¿CONTRADICCIONES EN EL RELATO DE LA RESURRECCION DE JESUS?
P. ¿No se contradicen los evangelios en estos cuatro relatos de un mismo hecho? ¿Qué tenemos que responder a quienes nos hagan notar tales diferencias diciéndonos que los evangelistas se contradicen?
«Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.» (Mateo 28: 1.)
«Pasado el sábado, María la Magdalena, María la madre de Jacobo y Salomé, compraron especies aromáticas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada el primer día de la semana llegan al sepulcro cuando había salido el sol. Y se decían la una a la otra: ¿Quién nos hará rodar la piedra de la entrada del sepulcro?.. ellas salieron y huyeron del sepulcro, pues se había apoderado de ellas un gran temblor y espanto y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo...» (Marcos 16: 1-3 y 8.)
«El primer día de la semana muy de mañana vinieron al sepulcro trayendo las especies aromáticas que habían preparado y hallaron que había sido retirada la piedra del sepulcro... Eran María Magdalena y Juana y María madre de Jacobo y las demás con ellas quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.» (Lucas 24: 1-2, 10.)
«El primer día de la semana, María Magdalena fue de madrugada, siendo aún oscuro, al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro..., pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro y mientras lloraba se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas... dicho esto se volvió y vio a Jesús que estaba allí mas no sabía que era Jesús... fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor y le había dicho estas cosas.» (Juan 20: 1-11, 18.)
R. No hay contradicción alguna. Los cuatro relatos son diferentes entre sí, pero concuerdan en lo esencial, y, bien estudiados, no sólo concuerdan sino que se complementan de un modo admirable, y nos ofrecen la mejor prueba de la autenticidad del relato en general.
Suponed un hecho actual presenciado por cuatro testigos interrogados aisladamente por la policía. Cada uno contará lo que habrá visto y se diferenciará del otro en algunos detalles, pero de este testimonio conjunto sacará la autoridad una versión auténtica del hecho.
Es precisamente una prueba de la autenticidad de los cuatro Evangelios, el que los cristianos primitivos admitieran en el canon los cuatro relatos diversos y en apariencia contradictorios, sin intentar retocarlos para ponerlos de acuerdo, tal era el respeto que les infundían los escritos apostólicos.
¿Qué ocurrió, pues, en la mañana de la resurrección de Jesús?
Cuando Jesús murió, José de Arimatea pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús para que pudiera enterrarlo en su finca cercana al Calvario donde tenía un sepulcro nuevo, seguramente para su familia. De entre las mujeres que presenciaron el descendimiento de la cruz, algunas se quedaron mirando de lejos cómo se llevaban al Señor, bajándolo por el barranco que daba a la llanura al pie del Calvario.7 José lo hizo envolver en una simple sábana (Marcos 15:46), lo introdujeron en la cueva y colocaron una gran piedra a la entrada de la misma, pero dos de las mujeres, María Magdalena y María (la madre o esposa del mismo José) siguieron a los que llevaban el cuerpo, y se quedaron sentadas junto al sepulcro, después que los criados de José lo hubieron cerrado con una gran piedra (Mateo 27:61).
Aquella noche llamaron a la puerta de José de Arimatea. Era otro senador, Nicodemo, cuyos criados llevaban como cien libras de mirra y aloes, con lo cual embalsamaron a Jesús.
En la mañana siguiente tuvo lugar el sellado del sepulcro por orden de Pilatos, pero las mujeres que se habían convenido en ir a comprar drogas aromáticas, nada supieron de tal embalsamamiento, ni tampoco de la guardia romana. Todo lo que habían visto es que Jesús había sido envuelto en un lienzo seco y les parecía muy poco para un cuerpo tan amado.
