfectos, benditos labios! ¡Oh, alma teológica! ¡Mente llenada por Dios y hecha digna por la instrucción divina! ¡Oh, divino órgano por el cual Pedro habló! Rectamente eres bendito, Simón hijo de Jonás ... porque ni carne ni sangre ni la mente humana, sino mi Padre en el cielo te ha revelado esta divina y misteriosa verdad a ti. Pues nadie conoce al Hijo, salvo aquél que es conocido por él ... Esta es la firme e inamovible fe sobre la cual, como sobre la roca cuyo sobrenombre llevas, la Iglesia está fundada. Contra ésta las puertas del infierno, las bocas de los herejes, las máquinas de los demonios –pues ellos habrán de atacar- no prevalecerán. Ellos tomarán las armas pero no vencerán.

Homilía sobre la Transfiguración (PG 96:554-555)


Pascasio Radberto (c. 785-860)

Hay una respuesta de todos sobre los cuales la Iglesia es fundada y contra los cuales las puertas del infierno no prevalecerán ... Tan grande fe no surge excepto de la revelación de Dios el Padre y la inspiración del Espíritu Santo de modo que cualquiera que tenga fe, como una piedra firme, es llamado Pedro ... Debiera notarse que cualquiera de los fieles es una roca en la medida en que es un imitador de Cristo y es luz en la medida en que es iluminado por la luz y por esto la Iglesia de Cristo está fundada sobre aquéllos en cuanto son fortalecidos por Cristo. De modo que no en Pedro solo sino sobre todos los Apóstoles y los sucesores de los Apóstoles se edifica la Iglesia de Dios. Pero estas montañas son primero edificadas en la montaña, Cristo, elevada sobre todas las montañas y cerros.... Esta es ciertamente la vera e inviolable fe dada a Pedro por Dios el Padre, según la cual si no hubiese habido siempre un Hijo no hubiera habido siempre un Padre, sobre la cual fe la Iglesia toda está fundada y permanece firme, creyendo que Dios es el Hijo de Dios.

Comentario sobre Mateo (PL 120:561, 555-556)
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¡Benditos de Dios, El los tenga acogidos en su gloria!

Es edificante siempre la lectura de los Padres de la Iglesia. Verdaderamente la lectura de estos pasajes, que tan amablemente, se a dignado a pegar, confortan mi alma y avivan mi fe. Sobre el sentido que usted quiere darle con su publicación (que no lo encuentro por ninguna parte), ya que no encuentro comentario adicional alguno, me remito a la los comentarios de la exposición de Tobi

Dios la bendiga!


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TU ERES PEDRO


Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia.» (Mat. 16:18.)



Pregunta. Al decir Jesús: «tú eres pétros y sobre esta petra edificaré mi iglesia», ¿no tienen razón los católico romanos al afirmar que el papado es institución divina y que descansa sobre estas palabras de Jesús mismo, constituyendo a Pedro fundamento de la Iglesia?


Respuesta. En contestación a esta pregunta, creemos oportuno copiar en su totalidad un artículo importante que apareció en El Cristiano, de Madrid, hace ya 50 años (año XLII, número 2.090).

Dice:
«Tú eres Pedro (Mat. 16:18). Los romanistas dan aquí mucha importancia a este pasaje, como si apoyase sus infundadas pretensiones. Nótese, desde luego, que «la Iglesia está edificada sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas», no sobre un Apóstol o Profeta único. Pero la pretensión de que el obispo de Roma debía suceder a Pedro, no tiene ni un átomo de evidencia en la Palabra de Dios, nuestro único y suficiente guía. Un apóstol no podía tener sucesión en el apostolado, y si uno podía, ¿por qué no los demás?

En 1.a Cor., cap. 9 y ver. 1, leemos que una de las marcas de un apóstol era haber visto al Señor Jesús, y ningún Papa lo vio; no puede, por tanto, ser apóstol o sucesor de uno de ellos.
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¡Peor hombre de Dios! Un poco de seriedad 1 Cor 9:1 dice “ ¿No soy libre? ¿No soy apóstol? ¿Es qué no he visto yo a Jesús, nuestro Señor? ¿No sois vosotros hechura mía en el Señor?” ¡¿De donde se obtiene tal interpretación?! Cuanto más a continuación dice 1 Cor 9:2-3 “Si para otros no soy apóstol, por lo menos para vosotros si lo soy, pues vuestra condición de cristianos es la garantía de mi apostolado. Esta es mi defensa contra los que me discuten.”



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Pero sea que Cristo dijera que edificaría su Iglesia sobre Pedro, o sobre lo que la confesión de Pedro significaba, esto no favorece nada las pretensionese de Roma. Roma no tiene más derecho ni relación alguma con lo dicho por Cristo, que Antioquía, o Ginebra, o cualquier otra.

Lo que sí es muy interesante saber es que dicho pasaje viene, probablemente, de un error de traducción, según puede verse a continuación:

1. Un caballero, dedicado al estudio, y linguista, habiendo obtenido la Introducción a las Autoridades del Vaticano por el cardenal Maning, menciona, que en la biblioteca del Vaticano hay un documento del siglo II a.C., el cual la traducción de Mateo 16:18, es: «Tú lo has dicho.»
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S. II a.c ¿?

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2.También cita otro documento de la misma época de idéntica traducción.

3.El obispo Agustín (siglo IV d.C.), en un tratado existente en la biblioteca del Vaticano, examinado por este mismo estudiante, traduce este pasaje: «Tú dixiste.» (Tú has dicho.)

4.Jerónimo (año 382 d.c.), en un Tratado que está en biblioteca del Vaticano, cita este versículo: (Tú has dicho,según diversos testigos que lo han visto, afirman.

5. El finado Mr. Collette leyó el «Codex Vaticanus», siglo IV a.C.,&&&&&&&&&&&&&&&& a.c ¿?&&&&&&&&&&&&&&&&&&& en la biblioteca del Vaticano, y la versión estas palabras era «suipo». Como tal palabra no existe en griego, debe ser una contracción. Hizo notar que con una simple adición de una letra, o sea a, se obtendrían las palabras «su eipas» (Tú has dicho), que firmemente asegura es la verdadera versión. Algún antiguo copista romano lo extendió hasta formar «su ei Petros», añadiendo cuatro letras en vez de una, y haciendo tres divisiones en lugar de dos.

6.La primera versión tiene más autoridad, estando apoyado por 105 dos documentos citados (números 1 y 2), los cuales, existiendo dos siglos antes que el «Codex Vaticanus», dan enorme peso a la versión «Tú has dicho».(ver nota 5)

7.Esta versión también está confirmada por la evidencia de Agustín y Jerónimo, dos de los más eruditos doctores de la Iglesia. Es inconcebible que deliberadamente usaran un original falso o imaginario, en un pasaje de tanta importancia.

8.En el contexto mismo encontramos un gran apoyo para la versión «Tú has dicho». Pedro había confesado la Divinidad de Cristo. Inmediatamente el Señor contesta:
«Tú has dicho» (la verdad); y sobre esta confesión, sobre esta mi Divinidad, será edificada la Iglesia.

9.Se confirma además esto, por el hecho de que nuestro Señor Jesucristo usa esta misma fórmula (su eipas) en ocasiones análogas, cuando expresa su conformidad con alguna verdad dicha. Así, cuando el Sumo Sacerdote le conjura sobre este mismo punto de su Divinidad, Jesús contesta con: «Tú has dicho» (su eipas). (Mateo 26:64.)

10.Por otra parte, el contexto pierde más que gana con la versión «Tú eres Pedro». Porque, ¿qué tiene que ver el nombre o la persona de Pedro con un asunto de tanta transcendencia como la Divinidad de Cristo?
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Si pierde más que gana, a que tanta adversión hacia el mismo? Acaso, solo pretendemos sembrar la duda?


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Todos los Apóstoles sabían cuál era el nuevo nombre de Simón, y el asunto de que se trataba, no era Pedro, sino el Mesías, reconocido divino en esta confesión; y, como algunos han observado, parece trivial y fuera de lugar que, en circunstancias tan solemnes, entrara un juego de palabras con el significado verbal del nombre de Pedro.


11. El ilustrado señor Dobelli (ex editor de la Capi_tale de Roma), en su valiosa obra La Historia de los Papas desde San Pedro a Pío IX, en cuatro tomos, hace notar, al referirse a Mateo 16:18: «Cristo nunca dijo "tú eres", sino "tú has dicho", Pedro. "Tú eres" es una interpolación.»




