Quien abriò este epìgrafe le lleva la contraria al mismo Jesucristo, pues fuè èl quien dijo, en Mateo 12:48-50, que todos los que hacìan la voluntad de su Padre, de Dios, es su madre, hermano y hermana; y en otra ocasiòn, cuando alguien alabò a Marìa, la que fuè madre del Hijo de Dios en la Tierra, una buena ocasiòn para confirmar dicha alabanza, sin embargo, Jesucristo dijo: "Dichosos mas bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan" (Lucas 11:27,28). Y el hecho de que el Hijo de Dios, antes de morir, encomendase al apòstol Juan, el cuidado de su madre terrenal (Juan 19:25-27), no quiere decir que Marìa tenga que ser madre de todos los cristianos, sino que, al ser el apòstol Juan, hijo de Salomè, hermana de Marìa, y por tanto su sobrino, ademàs de ser uno de los apòstoles mas apreciado por Jesucristo, èl creyò conveniente que su madre estuviese con alguien que le cuidarìa, no sòlo en sentido material, sino tambièn espiritual, pues todos los hermanos de sangre de Jesucristo no pusieron fè en èl hasta despuès de resucitado (Juan 7:2-10; Hechos 1:14).
Asì pues, Marìa tuvo un enorme privilegio al ser madre del Hijo de Dios en la Tierra, por lo que merece respeto y honra, ella como persona, no a una estatua o imàgen que no se sabe a quien representa pues nadie conociò a Marìa, quien muriò hace casi 2000 años; ademàs de estar condenado en la Biblia, ya que Dios prohibe el uso de imàgenes o estatuas, de cualquier tipo, para su adoraciòn y veneraciòn, exigiendo ademàs, devociòn y culto (servicio sagrado) exclusivo sòlo a Èl, a Dios (Exodo 20:3-6; Mateo 4:10), adoràndolo con Espìritu y Verdad, pues Dios es un Espìritu (Juan 4:23,24); y le ofende mucho que lo comparen con algo que no tiene vida, como es una imàgen o estatua de piedra, madera, metal, etc... (Salmos 135:15-18; Isaias 40:18-26; 42:8; 44:9-20; Jeremìas 10:1-6; Habacuc 2:18,19; etc....); pues, como dice tambièn el apòstol Pablo, Dios no habita en templos construidos por manos humanas, ni es semejante a oro, plata, piedra, etc... (Hechos 17:16,24,29-31).
Por otra parte, hay que recordar que el libro de Apocalipsis (Revelaciòn) està lleno de simbolismos, y el mismo contexto del capìtulo 12 de Apocalipsis, ya indica que no se refiere a una mujer literal, cuando por ej. dice que le fueron dadas dos alas de àguila a la "mujer" para que volase al desierto (Apocal. 12:14); ademàs no hay que olvidar que el libro de Revelaciòn fuè escrito a finales del siglo I, cuando Marìa ya habìa muerto, y Jesucristo habìa nacido, muerto y resucitado; teniendo tambièn en cuenta que el libro de Apocalipsis describe visiones que tienen su cumplimiento durante el "dìa del Señor", es decir, durante la presencia y 2ª venida de Jesucristo (Apocal. 1:10); por tanto, es imposible que la "mujer" del capìtulo 12 del ùltimo libro de la Biblia se refiera a Marìa.
Sin embargo, la misma Palabra de Dios nos aclara mucho en cuanto a quien puede ser esa "mujer" del capìtulo 12 de Revelaciòn; pues desde el mismo principio, en Gènesis 3:15, donde Dios da la primera profecìa, habla de una "mujer" que estarà enemistada con la "serpiente", es decir, el Diablo, y al igual que no se refiere a una serpiente literal, la "mujer" tampoco es una mujer literal. Lo que sì se desprende, por las palabras en Gènesis 3:15, es que hay dos descendencias, la de Dios y la del Diablo; y sabemos desde el principio que Dios escogiò a Israel como pueblo suyo, de donde provino Jesucristo; de hecho, de Israel se dice que era la "mujer" de Dios (Isaias 54:5); pero cuando los israelitas, en conjunto, rechazaron a Jesucristo como Hijo de Dios, fueron èllos, a su vez, rechazados por Dios como pueblo suyo (Mateo 21:43); asì pues, en el "Nuevo Testamento" la "mujer" de Dios es la que el apòstol Pablo llama "la Jerusalèn de arriba", que, segùn sus palabras, es madre de los cristianos (Gàlatas 4:26), y es el mismo apòstol Pablo quien dice, en Hebreos 12:22, que los cristianos ungidos se han acercado a la Jerusalèn celestial y a mirìadas de àngeles; por tanto, esas palabras nos indican que la "mujer" de Dios es celestial, del Cielo, compuesta por todos los seres angelicales, siervos de Dios, que le sirven como si fuesen su "mujer" (Daniel 7:10), al mismo tiempo que cuida y ayuda a sus "hijos", los que van a heredar la salvaciòn (Hebreos 1:14), quienes, junto con Jesucristo, seràn reyes y sacerdotes (Isaias 66:7,8; Lucas 12:32; 22:28-30; Apocalipsis 5:9,10; 11:15), formando asì el Reino de Dios, que es el que "nace" en la visiòn del libro de Apocalipsis (12:5).