Re: LA TRINIDAD ES UNA DOCTRINA PAGANA
PARODIA TRINITARIA EN EL APOCALIPSIS
Por: Carlos Olivares R., Mag. Misión Central de Chile
No hay duda de que el Apocalipsis es un libro de contrastes.1 La comprensión de la oposición esencial entre el bien y el mal, manifestada en el uso de símbolos contrarios, es básica para su interpretación. Por un lado, el símbolo verdadero; por el otro, la parodia, el intento de imitación de lo divino por parte de Satanás, ¿quien desde su rebelión en el cielo ha buscado apropiarse del sitial de Dios? (Isa. 14:12-14; Ez 28:12-19). A la luz de esto, por ejemplo, le mención que el Apocalipsis hace de dos ciudades antagónicas, como Babilonia (Apoc. 14:8; 16:19; 18:2 10 21) y la Nueva Jerusalén (3:12; 21:2,10), es paradigmática. Porque si bien ambas ciudades son introducidas por uno de los ángeles portadores de la plagas (17:1,5), su diferencia es sustancial. La primera es una prostituta (17:1; 21:9), mientras que la segunda es una “esposa desposada” (21:2,9).2 De este modo, el contraste temático no sólo sirve para diferenciar dos imágines importantes dentro del libro, sino sobre todo enfatizar el sentido dual de conflicto presente en el desarrollo del mismo, con el fin de resaltar la verdad sobre el error.
Es notable que estas falsificaciones espúreas encuentran su clímax a partir del capítulo doce del libro (Apoc.12-22), 3 precisamente en la descripción de la guerra del dragón (12:3, 4, 6, 13-17), de la bestia del mar (13:1-8) y de la bestia de la tierra (13:11-18), contra la mujer y su remanente (12:17; 13:7). Es en esta atmósfera conflictiva en que la falsa trinidad hace su aparición. En virtud de esto, el propósito de este artículo es observar internamente la parodia trinitaria de Satanás en el Apocalipsis, permitiendo reconocer el contexto antagónico en que el Apocalipsis se presenta en relación con los sucesos del fin. Para alcanzar este objetivo, primero se observan las evidencias trinitarias e individuales de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo en el Apocalipsis, para luego analizar las falsificaciones en que Satanás intenta imitar al Dios trino.
La Trinidad en el Apocalipsis
La Trinidad en el Apocalipsis se observa desde el principio. La cual, si bien no aparece exactamente formulada como en el resto del Nuevo Testamento (e.g. Mt 28:19; 2Cor.13:14; Ef.4:4-6), se expresa en una salutación trinitaria, manifiesta en términos simbólicos (Apoc. 1:4-6). Así, la alusión del “el que era, que es, y que ha de venir”, de los “siete Espíritus” y de “Jesucristo” (1:4-6), comprende una inequívoca declaración trinitaria.4 Sin embargo, si bien esta es la única mención en que, a través del libro, los tres son mencionados juntos, en el recorrido del mismo se percibe la comprensión doctrinal de la trinidad, en sus características divinas de unidad relacional y personalidad. De este modo, el pasaje de Apoc.1:4-6 sirve de introducción a las restantes especificaciones divinas de lo tratado y revelado en el libro, como se analiza a continuación.
Dios Padre: el que Es, que era y que Ha de venir
En este saludo inicial (1:4-6), la presencia de Dios Padre se advierte en lo que la Reina-Valera (1960) traduce como “el que es, y que era y que ha de venir” (1:4). Es probable que la construcción gramatical de la frase procure llamar la atención a la eternidad y la inmutabilidad de Dios.5 Así como también busque, en relación con otros textos, recalcar su poder universal (1:8, 4:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15; 21:22) y su triple santidad (4:8; cf. 15:4). En su calidad divina recibe la adoración celestial (4:8-11; 5:14; 7: 11;11:16; 14:7; 19:4, 10; 22:9), y la lógica alabanza por ser Creador (4:11), Juez (18:8 ;cf.15:3; 16: 7) , Salvador (7:10; 12:10; 19:1) y Rey (15:3; cf. 12:10). No obstante, su designación no sólo se expresa en sus atributos y calificaciones divinas, sino también en dos nombres particulares que recibe en el transcurso del libro: Padre (1:6; 2:28; 3:5,21; 14:1) y Señor (1:8; 4:8, 11; 11:17; 15:3, 4; 16:7; 18:8; 19: 6; 21:22; 22:5, 6).
