He corregido el texto. Ayer, cuando quise dar un salto de línea, se publicó el artículo y no me dio tiempo de revisarlo.
Hablar de tradición judía en un foro cristiano, parece fuera de lugar. Ya uno me ha dicho que no debo estar aquí. Cuando toco ese tema, suelo extenderme, porque considero necesario conducirlos a través del contexto judío, hasta llegar al argot y folclor del pueblo judío de hace dos milenios. Aunque uno ya se quejó de mis “muchas palabras”.
La tradición judía es parte inherente de cada uno de los apóstoles del Nuevo Testamento. Ellos no dejaron de ser judíos. Ellos, conforme a la doctrina del Nuevo Testamento, consideraron que estaban en un nuevo pacto, sobre mejores promesas (Hebreos 8). Tienen claro que la Torá no es contraria a esas promesas (Gálatas 3:21), incluso consideran que han sido formados por la Torá (παιδαγωγὸς / paidagogos - Gal. 3:24) de manera pedagógica: conocimiento, metodología, ensayo, etc.
La primera experiencia del apóstol Pablo hablando de Jesús como el mesías (Hechos 9:22), no parece haber obtenido los resultados que esperaba. Quizá porque solo les contó su testimonio. Tampoco le fue bien cuando entró en la de Antioquia de Pisidia, donde solo después de la lectura de la Parashá y la Haftará (Hechos 13:15) se limitó a contar lo que en el lejano territorio de Éretz Israel había sucedido. En aquella sinagoga había también gentiles que creían en el Dios de Israel, y no en las trinidades ni en dioses encarnados, llamados «temerosos de Dios». Parece que ellos sí fueron receptivos al discurso, junto con algunos judíos, al parecer de origen griego (TB Nashim, Guitin 44b).
Posteriormente, los resultados mejoraron, cuando Pablo dedica no un momento, ni un discurso, sino días (Hechos 17:3) en Tesalónica, «declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio… es el Cristo». En Corinto (Hechos 19:8) Pablo habló por tres meses en la Sinagoga, tras los cuales, solo algunos se opusieron (Hechos 19:9), al punto que al regresar a Jerusalén, se habló de millares de judíos (Hechos 21:20) que creyeron que Jesús era el mesías.
El mensaje del apóstol Pablo a los judíos fue evolucionando. Aquellos millares reportados en el encuentro en Jerusalén, recibieron un mensaje con base en las Escrituras. No se les predicó con el compendio del Nuevo Testamento, que ni existía; sino con las Escrituras. El apóstol encontró la manera de transmitir el mensaje. Por ende, jamás habló de Dios naciendo de una virgen, porque no existe nada así en el Tana''j.
Al discutir en las sinagogas, donde cada Shabat se estudia una porción de la Torá (parashá) y de los profetas (haftará), el apóstol — lo afirmo sin duda alguna — también recurrió a la tradición oral, como es natural en todo estudio de Torá. Por ejemplo, en Tesalónica (Hechos 17:3), donde expuso que «era necesario que el Mesías padeciese y resucitase». Estoy seguro de que se basó en la tradición judía, conocida por sus oyentes en la sinagoga.
YO TE HE ENGENDRADO HOY
He leído que citan el versículo del Salmo 2, en la parte de «yo te he engendrado hoy», para hablar del nacimiento de Jesús. Pero en Hebreos 1:5, el autor se refiere a la resurrección, no al nacimiento de Jesús:
Hebreos 1:3-5
Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy?
Y luego, lo enfatiza:
Hebreos 10:12
Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios.
De manera que, el Salmo 2:7, fue entendido por los apóstoles como una referencia a la resurrección, no al nacimiento de Jesús.
¿Pero por qué lo entendieron así?
MESÍAS HIJO DE DAVID
La tradición judía responde a la pregunta pendiente del capítulo anterior.
En el Talmud, hay un tomo (séder) llamado Moed, que se ocupa de los días festivos. En este tomo hay once tratados. Uno de los tratados se llama Sukká, donde se discuten las leyes sobre el mandamiento de Dios de habitar en tabernáculos (Levítico 23:42).
Entonces, Talmud B, séder Moed, masejet Suká 52a, hay una tradición bastante oscura, en la que se menciona a un Mashíaj ben Yosef (Mesías hijo de José), y a un Mashíaj ben David (Mesías hijo de David). Y cita, precisamente, el Salmo 2:7.
Dice que cuando Mashíaj ben Yosef fue asesinado, Mashíaj ben David pidió:
רבונו של עולם איני מבקש ממך אלא חיים
Ribono shel olam, eini mebaqesh miméja ela jayím
Maestro del Universo, te pido que me des vida
Voy a compartir una captura para que comprueben. Porque supongo que pueden dudar de lo que les estoy diciendo. La expresión «Ribono shel olam» se escribe en la sigla hebrea «רבש״ע»:
La tradición continúa. Ante el pedido, el Eterno le responde:
«tu padre, David, ya profetizó acerca de ti: “Te pidió la vida; Tú se la concediste; una larga vida, eterna”».
Es una cita del Salmo 21:5.
La tradición judía, en Sukká 52a, contiene lo siguiente:
Los Sabios enseñaron: Al Mashíaj ben David…, el Santo, Bendito Sea, dice: “Tú eres Mi hijo, hoy te he engendrado, pídeme y te daré por herencia las naciones y por posesión tuya los confines de la tierra”.
