Dado a que Pablo dict[o sus cartas recurriendo a la LXX en la mayoría de las ocasiones, debe quedar claro a que se refiere el Testamento más Antiguo por esta vía.
En la Torah usaré a Génesis como ejemplo ya que el rango de significados es similar en el resto de las Torah. En génesis la carne tiene el significado de aquello que constituye el material del que el cuerpo o uno de sus miembros está hecho (Gn 2:21,23; 17:11,13,14,24,25) y en ese sentido sirve como metáfora de una corporación (Gen 2:24). Se refiere a la “substancia” del Ser humano (Gen 6:3) que puede ser sujeto de corrupción moral (Gen 6:12) pero que esencialmente hace referencia a todo ser vivo biológicamente hablando (Gen 6:17,19; 7:16,21; 8:17,21; 9:11,15,16,17; 34:24).
La expresión donde aparecen “carne + huesos” suelen ser una referencia al cuerpo humano y a lo que los seres humanos tienen en común como familia o raza (Gen 29:14; 37:27)
Desde el punto de vista del autor del Génesis no hay rastro de un pecado heredado por la carne. La carne sin duda puede corromperse moralmente (Gen 6:12) lo que nos indica de entrada que no es una naturaleza propia de la carne, sino que entra en el rango de lo que Dios puede imputarles a sus criaturas como un problema moral.
De hecho, este pasaje no se refiere solo a los seres humanos sino a todas las criaturas vivas que participan en la violencia que desata la ira de Dios. El pecado está en el Cosmos, sin duda y se manifiesta en la carne que altera su naturaleza neutral para volverse ofensiva contra Dios.
El agente de este pecado que va infectando de violencia a la creación es el hombre, pues dice:
Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo siempre el mal.
Nótese que el origen de las obras de maldad (pecado propiamente) no es revelado por Dios como un problema de la carne o como una realidad que proviene del exterior del vaso de barro sino como algo que proviene del interior. ¿Cuál es el interior? ¿la genética? ¿la Biología?... la revelación divina es muy clara: de los pensamientos de su corazón.
En ese sentido sabemos entonces porque los que predican que la impureza proviene de lo exterior (como la genética o la carne) son hipócritas:
Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.
Esto es consistente con la predicación Bíblica respecto al centro donde el pecado original recide:
Lava de maldad tu corazón, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo morarán dentro de ti pensamientos perversos? Jeremias 4:14
Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al SEÑOR, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar. Isaias 55:7
Arrojad de vosotros todas las transgresiones que habéis cometido, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? Ezequiel 18:31
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.
Lucas 6:45
Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Santiago 4:8
no traméis en vuestro corazón el mal uno contra otro, ni améis el juramento falso; porque todas estas cosas son las que odio--declara el SEÑOR.
Zacarías 8:7
No es muy convincente entonces decir que si tenemos más fósforo en el cuerpo somos más propensos al robo o que el carbono es el vehículo de la concupiscencia. La Biblia claramente ubica el mal en el interior (lo inmaterial que se expresa en pensamientos y que luego generan motivación que lleva a una acción). Para mi esto es una clara referencia a que el pecado ataca y altera la VOLUNTAD humana (Inmaterial).
Desde esta perspectiva lo que no debía pasar de María pecadora a Jesús impecable estaba en el corazón que en la biblia es una metáfora del centro de los pensamientos y las emociones que generan intenciones. En el corazón está la voluntad y es la voluntad la queda esclavizada por el pecado. El “corazón” del hombre no depende del ADN sino que al contrario puede afectarlo positiva o negativamente.
Por ejemplo, un corazón roto que cae en la drogadicción y el alcoholismo puede afectar los genes y pasar la predisposición a sus descendientes o incluso desordenes genéticos que terminan afectando el desempeño normal de sus descendientes (El significado de que Dios visita la maldad de los padres sobre los hijos). Pero el pecado original no es la drogadicción sino la concupiscencia (el deseo de poseer lo que no nos pertenece). Como dice:
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Santiago 1:13-15
Tomando el ultimo pasaje como punto de partida entendemos que Jesús al venir en carne biológica
asumió (los demás seres humanos no podemos asumir la humanidad) la mortalidad pero no la concupisencia. No porque haya eludido los procesos bológicos como si con ello Dios se salvara de ser pecador. (El Nacimiento virginal tiene un propóstio distinto a evadir un especulado pecado original hereditario), sino porque independientemente de los mecanismos de la encarnación era IMPOSIBLE que Dios venido en carne tuviera pecado alguno. Simplemente el pecado original le habría rehuido de inmediato porque el pecado no puede soportar la Santidad de Dios, son mutuamente excluyentes y además de esto es Dios quien es todopoderoso, no el pecado.
En la Torah no hay pues evidencia de un pecado original heredado por vía material o física. No hay impedimento para que Jesús haya adquirido material biológico de María para asumir su humanidad salvo por la tradición humana (augustiniana para ser específico) de que el semen (luego se extiende a toda la biología humana) portaba el pecado original.