Juan 6:63, el Hijo de Dios menciona: "El espìritu es lo que da vida, la carne no sirve de nada. Las palabras que les dije son espìritu y vida".
1ªJuan 5:3,4: "En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y nuestra victoria sobre el mundo es nuestra fè".
Lucas 17:33: "Cualquiera que procure mantener segura su alma (vida), la perderà; pero cualquiera que la pierda, la mantendrà viva".
En tiempos de los apòstoles no existìan transfusiones de sangre, aunque sì se sabe que se abstenìan por completo de tomarla, como bien dice la Biblia y escritos seglares, como los de Tertuliano (sig. II) y Felix (sig. III), que dicen que los cristianos verdaderos, antes de corromperse el cristianismo, estuvieron dispuestos incluso a morir en los circos romanos antes que quebrantar alguna Ley de Dios (Hechos 15:28,29; 21:25); y hay que recordar que cuando se da esta Ley de abstenerse de sangre, los apòstoles tuvieron en mente la orden directa de Dios a Noè (Gènesis 9:4-6), que despuès diò al pueblo judìo, de no tomar ningùn tipo de sangre, y ¿què dice esa Ley?.
Levìtico 17:11: "Porque la vida (el alma) de la carne està en la sangre, y os la doy para hacer expiaciòn en el altar por vuestras vidas, pues la expiaciòn por la vida, con la sangre se hace".
Levìtico 17:14: "Porque la vida de toda carne es su sangre; por èso mando a los israelitas: "No comerèis la sangre de ninguna carne, pues la vida de toda carne es su sangre. Quien la coma, serà eliminado".
Asì, tanto en Levìtico 17:13,14 como en Deuteronomio 12:16, dice que la sangre del animal debìa derramarse en el suelo y NO debia comerse, es decir, el ùnico uso que tenìa la sangre, de animal en ese caso, era para derramarla sobre el altar para expiaciòn por los pecados de los israelitas, algo que quedò abolido al venir Jesucristo y derramar su sangre por nosotros (1ªJuan 1:7); por esta razòn principal Dios considera la sangre tan preciosa, pues tuvo que enviar a su propio Hijo y derramar su sangre por nosotros (Mateo 20:28; Hebreos 9:28; 1ªPedro 1:18,19).
Por tanto, no se debe tomar tan a la ligera la Ley de abstenerse de sangre, pues, si Dios considera la sangre de los animales sagrada, ¡cuanto màs la sangre de seres humanos!, especialmente la de su Hijo, quien derramò su sangre por todos nosotros; teniendo presente, ademàs, las palabras de Dios en Levìtico 17:10-14, que tuvieron tambièn en mente los apòstoles al pronunciar las palabras registradas en Hechos 15:28,29; siendo pues el ùnico uso de la sangre, el de ser derramada en el suelo (Deuteronomio 12:16,24).
Asì que, por los motivos expuestos, bien definidos en la Biblia, se decidiò hace unas dècadas rechazar transfusiones de sangre, que por otro lado, contienen muchos riesgos para la salud, de hecho han muerto muchas màs personas por negligencias mèdicas, que por haber rechazado una transfusiòn, en caso de alguien haya muerto por rechazar una transfusiòn, algo muy difìcil, pues los seres humanos solemos tener, aprox., unos 5 litros de sangre; por consiguiente, en el caso de que se necesitase plasma sanguìneo, es decir, lìquido o agua, hay otras formas de conseguir volumen sanguìneo, que es lo importante en caso de que se perdiese mucha sangre, para que asì, con suficiente lìquido o plasma, los eritrocitos o glòbulos rojos, que son producidos, mayormente, en la mèdula osea, lleve a las cèlulas el oxìgeno y alimento que necesitan; èso es algo que conocen los mèdicos, los cuales saben tambièn que, en muchos casos, las transfusiones de sangre son innecesarias, siendo incluso suficiente, en algunos casos, alimentar a la persona por vìa intravenosa, mediante gotero con las vitaminas, minerales u otros elementos vitales que sean necesarios, segùn el caso; como por ej., los niños que se mencionaron en la revista 'Despertad' de Mayo del 1994, quienes, la mayorìa tenìan leucemia aguda, una enfermedad infantil mortal en aquel tiempo, y en la que las transfusiones de sangre no curan, ni èsa ni ninguna otra enfermedad, sòlamente sirven, en ese caso, para aumentar los glòbulos rojos, lo cual puede conseguirse de otras formas, como dije anteriormente; y sobre todo, en la actualidad, donde la mayorìa de paìses desarrollados tienen otros tratamientos mèdicos, a veces màs costosos, pero màs seguros que las transfusiones sanguìneas.
No obstante, como tambièn dije, es una decisiòn personal si alguien quiere, en un momento determinado, y segùn el tipo de enfermedad, usar fracciones obtenidas de la sangre, que, de otra forma, serìa muy difìcil de obtener. Asì pues, es muy raro que, hoy dìa, alguien muera por rechazar una transfusiòn sanguìnea, habiendo, como hay, en muchos hospitales avanzados, un abanico de posibilidades para enfrentarse a algùn problema sanguìneo, sea de la ìndole que sea.
Por consiguiente, y considerando otros principios bìblicos como el que se halla en Mateo 9:13, dònde Jesucristo dice: "quiero misericordia y no sacrificios", hoy dìa, las transfusiones de sangre son siempre la ùltima opciòn que tiene un testigo cristiano de Jehovà; para que, asì, igual que Dios, uno aprecie la sangre de una persona como algo precioso que sòlo Dios tiene derecho a reclamar, y que sòlo en casos extremos, dònde no haya otra posibilidad, se pueda hacer uso de dicha sangre. Ademàs, como dice un refràn, màs vale prevenir que lamentar, èso es vàlido en doble sentido, primero, que por si acaso, màs vale que uno se traslimite en una Ley a que se quede corto, y segundo, que debido a los peligros que contienen las transfusiones de sangre para la salud, es màs sensato aceptar otras alternativas mèdicas sin sangre, a veces màs costosas, pero màs seguras.
Asì que, despuès que un cristiano haya estudiado todas las posibilidades para curar alguna enfermedad o accidente, y no tuviese otro remedio que recurrir a las transfusiones sanguìneas, no podrìa ser expulsado de la Congregaciòn cristiana (leer mensaje nº 335).
La decisiòn final de transfundirse sangre o no, es una decisiòn que cada testigo cristiano de Jehovà debe hacer, segùn el caso y segùn le dicte su conciencia cristiana, tomando siempre como base lo mencionado por la Palabra de Dios respecto a ese asunto (Gènesis 9:3-6; Levìtico 17:14; Hechos 15:28,29; 21:25).
No obstante, nunca se puede comparar esa decisiòn, por querer adherirse a una Ley de Dios, con los hechos horripilantes que algunos denominados cristianos cometen, como es el aborto, asesinatos, conflictos bèlicos y guerras, por dinero y poder, que estàn completamente condenados en la Biblia (Juan 17:14-17; 18:36; 2ªCorintios 4:2-4; 6:14-18; Santiago 4:2-6; 1ªJuan 5:19).
1ªTimoteo 2:4-6: "Cuya voluntad (la de Dios) es que toda la humanidad se salve y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad. Porque hay un sòlo Dios, y un sòlo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesùs, tambièn hombre, que se diò a sì mismo como rescate por todos".