Es notable que si bien su figura aparece sobre un trono (1:4; cf. 3:21; 4:2-6, 9, 10; 5:1, 6, 7, 11, 13; 6: 16; 7:9-11, 15 17; 8:3; 11:16; 12:5, 14:3; 16:17; 19:4, 5; 20: 11, 12; 21:3, 5; 22:1, 3), su descripción física es completamente simbólica, siendo comparada a dos piedras, el jaspe y el sardis , las que estaban ubicadas en el pectoral del juicio del Sumo Sacerdote (4:3 cf. Ex.28:17-20). Buscando con esto, probablemente enfatizar lo que el mismo Juan destacaría en el prólogo de su evangelio: a Dios nadie le vio Jamás. (Jn1:18).
Dios Espíritu Santo: Los siete Espíritus
Luego del Padre, se enuncia a los “siete Espíritus que están delante de su trono” (Apoc. 1:4; cf. 4:5, 5:6). De acuerdo a David Aune, tomando en consideración la literatura judía del tiempo de Juan (s. I d.C.), los siete espíritus simbolizarían a siete ángeles.6 No obstante, cuando el Apocalipsis se refiere a los siete ángeles lo hace por el nombre de ángeles, no de espíritus (1:20, cf. 2:1, 8 , 12, 18; 3:1, 7, 14).7 Lo que impediría comprender el símbolo septenario del Espíritu con el cuerpo angélico. Por otro lado, como señala Martindale, es imposible que los siete espíritus se refieran a seres creados, como los ángeles, pues no pueden ser dispensadores de gracia y de paz, como lo son Dios Padre y Jesucristo (1:4,5; cf. Rom. 1:7; 1:3, 2Cor. 1:2; Gál. 1:3; Ef 1 :2; Fil 1:2; Col1:2; 1 Tes 1:2; 2Tes 1:2; 1 ti 1:2; 2Ti 1:2).8 Por lo cual, la descripción septenaria de los siete espíritus, son un símbolo de la plenitud del Espíritu Santo, 9 que desde el inicio del libro destaca su cualidad divina al impartir la gracia y la paz del Dios trino (Apoc. 1:4, 5).
En este sentido, la mención del Espíritu en el libro, en ningún caso se evidencia como una fuerza impersonal generada por el Padre, pues en el libro se le atribuyen tres rasgos importantes de personalidad: habla (2:7, 11,17, 29; 3:6, 13, 22; 14: 13; 22:17), participa activamente en la revelación del libro (1:10; 4:2; cf. 19: 10) y es capaz de transportar al profeta al desierto y a un monte (17:3; 21:10). De este modo, igual que en los “Hechos de los Apóstoles” y en el “Evangelio de Juan”, la Divinidad (Hch 5:1-4) y la personalidad del Espíritu se manifiesta ostensiblemente (Jn 14:26; 15:26, 16:13;Hch 8:29, 39; 11:12; 13:2, 4; 15: 28; 16:6, 7; 21:11; 28: 25).
Dios Hijo: Jesucristo
Finalmente, el saludo termina con la mención, por nombre, de Jesucristo (Apoc.1:5). Esto es significativo, toda vez que tanto el Padre como el Espíritu Santo fueron expresados simbólicamente, en cambio el nombre de Jesús se lo menciona unido a su título mesiánico, el Cristo (1:5cf. 1:1, 2). Este es un detalle importante, porque introduce desde el principio el sentido redentor del libro, y porque además destaca a Jesucristo como la llave interpretativa del pasaje (1:4-6), al proveer un nexo concreto que permite reconocer el texto como refiriéndose a la Deidad. Por otro lado, obsérvese que Juan ubica a Jesucristo en el último lugar, acentuando con esto la igualdad de las personas de la Trinidad, aun a pesar de que el orden de referencia sea diferente al expresado comúnmente (Mt 28:19; 2 Cor13:14; cf. 1 Cor12:4-6; Ef 4:4-6).10 No obstante, la primera aparición de Jesucristo es precisamente al inicio del libro (Apoc. 1:1), donde se expone que Su o la Revelación de Él lo que Juan escribirá (cf. 1:1;22:16).11 Tornándose aún más cautivante la declaración que realza que Jesús envía “su ángel” a Juan (2:16; 1:1), testificando así su soberanía sobre los seres celestiales.