Nota 5. Los eruditos del texto griego, Alford y Tischendorf, manifiestan que es tan inexacta la versión «tú eres» en vez de la auténtica «tú lo has dicho Pedro» que no se le puede dar valor real ninguno (véase Alford, El Testamento griego, 1879, tomo 1, pág. 104, y Tischendorf, El Nuevo Testamento, 1869, pág. 11).
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Mira, en la versión de las Santas Escrituras de la Wacth Tower Bible and Tract Society of Pensilvania presentada por el Comité de la Traducción del Nuevo Mundo el 1 de Enero de 1987 en Nueva Cork, Biblia por cierto no utilizada por católicos sino por los Testigos de Jehová Mt 16:18 viene redactado así “También yo te digo a ti: Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi congregación, y las puertas del Hades no la subyugarán”. Así pues, no sólo deberíamos discutir sobre las traducciónes aceptadas por la Iglesia Católica sino sobre otras tantas. Aunque en línea seguida, en el intento de crear duda, nos lleva a poner en cuestión toda La Palabra, prescindiendo de la fe y de los hechos históricos que por ellos mismos hablan. No obstante a las pruebas me remito, hela ahí Iglesia de Cristo nuestros Señor, 2004 años después, con más profunda y edificada fe, en constante renacimiento y expansión, en la que se congrega la unidad y la que ruega al Padre por ella de tal forma como Cristo lo rogó.




“Protesto que a todas las opiniones, hechos, gracias y milagros expresados en mis palabras y en las de aquellos a quien hago referencia, no les atribuyo sino una autoridad puramente humana, a excepción de los aprobados y autenticados por la Santa Silla Apostólica; y lo mismo declaro a los títulos de santo, beato o bienaventurado que se da a algunos siervos de Dios, sometiendome en todo al juicio y doctrina de la santa Iglesia católica, apostólica y romana.

¡Dios os bendiga a todos, hermanos, que habéis tenido la paciencia de esta lectura!

Vuestro hermano en Cristo nuestro Señor:


Alfonso L. Calvente Ortiz
En Tenerife a 16/04/03
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Como que el escrito es excesivamente largo. Solo responderé aquello que considero esencial
Historia de un Absurdo
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Dice Alfonso
Empezamos bien, demuestra un gran respeto y amor en Cristo llamar absurdos a cientos de millones de creyentes católicos.
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Tobi
Empezamos mal. Con, o sin el amor de Cristo, se llama absurdo aquello que lo es, lo defiendan cientos o miles de millones.

Mediante este epigrafe y el tutulado "El Primado de Roma en la Cristiandad" Hemos mostrado la realidad del ABSURDO en cuanto que no hay ni un solo dato histórico que confirme las pretensiones romanas que se iniciaron con Leon I A este papa que con una soberbia inaudita y nada cristiana pretendía lo que ahora pretende la Roma Vaticana, su pretendido primado. Pero le colocaron en su sitio dos Conclios Ecuménicos. El Primer de Constantinopla con lo que estableció en su Canon Tercero y el Calcedonia que lo confirmó con su Canon 28. Posteriormente otro papa romano tambien salió al paso a las pretensiones que sostuvo Leon I. El papa Gregorio I que manisfesto rechazar la mención y atribución a cualquier obispo el título de Universal añadiendo que quien pretendia tal cosa sería el precursor del anticristo.
Gregorio I acertó puesto que para IMPONER el tal Primado la Institución Romana tuvo que protagonizar el Cisma con las Iglesias Orientales. Así, Roma, se convirtió en CISMATICA, y encima se atreve a darse el título de Católica. Con ello se confirma el adagio popular: "DIME DE QUE PRESUMES Y TE DIRÉ DE QUE CARECES".

Ahora amigo Alfonso te diré que me resulta tedioso el tener que repetir constantemente las mismas cosas ya que todos los católicos que entrais a debatir en estos foros no leeis todo lo que esta escrito en el mismo, Así ahora me veo obligado a repetir lo que afirmó el papa Gregorio VII en su famoso DICTATUS PAPAE
DICTATUS 16: Nigún Sínodo (concilio) puede ser llamado general (ecuménico) sin su autorización
Eso es confirmado el catecismo romanista.
Art. 883. "'El Colegio o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se le considera junto con el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como Cabeza del mismo'. Como tal, este Colegio es 'también sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia' que 'no se puede ejercer... a no ser con el consentimiento del Romano Pontífice'."
Art. 884. "'La potestad del Colegio de los Obispos sobre toda la Iglesia se ejerce de modo solemne en el Concilio Ecuménico'. 'No existe concilio ecuménico si el sucesor de Pedro no lo ha aprobado o al menos aceptado como tal'."

Ahora dígame de los siete Concilios Ecuménicos, cual de ellos fue:
Convocado por un Papa
Presidido por un papa o por legados suyos.
Aprobado OFICIALMENTE por los papas.
Solo uno fué presidido por legados papales y en el mismo les marcaron un gol de penalti. El Canon 28.
Los requisitos que segun Roma se requieren para dar validez a un concilio no se dan en ninguno de ellos.
Tampoco se dan en las iglesias occidentales antes del Cisma provocado por Roma. El primero que tiene estos requisitos es el Primero de Letran en el 1123 pero no se cumplió en el de Constanza que fué convocado por el emperador Seguismundo y observa, amigo Alfonso, que no tan solo no fué presidido por ningun papa sino que estuvo por encima de CUATRO PAPAS Juan XXII, Gregorio XII, Benedicto XIII y Martín V. Los tres primeros fueron destituidos por el Concilio y el último, Martin V fué elegido obispo de Roma por el Concilio contraviniendo el llamado "Derecho Canónico" y mostrando que el Concilio estaba por encima de los papas.

Respecto a la interpretación de Mateo 16:18 veamos que opinaron los Padres de la Iglesia, para ello citare lo que dice un antiguo escritor francés, el sacerdote católico reverendo padre Launoy, tratando precisamente de establecer su tesis del primado de san Pedro, pero obligado a confesar la verdad acerca de las encontradas opiniones patrísticas, tuvo que declarar haber encontrado lo siguiente:

Citas de padres de la Iglesia en favor de que Pedro es la roca: diecisiete.
Citas de padres de la Iglesia declarando que la roca es la fe confesada por Pedro: cuarenta y cuatro.
Citas declarando que la roca es Cristo mismo: dieciséis.
Citas que expresan que la roca fundamental de la Iglesia es la fe de todos los apóstoles: ocho.

Así los totales son 68 con diversos matices opinan como nosotros.
Y solo 17 apoyan las tesis romanistas, es decir, como vosotros.

Veamos algunas de ellas:

San Cirilo de Alejandría, en su cuarto libro sobre la Trinidad, dice: "Por la roca debéis entender la fe Invariable de los apóstoles" S. Cirilo de Alejandría, Dial. IV. Trinitate, núms. 507-8.

San Hilario, obispo de Poitiers, en su 2º libro sobre la Trinidad, dice"La roca (piedra) es la bendita y sola roca de la fe confesada por boca de san Pedro"

San Juan Crisóstomo dice en su homilía 55 comentando S. Mateo: "Sobre esta roca edificaré mi Iglesia. Es decir, sobre la fe de su confesión. Ahora bien, ¿cuál fue la confesión del apóstol? Hela aquí: - Tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo -." Hom. 54 in Mat. 2; MG 58, 534.

Orígenes exclama: "Si suponéis que Cristo fundó su Iglesia sólo sobre Pedro, ¿qué papel asignáis a los demás apóstoles? ¿Qué les concedéis a Santiago y a Juan, que también Cristo les puso el sobrenombre de hijos del trueno, para indicar su gran significación?"

San Ambrosio escribió: "Petrus primatum confessio acceptit, non honoris" (Pedro no aceptó los honores de su primera confesión).
Fabián, uno de los primeros obispos de Roma (y por ello para los romanistas, un "Papa"), escribió al emperador Zenón que Cristo había dicho a Pedro: "Super ista confessiono, aedificabo Ecclesiam" (Sobre esta confesión edificaré mi Iglesia) De Incarnat., cap. 4.

San Agustín, en un comentario sobre la primera epístola de S. Juan, dice: "¿Qué significan las palabras "Edificaré mi Iglesia sobre esta roca? Sobre esta fe, sobre eso que me dices: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo"

El gran obispo creía tan poco que la Iglesia fuese edificada sobre san Pedro, que predicaba a su grey en su sermón XIII: "Tú eres Pedro, y sobre esta roca que tú has confesado, sobre esta roca que tú has reconocido diciendo: "Tú eres Cristo, el hijo del Dios vivo", edificaré mi Iglesia: Sobre mí mismo, que soy el hijo del Dios vivo, la edificaré, y no yo sobre ti." Nos permitimos citar, en la propia lengua en que escribió san Agustín, otra exégesis suya del debatido texto: «Super hanc petram quam confessus es aedificabo Ecclesiam meam. Pera enim erat Christus super quod fundamentum etiam ipse a edificatus est Petrus»

Ahi tienes la respuesta al párrafo que escribiste y que cito:
Y llevados a los tribunales y conminados que no predicasen aquel nombre, contestaron que es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres, y por seguir en su predicación padecieron azotes, alegres por ser dignos de sufrir afrentas por el Nombre de Jesús. Y aquellos judíos cortos (como por escarnio los llamaba Horacio), despreciados y tenidos por ejemplo de credulidad fanática en el concepto de los romanos, recorren las provincias mas cultas del Asia Menor, Grecia y Egipto, y van a la misma Roma, donde, aborrecidos por todo el mundo gentílico y considerados como enemigos de todo el género humano (Tácito), mueren en los más atroces suplicios, hechos responsables del insensato incendio de Nerón.

