No sé si los anteriores intervinientes considerarán esto una "ayuda" o no, pero, la verdad, el asunto es bastante sencillo. Históricamente, el año hebreo, como el de otros países de la zona, era lunisolar. Es decir, el comienzo de los meses estaba regido por la la luna nueva, o, mejor dicho, por la aparición del creciente (salvo cuando había eclipse de sol). Como el mes lunar dura aproximadamente 29,5 días, unos meses lunares duran 30 días, y otros 29. Ahora bien, doce meses lunares sucesivos duran unos 354 días, que es unos diez días menos de lo que dura el año trópico (el que rige las estaciones). Por ello, los pueblos asiáticos que usaban meses lunares intercalaban cada dos o tres años un decimotercer mes (los babilonios alternaban entre un mes intercalar entre el 6º y el 7º o un mes intercalar entre el 12º y el 1º). Gracias a esa intercalación periódica (en la que el año tenía unos 384 o 385 días, el calendario se mantenía dentro del ciclo de las estaciones.
Ese era el calendario, Y NO HABÍA OTRO. Sin embargo, muchos pueblos de Oriente sabían que el año solar duraba aproximadamente 365. De ese conocimiento derivan los cómputos sexagesimales de los sumerios y civilizaciones posteriores, y esa es precisamente la razón por las que se determinó que un círculo tiene 360 grados: porque un grado es, aproximadamente, lo que parece moverse el cielo estrellado con respecto al horizonte aproximadamente a la misma hora todas las noches, volviendo al punto de origen (360 grados) después de 365 días. Obviamente, era más fácil hacer cálculos matemáticos con la cifra 360 que con 365,25 (duración del año juliano), o con 365,2425 (duración del año gregoriano) o con 365,2422 (duración del año trópico). Por ese mismo motivo de facilitar los cálculos, los banqueros diseñaron sus cálculos de intereses con meses "teóricos" o "ideales" de 30 días. Naturalmente, doce de tales meses daban el total de 360 días teóricos, cada uno de los cuales equivalía al movimiento del sol entre las estrellas uno de los grados del círculo.
Dicho de otro modo, el calendario de doce meses de 30 días justos no existió en Israel ni en las naciones que usaban calendarios lunisolares. Sí existió en Egipto, con una salvedad: al final de los 360 días, los egipcios añadían, cada año, 5 días a su año, siempre 5 (nunca 6). Mucho más tarde, los persas tuvieron un calendario solar (aparte del lunisolar babilonio) algo parecido al de Egipto.
¿Qué hacer, entonces, con el relato del diluvio? ¿No se deduce de ahí que Noé usaba un calendario con meses de 30 días y que Moisés y sus contemporáneos eran conocedores de ese tipo de meses? En Gén. 7:11 se habla del día 17 del mes 2º, y en 8:4 se habla del día 17 del mes 7º, que son cinco meses exactos; ahora bien, Gén. 7:24 y 8:3 parecen identificar ese lapso de cinco meses exactos con un total de "ciento cincuenta días". ¿Implica ello de verdad que Noé o Moisés usaran un tipo de calendario solar para sus cómputos? Difícilmente. No hay ninguna razón conocida para suponer que Noé y sus contemporáneos se hubiesen decantado más por un calendario parecido al egipcio que por uno parecido al israelita. El problema de este, de cara al cómputo de distancias entre dos fechas lunisolares estriba en que no se puede saber, a priori, cuántos días exactos median, digamos, entre el día 17 del mes 2 de un año desconocido (no digo de la vida de Noé, sino de la historia) y el día 17 del mes 7 de ese mismo año desconocido. ¿Por qué? Pues porque la cosa varía de año en año. No en mucho: uno o dos días como mucho, pero lo suficiente como para no poder dar la cifra debidamente si no se sabe el año. Por ello, no tendría nada de particular que Moisés, o su fuente, hubiesen usado un cálculo teórico de treinta días por mes. En realidad, cinco meses lunares duran 147,5 días (que, dependiendo de las condiciones de visibilidad de la luna y de la agudeza visual de los observadores puede "traducirse" en 147 o 148 días, o, en situaciones dudosas, incluso de 149 días). Insistir en que no puede haber redondeo es francamente ridículo. La Biblia redondea: Salomón "[h]izo fundir [...] un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo. Tenía cinco codos de altura y a su alrededor un cordón de treinta codos" (1 Rey. 7:23). Un círculo "perfectamente redondo" con 10 codos de diámetro ("de un lado al otro") no puede tener una circunferencia ("a su alrededor un cordón") de treinta codos. La medida correcta, con dos decimales de precisión es es 31,42 codos. Quien quiera insistir en que sí tenía un diámetro de 10 codos exactos (sin decimales) y una circunferencia de 30 codos exactos (sin decimales), debería hacérselo mirar, porque, para lograr tal "proeza", la redondez de aquel mar habría tenido que ser como la de un huevo, o habría que recurrir a algún tipo de memez o de trampa para "cuadrar" las cifras (como decir que el diámetro se media con un codo de un tamaño y que la circunferencia se medía con un codo de otro tamaño, o imbecilidades de esas que se les ocurren a ciertos sectarios).