Su persona también es simbolizada en un variado espectro de nombres, desde su directa alusión como Jesús (1:9; 12:17; 14:12; 17:6; 19:10; 20:4; 22:16; 20, 21) y Cristo (11:15; 12:10; 20:4,6 ), a su designación de “Testigo fiel” (1:5; 3:14), “Primogénito de los muertos” (1:5), “Soberano” (1:5), “Amén” (3:14), “León” (5:5), “Cordero” (5:6, 8, 12, 13; 6, 1,16; 7:9, 10, 14, 17; 12: 11; 13:8; 14:1, 4, 10; 15:3; 17:14; 19: 7, 9; 21:9, 14, 22, 23, 27; 22:1, 3), el “Hijo varón”(12: 5, 13), “Miguel” (12:7) y la “Estrella resplandeciente de la mañana” (22: 16), que si bien pueden ser considerados como características cristológicas, subrayan su carácter mesiánico y sustitutivo.12 Por otro lado, es fascinante que Jesús, como el Padre, es llamado “Santo” (3:7;cf. 4:8; 15:4), “Rey” (17: 14; 19:16) y “Señor” (11:8; 17: 14; 19:16; 22:20, 21), lo que denota una plena igualdad de posición y autoridad. Igualdad que se observa tanto en la adoración de alabanza que reciben ambos (5: 8, 13; 6:16), como en la participación en el trono (22: 1, 3; cf. 3:21) y/o en la mención reiterada de Dios Padre y Jesucristo juntos (6:16; 7.9, 10; 11:15; 12:10; 14:1, 4; 20:6). Esta vinculación además se aprecia en que los santos son perseguidos no sólo por guardar los mandamientos de Dios (12:17) y su palabra (1:9), sino también por tener el testimonio y la fe de Jesús (12:17; 14:12). Por otro lado, la constante repetición de la sangre expiatoria de Cristo en la salvación 81:5; 5:9; 7:14; 12:11), señala a Jesús como Salvador. Pues él, es el Mesías nacido de mujer (12:5; cf. Gál 4.4), del linaje de David (Apoc. 5:5; 22:16, cf. Rom 1:13, 2Ti 2:8), quien si bien ascendió victoriosamente al cielo (Apoc. 12:5; cf. Hch 1:6-11), promete volver a la tierra en breve (Apoc.1:7; 14:14-20; 19: 11-21; 22: 20).
Parodia Trinitaria
De acuerdo a lo tratado, es evidente la existencia de las tres personas de la Trinidad en las páginas del Apocalipsis. Tan incuestionable como el contraste trinitario falso en que Satanás parodia al Dios Trino. Esta falsificación trina comprende al dragón (12:3), la bestia que sube del mar (13:1-2) y la bestia que sube de la tierra (13:11; 16:13; 19:20; 20:10).13 Es interesante, como se ha notado, que esta falsa trinidad aparece en el capítulo 12, en el bloque que comúnmente se denomina “el gran conflicto” (Apoc. 12-14), 14 mientras que su final sólo se concreta en la finalización del milenio (20: 1-3, 7), con el lanzamiento del dragón al lago de fuego y azufre (20: 10). De esta manera, el hecho de que su inicio se manifieste precisamente en el intento del gran dragón de asesinar a Jesucristo siendo aún bebé (12:3, 4; cf. Mat.2:16-18), y se prolongue en la misión persecutoria de sus agentes bestiales (Apoc. 13:1, 11), sobre la mujer y su remanente (12:17; cf.13:1-17), subraya la importancia de observar la confabulación enmascarada de la trinidad falsa. En particular, porque su actuación se encuadra en las confabulaciones satánicas del fin del tiempo.