Solo te has olvidado que eso mismo hizo Roma posteriormente. La roma cuyo Pontifex Maximus ya no era el Cesar, sino el Papa.
Jesús nos advirtió que por los frutos conoceríamos al arbol.
La Iglesia cristiana siempre busco la unidad de Cristo.
La romana ha sido causa de división (Cismática)

La iglesia cristiana fué perseguida.
La Romana perseguidora con masacres peores que las de la Roma Imperial. "Embriagada con la sangre de los mártires de Jesús"

Los primeros y todos los cristianos anunciaron la buena Nueva de Dios en Cristo invitando a aceptarla libremente.
La Romana impuso su religión por la fuerza y asesinó a los que no quisieron aceptarla. En nuestro Pais bautizaban a la fuerza a los judios y cuando estos seguian practicando su religión los asaban en las hogueras por herejes.

Jesus dijo que su reino no era de este mundo.
Roma pretente ser el Rey Unico del mundo. Gregorio VII afirmó:
Art,8. del Dictatus Papae: Que solamente él puede usar las insignias imperiales.

Art. 9. Que todos los príncipes deben besar los pies solamente al Papa.
¿Para que seguir?



¿Y que ocurre cuando se lo preguntamos al mismísimo apostol Pedro.
Su respuesta la encontrarás en su Carta: 1ª. Ped. 2:4-8) Leelo amigo Alfonso y verás como el primer pretendido papa contradice a Leon I y a sus seguidores.

¿Te queda claro ahora lo que es historia y lo que es absurdo?
Fraternalmente
 
Concluyendo

Concluyendo

Estimado Tobi; ¡Dios te bendiga!

Te agradezco la lectura de mi escrito, aunque creo que no le has dedicado el tiempo suficiente puesto que muchas de las cuestiones que planteas ya las comente. A modo de ejemplo.1 Pe 2:4,8, creo haberlo comentado suficientemente en cuanto a la sidnificación que "piedra tiene para los católicos"

Mira, no es mi intención intentarte convencerte de nada, de igual forma, que a mi nada tu me aclaras! Entiendo tu postura y la respeto, pero creo que hay dos diferencias fundamentales entre ambas. Yo por mi parte defiendo y me reafirmo en mi fe, que ruego a Dios robustezca a cada minuto de mi vida, tu, y en el caso de otros con mayor magnitud, atacas y apredreas la mía, intentas más destruir que construir, y te digo más y en público lo digo; a dieraio ruego a Dios que si mi fe nace del erros así me lo haga ver, y si con la dulzura de su mano derecha este miserable siervo no entiendo, ruegole descargue sobre mí la dureza de su izquierda con todo el poder que en ella recae. No ruego, por que mine vuestra fe hermanos, no ruego por que os haga caer de lo que para mi humilde e insignificante entendimiento pueda ser un erros, no. Ruego simplemente por vosotros al igual que por el resto de mis hermanos, puesto que la Sabiduría es suya y no soy nada para juzgar Su Santa permisibilidad.

Por otro lado,creo, que bien es cierto que tu argumentación, apartada del caracter destructivo que en algunas ocasiones le das, puede tener base discusitiva. De ahí que haya sido tratada en la historia de la Iglesia, prueba de que, como algunos quieren dar a entender, para los catolicos, el Papa se otorga el absluto poder en aras del símbolo constitutivo de la Iglesia sobre Pedro.

No veo camino de acercamiento en nuestras posturas, pero algún documento más si que te remitire, no con la intención convencer a nadie sino por rebundar más en mi propia argumentación que creo no esta falta de referencia, citas y bibliografía.

Recibe un abrazo en Cristo nuestro Señor de este tu hermano Alfonso.
 
endo dije.

endo dije.

Dios os bendiga!

Toda la historia que a continuación relato, esta suficientemente contatada y documentada. Claro esta y entiendase bien, si buscamos libros, autores, referencias, etc. segúro encontraremos muchas en contra de los datos que aqui se aportan, no voy a entrar en una discusión que dura ya casi 2000 años, y Dios no creo me de tanto tiempo ni creo desee lo emplee en ello. Pero deseo recorda, que todavía hay escéoticos que creen que la llegada del hombre a la luna fue un montaje y que la carrera espacial no son mas que meras cuestiones de ciencia ficción que se nos hacen creer por medio de artilugios y efectos especiales"


La primitiva Iglesia
El Cristo glorioso ascendió a los cielos, habiendo prometido pena, aun en el recuerdo de la Pasión y de la Crucifixión. ¡Diez días durante los cuales los desamparados se hundieron en su pena, aun en el recuerdo de la Pasión y de la Crucifixión. ¡Diez largos días, hasta que el Espíritu Santo descendió misteriosamente a sus corazones en aquel apartado refugio de Jerusalén! He ahí que ocurrió algo que iba a cambiar al mundo, el cumplimiento de una promesa hecha por Jesús durante la Última Cena: "Y yo rogaré al Padre, el cual os dará otro consolador para que esté con vosotros para siempre... No os dejaré huérfanos: yo volveré a vosotros... Aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros" (SAN JUAN, XIV, 16, 20). Fue Pentecostés, el nacimiento de la Iglesia Católica. Los apóstoles militantes se encaminaron hacia conquistas eternas, conquistar para la eternidad; ahora todos ellos eran santos, animados por el fuego, el amor y la luz que venían de lo alto. Fueron enfrentados por el mundo, la carne y el demonio; combatieron contra la estridencia de filosofías paganas, contra las discordancias de una literatura torpe e impúdica, contra espíritus del mal altamente colocados. Nada importó que fueran detenidos, encerrados, flagelados, impedidos de predicar: "Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo con gran valor... y una gran gracia resplandecía en todos los fieles" (HECHOS, IV, 33). Ved, San Pedro, el intrépido heraldo de Cristo, primero en sus filas como sen sus nóminas (MATEO, X, 2-4; HECHOS, I, 13; MATEO, XVI, 18; LUCAS XXII, 32; JUAN, XXI, 15-18). Se levanta en medio de ciento veinte discípulos, todos los cuales reconocen su autoridad (HECHOS, I, 15). Cruza sin temor alguno las calles de Jerusalén; no sólo realiza sorprendentes milagros; más que nunca se siente dominado por la autoridad divina que se le ha concedido. Como los conversos se multiplican, calabozo, pero es libertado por un ángel (HECHO, IV, XII). Ni intimado ni desalentado, sale para predicar y bautizar a lo largo de los viejos caminos familiares de Judea, a través de las arenas de Samaria. Una antigua tradición lo radica por bastante tiempo en Antioquia, como primer obispo de la gran ciudad; y más tarde lo muestra muy activo en el Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Bitinia...

"¡Por tanto id, enseñad a todas las naciones!". Concedido el mundo como un campo para la fe del Cristo, la semilla del evangelio ha de ser diseminada, la Iglesia, gracias a los trabajos apostólicos, expandida en una sociedad más amplia. Tal es la explicación satisfactoria por la cual Cefas no permaneció toda su vida en las provincias orientales o a lo más en la griega. El Imperio Romano, recordadlo, estaba dividido en muy vastos distritos: las provincias latinas ocupaban la cuenca occidental del Mediterráneo hasta el Adriático por el este, las Provincias griegas alcanzaban hasta el monte Tauro, donde imperaban las lenguas y costumbres griegas; más hacia el ese se extendían las provincias orientales con su gran confusión de lenguas y ritos antiguos. San Pedro estuvo destinado por el Cielo mismo a encaminarse hacia el César hacia Roma, capital de aquel vatísimo imperio. ¿No habitaba allí el César, araña obscena que atrapaba todo lo que estaba al alcance de su poder? Existían numerosos caminos, las célebres vías romanas, más de ochocientas, que conducían en todas direcciones hacia las más remotas provincias; arrancaban del dorado mojón del Forum para extender su esparcida red y sujetar a tres continentes. Ahora bien, puesto que todas las naciones habían sido incluidas en su "pastorado", San Pedro, natural y sobrenaturalmente, mucho necesitaba acudir al centro de ese imperio. De Cristo fue la orden, sin duda alguna, pero la inspirada respuesta correspondió a su vicario. Jamás hubo más firme resolución, ningún paso más determinado, ninguna aventura más divina que la decisión del pastor-jefe de visitar "obras ovejas", mostrarles la verdad, ganarlas para el verdadero redil. En ningún momento de su vida estuvo más seguro el gran apóstol de su deber de transmitir la verdad que poseía que el día en que encaminó sus pasos hacia los dos millones de paganos de la ciudad imperial. "¡Oh muy bendito apóstol Pedro, ésa era la ciudad a la cual no podías dejar de acudir. El apóstol Pablo, tu compañero de gloria, se había ya ocupado de fundar las iglesias, y tú penetraste solo en la selva de las bestias salvajes que rugían furiosamente; tú te aventuraste en aquel tormentoso océano con más valentía que cuando te arrojaste a las olas para llegas a Jesús!"

