Desde el siglo II se comenzó a celebrar la Navidad el 6 de enero -y la mayoría de las iglesias de Oriente continúan celebrándola ese día- hasta que en el siglo IV un Papa determinó que la Navidad se celebrara el 25 de diciembre. Es plausible que la motivación principal de este cambio de fecha fuera el deseo de competir con el culto pagano y el culto de Mitra, que celebraban ese mismo día (debido al solsticio de invierno) la fiesta del nacimiento del Sol invicto.
Cronológicamente,el 25 de diciembre fue en Roma primero una fiesta pagana -las Saturnalias que conmemoraban el fin de la siembra de invierno del 17 al 25 de diciembre-,adoptada luego por los fieles de Mitra y luego por la Iglesia católica. La celebración de la Navidad el 25 de diciembre se extendió pronto a todo Occidente y a Oriente. Es un caso notable del "poder de asimilación" del cristianismo, que el gran teólogo del siglo XIX John Henry Newman consideró una de las siete notas que permiten distinguir un desarrollo auténtico de la doctrina cristiana de una corrupción de la misma (en su célebre Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana).
El origen no cristiano de la Navidad dio pie a importantes controversias en las distintas iglesias cristianas, hasta el punto de que los puritanos que controlaban el Parlamento inglés a mediados del siglo XVII ilegalizaron la celebración del 25 de diciembre. Una ley aprobada en 1659 condenaba al pago de cinco chelines a "quienquiera que sea descubierto festejando la Navidad."