Los Evangelios nos exponen un Cumplimiento de la Ley y, además, una RADICALIZACIÓN de la Ley por parte del Señor.
Si la Ley era suave al imponer castigo con el HECHO CONSUMADO, adulterio un fraganti, con JESÚS, desde las primeras miradas y deseos de los adúlteros, ya merecían SER APEDREADOS.
Mt 5:28: "pero Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón."
Jesús no cambia las reglas. Las recrudece.
Por otro lado, si bien los romanos no permitirían una ejecución a muerte sin su consentimiento, ellos no se oponían a las leyes, las culturas, las religiones y las costumbres de sus territorios conquistados. A menos, que cualquiera de esos aspectos les incomodara su dominio. Entonces, actuaban. Lo vemos, por ejemplo, con Esteban, que enardecidos por su Palabra, lo llevaron al Sanedrín y lo martirizaron, en el mismo juicio. Sin embargo, no se relata oposición o regaño de las autoridades romanas. Al contrario, siguió una persecución judía que obligó a los discípulos a huir a otras regiones.
Las Leyes de DIOS no persiguen venganza, sino la Justicia. Si dicha mujer se encontró en franco adulterio, según cuenta el engañador copista, no había otra salida que la sentencia de muerte:
Dt 22:22: "Si alguno es sorprendido acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán. El hombre que se acostó con la mujer, y también la mujer. Así extirparás el mal de Israel."
Igualmente, se puede observar la mano intencional para inculpar a ISRAEL y desheredarlo como la nación ESCOGIDA, llevando a la conclusión a que se habían vueltos machistas.
Si fuese cierto el pasaje, los ancianos habían llevado primero al hombre al juicio, en las PUERTAS de la Ciudad. Lo hubiesen sentenciado a muerte y traerían la condena a Pilato.