San Pedro en Roma
Por el año 42 de nuestra era llegó a la Porta Portese el Príncipe de los Apóstoles, después de haber realizado su viaje por tierra y por mar. Su llegada al corazón del mundo pagano señala un acontecimiento de extraordinaria importancia. Ya habitaba en el abarrotado ghetto, sobre la orilla del Tíber, un puñado de primeros conversos. Habían salido de Jerusalén cuando la primera persecución, para encaminarse hacia el puerto de roma. Judíos de la antigua Ley se habían establecido en la capital cincuenta años antes; pero Aquila y Priscilla, judíos sirios, fueron los primeros en constituir el núcleo de una comunidad cristiana. Con el andar de los días el nombre de Jesús fue pronunciado a través de los activos desembarcaderos; la fe, "como lámpara encendida en lóbrego antro", empezó a expandir sus rayos en aquellos barrios miserables. El emperador Claudio debe de haber estado muy lejos de imaginar que allí, al pie del Janículo, se echaban los fundamentos de un imperio que iba a sobrevivir a la Roma inmortal de los Césares. Sin embargo, así ocurrió. Si los romanos de las clases superiores se aventuraron por aquellos sitios donde se amontonaban los despreciados judíos pudieron muy bien codearse con el fundador del "Imperio de Cristo". Porque San pedro, confundido por su raída hopalanda entre sus pobres connacionales, andaba muy activo en los intereses de su Maestro. Día y noche, incesantemente, circulaba por entre las cabañas y cobertizos de la orilla del río; pasaba horas y horas junto a las pilas de fardos de los desembarcaderos; pero sus minutos más preciosos eran los que dedicaba a la celebración de la Eucaristía para su siempre creciente rebaño, e inducirlos a llegar a Cristo, y ser edificados sobre Él como piedras vivas sobre piedra angular (PEDRO, II, 5).

El rumor de todos estos hechos fue expandiéndose poco a poco hasta llegar a oídos de Claudio. Cerca del puerto, le informó su policía, se desarrollaban misteriosas actividades de una religión, de lo que había que informar cuanto antes al Senado. Se aseguró al César que ese culto de Crucificado era "una superstición extranjera" mucho más peligrosa que todas las fantásticas religiones que rivalizaban entre sí en la ciudad imperial. ¡Sorprendente, en toda verdad, eran el crecimiento y expansión de aquel culto secreto del Crucificado! Y Claudio debió alarmarse realmente al enterarse de la conversión de Filo y de Prudente, senadores romanos, y de sus dos propias y hermosas hijas Práxedes y Prudenciana, personajes distinguidos, y el de otras personas de elevada posición en la corte imperial, que podían penetrar libremente hasta la cámara del Emperador. Cuenta una leyenda que toda la ciudad quedó conmovida por el destino de un mago llamado Simón que, impotente para resucitar a un joven romano, quedó totalmente confundido al ver realizar el milagro a un judío recién llegado a la ciudad. Y cuando este mismo marrullero impostor quiso posteriormente engañar al pueblo sosteniendo que volaría hacia los cielos, tuvo el merecido fin porque, a ruego del escogido, los demonios abandonaron al mago, que halló terrible muerte. Esos y otros incidentes no menos milagrosos muestran ampliamente toda la actividad desplegada por el apóstol-jefe en la propagación de la simiente de la Iglesia.

Príncipe de los Apóstoles
La siguiente impresión que tenemos de San Pedro es como obispo entre los obispos, pero superior a ellos, en el Consejo de Jerusalén, alrededor del año 50 de nuestra era, siempre en cumplimiento de la preeminencia que le fue divinamente concedida. Todos los apóstoles, después de haber predicado el Evangelio en el mundo, se reunieron en la Ciudad Santa; había que ordenar muchas cosas, dificultades que resolver, problemas que demandaban soluciones prácticas. Se presentó el grave problema de determinar si los gentiles conversos quedarían sometidos a la antigua Ley y si serían circuncidados. Fue debatido el punto ampliamente, y se expusieron todos los argumentos por ambas partes. Al fin se levantó San Pedro, habló extensamente y dio su considerado juicio:

"Hermanos míos, bien sabéis que mucho tiempo hace fui yo escogido por Dios entre nosotros para que los gentiles oyesen de mi boca la palabra de Evangelio y creyesen.

"Y Dios, que penetra los corazones, dio testimonio de esto, dándoles el Espíritu Santo a ellos también como a nosotros.

"Y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, habiendo purificado por la fe sus corazones.

"Pues, ¿por qué ahora tentáis a Dios poniendo un yugo sobre la cerviz de los discípulos, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?

"Antes, por la gracia del Señor Jesucristo, creemos que seremos salvos, como también ellos" (HECHOS, XV, 7-11) .

Después de esas palabras los otros apóstoles guardaron silencio hasta que San Pablo y San Bernabé aprobaron todo lo que la Cabeza de la Iglesia había dicho. Y después que hubieron callado, Santiago respondió diciendo: "Varones y hermanos: ¡Simón ha manifestado!... ¿Puede algo mostrar más claramente que esas palabras, que San pedro fue el reconocido "Vicario de Cristo"?...

Al abandonar la antigua ciudad de David, se le presentaba al apóstol todo un mundo de trabajo que realizar. Graves fueron, en verdad, las obligaciones que sobre él recayeron al confiársele el cuidado de alimentar a corderos y ovejas. Su rebaño, esparcido, desterrado de la celestial Jerusalén, incluía a cristianos asiáticos, africanos y occidentales. Y es probable que el vocero de Cristo haya visitado grandes comunidades de la dispersión, desde que se contaron entre sus oyentes, en la fiesta de Pentecostés, partos, medas, elamitas, y habitantes de la Mesopotamia. ¡Tratad, pues, de representaros a San Pedro en aquellas jornadas misioneras! Su antigua y fiera energía quedaría templada por el tono de la dignidad apostólica, dela que puedan hallarse repetidas pruebas por todo el Nuevo Testamento. Ninguna persona que vivió en aquellos tiempos puede alcanzar el plano tan elevado en que se mantuvo el intrépido Vicario de Cristo; ningún hecho de la historia de aquellos primeros días es más sublime que la inflexible constancia del Obispo de Roma. San Pedro, es verdad, destella a través de las últimas páginas de la Sagrada Escritura como un viajero que andara por entre los más elevados picos de las montañas. Lo veis por un instante, luego se desvanece de la línea del cielo, se pierde entre profundas sombras y silencios. A poco reaparece poderoso, infatigable, en la prosecución de su constante esfuerzo. Todo lo que podría servirnos como un programa o registro misionario, las dos Epístolas, carecen de referencias precisas a lugares o ciudades, y suministran sólo una historia fragmentaria de una intrépida aventura emprendida por amor de Cristo. A pesar de todo ello, puede verse entre líneas a un gran pastor, siempre despierto, previsor, curtido por el tiempo, cuidadoso de sus desparramadas ovejas, cada una de las cuales estaba bien cerca de su corazón.

Prueba por el fuego y la espada
Días de amarga prueba para la Iglesia naciente se suceden casi sin cesar. Nerón, el último de la familia de César, ascendió a trono el año 54 de nuestra era; y débese calificar de bestial su reinado que duró más de diez años. Por la monstruosa forma en que vivió, colocose más allá de los límites del amor y de la piedad, en realidad más allá de toda humanidad. En uno de sus negros arranques exclamó una vez: "¡Príamo fue muy afortunado por haber podido contemplar la destrucción de Troya!"; y cuando se le dijo que Gayo acostumbraba repetir la frase: "cuanto esté muerto sumerge el mundo en llamas", el salvaje emperador mostró toda la negrura de su alma exclamando: "¡De ningún modo, sino ahora que vivo!". Enloquecido, puso fuego a la gran ciudad, y luego, para ocultar su culpa, achacó el crimen a los cristianos, contra los que su prostituída consorte, la emperatriz Popea, había azuzado su personal rencor. Nerón fue poseído por un frenesí de destrucción, amontonado en su alma perversa todo el odio de que eran capaces los paganos. Non licet Cristianos esse! fue la orden infame que salió de la cámara del Trono. Una orgía de persecución sucedió a otra, un ataque tras otro, azuzada de la enloquecida plebe y sostenida por el mismo emperador. He aquí cómo describe las espantosas escenas un historiador romano: "Una enorme multitud -escribe Tácito- fue culpada no tanto de haber causado el incendio, sino de odiar al género humano. Y al ser condenados a muerte fueron convertidos en objetos de diversión, cubiertos con pieles de animales salvajes, acosados por perros, o crucificados, o quemados vivos, y cuando declinaba el día sus cuerpos que ardían servían de luces nocturnas. Nerón abrió sus propios jardines a semejante exhibición, y ordenó además juegos del circo mezclándose a veces entre la multitud vestido de auriga o ya manteniéndose en su propio carro" (1). Así un tirano brutal selló su poder en la infamia y Roma fue llamada la ciudad "ebria con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús" (2).

