el Rico estaba en llama.
Hermano pacifico, eso no dice la escritura. Solo dice que el rico estaba angustiado en esa llama, no que estaba encendido en llama como usted alude. Por favor lea lo que dice la escritura.
Lucas 16.24
(VM) y clamando, dijo: ¡Padre Abraham, ten piedad de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua: porque estoy angustiado en esta llama!
G3600
ὀδυνάω odunáo; de G3601; lamentar, afligirse:-angustia, atormentar, doler.
El rico estaba atormentado, en la presencia de Dios (que tiene ojos como llamas de fuego, Apocalipsis 1.16) porque sabía que estaba perdido, pues rechazó la salvación de Dios cuando estaba en la carne y ahora anhelaba poder confesar a Cristo con su lengua (por eso pedía tan solo una gota de "agua", una minima oportunidad de aceptar al Mesías) pero ya era muy tarde.
La doctrina de un rico en llama es falsa. Jesús también fue al Hades y predicó a los espíritus encarcelados. Ninguno estaba en llama, quemandose porque el fuego no puede hacer daño a un cuerpo incorruptible de resurrección. El tormento del Hades es la ANGUSTIA al saberse perdido en dicho lugar. Esas almas presas pueden ver el otro lado del Paraíso, ya que el Hades está en el Paraíso, pero no pueden cruzar al lado bueno del Paraíso. Ese es su tormento.
Por favor hermano, le reugo, no enseñe lo que no está escrito en la escritura porque eso sirve de tropiezo y esto sucederá con todo el que sirva de tropiezo:
Mat 13:41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,
Mat 13:42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
El horno es el lago de fuego, que si es el "infierno", el quemadero "gehena". De allí si no hay salvación. Es la muerte segunda del alma y del cuerpo de resurrección. Nadie ha ido lanzado al lago de fuego todavia. Por eso es un error enseñar que el rico estaba en llama, quemandose y ardiendo en fuego. Esa "llama" es la vista del Señor en Lucas 16. Nada ni nadie puede esconderse de la presencia de Dios.