Estimado La Sombra
Respuesta a Mensaje # 2.299:
"los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2Pedro 1:21) pero es obvio que no inspiró el Espíritu Santo al diablo, sus demonios, los profetas mentirosos, los reyes impíos y hombres equivocados que expresaban la opinión común en aquella región y época.
-La Escritura es la inspirada, es decir, su registro gráfico, no los dichos y hechos proferidos y actuados por hacedores del mal. Así, la Biblia no excluye nada malo que haya sido dicho y hecho, pues de la veracidad de la historia tomamos ejemplo para no hacer como ellos hicieron (1Co 10:6-11).
-Los tres amigos de Job, por ejemplo, mezclaron en sus discursos algunas verdades conocidas pero no hablaron del Eterno con rectitud, por lo que provocaron su ira (Job 42:7, 8).
-Los escritores bíblicos no eran omniscientes ellos mismos, sino el Espíritu Santo cuando los inspiraba. Dios no le inspiró a David la carta criminal a Joab que provocó la muerte del fiel Urías.
Sí, en honor a la verdad debo admitir que hay sierta lógica en tus palabras, y es harto obvio que Dios no inspiró todo lo que otras personas dijeron y que se incluye en la Biblia, pero el espíritu santo dirigió la selección y la transcripción exacta de la información que finalmente formó parte de las Santas Escrituras. (Gé 3:4, 5; Job 42:3; Mt 16:21-23.)
De esa manera, Dios ha guardado registro en su Palabra inspirada de lo que ocurre cuando se presta atención a su voz y se actúa en armonía con su propósito, así como de las consecuencias de pensar, hablar y actuar menospreciando a Dios o desatendiendo sus rectas sendas.
Estas expresiones del apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios muestran lo dicho.
Por ejemplo, cuando da consejo acerca del matrimonio y la soltería, dice: “Pero a los demás digo —sí, yo, no el Señor—
De nuevo: “Ahora bien, respecto a vírgenes no tengo mandamiento del Señor, pero doy mi opinión”.
Y finalmente, declara sobre la mujer que se queda viuda: “Pero es más feliz si permanece como está, según mi opinión.
Pablo debió hacer estas declaraciones porque no había ninguna enseñanza directa del Señor Jesús a ese respecto.
De ahí que diese su opinión personal como apóstol lleno de espíritu.
Sin embargo, su consejo fue “insuflado por Dios” y por eso llegó a formar parte de las Sagradas Escrituras, teniendo la misma autoridad que el resto de dichas Escrituras.
Tal como Jehová podía hacer que sus siervos hablasen o guardasen silencio en tiempos señalados (Eze 3:4, 26, 27; 33:22), también podía hacer que escribieran o que no lo hicieran; podía impulsar al escritor a mencionar ciertos asuntos o impedirle incluir otros.
El resultado final siempre sería lo que Jehová deseaba que quedará por escrito como verdad indiscutible.