Imaginad a San Pedro durante aquellos días terribles, viviendo en medio de la espantosa prueba, tratando de fortalecer a su rebaño; ¡El mismo Vicario de Cristo estaba destinado también a "dar testimonio" y a convertirse en una víctima del horripilante festival! Su Divino Maestro lo había señalado con suficiente claridad: "De cierto, de cierto te digo, que cuando eras más mozo te ceñías e ibas adonde querías; más cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y otro te ceñirá y te llevará adonde no querrías" (JUAN, XXI, 18). Una antigua tradición describe las terribles peripecias por las que Pedro pasó, el foso de peligros que se abría a sus pies. El pequeño y atribulado rebaño de roma, temeroso de que su Santo Padre pudiera ser detenido y quedara la Iglesia decapitada, se agrupó a su alrededor para protegerlo a toda costa. ¿Por qué, ¡oh!, debía de ser asesinado el pastor y dispersadas sus ovejas? ¿Ese era el plan de dios? Torturado entre su sed de martirio y su hambre por el bienestar de su rebaño, al fin Pedro se sometió al más hondo deseo de sus fieles y huyó de la ciudad imperial. Pero, ¡ved, un poco más allá de la Porta Capena, el fugitivo apóstol se encontró con Jesús que llevaba su cruz! "Señor, ¿adónde vas Tú?", preguntó Pedro. Y su Salvador contestó: "Voy a Roma para ser crucificado otra vez, por ti". A lo cual San Pedro, tocado en lo más vivo, retornó a la ciudad, fue tomado preso poco después y arrojado al Tullanum.

Cautivo voluntario por Cristo, convirtió al carcelero, a quien bautizó con las aguas de una fuente milagrosa que surgió del suelo seco de la prisión. Por fin, en julio del año 64 de nuestra era, llegó el día, el día que testificaría la culminación de su fe, de su esperanza y de su amor, el acto más intenso de su larga vida. Simón Bar Jona, el hombre que había sido probado otra vez, marchó ahora rectamente y sin temor para conquistar la victoria final desde la cruz. Conducido hacia la cima del Janículo, pidió a sus verdugos que lo crucificaran cabeza abajo, sintiéndose indigno de morir en la misma postura que su Maestro. Una inscripción en la sacristía de la catedral de San pedro indica el sitio donde el Príncipe de los Apóstoles terminó su existencia en espantosa agonía, mientras la multitud insensata vociferaba y escarnecía a su víctima, y las palabras pronunciadas tan a menudo por sus labios fueron estrictamente cumplidas: "Porque para eso fuisteis llamados, pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos un modelo, para que vosotros sigáis sus pisadas." (I PEDRO, II, 21).

Simiente de la Iglesia
Respecto de las actividades de los otros apóstoles, basta decir que también obedecieron la orden del Maestro y llevaron el Evangelio a distantes razas paganas. Contemplad cualquier mapa de Viejo Mundo si queréis ver las indelebles pruebas de aquellos heraldos de Cristo. San Pablo fue decapitado en Roma, muy probablemente el mismo día que San Pedro fue crucificado. San Andrés murió sobre la cruz en Patrás, en Acalla, en tanto que Santiago, obispo de Jerusalén fue asesinado por soldados de Herodes. San Felipe predicó en Samaria y dio cruento testimonio de su Maestro en Hierópolis; San Bartolomé (Nataniel) fue desollado vivo en Albanópolis, en Armenia; Santo Tomás, el apóstol de la Indica, después de derramar su sangre por la fe, fue enterrado en Edeso; De Santiago el Menor se dice que fue crucificado cuando predicaba el Evangelio en el Bajo Egipto; San Simón Zelote, creen unos que fue crucificado en Babilonia, otros en las islas Británicas. San Judas, enviado por Santo Tomás al rey de Edeso, abrazó el martirio en Berito; y San Mateo, que predicó en Partia y en Etiopía, encontró su muerte en Naddaber, en el último de esos países. Todos, con excepción de San Juan, dieron sus vidas por el Cristo; sin embargo, la larga vida del bienamado apóstol no fue más que un lento martirio. Todos ellos dieron testimonio de Dios siguiendo las huellas de Aquel que dijo: "He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor: Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros. Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborrecía antes que a vosotros. Empero, no os regocijéis de esto, de que los espíritus se os sujeten; más antes bien regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos." (MATEO, X, 24; XV, 20, 18; LUCAS, X, 20).

Una vista a vuelo de pájaro mostrará cómo el Reino de Cristo creció como la semilla de mostaza de la parábola del Maestro. Sabido es que a principios del reinado de Nerón era un crimen ser cristiano; en verdad, desde Nerón a Galerio los fieles fueron considerados como criminales, y, a pesar de ello, su número aumentó constantemente. Los cristianos de Roma, lo recuerda Tácito, constituyeron una gran multitud, y en Tesalónica se decía a gritos que los apóstoles habían puesto el mundo en confusión. Antiguos centros históricos como Antioquía, Atenas, Corinto, Filipo, Efeso, Cesarea, eran animados por la fe, colmados de seguidores de Cristo. En verdad el mundo entero parecía despertar al llamado de Dios, mientras la Iglesia, respondiendo a las necesidades de los tiempos, crecía y adelantaba con gran vigor creativo. No tardó mucho hasta que la nueva religión, reclutando sus adeptos de entre todos los rangos, contó con personas que pertenecían a la casa imperial. Desde luego que todo ello ocurrió contra la más terrible oposición, pero ni aun las "puertas del infierno" pudieron prevalecer. Nerón, el suicida, fue seguido por otros emperadores infernalmente brutales que trataron, mediante el fuego y la espada, de desarraigar el cristianismo. No hubo una década durante la cual la Iglesia naciente se viera libre de una persecución efectiva o de la amenaza de persecución. La perversidad en las altas esferas era demasiado evidente, y horrible fue el poder de los hijos del "padre de la mentira". Si hubieran sido abiertos sus corazones, ¡cómo se hubieran expandido en todas direcciones tantas ideas negras, odios amargos, propósitos crueles, instintos bestiales! Los judíos repudiaban a los adeptos de Cristo, los jueces romanos los calificaban de execrable secta, espías a sueldo los acusaban de los crímenes más espantosos, mientras la canalla difundía viles caricaturas en un intento de denigrar su sagrada religión.

Ante esos hechos de virulenta persecución, Lino sucedió a Pedro como Obispo de Roma, y fue seguido por Anacleto, y luego Clemente estableció un orden más profundo y mejor disciplina en la Iglesia entera. Todos los verdaderos adeptos de Cristo consideraron a su Vicario como el Obispo universal plenamente fieles fueron sometidos a nuevas pruebas bajo el tirano Domiciano, quien, a su vez, recibió la muerte de manos de un asesino. Nerva, al ascender al trono, condenó a muerte al Papa Clemente por haberse negado a obedecer una orden imperial que le mandaba ofrecer sacrificio a los dioses de Roma. El año 97, Evaristo sucedió a Clemente y dirigió la Iglesia naciente durante ocho años. San Juan vivía todavía, la fe se propagaba con gran rapidez, y los devotos cristianos contemplaban la próxima celebración del centenario del Nacimiento de Cristo. Así como lo predijo el Divino Maestro la "piedra" de Pedro se mantenía firme, hasta cuando la furia de la solas la batían con más encono. Como una simple cuestión de historia, los primeros veinticinco pontífices forman una línea ininterrumpida de mártires, y hasta el Papa San Dionisio, que murió el año 272, no hubo un solo Obispo de Roma que dejase de seguir las huellas de su doliente Salvador. Pero Dios escribe el drama de las edades, y los hombres, hasta los hombres anticristianos, son sus actores. Hubo persecución, llegó la prosperidad, y el vigor de la Iglesia de Cristo, como el poder de su Fundador, nunca envejeció, y veremos enseguida cómo la sangre de los mártires fue la rica simiente de una cosecha mundial para los cielos.