El Dragón: Dios Padre
El dragón, que es el mismo diablo y Satanás (12:9; 20:2), falsifica a Dios Padre, 15 desde su primera mención en el libro (12:3). 16 Aparece en el cielo (12:3, 7-8), simulando la referencia, aunque tácita, 17 del Padre en la escena celestial (cf. 4: 1-3; 5: 1, 7). Esto, porque es en el cielo donde se ubica el trono de Dios (4:2-6, 9-10; 5:1, 7; cf.1:4; 7:9-15; 19:4), característica que le dragón hace suya, con el fin de emular a Dios Padre.
La Bestia que sube del Mar: Dios Hijo
Esta falsificación, se hace aún más patente al contrastar a Cristo con la primera bestia, 18 la que sube del mar (13:1). 19 Estéticamente la bestia tiene diez cuernos y sobre los tales diez diademas (13:1), lo que se contrapone a Cristo, que en su imagen de Cordero tiene siete cuernos (5:6) y muchas diademas (19:12). Con todo, la parodia alcanza su clímax en la falsificación de la muerte y resurrección de Jesús. En el capítulo cinco del Apocalipsis, Jesucristo, en la figura del Cordero (cf. 17: 14; 19: 13-16; Juan 1:1-3, 29), es presentado “como degollado” (Apoc. 5:6). Esta representación no sólo busca resaltar su muerte, sino también acentuar su resurrección, la cual desde el principio del libro se ha manifestado (1:18; 2:8).
Como una parodia de este símbolo, la bestia que sube del mar (13.1) sufre una herida mortal (13:3). Es interesante que el verbo utilizado por Juan para describir la escena de la “herida mortal” de esta bestia, es el mismo que usa para referirse al “degüello” sufrido por Cristo (5:6). De esta manera, literalmente el texto señala que una de sus cabezas está “como degollada” (13:3), imitando la muerte expiatoria de Cristo en la cruz. Pero, así como en el caso de Cristo, esta “herida mortal” milagrosamente es sanada (13: 3), provocando la admiración y adoración de la tierra (13:3-4, 8; cf.17:8) 20 En pocas palabras, la bestia resucita, suscitando el mismo asombro y adoración de la corte celestial por la inmolación y resurrección del Cordero (5:9). Con razón los habitantes de la tierra preguntan, engañados, “¿quién como la bestia?” (13:4), lo que simula el significado del nombre de Miguel, que es uno de los nombres recibidos por Jesucristo (12:7, cf. Dan. 10:13, 21; 12:1; Jud 9), 21 que también como una interrogación, significa: “¿quién es como Dios?”. 22
El Dragón y la Bestia que sube del Mar: Relaciones de Igualdad
Las prerrogativas divinas del dragón se entienden mejor en su relación con la bestia que sube del mar, haciéndose evidentes al oponerlas con el vínculo de Cristo y de Dios Padre. Esto es indudable, no sólo por sus semejanzas estéticas (Apoc. 12:3; cf. 13:1), sino además cuando se observa que si bien por un lado Cristo recibe la potestad del Padre (2:26-27), por el otro lado la bestia recibe el poder del dragón (13:2). De la misma manera, mientras que el Cordero junto con el Padre son adorados por toda la creación (5:13), la bestia y el dragón son adorados por los habitantes de la tierra (13:3-4), es decir, aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero (13:8; 17:8; 21: 17).
