El cristianismo siempre ha tenido un problema con el infierno desde que lo implantó por contagio.
Un cristiano jamás debe recurrir a la tortura para imponer unas creencias, extremo que sucedió con la Santa Inquisición.
Satanás o adversario de Dios, lo que más desea es que desde el mismo cristianismo se propague una idea de un Dios torturador y además de forma infinita.
La tortura en cualquiera de sus múltiples formas, calor, frío, hambre, sed, amputaciones, confinamiento en zulo, rotura de músculos por tracción o compresión y un largo etc. está condenada en virtud de los derechos humanos.
No tiene sentido alguno que las leyes humanas declaren delito a la tortura y los cristianos prediquemos la existencia de un Dios que torturará sin límites en intensidad y en tiempo a los que no aceptaron la voluntad de Dios.
Un cristiano jamás debe recurrir a la tortura para imponer unas creencias, extremo que sucedió con la Santa Inquisición.
Satanás o adversario de Dios, lo que más desea es que desde el mismo cristianismo se propague una idea de un Dios torturador y además de forma infinita.
La tortura en cualquiera de sus múltiples formas, calor, frío, hambre, sed, amputaciones, confinamiento en zulo, rotura de músculos por tracción o compresión y un largo etc. está condenada en virtud de los derechos humanos.
No tiene sentido alguno que las leyes humanas declaren delito a la tortura y los cristianos prediquemos la existencia de un Dios que torturará sin límites en intensidad y en tiempo a los que no aceptaron la voluntad de Dios.