Vuestro Hermano en Cristo nuestro Señor;

Alfonso L.
 
Toda la historia que a continuación relato, esta suficientemente contatada y documentada


Pues solo tiene que traernos el origen , las cítas bibliográficas, históricas, y sobre todo bíblicas.


Aquí, si usted se ha fijado, cuando hacemos afirmaciones como la suya, damos TODA CLASE DE DETALLES


:leyendo:
 
Toda la historia que a continuación relato, esta suficientemente contatada y documentada.

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San Pedro en Roma
Por el año 42 de nuestra era llegó a la Porta Portese el Príncipe de los Apóstoles, después de haber realizado su viaje por tierra y por mar. Su llegada al corazón del mundo pagano señala un acontecimiento de extraordinaria importancia ...

Pues según encicopedíacatólica.com no parece demostrar que esté lo suficientemente demostrado que digamos...

Dice esa enciclopedia:

"No es imposible que Pedro haya realizado un viaje de misión a Roma alrededor de esta época (después del 42 AD), pero este viaje no puede ser establecido con certeza. De cualquier forma, no podemos, en apoyo de esta teoría, apelar a las notas cronológicas de Eusebio y Jerónimo, dado que, aún cuando estas notas se retrotraen a las crónicas del siglo tercero, no son tradiciones de antiguo sino el resultado de cálculos basados en las listas episcopales."

Podría seguir, pero creo que para muestra bien vale un botón....
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Originalmente enviado por: toni
Pues según encicopedíacatólica.com no parece demostrar que esté lo suficientemente demostrado que digamos...

Dice esa enciclopedia:

"No es imposible que Pedro haya realizado un viaje de misión a Roma alrededor de esta época (después del 42 AD), pero este viaje no puede ser establecido con certeza. De cualquier forma, no podemos, en apoyo de esta teoría, apelar a las notas cronológicas de Eusebio y Jerónimo, dado que, aún cuando estas notas se retrotraen a las crónicas del siglo tercero, no son tradiciones de antiguo sino el resultado de cálculos basados en las listas episcopales."

Podría seguir, pero creo que para muestra bien vale un botón....
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Pruebas en contra las hay a montones, Toni
A favor ni una sola.
Un abrazo
 
Amigo Allucalor.
Estas largas y por ello tediosas aportaciones (¿mediante el Cut&Paste?) no prueban nada, excepto lo puesto entre parentesis.
Esta táctica ha sido empleada por muchos de sus correligionarios y, como usted, tampoco han respondido a nuestras preguntas concretas. Al final todos acaban desapareciendo por su evidente falta de argumentos.
Ha escrito en su última aportación.



Hay quien se regocija de los pecados ajenos, hay quien desconfiando de la Infinita Sabiduría del Altisimo apela a los mas rebuscados surterfujios para permanecer en su mundana razón a expensas del amor. También un angel pasó por eso.
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Tobi
Dígame: ¿cuales son estos subterfugios?
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Ya veo la forma de debatir que algunas predican! ¡Dios es permisible!,¿no acataré yo su voluntad?
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Tobi
¿Que tiene que esta frase con lo que estamos debatiendo?
¿Acata su voluntad cuando esta no se ajusta a la enseñanza contenida en su Revelación?
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Las posturas estan bien clarificadas. Quien quiera seguir despreciando hagalo, doy gracias a Dios por permitirme serlo en defensa de mi fe.
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Tobi
No es a usted a quien despreciamos, ni siquiera a la Institución en la que milita. Lo que si hacemos es evidenciar que dicha Institución no es cristiana. Una instituición fundada realmente en el año 1123 y que rechazó toda la historia anterior. Una institución cismática puesto que provocó y ejecutó dicho cisma. No fueron los ortodoxos los que separaron de la catolicidad sino la institución romana. Atrévase a demostrar lo contrario.
Y eso no es todo. Estan los frutos de dicha Institución. Además del cisma, la egolatria de sus papas pretendiendo colocarse por encima de todos los poderes del mundo cuando Cristo dijo que su reino no era de este mundo Una institución que, para lograr este fin creó la inquisición con lo cual demostró que sus papas son sucesores de Nerón, Domiciano, Diocleciano, Trajano, etc. Esta es su auténtica sucesión que no la apostólica.
Demuéstrenos lo contrario si se atreve
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Por otro lado y continuando en las reflexiones que a tenor de lo expuesto en el documento de Tobi y como continuación a las respuesta que al redactor del mismo le daba, incluiré aqui un texto que aunque con una redacción alegórica expresa de manera fideligna el sentir de tantos cientos de millones de personas. Que por otro lado (y en el supuesto e irreverente amor en cristo) tratan de degradar y despreciar unas pocas.
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Tobi
No nos acuse a nosotros de esta degradación. Quien les degrada son los hechos históricos cometidos por la Institución en la cual militan.
La gran mayoría de los pretendidos cientos de millones, ignoran estos hechos realmente degradantes.
Lo que usted pretende es lo siguiente: "En un pueblo un vecino cometió un horrible crimen. En el mismo aparece el Sr. Allucalor y le aconseja al Alcalde. "Nadie debe denunciar ni el crimen ni al criminal puesto que esto sería degradar a todo el pueblo, en el cual hay "cientos (¿de millones?) de personas"
¿Fué en las clases de catequesis que le enseñaron a razonar de esta original manera?

Lo curioso es lo que sigue y donde hace poesia de cosas que nada tienen que ver con el tema que estamos tratando. (¿De nuevo el Cut&Paste?) En el se atribuye aquello que está mas de 100.000 años luz de su Institución.
¿Conoce la divisa de Felipe II? Esta, que también es la de su institución.

Accipe quod tuum, alterique da suum.
 
¡Ay de aquellos hermano que exigen tratamiento tal que Cristo no nos exigió para con nuestro Padre!

Bueno, ya lo indicaba al principio de mi anterior expuesto. Pero parece que cuesta aceptar como tal,lo que como propia convicción se expone. Pero mira, cuanto más indago este tema, más profunda, robusta y sincera es mi convicción al respecto.

¡Que Dios os bendiga!

:corazon: :corazon: :corazon:

San Pedro, el primer Papa
Simón Pedro, a quien el evangelio señala de f orma inequívoca como príncipe de los apóstoles, fue verdaderamente el primer obispo de Roma, como vicario de Cristo, cabeza de los demás apóstoles y de la Iglesia naciente.


Simón Pedro, a quien el evangelio señala de forma inequívoca como príncipe de los apóstoles, fue verdaderamente el primer obispo de Roma. El hecho, si no el título, es incontestable. Aunque no existan pruebas directas escritas, la tradición se ha mostrado siempre unánime y firme en tal sentido, sin desviarse jamás. Lo que para la historia tiene tanto peso como un documento contemporáneo de los acontecimientos. Lo único que se posee es una alusión del mismo Pedro en la primera de sus epístolas (5, 13), al mencionar a la «Iglesia que está en Babilonia», símbolo evidente de Roma y sus costumbres, para sus lectores de entonces. Treinta años después, Clemente Romano, al escribir a los corintios, evocará los tiempos en que «Pedro y Pablo estaban entre nosotros». Ignacio de Antioquía en el año 108,,,"Dionisio de Corinto en el 170, Ireneo de Lyon en el 180 y Tertuliano en el 200 afirman, por su parte, que Pedro era el jefe de la comunidad romana. También hacia el año 200 el presbítero Gayo hablará de las tumbas -de los «trofeos» o restos- de los apóstoles en la ciudad del Tíber, situando la de Pablo en el camino de Ostia y la de Pedro en la colina del Vaticano.

No cabe, pues, duda que Pedro vivió en Roma. ¿Como primer papa? Desde luego como vicario de Cristo y cabeza de los demás apóstoles y de la Iglesia naciente, aunque lejos todavía del estereotipo que sugiere hoy la figura de un pontfflce. La palabra papa deriva del griego pappas = padre, y aparece por vez pnmera en una sepultura de la catacumba de san Calixto hacia el año 296 referida al papa Marcelino; el uso de la palabra quedó restringido como título sólo aplicable al obispo de Roma en 384 y su empleo comenzó a generalizarse en el transcurso de los siglos siguientes. ¿Se tuvo conciencia de que Pedro era el obispo de Roma? Sí, en lo que hace a la cuestión de fondo: su primacía indiscutible. Y no, en la acepción actual de la palabra; porque Pedro no se comportaría en Roma como un prelado de hoy imbuido de sus poderes y de su dignidad. Sería más bien un predicador itinerante que un buen día llegó a la capital del imperio y tomó contacto con la población judía. ¿En qué año? A partir del 43, según unos, o después del 49, en opinión de otros. Nada se puede establecer con seguridad, ni la fecha de su llegada ni su forma de vida. Sólo cabe el recurso a la imaginación.