Frente a este deseo de usurpar lo divino, destaca la plena deidad de Jesús, que en el Apocalipsis es constantemente subrayada. Para mostrar esto se transfieren insistentemente características veterotestamentarias a Cristo.23 Así, por ejemplo, su cabeza blanca (1:14) se vincula al cabello del Anciano de muchos días de Daniel (Dn 7:9). Su voz, como el rumor de muchas aguas (Apoc. 1:15) evoca la descripción que el Antiguo Testamento hace de la voz de Dios (Ez. 1:24; 43:2; Dn 10:6). Su revelación como único Pastor (Apoc. 7:17), es una alusión certera de la labor de Dios para con Israel (Sal 23:1; 80:1; Isa. 40:11; Jer. 31: 10; Ez. 44:13). Su título de Señor de señores y Rey de reyes (Apoc. 17:14; cf.19: 16) es tomado de Deuteronomio 10:17 y Daniel 2:47, que describen la magnificencia de Dios Padre. Del mismo modo, su designación de primero y último (Apoc. 1:17) es tomada de las palabras de Dios registradas en Isaías 44.6 (cf. 48:12), el que vinculado a Apoc. 1:17, como ha notado Richard Bauckham, señala que la unidad de Cristo y Dios Padre corresponde a una declaración monoteísta de Dios.24
Visto así, es fascinante observar las relaciones descriptivas que el Apocalipsis hace tanto del Padre como del Hijo. Inicialmente, Dios Padre se auto-designa primeramente como el “Alfa y Omega” (Apoc.1:8). 25 Luego, Cristo se llama a sí mismo “el primero y el último” (1:17).26 Seguidamente, Dios Padre nuevamente se auto-nombra “el Alfa y la Omega”, pero ahora agrega; el “principio y el fin” (21:6). Finalmente Cristo, termina con una declaración que suma todos los atributos antes mencionados: “Alfa y Omega, el primero y el último, el principio y el fin” (22:13), asumiendo y revelando la íntima identidad e igualdad de Cristo con Dios Padre.27
Es en virtud de esta igualdad, que el sello sobre las frentes de los ciento cuarenta y cuatro mil (14:1; cf. 7:4) lleva el nombre del Padre y el del Cordero (14:1). Mientras que el rescate salvífico de las primicias, es tanto para Dios coma para Jesús (14:4). Contraste que se observa en la marca de la bestia, sobre la frente y la mano derecha de los adoradores de la bestia (13:16), que también es su nombre o el número de su nombre (13:17). Oponiendo de esta manera los ciento cuarenta y cuatro mil (7:4; 14:1) a los habitantes de la tierra (13:8, 12-16), quienes reciben las plagas (16:2) y la destrucción final (20: 4), mientras que los redimidos cantan, sobre el mar de vidrio, por la victoria sobre la bestia, la imagen y el número de su nombre (15:2-4).28
La Bestia que sube de la Tierra: Dios Espíritu Santo
Por su parte, la presencia de Dios Espíritu Santo se contrasta en su accionar con la bestia que sube de la tierra (13:11).29 Como se ha notado, la primera mención del Espíritu Santo es Apoc. 1:4, que dentro del grupo trinitario se resalta en su relación septenaria, “siete espíritus”, con el mensaje/promesa que surge del Espíritu en la visión de las iglesias (1:10-3:22; cf. 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Es singular que Cristo es quien inicia el diálogo con las iglesias (2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14), mientras el Espíritu es quien lo finaliza (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22), destacando con esto la unidad de acción de Jesús y el Espíritu. Es decir, que cuando Cristo habla, habla el Espíritu, 30 similar al accionar de la bestia terrestre que habla en nombre de la bestia que surge del mar (13:12, 14). Parodia que se extiende a la igualdad de Cristo con el Espíritu (Jn 14:26; 16:14), 31 que la bestia falsifica no sólo cuando se la describe con cuernos semejantes a los de “un cordero” (Apoc. 13:11; cf. Jn 1:29), 32 sino también cuando ejercita toda la autoridad de la primera bestia (Apoc.13:12), imitando así toda la autoridad que el Espíritu ejerce em ausencia de Jesús (Jn 16:13-14). Falsificando incluso, la misión del Espíritu en dirigir a los hombres a Cristo (Hch. 5:29-32), lo que es remedado por la bestia terrestre en su promoción mundial de adoración de la primera bestia (Apoc. 13:12, 15).
