LA TRINIDAD ES UNA DOCTRINA PAGANA
- Autor Henryj
- Fecha de inicio
No sabes de qué hablas, te explico sobre el libro de doctrinas y pactos mormón:
-"Sección 130:22
"El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo"
El dios de los santos de un falso cristo mormón es un hombre.
Estos disparates no pueden ser considerados como "parecidos" a la pluralidad del Dios de Israel y Dios nuestro: Padre + Hijo + Espíritu Santo = Dios.
¿Acaso escribí yo el libro de Mormón? pregúntale a Joseph Smith.
Lo que ese versículo dice que el Padre de los mormones no es Dios sino un hombre que ellos consideran con un cuerpo tangible como el del hijo, hecho de carne y de huesos, en un completo contraste con la enseñanza de Jesús a la mujer Samaritana:
"Dios es Espíritu, y en Espíritu y en Verdad es necesario que adoremos, no en carne y huesos ni en mentiras".
Para que se la cale.
Querido amigo, me complace sobremanera que muestres un tibio interés por el mormonismo. ¡Quién sabe! Si te aplicas con un poco más de fervor, tal vez logres acercarte a sus intrincadas doctrinas. Estás, sin duda, en la senda correcta, y con algo de suerte (y un par de neuronas trabajando a full) podrías llegar a la deslumbrante conclusión de que los dioses, en singular o plural, son más bien fábulas, nunca hubo uin dios, este desapareció con la invención de las cámaras fotograficas. Mientras tanto, el mormonismo puede servirte como un entretenimiento pintoresco, una suerte de novela de fantasía con toques teológicos.
Ahora, permíteme sacarte de las brumas de la ignorancia: ese pasaje que mencionas no se encuentra en el Libro de Mormón, sino en ese otro tomo de revelaciones divinas conocido como Doctrina y Convenios. Personalmente, me encantaría que estuviera en el Libro de Mormón; le añadiría un toque de coherencia a esa fascinante antología de contradicciones que es la Biblia. Ya sabes, ese texto donde un Jehová pugilístico lucha cuerpo a cuerpo, se sienta a disfrutar unos tacos con patriarcas de antaño o, en un arranque de camaradería, le dice a Moisés: “Oye, quédate ahí quietecito, que voy a pasar para que admires mi divina espalda”. Pero, claro, esperar coherencia de la Biblia es como pedirle univocidad a un arroz chaufa literario, cocinado por un sinfín de autores que jamás se cruzaron en una taberna para ponerse de acuerdo.
¡Una delicia caótica, sin duda! Que nos seguirá entreteniendo hasta que se nos agote la vida