¿Se alojó en la casa de algunos compatriotas, que se estrecharían para prestarle hospitalidad? ¿De qué vivió? Seguramente, del trabajo de sus manos. Quizá ganara su sustento como patrón de barco, en Ostia. Levantar una red, largar la vela, manejar el timón... Al fin y al cabo ése fue su oficio hasta que le llamó Jesús. Pedro no tenía miedo al mar: las tempestades del lago Genesareth no eran más livianas que las embestidas del Tirreno. Pero al acabar la jornada y el trabajo, se reuniría con sus anfitriones, con los vecinos, con sus nuevos compañeros, y sería divertido oírle chapurrear el latín, farfullar un poco de griego o expresarse en su arameo original con el típico acento de su tierra galilea. Incidiría siempre en la misma historia: un tal Jesús, cierto hombre llamado Cristo que había predicado unas cosas muy sencillas y muy verdaderas; un judío íntegro crucificado por testimonios falsos; un muerto que resucita al tercer día para aparecerse por todos lados más vivo que nunca...

Al llegar a este momento de su relato, quizá la gente se sonreiría, o se encogería de hombros un tanto desconcertada... Pero hasta los más escépticos acabarían por prestarle atención. Les atraería la sinceridad de Pedro. Y, conmovidos, terminarían por aceptar la fe, por comprometerse. Seformaría así un primer núcleo que pronto tomaría cuerpo y empezaría a crecer. Así surgiría la comunidad cristiana deRoma.

De tarde en tarde desembarcaría en el puerto de Ostia. Algún miembro de la misma fe procedente de Corinto o de Efeso: buscaba a Pedro para exponerle los problemas existentes en sus respectivas iglesias, para pedirle consejo y orientación. Y regresaría a Oriente con las decisiones del que hacía de cabeza en la Iglesia universal.

En el año 48, o en el 49, fue Pedro a Jerusalén. Allí se encontró con Pablo y Bernabé, llegados de Antioquía; con Santiago y Juan, que habían permanecido en el país, y con algunos otros. Era una reunión importante: nada menos que el primer «Concilio», en el que se iba a abordar el problema de la admisión de los no-judíos. Los gentiles, para hacerse cristianos, no tendrían que pasar obligatoriamente por la circuncisión y las costumbres rituales del judaísmo. Las discusiones fueron tensas en algún momento. Pablo se enfrentó a Pedro con vehemencia a causa de la ambigua posición de éste respecto a determinados puntos en litigio. Pero todo quedó resuelto y acordado, y Pedro volvió a Roma, donde prosiguió la misión de dar testimonio, fortalecer a los suyos en la fe, esclarecer toda suerte de dudas concernientes a la doctrina y... ganarse la vida. Hasta que un día, entre el año 64 y el 67, Nerón, buscando víctimas propiciatorias sobre las que echar las culpas por el incendio de la urbe, decidió sacrificar a los cristianos. Pedro caería en esta primera embestida de las persecuciones.

Fue el primer obispo de Roma y cabeza indiscutible de toda la Iglesia. E hizo su trabajo con generosidad: dar testimonio, fortalecer, unir, servir de guía. Que el título de papa resulte anacrónico en su caso, no tiene relevancia. Pedro fue el jefe de la comunidad cristiana de Roma y el polo de referencia, la «piedra», de todas las demás comunidades.


Sucesor de Pedro en la Sede de Roma
Homilía en la Misa del comienzo del ministerio del Supremo Pastor

3 de setiembre de 1978

Venerados hermanos e hijos queridísimos:

En esta celebración sagrada, con la que damos comienzo solemne al ministerio de Sumo Pastor, que ha sido puesto sobre nuestros hombros, el primer pensamiento de adoración y súplica se dirige a Dios, infinito y eterno, el cual, con una decisión suya humanamente inexplicable y por su benignísima dignación, nos ha elevado a la Cátedra de San Pedro. Brotan espontáneamente de nuestros labios las palabras de San Pablo: « ¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! » (Rom 11, 33).

Todo el Pueblo de Dios reunido en torno al Papa
Nuestro pensamiento va después, con paterno y afectuoso saludo, a toda la Iglesia de Cristo; a esta asamblea que casi la representa en este lugar --cargado de piedad, de religión y de arte--, que guarda celosamente la tumba del Príncipe de los Apóstoles; y también a la Iglesia que nos está viendo y escuchando en estos momentos a través de los modernos instrumentos de comunicación social.

Saludamos a todos los miembros del Pueblo de Dios: a los cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros, seminaristas, seglares empeñados en el apostolado y en las diversas profesiones; a los hombres de la política, de la cultura, del arte, de la economía; a los padres y madres de familia, a los obreros, a los emigrantes, a los jóvenes de ambos sexos, a los niños, a los enfermos, a los que sufren, a los pobres.

Queremos dirigir asimismo nuestro saludo respetuoso y cordial a todos los hombres del mundo, a quienes consideramos y amamos como hermanos, porque son hijos del mismo Padre celestial y hermanos todos en Cristo Jesús (cf. Mt. 23, 8 ss.).

Hemos querido iniciar esta homilía en latín, porque --como es bien sabido-- es la lengua oficial de la Iglesia, cuya universalidad y unidad expresa de manera patente y eficaz.

La misión de Pedro en la Iglesia
La Palabra de Dios que acabamos de escuchar, nos ha presentado como en un crescendo, ante todo a la Iglesia, prefigurada y entrevista por el profeta Isaías (cf. Is 2, 2-5) como el nuevo Templo, hacia el que confluyen las gentes desde todas las portes del mundo, deseosas de conocer la ley de Dios y observarla dócilmente, mientras las terribles armas de guerra son transformadas en instrumentos de paz. Pero este nuevo Templo misterioso, polo de atracción de la nueva humanidad --nos recuerda San Pedro--, tiene una piedra angular, viva, escogida, preciosa (cf. 1 Pe 2, 4-9), que es Jesucristo, el cual ha fundado su Iglesia sobre los Apóstoles y la ha edificado sobre San Pedro, Cabeza de ellos (Lumen gentium, 19).

« Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia » (Mt 16,18): son las palabras graves, importantes y solemnes que Jesús dirige a Simón, el hijo de Juan, en Cesárea de Filipo, después de la profesión de fe que no ha sido el producto de la lógica humana del pescador de Betsaida, o la expresión de una particular perspicacia suya, o el efecto de una moción sicológica; sino el fruto misterioso y singular de una auténtica revelación del Padre celestial.

Y Jesús cambia a Simón su nombre, poniéndole el de Pedro, significando con ello la entrega de una misión especial; le promete edificar sobre él su Iglesia, sobre la cual no prevalecerán las fuerzas del mal o de la muerte; le entrega las llaves del Reino de Dios, nombrándolo así máximo responsable de su Iglesia, y le da el poder de interpretar auténticamente la ley divina.

Ante estos privilegios, o mejor dicho, ante estas tareas sobrehumanas confiadas a Pedro, San Agustín nos advierte: « Pedro, por su naturaleza, era simplemente un hombre; por la gracia, un cristiano; por una gracia todavía más abundante, uno y a la vez el primero de los Apóstoles » (SAN AGUSTÍN, In Ioannis Evang. tract., 124, 5; PL 35, 1973).

Con atónita y comprensible emoción, pero también con una confianza inmensa en la gracia omnipotente de Dios y en la oración ferviente de la Iglesia, hemos aceptado ser el Sucesor de Pedro en la sede de Roma, tomando el « yugo » que Cristo ha querido poner sobre nuestros frágiles hombros. Y nos parece escuchar como dirigidas a Nos, las palabras que según San Efrén, Cristo dirige a Pedro: « Simón, mi apóstol, yo te he constituido fundamento de la Santa Iglesia. Yo te he llamado ya desde el principio Pedro porque tú sostendrás todos los edificios; tú eres el superintendente de todos los que edificarán la Iglesia sobre la tierra;... tú eres el manantial de la fuente, de la que mana mi doctrina;... tú eres la cabeza de mis apóstoles;... yo te he dada las llaves de mi reino » (S. EFRÉN, Sermones in hebdomadam sanctam, 4, 1; LAMY T. J., S. Ephraem Syri hymni et sermones, 1,412).

Roma, centro de la unidad y de la caridad
Desde el primer momento de nuestra elección y en los días siguientes, nos hemos sentido profundamente impresionado y animado por las manifestaciones de afecto de nuestros hijos de Roma y también de aquellos que, de todo el mundo, nos hacen llegar el eco de su incontenible gozo por el hecho de que una vez más Dios ha dado a la Iglesia su Cabeza visible. Resuenan de nuevo espontáneas en nuestro espíritu las conmovedoras palabras que nuestro gran Predecesor, San León Magno, dirigía a los fieles romanos: « No deja de presidir su sede San Pedro, y está vinculado al Sacerdote eterno en una unidad que nunca falla... Y por eso todas las demostraciones de afecto que, por complacencia fraterna o piedad filial, habéis dirigido a Nos, reconoced con mayor devoción y verdad que las habéis dirigido conmigo a aquel cuya sede nos gozamos no tanto en presidir, como en servir » (S. LEÓN MAGNO, Sermo V, 4-5; PL 54, 155-156).