Su fraude se prolonga a las señales (13:13; 19:20), simulando obviamente los actos del Espíritu (Hch. 4: 30-31). Uno de sus engaños principales es hacer descender fuego del cielo (Apoc. 13:13), emulando el fuego que en el Pentecostés irrumpió en la casa donde estaban los discípulos (Hch. 2: 1-4), y particularmente fingiendo el fuego que sale de la boca de los dos testigos (Apoc. 11:5). 33 Es bajo este falso contexto que se aplica la marca sobre las manos y la frente de los adoradores de la bestia marítima (13:16), falsificando el sello sobre las frentes que el Espíritu pone sobre los seguidores de Jesús (2Cor.1:22; Efe. 1:13; 4:30, cf. Apoc. 7:4; 14:1). Con razón Juan llama de “otra” a la bestia que sube de la tierra (13:11), pues el adjetivo griego que se traduce como “otro”, es el mismo que se utiliza para describir, en el contexto de la verdad, al “otro” “paracletos” (Jn 14:16), quien representa a Cristo (14:26, 15:26; 16:7, 13-14), el Espíritu Santo.
Es en esta relación trinitaria que el “testimonio de Jesús” (1:2, 9; 112:17; 19:10; 20: 4), que es el “Espíritu de la profecía” de Apoc. 19:10 debe comprenderse. El “testimonio de Jesús” es la característica esencial de los seguidores de Cristo durante toda la era cristiana, esto es, la palabra de Dios, 34 el mensaje revelado. De esta manera, el “Espíritu de Profecía” es el Espíritu Santo que inspiró a los profetas, y a Juan, revelando a Cristo 35 y promoviendo la adoración a Dios (cf. Ex.20: 3-11), no a un ángel ni a cualquier ser creado (Apoc. 19:10; 22:8-9). 36 Es importante subrayar que la característica del remanente es no sólo que guarda los mandamientos (12:17; 14:12), sino que además cuenta con toda la revelación disponible para los seres humanos, tanto histórica como escatológica. 37 Contrario a la obra de la bestia terrestre (13:12, 14) que proclama un mensaje devastador de falsa lealtad (13:15), un mensaje espúreo que explica el por qué es llamada falso profeta (16:13; 19:20, 20:10), oponiéndose totalmente al Espíritu de Verdad, el Espíritu Santo, quien guía a toda la verdad (Jn 16:13).
El Último Mensaje Parodiado: Conclusiones Finales
En relación a lo anterior, esta falsa trinidad no sólo imita las características de la Divinidad, sino también su mensaje escatológico.38 Para esto parodia la triple proclamación angélica (Apoc. 14:6-14), en la imagen de tres espíritus inmundos a manera de ranas que salen de la boca del dragón, de la bestia y del falso profeta (16: 13). 39 Es interesante que luego de que los habitantes de la tierra han sido engañados por la bestia con dos cuernos semejantes a los de un cordero (13:11-17), aparece en escena el Cordero acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil (14.19 sin “mentira” en sus bocas (15:5). En relación a la fluidez de los pasajes, estos ciento cuarenta y cuatro mil se pueden comparar con los santos (13:7, 10) y el remanente (12.17) conjugando un mismo grupo observado bajo diversos nombres en el libro, pero caracterizados por su fidelidad irrestricta al Dios verdadero (cf. 14:4). 40
A la luz de esto, luego de describir a estos ciento cuarenta y cuatro mil (14:1-5), tres ángeles anuncian mensajes contrarios a los pretendidos por la bestia que sube del mar y por la bestia que sube de la tierra (13:1-18). El primer ángel insta a proclamar el evangelio y a adorar a Dios como creador (14:6-7). El segundo anticipa el tema de Babilonia que se desarrollará en extenso en Apoc.17 y 18. Mientras que el tercero urge a no adorar la bestia, ni a su imagen y a no recibir la marca. Probablemente, este triple mensaje angélico sea impartido por los ciento cuarenta y cuatro mil, en su calidad de remanente, 41 lo que puede ser sustentado al reparar en un paralelismo invertido propuesto por Williams Johnsson, donde se observa un contraste temático entre Apoc. 13 y 14, y que en este articulo se ha adaptado levemente. 42
A. Falso mensaje. Dorar a la Bestia del Mar (13.11-15).
B.Los seguidores de la Bestia del Mar (13: 16-18):
Marca de la Bestia: Nombre y Número.