Esta tradición, en un lenguaje bastante críptico, parece referirse a un Mesías que muere, y a aparentemente otro Mesías que pide vida, y se le dice que la tiene (no era necesario que la pida), porque es una profecía que se debe cumplir.
No deja de ser curioso que estas tradiciones se encuentren en el tratado Sukká (sobre el mandamiento de habitar en tabernáculos), y la coincidencia con la afirmación de Juan 1:14, «extendió su tabernáculo entre nosotros», al hablar del «verbo de Dios».
SOBRE EL NACIMIENTO DE JESÚS
Analizando la doctrina de los apóstoles, me pregunto cómo el apóstol Pablo habría elaborado un mensaje dirigido a judíos en la sinagoga.
El versículo, tan mal traducido en las Biblias cristianas, de Isaías 7:14, dice en realidad:
Por tanto, el mismo Eterno les dará la señal:
He aquí que la joven está embarazada y dará a luz un hijo,
y llamarás su nombre Imanu-El.
La señal de que «Dios está con nosotros» es que la joven está embarazada en ese momento, y que el bebe será varón.
Y esto tiene sentido con la doctrina del Nuevo Testamento. Porque en Deuteronomio 18:18, el Eterno le dijo a Moisés:
Yo les estableceré un profeta de entre sus hermanos como tú,
y pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande.
El peculiar nacimiento de Moisés
El nacimiento de Moisés bien podría haber cumplido la profecía de Isaías 7:14, excepto que él es anterior a ella. Porque sobre su nacimiento, dice la Torá en Éxodo 2:1 lo siguiente:
Un varón de la casa de Leví fue y tomó a una hija de Leví.
La tradición judía se pregunta ¿por qué dice que el varón fue? Y también se pregunta, por qué dice que tomó, si Moisés es el tercer hijo (Números 26:59), no el primero.
Se dice de la tradición oral que es lo que contaron los protagonistas a sus hijos, y estos la transmitieron a sus descendientes, y así llegó hasta nuestros días.
La tradición cuenta que Amram, padre de Moisés, se divorció de su esposa cuando el rey de Egipto ordenó la muerte de los varones al nacer (Éxodo 1:16).
Ante esto, su hija mayor Miriam le reprochó:
«Tu decreto es peor que el del rey, porque él solo decretó que se mate a los varones que nacen, pero las mujeres se salvarán; en cambio, tú has decretado que los varones y mujeres ni siquiera nazcan».
Ante esto, prosigue la tradición:
«Amram fue a buscar a la madre de sus hijos, y se volvió a casar con ella».
El divorcio había durado tres meses. Cuando se volvieron a casar, ella ya estaba embarazada de tres meses (Sotá 12a). Vivieron juntos los seis meses restantes del embarazo, pero para los capataces (Éxodo 1:11) y las parteras que obedecían a Faraón (Éxodo 1:15), el niño iba a nacer en 9 meses. Por eso, solo pudieron ocultarlo 3 meses (Éxodo 2:2-3), y afirma que «ya no pudieron ocultarlo más».
Volviendo a la profecía de Isaías 7:14, que anuncia «la joven está embarazada»; la esposa de Amram ya estaba embarazada cuando él la toma.
Pero al parecer hay un detalle que la madre de Moisés no habría podido cumplir, si la profecía fuese anterior a ella, claro. Isaías habla de una joven, y ella era una mujer de 130 años.
Una vez más el versículo de Éxodo 2:1, que dice:
Un varón de la casa de Leví fue y tomó a una hija de Leví.
La señora era hija del patriarca Leví, hijo de Leah. De hecho, en Números 26:59, cuenta que:
La esposa de Amram se llamaba Jocabed, hija de Leví, que nació de Leví en Egipto;
dio a luz para Amram, a Aarón y Moisés, y a su hermana Miriam.
Pero, la tradición, sin ninguna necesidad de demostrar nada a nadie, sino que tal y como se formó; orgánicamente, sobre Éxodo 12:1, dice:
¿Es posible que se trate de Jocabed? Jocabed tenía entonces 130 años y el versículo la llama “Bat” (hija), lo que indica que es muy joven.
(Bava Batra 120a).
Y en Sotá 12a, Rabí Yehuda dice:
“Los signos de una mujer joven nacieron en ella”.
Como mencioné, estas tradiciones hebreas no se crearon en un momento de necesidad, para intentar demostrar el cumplimiento de alguna profecía. Simplemente existen como parte de los relatos familiares que surgieron desde el momento en que sucedieron las cosas narradas en la Torá.
El peculiar relato del nacimiento de Jesús
Miles de años después, un hombre escribió en Mateo 1:22, sobre el nacimiento de Jesús:
Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta.
Es decir, para él, la señal de que Dios estaba con Israel fue el embarazo de María, y el nacimiento de Jesús.
Es natural que Mateo, al escribir en hebreo, citó el texto hebreo de la profecía:
He aquí que la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Imanu-El.
Entonces, según el Nuevo Testamento, María ya estaba embarazada cuando José «tomó consigo a la mujer» (Mateo 1:24).
Algo que, según la tradición judía, sucedió en el caso de Moisés, a quien el Eterno le dijo:
Yo les estableceré un profeta de entre sus hermanos como tú
En un contexto en el que el varón y la mujer estaban separados físicamente, resulta que la mujer ya está embarazada.