Sí, nuestra presidencia en la caridad es un servicio y, al afirmarlo, pensamos no solamente en nuestros hermanos e hijos católicos, sino asimismo en todos aquellos que quieren también ser discípulos de Jesucristo, honrar a Dios y trabajar por el bien de la humanidad.

En este sentido, dirigimos un saludo afectuoso y agradecido a las Delegaciones de las otras Iglesias y comunidades eclesiales, aquí presentes. Hermanos todavía no en plena comunión, dirijámonos juntos hacia Cristo Salvador, avanzando unos y otros en la santidad que él quiere para nosotros y, juntos en el recíproco amor sin el cual no existe cristianismo, preparando los caminos de la unidad en la fe, en el respeto de su verdad y del ministerio que él ha confiado, para su Iglesia, a sus Apóstoles y a sus Sucesores.

Al servicio de todos los hombres y de todos los pueblos
Debemos dirigir además un saludo particular a los Jefes de Estado y a los miembros de las Misiones extraordinarias. Nos sentimos profundamente conmovido por vuestra presencia, bien sea que estéis al frente de los altos destinos de vuestro país, bien que representéis a vuestros Gobiernos o a Organizaciones Internacionales.

Lo agradecemos vivamente.

Vemos en tal participación la estima y la confianza en que vosotros tenéis a la Santa Sede y a la Iglesia, humilde mensajera del Evangelio en todos los pueblos de la tierra para ayudar a crear un clima de justicia, de fraternidad, de solidaridad y de esperanza, sin el que no se podría vivir en el mundo.

Todos los presentes, grandes y pequeños, estén seguros de nuestra disponibilidad a servirles según el espíritu del Señor.

El Papa comienza su ministerio apostólico invocando a la Virgen y con la atención centrada en Cristo

Rodeado de vuestro amor y sostenido por vuestra oración, comenzamos nuestro servicio apostólico invocando, cual espléndida estrella de nuestro camino, a la Madre de Dios, María, Salus populi romani y Mater Ecclesiae, que la liturgia venera de manera particular en este mes de septiembre.

La Virgen, que ha guiado con delicada ternura nuestra vida de niño, de seminarista, de sacerdote y de obispo, continúe iluminando y dirigiendo nuestros pesos, para que, convertidos en voz de Pedro, con los ojos y la mente fijos en su Hijo, Jesús, proclamemos al mundo con alegre firmeza, nuestra profesión de fe: « Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo » (Mt 16,16). Amén.



S. PEDRO Simón, llamado por el mismo Jesús Cefas, que en latín significa "Roca". Pedro era de Betsaida en Galilea. Con este nombre Jesús le designó para que fuese el fundamento sólido de la Iglesia. De pescador que era, Jesucristo le convirtió en "pescador de hombres", dándole potestad para "atar y desatar", entregándole en sus manos "las llaves del Reino de los Cielos".

La salvación que Cristo ha traído en la tierra pasa por las manos de Pedro, y de él a sus sucesores, ya la Iglesia. Ya él por último Cristo enco mendó su grey para que la apacentara. Esta función de Primado siempre ha sido pacíficamente aceptada desde la antigüedad por todos los Padres de la Iglesia, si bien no han faltado discusiones y voces contrarias. Pedro presidió ese primer Concilio en Jerusalén (año 49), escenario de un colorido intercambio de ideas con S. Pablo, en el que se proclamó que la salvación de Jesús, está destinada también a los gentiles (paganos) y no solamente a los judíos.

Las enseñanzas de Pedro, que sería la memoria que él guarda de Jesús, ha sido transmitida a través del Evangelio de S. Marcos. Se le atribuye una carta a los primeros cristianos, con la que se les exhorta a vivir una vida santa en medio de los paganos, y a seguir el ejemplo de Jesús en el sufrimiento y en las persecuciones. Se le atribuye también una segunda carta, pero casi seguramente no es suya, si bien podrían ser suyos los conceptos y las palabras. De su presencia en Roma, así como del martirio, quedan los testimonios de muchos padres: Ireneo, Clemente Alejandrino, Ignacio de Antioquía Orígenes nos revela que Pedro sufrió el martirio en tiempos de Nerón, y que fue crucificado con la cabeza mirando hacia abajo. Fue enterrado en la colina Vaticana, al Iado del circo de Calígula y Nerón, donde hoy queda emplazada la basílica a él dedicada.

En el pasado muchas veces se dudó de que ese sepulcro, sobre el que Constantino construyera la Basílica, fuera real mente el del Apóstol Pedro. Recientes estudios arqueológicos nos han demostrado, con rigor científico, una verdad en la que la Iglesia por tradición siempre ha creído: es decir que Pedro descan sa debajo de la Basílica Vaticana

S. CLEMENTE (88-97) nació en Roma, en los alrededores del Coliseo. Fue uno de los primeros en recibir el bautismo por S. Pedro. Bajo el emperador Nerva los cristianos vivieron una temporada de paz. Las cosas cambiaron con Trajano, que consideraba el cristianismo la plaga del género humano. Sin embargo él no les persiguió abiertamente, pero estableció que en el caso de que fueran denunciados, debían ser condenados. A Clemente, dotado de una personalidad fuerte y autoritaria, empezaron a mirarle con desconfianza.

Nerva le exilió en el Ponto (97) donde él prosiguió su labor de evangelización. Algunos años más tarde, en tiempos de Trajano, fue invitado a ofrecer un sacrifico a los dioses. Al negarse él, fue condenado a muerte. Corría el año 100. La historia narra que Clemente fue arrojado al mar con un ancla colgada al cuello. Pero su cuerpo fue milagrosamente rescatado de las aguas y enterrado en el Quersoneso (Crimea). Desde ahí, por orden de Nicolás I (858) e interés mediante de los S.S. Cosme y Damián, su cuerpo fue llevado a Roma y colocado en el lugar donde hoy se erige la basílica a él dedicada.

Clemente fue el primero que introdujo los paramentos litúrgicos en las funciones sagradas y el uso de la palabra "Amen". Nombró siete notarios, uno para cada zona eclesiástica de Roma, con el encargo de redactar y archivar las noticias recogidas sobre los cristianos que eran sometidos a martirio. Puede ser considerado el primer papa que abdicó, si bien obligado por fuerzas exteriores.


No dudeis que si deseais, que así parece, no acabar nunca con esta discusión, os seguire aportando documentación, que de seguro os enriquecerá.


¡Dios os bendiga!
 
¡¡¡ Esto es de risa !!! :D


¡¡ Nos pone como PRUEBA de la supremacía papal una homilia del papa !!



señor Allucallor, creo que usted no ha entendido todavía lo que es aportar bibliografía y pruebas históricas; para copiar sermones de autojustificación y autoconvencimiento, hay decenas, cientos de escritos "patrocinados" por Roma.


Ahora, sea serio y consecuente y traiganos aportes consistentes y con argumentación, no propaganda romanista.
 
Queremos dirigir asimismo nuestro saludo respetuoso y cordial a todos los hombres del mundo, a quienes consideramos y amamos como hermanos, porque son hijos del mismo Padre celestial y hermanos todos en Cristo Jesús (cf. Mt. 23, 8 ss.).

Quizas haya gente que nada pueda sacar de una homilía.

Quizas haya gente que algo quiera probar.

Quizas haya gente que redunde en el pecado ajeno y que no sepa perdonar.

Quizas haya gente que huya de su hermano porque este tropezó.

Quizas haya gente que no confie en el Divino Juicio de Dios.

Quizas haya gente que solo en los hechos constatados, referenciados, probados y autentificados materialmente, establezcan su fe.

Quizas haya gente que sepa despreciar y desbaratar, y no amar sin condicionar.

Quizas haya gente que tan solo crean lo que les interesa creer.

!Quizas haya gente que no!

Y con esto nada quiero decir ya que todo fue dicho por El. El que quiera respetar, respete; el que quiera amar, ame; el que quiera abrazar, abrace; el que quiera acojer, acoja ; el que quiera comprender, comprenda; el que quiera orar, ore. Y el que no quiera, de igual forma se verá ante el juicio de Cristo nuestro Señor.

Pd.- Por mi parte, la aportación de mi opinión sobre el tema que a este apartado compete ¿Quien fundo la Iglesia de Roma?, finaliza aqui, para alegría de unos, y escarnio de otros. ¡ Que Dios os bendiga a todos hermanos!