Sin duda, María Magdalena fue la iniciadora del ungimiento y de la compra de drogas aromáticas que hicieron ellas juntas, por eso aparece su nombre en todos los relatos. Es de suponer que se distribuyeron los ungüentos, pues una sola no los podía llevar, aunque no compraran tanta cantidad como el rico Nicodemo, pero necesitaban una buena cantidad para embalsamar un cuerpo adulto, y cada una guardó su parte, esperando encontrarse juntas al pie de la cueva, en el amanecer. Se nos dan cinco nombres, pero además dice, «otras con ellas».
Yo creo que María Magdalena debió haber pernoctado la última noche en casa de su amiga la María (madre o esposa de José), en su granja; de otro modo no habría podido venir muy de mañana de la amurallada Jerusalén, antes que las otras, a ver el sepulcro. Y todos conocemos la historia de su hallazgo con el Señor que nos cuenta Juan.
La segunda visita al sepulcro es de varias mujeres, un poco más tarde, pero todavía muy de mañana -dice Lucas-: eran el grupo mayor de tres que menciona, y «otras con ellas». ¿Cuántas serían? Lo ignoramos.
El tercer grupo, dos rezagadas que llegan tarde, cuando ya había salido el sol, eran Salomé y María, madre de Jacobo. Aunque María Magdalena es mencionada en todos los relatos por ser la iniciadora de la compra, comprendemos que no podía estar con los otros grupos, ya que ella había ido sola« muy de mañana» y ya no podía tener interés en ungir al Señor, a quien había visto vivo. Pero las dos rezagadas, siendo solamente dos y de carácter tímido, se preguntan al entrar en el huerto quién les revolverá la: gran piedra; puesto que al parecer en el huerto no habían aparecido sus compañeras, y quizá estaban criticándolas en sus adentros, cuando las madrugadoras se hallaban ya dando las alegres nuevas a los apóstoles.
María Magdalena había recibido, no de boca de los ángeles sino de boca del mismo Señor Jesús, el encargo de ir a dar las nuevas de su resurrección, pero había ido ya una vez, por encargo de los ángeles, a dar la noticia del sepulcro vacío a los discípulos reunidos en casa de Juan Marcos, y no la habían creído. ¿Iría a comunicarles el relato, todavía más inverosímil, de que ella misma había hablado con el Señor? Si la primera vez sólo Pedro y Juan habían salido para comprobar personalmente si la cueva estaba vacía, ¿ qué le dirían por segunda vez, sino que estaba loca? Así pensaría ella.
Pero había una casa más cercana donde ella podía dar la noticia, y posiblemente la creerían; era la granja de José de Arimatea. Parece, pues, que allá fue. Entonces su amiga María muestra deseos de ir a comprobar si la cueva está vacía, y si por casualidad tuviera la suerte de ver, como su amiga, también al mismo Señor.
Observad que de estas dos últimas no dice el relato de Mateo que fueran con drogas a ungirle, ni que estuvieran perplejas acerca de quién quitaría la piedra del sepulcro, sino simplemente que fueron a ver el sepulcro; pero el ángel les dice que no es allí que deben buscar al Señor, sino que deben cumplir el encargo de dar la noticia de su resurrección a todos los discípulos. y a aquellas dos mujeres insistentes en ver al Señor, se les aparece Jesús por el camino. ¿No es verdad que se lo merecían? Ambas fueron a dar la noticia, no sólo del sepulcro vacío, sino de haber visto a Jesús.
Esta es la probable historia. No se trata de una sola visita de las mujeres, convenida antes del sábado, en ir al sepulcro para ungir al Señor.
Si usted, apreciado lector, desea ver el relato de esta manera, le basta con leerlo, por orden inverso: empezando por Juan, después Lucas, luego Marcos y al fin Mateo, y se convencerá de lo que sucedió exactamente.
7. Así puede verse todavía en el llamado «sepulcro de Gordon» en al safueras de Jerusalén que es el lugar más probable de la Crucifixión, sepultura y resurrección del Señor.
Enciclopedia explicativa de dificultades bíblicas. Samuel Vila. Clie