B’ Los seguidores del Cordero (14:1-5):
Sello de Dios: Nombre de Dios y del Cordero.
A’ Verdadero Mensaje: Adorar al Dios Creador (14:6-12)
El patrón interno de B y B’ es de un resultado inverso. Por un lado, está la marca, el nombre y el número de la Bestia, en la frente o en la mano derecha de los seguidores de la Bestia (13:16-18). Por otro lado, está el nombre del Cordero y el de su Padre escrito o sellado (cf. 7:4; 22:4; 3:12) en la frente de los ciento cuarenta y cuatro mil, los seguidores del Cordero, acompañados precisamente por él (14:1; cf. 14:4). En el caso de A y A’ los mensajes procuran ser mundiales. Por un lado los habitantes de la tierra son engañados con un mensaje de falsa adoración (13:12-17), mientras que el triple mensaje angélico apela a toda nación, tribu, lengua y pueblo, a adorar al Dios creador (14:6). En concreto, el triple falso mensaje, es anunciado por tres espíritus de demonios, que hacen señales, y reúnen a los reyes de la tierra para la batalla del gran Dios todopoderoso (16: 14, 16). Mientras que el triple mensaje angélico (14:6-11) es el último gran llamado de Dios, a través del remanente (14:1-5), para que los habitantes desleales e impenitentes del mundo (14:9-11; cf.13:16-17), reconozcan la falsedad de la trinidad satánica (cf. Mat. 24:24), y sigan y adoren al verdadero Dios Trino, el creador (Apoc.14:7). Quien no sólo destruirá a los infieles (19:11-21; 20: 7-10; 21:8) y a cada uno de los falsos miembros de la triada diabólica (19:20; 20:10), sino que también dará la vida eterna (2:7,11; 22: 1-2, 14, 17), y el derecho de entrada a la tierra renovada (21:4-5) y a la Nueva Jerusalén (21: 27; cf. 3:12, 22:14), a aquellos leales hombres y mujeres que han lavado sus ropas (22:14), que han bebido del agua de la vida (22:17; cf. 21:6; Jn 4:10-14; 7:37-38) y que adoran, y adorarán, al verdadero Dios Padre, al verdadero Dios Hijo y al verdadero Dios Espíritu: la verdadera Trinidad.
Por tanto, la comprensión de esta parodia trinitaria, evidencia el intento satánico de usurpar las prerrogativas divinas. Que en el contexto del fin, y en el devenir histórico del remanente, permite reconocer al “opositor” de Dios y sus seguidores, en su deseo de engañar, “de ser posible, aún a los escogidos” (Mat.24:24, Apoc. 13:13-14). Sin embargo, el pueblo de Dios, al anclar su peregrinaje escatológico en la revelación de Jesucristo (1:1-3), reconoce la obra del diablo en estos remedos y falsos disfraces. Porque como certeramente ha señalado Grant Osborne, tales falsificaciones son sólo una copia, jamás alcanzan el original.43
Bibliografía:
1-Ver esta opinión, por ejemplo, en Kenneth Strand, Perspectives in the Book of Revelation (Worthington, Ohio: Ann Arbor Publishers, Inc, 1978), 41; Ibid., “Foundational Principles of Interpretation”, Symposium on Revelation, ed., Frank Holbrook (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2000), 1:12; ibid., Interpreting the Book of Revelation, (Naples, Florida: Ann Arbor Publishers, 1979), 18; Vern S. Poythress, “Counterfeiting in the Book of Revelation as a Perspectives on non-Christian Culture,” Journal Evangelical Theological Society 40/3 (1997): 411-418; Edwin Reynolds, “Diez Claves para Interpretar el Libro del Apocalipsis”, Entender la Palabra: Hermeneútica Adventista para el Nuevo Siglo, eds., Merling Alomía et al (Cochabamba, Bolivia: Editorial UAB, 2000), 112-113.