MiguelR
Esto que te voy a contar te va a impactar. Al principio te costará aceptarlo, pero si eres una persona sincera que busca la verdad, te darás cuenta que todo tiene sentido.
Jesucristo es un hombre, un ser humano en el cual habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 1:19). Es la piedra rechazada por los hombres pero escogida y preciosa para Dios (1 Pedro 2:4).
En su presciencia, Dios, el Padre, el único Dios, ve la Creación, la Rebelión, la Caída y la Salvación. Es en esa misma presciencia que Dios ve al futuro hombre Jesucristo como el único capaz de llevar a cabo su plan de salvación y el único que cumple el modelo requerido por él para llevarlo a cabo. (Efesios 1:1-3, 5-8; 3:11 2ª Timoteo 1:8-11 2ª Corintios 5:18,19 1ª Pedro 1:19, 20).
¿Te das cuenta MiguelR?, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible y que ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, el Todopoderoso, quiere salvarnos, y lo hace por medio de Jesucristo, de un hombre, porque eso es lo que es Jesucristo, un hombre. Un hombre al cual Dios le da su espíritu y su poder para llevar a cabo la obra del plan de salvación.
Esto es grandioso, extraordinario, no hay palabras.
Desde antes de la Creación, aunque Jesucristo todavía no ha venido a la existencia, para Dios, sin embargo, ya es antes de todas las cosas (Juan 8:58), queriendo que tenga la preeminencia en todo y que todas las cosas subsistan en él (Colosenses 1:17-18).
Antes de nacer de María por el poder de Dios en el Espíritu Santo, Jesucristo no existía; sólo existía en la mente eterna del Padre. Es decir, no es que hubiera un hipotético Dios Hijo, o un Hijo eterno esencial de Dios, que eso no lo pone por ninguna parte, sino que al santo ser que nace de María, Dios lo declara su hijo. El Hijo de Dios, el Hijo del Hombre, el Unigénito, el Único, todo se refiere al hombre, al ser humano Jesucristo.
Jesucristo es Señor porque Dios, que es el Soberano Señor (Hechos 4:24), le ha hecho Señor y Cristo (Hechos 2:36), Jesucristo es la luz porque Dios, que es luz (1 Juan 1:5), le ha puesto por luz de las naciones (Isaías 42:6), Jesucristo perdonaba pecados porque Dios le dio toda potestad (Mateo 28:18) y Jesucristo tiene vida en sí mismo porque como Dios, nuestro Padre, tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo (Juan 5:26).
Jesucristo es el Mesías, es el Salvador levantado por Dios para que por medio de él podamos llegar a ser salvos. Dios le ha dado todo a Jesucristo, y en cada uno de los cuatro evangelios Jesucristo se esfuerza en hacernos ver que él es el enviado de Dios, que no es un profeta más, sino que está representando a Dios, y que con su poder, el del Padre, está llevando a cabo la obra para nuestra salvación.
Apocalipsis 7:10 nos dice que los dos son nuestros Salvadores. Uno, Dios, la parte divina, es el originador del plan de salvación, el que lleva la iniciativa, el otro, la parte humana, es el hombre Jesucristo, el que acepta el plan y lo lleva a cabo con el poder de Dios. Por eso, una vez que Jesucristo culminó su obra de redención padeciendo y muriendo por nuestros pecados, Dios, el Padre, el único Dios, lo corona de gloria y de honra, exaltándole hasta lo sumo sobre todo y sobre todos, incluido los ángeles, y haciendo que toda rodilla se doble ante él.
Esto es algo extraordinario, grandioso, un hombre, un ser humano exaltado por Dios de esta manera por toda su obra en favor nuestro. ¡Maravilloso!.