Quiero que entiendan que, una enfermedad, puede estar teniendo lugar por una desviación de la verdad, no por una falta de fe concretamente, sino por estar incurriendo en un error doctrinal.
Cada persona es un mundo distinto de otra. Solo Dios conoce a la perfección quien es cada cual. Y solo Dios sabe que pruebas pueden soportar, y mediante cuales de ellas los puede llevar a su presencia, a que le busquen, a que acudan a él.
Pero antes de seguir, es importante recordar que Dios NO COMPARTE SU GLORIA CON NADIE, que Dios no obra por obrar, sino que siempre lo hace con un fin claro y único: MOSTRAR SU GLORIA, y a la vez, ganarse para sí, a aquel en quien ha obrado.
Digo esto, porque podemos encontrarnos ante nosotros a un enfermo, ante el cual podemos imponer nuestras manos, y orar, pero resulta ser que no sana y... ¿cual es la razón?.
E aquí el peligro de etiquetar la sanidad, por tanto que si es Dios quien está obrando en la persona en cuestión, y tiene un propósito sobre ella, mayor que el que nosotros entendemos, esta persona no sanará hasta que no sea llevada al entendimiento por el cual Dios está obrando en ella, consintiendo la enfermedad.
Job es un libro que nos habla de ello. Que Dios tenía un plan, que los amigos de Job, ni Job mismo entendian en su momento, que incluso le llegarón a acusar de no ser del agrado de Dios... pero al final vemos que todo era conforme al Plan de Dios, y que Dios no lo solucionó hasta que Job llegó al entendimiento que le era necesario.
Los pensamientos y caminos de Dios, no son los nuestros. Sabemos que Dios, a su propio pueblo, cuando andaba por el desierto, no dudo en enviarles enfermedad, y demás pruebas, y todas ellas para que se volviesen a él, para que les buscasen, para que...
De ahí que etiquetar la enfermedad bajo una cierta responsabilidad, sin conocer cual es la causa de la misma, y si Dios está poniendo su mano sobre la persona enferma misma, para su bien mayor.
Predicamos el reino de los cielos, no la sanidad del cuerpo.